Libros violeta

Literatura de mujeres, escrita por mujeres, para mujeres, literatura con perspectiva de género, sobre feminismo, literatura feminista... No es nueva la conversación sobre el espacio que se le da a la voz de las autoras, como no lo es la que se pregunta por la intersección entre feminismo y literatura. ¿Qué necesita un libro para ser feminista? ¿Estar escrito por una mujer? ¿Protagonizado por una mujer? ¿Pensado como feminista? ¿En qué se traduce la perspectiva de género en literatura? El debate quizás parezca menor en comparación con otros de los desafíos que tiene por delante el movimiento, pero a dos días del 8M recogemos algunas novedades que pueden ayudar a aclarar las ideas. 

Una mujer, de Sibilla Aleramo. Traducción de Melina Márquez, epílogo de Anna Folli. Altamarea, 2020. Una mujer

La editorial Altamarea, que edita el libro en España, la reivindica como "una de las primeras novelas feministas aparecidas en Italia y en Europa" y no es fácil rebatírselo: Sibilla Aleramo, seudónimo de Marta Felicina Faccio, la publicó en 1906. A los 30 años, la autora había crecido con una madre ausente, ingresada por depresión en un hospital psiquiátrico, había sufrido una violación por parte de un compañero de su padre, con el que se vio obligada a casarse, había superado un intento de suicidio y había huido por fin de su familia para instalarse en Roma. Allí encontró al fin su sitio, tanto individual como colectivamente: comenzó a dedicarse a la escritura, tanto en ficción como en el campo del periodismo, y a militar en un recién nacido movimiento feminista.

Una mujer funciona como espejo de la vida de su autora: está el padre autoritario, la violencia sexual, el matrimonio a la fuerza, el maltrato, la autolesión, la huida y la reconstrucción. Una novela que sería moderna de haberse publicado en 2020 y que recuerda que la conciencia feminista y la escritura de las mujeres recorren la literatura desde hace mucho más de un siglo. 

Casas vacías, de Brenda Navarro. Sexto Piso, 2020.Casas vacías

Otra primera novela, esta vez recién nacida, es la de Brenda Navarro. Casa vacías es, para la autora mexicana Fernanda Melchor, "una novela brillante y devastadora", y para su compatriota Emiliano Monge, "inteligentísima, deslumbrante y profundamente humana". Los dos consideran universal el impacto de esta obra, pero lo cierto es que el tema que trata ha sido considerado históricamente un asunto de mujeres, en el uso más peyorativo del término. Navarro habla de la maternidad, de una maternidad que se convierte en algo pesadillesco. Una madre ve cómo su hijo desaparece en el parque mientras juega; otra madre será la que se haga cargo de ese niño. 

Ese lazo establecido por la pérdida y el encuentro está teñido también de culpa —la de la mala madre, que no vio; la de la mala madre que hizo algo monstruoso—, de desigualdad y precariedad, de deseos oscuros, de unos cuerpos de mujer constantemente intervenidos y acusados por el discurso machista, por el poder. 

Introducción a Teresa de Jesús, de Cristina Morales. Anagrama, 2020.Introducción a Teresa de Jesús

En 1562, Teresa Sánchez de Cepeda Dávila y Ahumada, futura Santa Teresa, se decide a escribir El libro de la Vida, justificación de su concepción de la vida religiosa y relato de la fundación del convento de San José de Ávila, pero también una obra pionera en la tradición de la escritura autobiográfica. Cristina Morales, ganadora del Premio Herralde y del Premio Nacional de Narrativa por Lectura fácil, imagina en Introducción a Teresa de Jesús las bambalinas de aquel libro, las hojas que la religiosa hubiera redactado como desahogo, las que hubiera descartado por miedo, por táctica, por pudor o por orgullo autoral. En este volumen, Morales perfila a una monja rebelde, interesada por la memoria, por la técnica de burlar las jerarquías, por las condiciones materiales del trabajo, por el lenguaje y por el destino de la mujer. 

El amor y la culpa

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Anagrama recupera ahora una reedición de la novela, publicada originalmente por Lumen en 2015 como Malas palabras, con una nota que explica la suerte —o la mala suerte— que corrió, editorial y comercialmente, aquella versión. 

Grecorromanas. Lírica superviviente de la Antigüedad clásica. Selección de Aurora Luque. Planeta, 2020. Grecorromanas. Lírica superviviente de la Antigüedad clásica

Aurora Luque es una de las responsables, a través de sus propios poemas o de sus ediciones de los textos clásicos, de el interés que pueda haber en los lectores por la literatura grecorromana. En este volumen, la escritora e investigadora sigue el rastro de las mujeres que estaban ahí cuando se forjó el canon clásico y cuyas voces llegan con una claridad desigual. Ahí está Safo, claro —Luque es también responsable de una obra en la editorial Acantilado sobre la poeta de Lesbos—, pero también nombres desconocidos para el gran público: Moiró, Claudia Trofime, Telesila, Teosebia... La editora plantea con esta antología, inevitablemente, una serie de preguntas: ¿se puede ser feminista antes del feminismo?, ¿hasta dónde llega la genealogía de la escritura de las mujeres?, ¿cuánto hay de ellas en nosotras?

Literatura de mujeres, escrita por mujeres, para mujeres, literatura con perspectiva de género, sobre feminismo, literatura feminista... No es nueva la conversación sobre el espacio que se le da a la voz de las autoras, como no lo es la que se pregunta por la intersección entre feminismo y literatura. ¿Qué necesita un libro para ser feminista? ¿Estar escrito por una mujer? ¿Protagonizado por una mujer? ¿Pensado como feminista? ¿En qué se traduce la perspectiva de género en literatura? El debate quizás parezca menor en comparación con otros de los desafíos que tiene por delante el movimiento, pero a dos días del 8M recogemos algunas novedades que pueden ayudar a aclarar las ideas. 

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