Los escritores, y particularmente los poetas, usan desde hace dos siglos las revistas literarias para foguearse, relacionarse y analizar las obras propias y las ajenas. Movimientos como el Surrealismo no hubieran podido desarrollarse sin su existencia. En las últimas décadas del siglo XX, alcanzaron en España un apogeo y un hervor que todavía recuerdan y agradecen muchos escritores actuales. Los suplementos literarios de los periódicos compitieron con ellas, imponiendo su agilidad, su frecuencia semanal, su gran difusión y el contacto con la realidad económica de las editoriales. "Les debo mucho", asegura sin dudarlo José Manuel Benítez Ariza, lo mismo que tantos de su generación.
En las dos décadas que llevamos de siglo, Internet ha multiplicado de forma exponencial el número de revistas literarias y al mismo tiempo ha diluido su influencia. Es la impresión más repetida por el medio centenar de escritores, profesores, editores y libreros de toda España a los que ha consultado este periódico. El poeta Constantino Molina aventura que "la red ha suplantado la función de picoteo en nuevos autores, de acoger textos inclasificables y de tantear el terreno". En cuanto a los suplementos, han perdido aquel vigor glorioso: "Los dejé porque forman parte del canon editorial y no me gusta que me tomen el pelo", asegura la profesora y poeta Pilar Blanco.
El caso es que, quienes echan de menos aquellas décadas gloriosas, e incluso jóvenes que no llegaron a tiempo de vivirlas, siguen prefiriendo las revistas que se editan en papel: "Me gustan las revistas de carne y hueso", resalta el crítico y poeta José Luis Morante. "Me aferro al papel porque tanto Internet me marea", confiesa Federico Gallego Ripoll. "Falta alguna más en papel; si se editara alguna cerca de donde vivo, la compraría", asegura la periodista y poeta Esther Abellán.
Algunos de los encuestados establecen distinciones. Aurelio Loureiro, director de la digital Epicuro, advierte de que "no es lo mismo un blog o una página web que una revista". Abelardo Linares, editor de Renacimiento, coleccionista e investigador de revistas antiguas, es más contundente: "Las revistas en Internet no son revistas, son otra cosa; dentro de 20 o 30 años, habrán perdido el servidor, no se podrán encontrar".
Lo que constituye una evidencia es que las revistas literarias más citadas siguen editándose en papel. Uno de cada tres encuestados (35%) valoran la asturiana Clarín: "por su longevidad y porque es la única que tiene un planteamiento comercial viable y paga a sus colaboradores", matiza Benítez Ariza. A no mucha distancia (29%) le sigue la turolense Turia, que Morante confiesa que le gusta muchísimo, "aunque los artículos sean muy dispares y los lectores que se asomen a ella sin estar familiarizados se puedan perder". La tercera en este ranking improvisado (27% de menciones) es la barcelonesa Quimera. Las tres tienen en común su veteranía, ya que nacieron en 1996, 1983 y 1980 respectivamente, y desarrollan una información mucho más amplia que la literaria, mezclando la creación con la crítica, el ensayo y la entrevista. Las tres proceden de la periferia de las Españas.
Revistas de pura creación, que priman los poemas inéditos de distintos autores, como la andaluza Estación Poesía (25%), la asturiana Anáfora (20%) o la valenciana Veintiúnversos (18%) demuestran que también en esta vertiente pujan con más fuerza las provincias que la capital. Todas ellas son de nacimiento relativamente reciente. En medio queda la académica Ínsula (25%), muy apreciada por profesores universitarios como Remedios Sánchez, que valora su faceta de promoción científica, y Litoral (18%), de la que el poeta Rafael Fombellida asegura que "genera mundos estéticos". Todas ellas se editan asimismo en papel.
Las mencionan y las encarecen quienes están suscritos a ellas o las consultan con más o menos frecuencia, o simplemente las tienen en consideración. No obstante, uno de cada cinco encuestados (20%), todos ellos vinculados a la literatura, confiesa que no sigue las revistas ni le interesan demasiado. Algunos, como Karmelo Iribarren, afirman sin tapujos que no sirven para nada. Entre las críticas que más repiten está su escasa difusión, su dependencia de editoriales e instituciones que persiguen objetivos comerciales y que por tanto se les antojan espurios a los amantes de la literatura. "Suelen ser demasiado amicales", señala el poeta Ramón Bascuñana. "Han desaparecido de la circulación normal, ya no se ven en las librerías", observa Abelardo Linares. También hay quien manifiesta que cuesta seguirlas porque muchas tienen una periodicidad errática y sus contenidos son anárquicos las más de las veces. En todas estas voces críticas subyace la convicción de que las revistas literarias han perdido la capacidad de influir.
Y no obstante, siguen teniendo defensores entusiastas. Casi todos aseguran que sirven como escaparate para nuevos autores y nuevos ensayistas y también para sacar a la luz fenómenos literarios sumergidos: "Son el campo de pruebas de los escritores, el lugar donde adelantan su trabajo, el lugar donde la crítica y el ensayismo se pueden explayar a sus anchas", resume Jordi Doce. Remedios Sánchez resalta que las revistas criban las novedades del mundo editorial y Francisco Onieva añade que aportan rigor y seriedad en contraste con el marasmo de las redes, por lo que terminan influyendo en la elaboración del canon.
El profesor y poeta Antonio Jiménez Millán sentencia: "No se puede entender ninguna etapa de la literatura y la poesía contemporánea dejando al margen las revistas; eso lo saben bien los investigadores más conscientes". "Son un termómetro literario, un mapa de lo que se está haciendo", añade Morante. Para la poeta Maribel Mir, "generan movimiento, generan debate y generan sinergias". Sus colegas Itziar Mínguez y Agustín Pérez Leal coinciden en que lo que más les atraen de las revistas son las entrevistas inteligentes.
En un lugar aparte encontramos a los coleccionistas exquisitos, irreductibles, como el fiscal Avelino Fierro: "Siempre he tenido vicio con las revistas de arte y poesía en particular. Colecciono desde los tiempos de La Estafeta Literaria. He tenido que ir dejando esa manía, pero aún sigo siendo suscriptor de cinco y no dejo pasar los suplementos culturales".
Y así, en un movimiento constante e inabarcable, unas revistas literarias mueren dejando un poso de nostalgia en sus seguidores, pero rápidamente son sustituidas por otras. Más de 70 cabeceras vivas hemos anotado en una aproximación que no puede ni pretende ser exhaustiva porque siguen naciendo y muriendo, a veces sin llegar ni a despedirse. La mayoría son digitales y aglutinan a un círculo más o menos reducido de escritores. Pero las que trascienden esos límites se editan en papel. Al menos, por ahora.
Lista de revistas anotadas (se incluyen suplementos de los diarios) AgitadorasAlameda39AnáforaÁnfora novaArtemisaArtesArts
Babelia (supl. El País)
BarcarolaCaoculturaClarínCráteraCuadernos de humoCuadernos hispanoamericanosCulturamasDemófiloEl ciervoEl coloquio de los perrosEl cuaderno digital de culturaEl Cultural
(supl. El Mundo)
EntreríosEñeEpicuroEstación PoesíaEstado CríticoEstigiaFábulaHeterónimaHojas en la aceraÍnsulaJot DownKokoroLa estafeta del vientoLa fiera literariaLa galla cienciaLa náuseaLa Vanguardia libros
(supl. La Vanguardia)
Letras libresLibrújulaLitoralLos diablos azules
(supl. infoLibre)
LumbreMonteagudoNayaguaOcultalitOropeles y guiñaposParaísoPiedra de molinoPlecPliegos de la AcademiaPoder popularQué leerQuimeraRamblaRavenswood MagazineRevista de librosRevista de OccidenteRótulaSibilaSuroesteTexturasTuriaVasos comunicantesVeintiún versosVísperasWMagazineZenda
Lista de personas consultadas
Abelardo Linares, editor y poeta
Ada Salas, profesora y poeta
Agustín Pérez Leal, profesor y poeta
Alfonso González Calero, periodista
Álvaro Valverde, profesor, crítico y poeta
Andrés García Cerdán, profesor, crítico y poeta
Antonio Jiménez Millán, profesor, crítico y poeta
Antonio Manilla, periodista y poeta
Antonio Moreno, profesor y poeta
Asunción Escribano, profesora, crítica y poeta
Aurelio Loureiro, director de revista digital
Avelino Fierro, lector
Christina Linares, editora
Constantino Molina, poeta
Cristina Morano, poeta
Dionisia García, poeta
Eloy M. Cebrián, profesor y novelista
Eloy Sánchez Rosillo, profesor y poeta
Esther Abellán Rodes, periodista y poeta
Federico Gallego Ripoll, dibujante y poeta
Félix Arce Araiz, haijin
Francisco López Serrano, novelista
Francisco Onieva Ramírez, crítico y poeta
Gracia Aguilar, profesora y poeta
Hilario Barrero, profesor y escritor
Isla Correyero, poeta
Itziar Mínguez, guionista y poeta
Jaime Roldán, profesor y poeta
Javier Lorenzo Candel, poeta
Javier Sarti, novelista
Javier Temprado, poeta
Joaquín Juan Penalva, profesor y poeta
Jordi Doce, editor, crítico, traductor y poeta
José Luis Morante, profesor, crítico y poeta
José Manuel Benítez Ariza, crítico, traductor y poeta
Josep M. Rodríguez, profesor y poeta
Juan Carlos Marco Pueo, profesor y poeta
Juan Luis Bedins, profesor y poeta
Karmelo Iribarren, poeta
Lola Mascarell, profesora y poeta
Luis Antonio de Villena, crítico y poeta
Maria Antonia Ricas, crítica y poeta
Mariángeles Pérez López, profesora, crítica y poeta
Maribel Mir, poeta
Miguel d'Ors, profesor, crítico y poeta
Pilar Blanco, profesora y poeta
Rafael Fombellida, poeta
Ramón Bascuñana, poeta
Remedios Sánchez, profesora, crítica y poeta
Ricardo Virtanen, profesor, músico y escritor
Rocío Minaya, librera
Susana Benet, poeta
Vicente Cervera Salinas, profesor y poeta
Vicente Luis Mora, ensayista, crítico y poeta
Ver másCarmen Canet: “El aforismo está viviendo una época feliz”
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Arturo Tendero es periodista y poeta. Su último libro esEl otro ser(Isla de Siltolá, 2018). Reseña cada semana un poemario en El mundanal ruido.
Los escritores, y particularmente los poetas, usan desde hace dos siglos las revistas literarias para foguearse, relacionarse y analizar las obras propias y las ajenas. Movimientos como el Surrealismo no hubieran podido desarrollarse sin su existencia. En las últimas décadas del siglo XX, alcanzaron en España un apogeo y un hervor que todavía recuerdan y agradecen muchos escritores actuales. Los suplementos literarios de los periódicos compitieron con ellas, imponiendo su agilidad, su frecuencia semanal, su gran difusión y el contacto con la realidad económica de las editoriales. "Les debo mucho", asegura sin dudarlo José Manuel Benítez Ariza, lo mismo que tantos de su generación.