Desarmado

Elisa de Armas

Desarmado

En la isagoge al Tratado sobre el arte de la conquista recoge el anónimo autor que, así como la lluvia es regalo capaz de esponjar la tierra, un dedo índice que recorre despacioso el perfil de una doncella es el arma más precisa para derretir la nieve de su corazón.

El guerrero contempla su mano diestra, recién cercenada en el combate, y se pregunta si el desparejado índice de la zurda tendrá poder suficiente para rendir a su dama.

Verba volant

Las habitantes de Eulalia tienen fama de ser tan excelentes fabuladoras que dejan suspendidos de sus bocas a quienes las escuchan, no solo por la pintura de los personajes y la riqueza de los detalles, sino también por la intriga de sus tramas. Es así Eulalia una ciudad de simples edificios cúbicos, cuyas blancas paredes baña el sol inclemente, pues no tienen tiempo sus moradores —atareadas unas en urdir sus ficciones y otros en deleitarse con ellas— de cultivar jardines, decorar muros o elevar monumentos en honor a los héroes. Sin embargo, a diario, terminadas las tareas imprescindibles, cuando las mujeres comienzan sus narraciones, las historias se desenrollan y cubren los suelos, trepan por los muros para colgar a modo de tapices y atraviesan las ventanas como serpentinas, entretejiendo entre todas una cúpula intrincada que cubre el desnudo caserío de forma tal, que los mercaderes que se acercan, mecidos por el vaivén de los camellos y el lejano rumor de las palabras, afirman no haber visto jamás en la distancia una ciudad más espléndida y colorida que la de Eulalia.  

 

Reajuste de personal

Crisis

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Si se tiene una mente dispersa, un espíritu desordenado y un carácter indolente, trabajar por cuenta propia te aboca al fracaso. Seis meses después de abrir la oficina y al límite de la quiebra, decidí contratar un jefe imaginario. Augusto, lo llamé. Augusto concretó mis proyectos, me organizó la agenda, estableció horarios, fidelizó a los clientes e incluso fue capaz de hundir a alguna empresa de la competencia. Una vez que el negocio iba viento en popa, decidí prescindir de él, siempre me ha gustado la independencia. No me lo ha consentido. Es más, esta mañana se ha presentado en el despacho y, con gesto reprobatorio, ha sido él quien me ha puesto de patitas en la calle.

Terminal

Ahorita que las piernas no lo sostienen y el viejo yace ciego y sordo en la cama, solo el olfato le permite ubicarse. El olor a desinfectante golpea su nariz cuando llega el enfermero cargando el maletín con todo y sueros. Al pinche de su hijo lo delata el tufo a tequila, y a la hija, que siempre tiró a puta, el perfume empalagoso y barato. Pero por más que husmea como un desesperado, no logra reconocer a su mujer entre quienes, de tanto en tanto, se acercan remolones a aliviar sus miserias. Y es que, desde hace un tiempo, ella ha dejado de apestar a miedo.

* Elisa de Armas nació en Sevilla y se ha ganado la vida como profesora de Lengua y Literatura en la enseñanza secundaria. Sus textos han aparecido en antologías colectivas en España, México y Perú. Ha publicado 'No olvides la serpiente' (2020) y los libros de microrrelatos 'Yo no soy bonita ni lo quiero ser' (2022) y 'Yo tampoco me llamo Ulises' (2023). Desde el 2010, mantiene el blog Pativanesca (http://pativanesca.blogspot.com).

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