Al filo de las 12.00 de esta mañana de martes, más y más dolientes fueron acercándose a la madrileña Plaza del Rey. Enlutados, gotearon hasta formar una marea negra que desembocó en el Funeral por la cultura que, convinieron, con su deceso dejará huérfana a España de valores y de futuro. En una escenificación en la que no faltaron los globos negros e incluso un ataúd, que fue portado al ritmo de la Marcha fúnebre de Chopin, varios centenares de miembros del sector cultural y de las ocho sociedades de gestión de derechos de autor quemaron uno de los últimos cartuchos que quedan antes de la aprobación de la reforma de la Ley de Propiedad Intelectual, la bautizada ley Lassalle, manifestándose en un acto mitad festivo mitad luctuoso frente a las puertas de la Secretaría de Estado del Ministerio de Cultura.
De seguir el curso establecido, la contestada ley será votada el próximo 14 de octubre en el Senado. Y de ocurrir eso, se rubricará “el último atropello cultural que el Gobierno quiere asestar a nuestro país”, según leyeron los convocantes, que anunciaron una nueva movilización para esa fecha. “El beneficio económico de unos cuantos no puede prevalecer sobre los derechos de un pueblo”, clamaron en una plaza poblada por algunos de los rostros más conocidos del cine y el teatro nacionales –estaban actores como Pilar Bardem, Alberto Ammán, Aitana Sánchez-Gijón, Juanjo Puigcorbé, Clara Lago, Carlos Iglesias, Terele Pávez o Melani Olivares, y directores como José Luis Cuerda-, así como representantes de otras profesiones relacionadas con el mundo del libro, la música o el arte, incluidos trabajadores del ministerio de Cultura.
Las denuncias, como resumió a infoLibre el actor y guionista Pedro G. Marzo, se concentran en buena medida en el hecho de que la reforma de la Ley de Propiedad Intelectual “lo que hace es desmantelar los derechos de autor en beneficio de las grandes empresas de telefonía, los hoteles y los fabricantes de aparatos electrónicos”. “Y lo más alucinante”, agregó el intérprete, ataviado como la mayoría de los asistentes con una camiseta negra con el hashtag #LeyLassalleNo, “es que el dinero de los derechos va a salir del bolsillo de todos los españoles vía los Presupuestos Generales del Estado”. Contestada por el Tribunal Supremo, que recientemente puso en duda que la ley Lassalle esté en sintonía con la legalidad europea, la norma terminaría así por “aislar” a España del resto de países del entorno y de América Latina.
¿Por qué la ley solo beneficia a los poderosos?; El Gobierno protege a las multinacionales o El IVA nos mata, Lassalle nos remata, fueron algunos de los eslóganes que podían leerse en las pancartas que portaron los manifestantes. Porque más allá de la ley Lassalle, que toma su apellido del secretario de Estado de Cultura, José María Lassalle, los participantes no quisieron dejar pasar la oportunidad de volver a recordar el daño que el IVA al 21% ha causado al sector desde su implantación a finales de 2012. “Dos años después, el sector cultural ha quedado devastado, con 100.000 puestos perdidos”, subrayaron, para señalar que la industria cuenta con 430.000 trabajadores. “No a la ley Lassalle, no al IVA, no a los recortes y no a la expropiación de nuestros esfuerzos”ley Lassalle, zanjaron. “La ley Lassalle es un instrumento perverso para beneficiar al poderoso en detrimento del ciudadano”.
En una mañana en la que presentación de los Presupuestos Generales del Estado dejaron una ligera alegría -la del aumento de la partida de Cultura en 31 millones de euros (+4,3%), una cifra que, no obstante, no palia ni lejanamente la caída acumulada desde 2008-, los representantes de la industria quisieron poner también los puntos sobre las íes de la inmaterializada Ley de Mecenazgo. Prometida por el PP desde su llegada al poder, pero nunca realizada –“aunque desde el primer día que tomó posesión el Gobierno se eliminó el canon digital”, que fue sustituido por un pago a cargo de las arcas estatales-, esta medida, aseguraron, jamás se ha llegado a entender por parte del Gobierno. “Para el señor Lassalle, el gran mecenas de este país se llamaba Botín”.
Antes de concluir el acto al grito de Wert dimisión, se leyó también un listado de "peticiones y soluciones", que incluyen, como ya se mencionó en un acto celebrado la semana pasada, la mediación de la vicepresidenta del Gobierno:
Uno. Retirada del proyecto de ley Lassalle, "ya que es un texto regresivo, que nos aisla, detruye derechos y no tiene el apoyo de los legítimos titulares ni el consenso" necesario para una norma de est envergadura.
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Dos. Una vez retirado, abrir un proceso de "debate y negociación transparentes", con la participación de todos los sectores y con los estudios técnicos necesarios.
Tres. "Rechazamos la actual redacción de la ley Lassalle y las insuficientes y parciales enmiendas presentadas por el Grupo Popular".
Cuatro. "Demandamos la implicación de directa de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría".
Al filo de las 12.00 de esta mañana de martes, más y más dolientes fueron acercándose a la madrileña Plaza del Rey. Enlutados, gotearon hasta formar una marea negra que desembocó en el Funeral por la cultura que, convinieron, con su deceso dejará huérfana a España de valores y de futuro. En una escenificación en la que no faltaron los globos negros e incluso un ataúd, que fue portado al ritmo de la Marcha fúnebre de Chopin, varios centenares de miembros del sector cultural y de las ocho sociedades de gestión de derechos de autor quemaron uno de los últimos cartuchos que quedan antes de la aprobación de la reforma de la Ley de Propiedad Intelectual, la bautizada ley Lassalle, manifestándose en un acto mitad festivo mitad luctuoso frente a las puertas de la Secretaría de Estado del Ministerio de Cultura.