Cuando Alice Munro (Wingham, Ontario, 1931) ganó el Premio Nobel de Literatura, en 2013, fue nombrada "maestra del relato contemporáneo". Pero ella había explicado, y explicaría más tarde, que jamás se propuso escribir cuentos. "Cuando era joven", contaba en 2001, "era solamente una cuestión de conveniencia. Tenía hijos pequeños, no tenía ninguna ayuda. (...) No había manera de que pudiera tener el tiempo suficiente [para escribir novela]. No podía mirar al futuro y decir, esto va a tomarme un año, porque pensaba que en cualquier momento podía pasar algo que me quitara todo el tiempo. Así que escribía a pedazos y con expectativas temporales limitadas". Tampoco fue casualidad que Munro publicara su primera colección de relatos a los 37 años. La maestra del relato lo acabó siendo en parte porque tenía que criar a tres niños, en parte porque era mujer.
No es casualidad que la anécdota aparezca recogida también en el prólogo de Esas que también soy yo. Nosotras escribimos, una antología impulsada por la Asociación de Mujeres Escritoras e Ilustradoras (AMEIS) y publicada por la editorial Ménades que recoge cuentos de 60 autoras en activo, nacidas entre 1936 y el año 2000, todas ellas escritoras en español. Si Virginia Woolf, continúa la introducción firmada por Carmen Peire e Isabel Cienfuegos, editoras del volumen, y otras integrantes de AMEIS, hablaba de que las mujeres para crear necesitaban espacio e independencia económica, hablaba también de un recurso escaso: el tiempo. Las responsables del volumen señalan que el tiempo ha sido aún más escurridizo para mujeres que para hombres, y que esto, como en el caso de Munro, puede tener que ver que el relato corto sea un territorio femenino, como defiende la antología.
Otra cosa es que se esto se reconozca. Entre las estrellas del género están la propia Munro, Katherine Mansfield, Lucia Berlin, Joyce Carol Oates, Flannery O'Connor o Grace Paley, por nombrar solo algunos de los nombres incuestionables, y solo dentro del canon de la literatura anglófona. Sin embargo, la escritora Carmen Peire, miembro de AMEIS, considera que "el cuento todavía se escribe en masculino, y se asocia a sus nombres la experimentación o la apertura de posibilidades". La asociación critica que el Premio Setenil, que reconoce el mejor libro de cuentos publicado en España, solo ha ido a parar a dos mujeres desde su fundación en 2004: Cristina Fernández Cubas y Clara Obligado, dos veteranas del género en español. "Cuando vas mirando todas las antologías que se hacen sobre el cuento", continúa Peire, "en la que más mujeres hay son solo un 30% . Nos dicen: 'Es que no hay mujeres'. Este libro es una forma de darles ideas".
Por eso la antología se centra en los trabajos de escritoras en activo, desde la veterana Angelina Muñiz-Huberman, hija de españoles exiliados tras la Guerra Civil, a la novel Lucía García Díaz Miguel. "Sí que parece que hay una corriente favorable a rescatar las mujeres olvidadas", celebra Carmen Peire, que destaca el esfuerzo realizado en torno a las Sinsombrero, esas mujeres contemporáneas de la Generación del 27 a las que sin embargo no se incluyó en los libros de historia. "La memoria histórica es imprescindible, pero nos encontramos con que esa recuperación no ha conllevado una mayor atención a las mujeres que escriben hoy". Se trata, explica, de que no haya que emprender una recuperación en un futuro de la obra de mujeres que podrían ser leídas hoy mismo. ¿Y por qué sucede esto? ¿Por qué se reivindica antes a las que ya no están? "Es difícil saberlo", contesta la escritora, colaboradora también de Los diablos azules, "pero es verdad que enterramos muy bien, tratamos mejor a los muertos que a los vivos".
Ver másSer escritora, ser independiente
El prólogo de la antología incide también en el "amplio panorama de temáticas" que se puede observar en el volumen. "Hay cuentos con protagonistas femeninos y masculinos, con narradores femeninos y masculinos, más o menos políticos, más o menos eróticos", relata la editora. Difiere también la longitud de los textos —casi todos inéditos—, desde el micro hasta formatos más extensos. Hay en el volumen escritoras reconocidas como Almudena Grandes, Marta Sanz, Cristina Peri Rossi, Rosa Montero, nombres menos conocidos pero muy respetados, como Carola Aikin o María Fernanda Ampuero, y escritoras minoritarias como Lourdes Pinel o María José Codes. Las editoras alaban a todas por igual.
La labor de AMEIS no se acaba aquí, aunque subraye particularmente la labor de las autoras: "Se habla de los libreros, de los editores, de lo poco que ganan, de la mala situación en la que están... ¿Pero se habla de la situación de las creadoras y los creadores?". Aunque la organización existe oficialmente desde hace alrededor de un año, echó a andar en 2017 con la organización del Festival Oño, una respuesta a la poca presencia de mujeres en aquella edición del festival literario Eñe . En el horizonte están presentaciones, talleres, clubes de lectura para hacer visible la labor de las mujeres en el mundo del libro. Y, si todo va bien, nuevas publicaciones que reconozcan a estas esas que también son las demás.
Cuando Alice Munro (Wingham, Ontario, 1931) ganó el Premio Nobel de Literatura, en 2013, fue nombrada "maestra del relato contemporáneo". Pero ella había explicado, y explicaría más tarde, que jamás se propuso escribir cuentos. "Cuando era joven", contaba en 2001, "era solamente una cuestión de conveniencia. Tenía hijos pequeños, no tenía ninguna ayuda. (...) No había manera de que pudiera tener el tiempo suficiente [para escribir novela]. No podía mirar al futuro y decir, esto va a tomarme un año, porque pensaba que en cualquier momento podía pasar algo que me quitara todo el tiempo. Así que escribía a pedazos y con expectativas temporales limitadas". Tampoco fue casualidad que Munro publicara su primera colección de relatos a los 37 años. La maestra del relato lo acabó siendo en parte porque tenía que criar a tres niños, en parte porque era mujer.