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Las revelaciones de un 'trol' arrepentido: "Los bulos son un arma de guerra"

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Habitamos en la era de la desinformación. Somos potenciales víctimas escondidas bajo la mesa en un fuego cruzado entre la verdad de la realidad y las noticias falsas disparadas a quemarropa por bots machacones y trols marrulleros. Sobrevivimos cada día a manipulaciones cuyo único fin es que compremos bulos al peso, como encurtidos en un mercadillo de domingo. Somos daños colaterales de mentiras intencionadas perfectamente orquestadas. Y tenemos que saberlo para defendernos.

Al rescate para ponernos a salvo acude Bot Ruso, pseudónimo de un exempleado arrepentido de una agencia de astroturfing que trabajó en proyectos en varios países, entre ellos España, y que se pasó una década insultándonos en las redes sociales porque alguien le pagaba por ello. Ahora que ya no está en nómina, nos cuenta cómo lo hacía en las páginas de Confesiones de un bot ruso (Editorial Debate, 2022).

Huelga aclarar que el astroturfing es una técnica publicitaria consistente en difundir un mensaje por las redes sociales para crear una corriente de opinión falsa haciéndola pasar por espontánea y popular. Manipular la conversación y alterar el discurso público, en definitiva, con el objetivo de que la mayor cantidad posible de gente reciba el mensaje sin notar que hay una marca detrás. Y por marca queremos decir empresas, partidos políticos o clubes deportivos.

"Es una agencia de la posverdad. Una empresa que se encarga de crear y ejecutar estrategias que simulen el movimiento ciudadano espontáneo", resume a infoLibre este Bot Ruso obligado a guardar el anonimato porque un contrato de confidencialidad le impide precisar el contenido específico de su antigua labor. Así que, sin dar nombres concretos, ahora rompe su silencio tras su renuncia a seguir dedicándose a este trabajo para explicarnos de qué va todo esto.

Su conclusión después de tantos años dedicados a la desinformación profesional es que todos, como sociedad, tenemos "muy poquito conocimiento y es muy fácil manipularnos". Y aunque ya esté retirado de estas prácticas, nos pone en alerta desde el conocimiento: "Lo estamos viviendo ahora mismo en la guerra de Ucrania. De cada dos imágenes que se publican en relación al conflicto, tres son fake. Los bulos son un arma de guerra. Así está siendo en el caso de la invasión de Ucrania. Los dos bandos están compartiendo información falsa para que la opinión pública esté a su favor".

Confesiones de un Bot Ruso es un libro escrito desde el arrepentimiento por el daño realizado. También está pensado para prevenirnos ante un negocio que, lejos de lo que podríamos pensar, es extremadamente sofisticado y amenaza con dejar en manos de las grandes corporaciones el control de la información y la opinión pública. 

"En casi una década, hubo muchos momentos de duda. Muchas preguntas. Sin embargo, también viví una especie de Síndrome de Estocolmo. Desarrollé una capacidad increíble para justificar las acciones que se llevaban a cabo", confiesa Bot Ruso, quien admite que "la hostia de realidad" se la llevó tiempo después de abandonar su cargo dentro de la agencia, "como una especie de revelación". "Desde entonces, he tenido mucho tiempo para reflexionar sobre lo que he vivido. Y durante el proceso de creación de Confesiones de un bot ruso todavía he descubierto más", concede.

Con un enfoque irónico y didáctico, Bot Ruso desvela cómo durante años estuvo con un ejército de trols a su servicio, buscando el momento perfecto para adentrarse en las conversaciones de la red y poner en marcha la máquina de odio. Y explica cómo estamos todos sometidos a una constante infoxicación digital a través de nuestros teléfonos móviles.

Para alcanzar sus objetivos, este tipo de agencias cuenta con profesionales de análisis de datos y con herramientas que permiten el análisis profundo de gran cantidad de data (especialistas en Big Data). También trabajan "personas normales" con perfiles tan diversos como sociólogos, periodistas o community managers, entre otros.

En base a los análisis de todos los datos recolectados, se puede saber "cuál es el punto de dolor de los usuarios y de qué forma se puede impactar en ellos creando una noticia que se viralice". "El límite está donde se proponga la propia agencia. Algunos clientes piden más, pero es la agencia quien pone el freno en caso de exigirse algo totalmente fuera de lugar", explica.

Es muy probable que haya más cuentas falsas que usuarios reales en Twitter

Que en internet hay mucha desinformación es algo que todos, en mayor o menor pedida, tenemos asumido. El problema es que esa desinformación "no parte de lobos solitarios", según subraya Bot Ruso, sino muy al contrario: "El astroturfing es un negocio en auge y los usuarios somos víctimas. Deberíamos acostumbrarnos a dudar sobre todo lo que vemos publicado".

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Esta última afirmación apela directamente a los periodistas, objetivo preferencial de las agencias de astroturfing, que entablan relación con ellos a través de trols que se ganan su confianza con intenciones perversas. "Los periodistas caen en los bulos mucho más de lo que nos pensamos", afirma, para luego argumentar: "El periodismo, en el campo 2.0, vive un momento muy duro, en el que ser el primero, en la mayoría de ocasiones, es más importante que verificar la información. El tiempo entre que el periodista encuentra la información y la publica es muy poco. Y deberían detenerse a contrastar esa información como es debido".

Como los periodistas se mueven especialmente en Twitter, es esta red social el terreno de juego más embarrado del astroturfing. "Digamos que es muy probable que haya más cuentas falsas que usuarios reales en Twitter", destaca Bot Ruso, quien sigue dando mucha importancia a este entorno como "herramienta de termómetro social", a pesar de que haya otras con muchos más usuarios. Algo debido, de nuevo, a la relevancia que se le da desde los medios de comunicación por estar poblada por periodistas, políticos y demás personalidades de la vida pública. Así como por millones de bots y trols que se activan según las necesidades del cliente que pone el dinero, se entiende.

Estas confesiones terminan con una disculpa por las molestias y los daños ocasionados. Por eso, desde el arrepentimiento, lanza aún un último mensaje de alerta: "Como usuarios de Internet, no somos conscientes de los riesgos que conlleva nuestra presencia en la red. Ya no solo en materia de phishing y hackeo de cuentas. Es que existe una maquinaria capaz de registrar todos nuestros movimientos en internet y de revelar datos sobre nuestra identidad que ni siquiera somos conscientes de haber compartido. Y toda esa información que hemos facilitado, de un modo u otro, se vuelve en nuestra contra. La manipulación en internet no es cosa de ciencia ficción, es algo real y que nos afecta en nuestro día a día".

Habitamos en la era de la desinformación. Somos potenciales víctimas escondidas bajo la mesa en un fuego cruzado entre la verdad de la realidad y las noticias falsas disparadas a quemarropa por bots machacones y trols marrulleros. Sobrevivimos cada día a manipulaciones cuyo único fin es que compremos bulos al peso, como encurtidos en un mercadillo de domingo. Somos daños colaterales de mentiras intencionadas perfectamente orquestadas. Y tenemos que saberlo para defendernos.

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