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Joaquín Sabina: “Hoy la poesía, la decencia y el saber vivir están absolutamente de luto”

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J. M.

A Joaquín Sabina le despertó esta mañana de domingo la mala noticia de la muerte de Javier Krahe de un infarto fulminante. “Desde que lo he sabido, y después de hablar un rato con su mujer, no hago más que pensar que cada día estoy más solo, más huérfano de la gente que uno más quiere y más admira”.

Uno de los mayores lujos de mi vida”. Así define Sabina los veinte años que pasó con Krahe, a quien ha seguido siempre estrechamente unido, aunque “en los últimos años hemos estado más separados, por la distancia y por alguna tontería de esas nuestras”.

Los nombres de los dos, junto al de Alberto Pérez, nunca han dejado de estar asociados al de La Mandrágora, el mítico bar en la Cava Baja madrileña donde actuaban los tres a principios de los ochenta y donde se grabó el disco del mismo nombre. “La Mandrágora –recuerda este domingo triste Joaquín Sabina– era él, era Javier. Porque Alberto simplemente cantaba sus canciones, y yo absorbía todo lo que era capaz de aprender de Krahe. Lo que a mí realmente me cambió en aquella época y para siempre fue Javier Krahe”.

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Actuaron juntos allí hasta 1983, y por esas fechas el programa Si yo fuera Presidente de Fernando García Tola dio a conocer al gran público La Mandrágora y las canciones de Krahe: La hoguera, Marieta o Un burdo rumor, y también los Círculos viciosos y otros temas del primer repertorio del propio Sabina.

En La Mandrágora nació una amistad estrecha y muy especial entre Krahe y Sabina que ya siempre mantuvieron. “Cada vez que escribo un verso –dice Joaquín– pienso qué le va a parecer a Krahe. Lo tengo siempre en la cabeza como una guía íntima, como alguien que no me va a permitir hacer el ridículo”.

Para Sabina, Krahe representa “el rigor, el honor, el humor más inteligente, la aspiración a lo mejor en todo lo que uno hace”. Por eso, concluye Joaquín, “hoy la música, la poesía, el humor, el cinismo, la decencia y el saber vivir están absolutamente de luto”.

A Joaquín Sabina le despertó esta mañana de domingo la mala noticia de la muerte de Javier Krahe de un infarto fulminante. “Desde que lo he sabido, y después de hablar un rato con su mujer, no hago más que pensar que cada día estoy más solo, más huérfano de la gente que uno más quiere y más admira”.

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