Vida y muerte de Petra KellySara ParkinClave IntelectualMadrid2016Vida y muerte de Petra Kelly
En España todavía cuesta ser feminista. Nos pesan los años de atraso en educación. Por la misma razón, los verdes y ecologistas son vistos todavía como algo extraño. Afortunadamente, algo va cambiando, y poco a poco hemos ido incorporando el discurso de unas y otros. Cuento esto porque leer Vida y muerte de Petra Kelly, escrito por su amiga Sara Parkin, estremece por lo actual que resulta el pensamiento de la protagonista del libro. Repasar sus páginas y meterse así de lleno en la cabeza de esta mujer verde de corazón rojo y morado que hace décadas hablaba de ecofeminismo, del poder vertical y jerárquico del patriarcado, de la necesidad de pasar al poder horizontal y compartido y de partidos que deberían funcionar como “antipartidos” suena tan actual que quita el aliento. Para colmo, el final, tiroteada mientras dormía por “el general amable”, su pareja, un ex militar convertido al pacifismo (sic), que tras dispararla se suicidó y al que costó ver como asesino, hacen de esta historia una pesadilla de violencia de género absolutamente actual.
Porque leer a esta diosa verde nacida en Alemania y criada en Estados Unidos, que volvió a Europa de veinteañera para inventarse a uno de los grupos ecologistas de más peso en el viejo continente es una lección de vida y política. Así, resulta delicioso apuntarse los libros que se encontraron en la mesilla de noche cuando la asesinaron. Petra Kelly, inquieta, hiperactiva y siempre activista, aprendía de las vidas de Aleksandra Kollontai, ministra de educación con Lenin; un volumen de Yelena Bonner, la viuda de Andréis Sájarov, y las historias de las orientalistas Franziska Gräfin zu Reventlow y Alexandra David Néel. Pero esa es solo una anécdota trufada de sus discursos y cartas. “Europa es estrictamente para hombres”, escribía en 1973. “Europa es un gran bastión de la supremacía masculina, la Iglesia, los partidos políticos, los sindicatos, las burocracias naciones y las instituciones europeas”, denunciaba dos años más tarde. Y esa defensa del feminismo lo ligaba a la discriminación sexual, la pobreza, la degradación ambiental y la política nuclear, contra la que batalló con toda su alma. Era una de sus grandes luchas, la pacifista, de la mano siempre del ecologismo, de unas políticas que, como explica el eurodiputado verde Florent Marcellesi en el prólogo del libro, olvidasen la palabra “producción”, pegadas a competencia y dominio. Ella abogaba por la ternura y las políticas pegadas a la reproducción, ceñidas a la cooperación y el cuidado de las personas.
“Petra recurría a palabras como feminismo, ecología y no violencia, pero estos términos invariablemente eran recibidos con miradas indiferentes por parte de los periodistas, que seguían manejando la misma estructura de la política de izquierdas y derechas”, recoge su amiga durante las páginas del libro. Y sin parar, en congresos, libros, ponencias, desde el Parlamento alemán, en universidades y cualquier foro repetía historias que, si le quitásemos la fecha, podrían escucharse hoy. “El amor y la libertad genuinos son la piedra angular del feminismo. Pero un amor basado en la solidaridad, no en el ideal romántico por el cual nosotras tenemos que sacrificarlo todo para obtener el amor”, apuntaba para todas aquellas coetáneas suyas, a aquellas y nosotras, mujeres actuales atadas a la búsqueda de príncipes azules. En cuanto a política, señalaba y sufría las broncas del tercer partido, el Verde, que había conseguido romper con el bipartidismo y entrar con fuerza en la política alemana y se quebraba por disputas de poder, de estructuras internas, idearios o formas de proceder. Y van pasando páginas, y el lector, que sabe el final, siente que llega la muerte de una mujer apasionada, valiente y necesaria. Tenía solo 44 años cuando la dispararon.
*Lula Gómez es periodista y colaboradora de Lula GómeztintaLibre.
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