Darse. Autobiografía y testimonios
Vitoria OcampoFumdación Banco de SantanderMadrid2016
Darse es el resultado de cuatro años de búsqueda, buceo, y selección del escritor y editor Carlos Pardo. 500 páginas que por fin, nos permiten conocer a Victoria Ocampo.
Ahora, después de terminar de leer Darse, escogería a Victoria Ocampo para ir a cenar. Darse es sólo el inicio de una relación. ¿Sabéis ese juego-sueño-deseo de pensar a quién elegirías para ir a cenar, de los vivos o los muertos, de la política o la literatura, de esta época o de hace siglos? Pues después de leer Darse cenaría con Victoria Ocampo.
Pero con todas ellas.
Con la niña que necesita cada noche escuchar a su abuela Vitola decirle “hasta mañana, gatita”.
Con la siempre acompañada por su hermana Angélica “yo delante y ella detrás” en su infancia bonaerense.
Con la púber que reconoce su primer amor sin palabras y con juegos: “Fue. Pero no pegó”.
Con la adolescente que entiende la menstruación como “la humillación mensual a plazo fijo”.
Con la que desde pronto, muy pronto, pidió perdón por estar viva: “Viviendo mi sueño traté de justificar mi vida. Casi diría de hacérmela perdonar”.
Con la madre de la revista Sur. De la editorial. La madre que amamanta a los ávidos de lectura con las mejores firmas del siglo XX.
Con la que se pregunta quién es y no encuentra respuesta: “Yo no soy aquello. Lo perecedero que formó parte de mi y ya nada tiene que ver conmigo. Soy lo otro, pero ¿qué?”.
Con la sombra de su hermana Silvina –la mujer de Bioy Casares—.
Con la feminista. La que tiene claro que hay que desterrar el “no me interrumpas” de un hombre. Porque somos iguales. Porque basta ya.
Con la “valiente de puro cobarde”.
Con esa que no soporta a los altoparlantes de la radio, que no te dejan elegir el silencio, la paz, a los que se convierten en “cárceles del ruido”.
Es soberbia, pija, petulante. Es lista, rápida, envidiable. ¿Quién no querría ir a la ópera con Stravinsky, cartearse con Borges, vestir de Channel, o mejor, conocer a Coco? Ser amiga de Ortega y sentir ese baile del que habla Victoria: “Conocerle es como estar delante de una chimenea encendida: uno sigue el baile de las llamas”. Sentir el bálsamo que produce estar con Gandhi. Mirar a los ojos a Tagore y aprender de él que llegar a “tener religión interior es la gran aventura de la vida entera”. Explicar el amor pasión, vivirlo y dejar de sentirlo para saber convertirlo en amistad. Ser libre y adúltera. Ser feminista. Viajar por todo el mundo, descubrir Europa, y volver a casa y descansar en la niñez. Responder mal a los mejores intelectuales de su época. Enamorarles. Hasta querer que se suiciden por ti. ¿Quién no quiere tener tiempo para pensar que se siente “afraid of dying and tired of living”, darse un paseo por las iniciales de los hombres de su vida y que cada uno de ellos produzca más dolor o más placer que el anterior?
Victoria Ocampo, en Darse, es transparente. Se da. Usa la literatura, las cartas, las palabras, para “escapar de las injusticias, de la soledad, de la pena, del aburrimiento”, y nos invita a hacer lo mismo. Se da, también, mostrándonos las personalidades de sus amigos, de esos literatos, de esos intelectuales para los que “el excremento significa la verdad y la rosa la mentira”.
Leyendo Darse se aprende a querer a Victoria. Y no, no es que quieras cenar con ella, es que te gustaría haber sido ella. Victoria lo dice, “los muertos a quienes queremos nos habitan”. Leyendo Darse Victoria Ocampo empieza a habitar en ti.
*Sara Vítores es periodista.Sara Vítores
Darse. Autobiografía y testimonios