María no es Bridget Jones

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María ronda los treinta, vive en casa de su padre, al que ha estado cuidando durante los dos años que ha tardado en superar el cáncer. Trabaja en una editorial, aunque lo que ella realmente querría es publicar en ella. No tiene pareja, pero sí un ligue de los que no contestan a los mensajes de Whatsapp. Sus amigas empiezan a casarse o tener hijos. Y para colmo, su padre decide emparejarse de nuevo tras 15 años de viudedad y deshacerse del restaurante familiar, lo que atrae a unos hermanos algo gorrones que insisten en pronunciarse sobre la jubilación, la venta y si la ensaladilla rusa de María —interpretada por la magistral Bárbara Lennie, capaz de sostener una película sobre sus hombros— tiene demasiada mayonesa. 

El periodista (y quizás el espectador) está tentado de ver en María (y los demás)María (y los demás), que ha llegado este miércoles a los cines españoles, un icono de la generación que ahora pasa por la treintena, perdida, insatisfecha y, según algunos, más inmadura que sus predecesoras. Pero su directora, la primeriza Nely Reguera, frena en seco. "Yo no quiero decir que esté haciendo un relato de la treintena. Ni un relato de la mujer en la treintena. Yo estoy haciendo un retrato de María, que es una mujer y está en los treinta. Aunque sí puedo entender que muchas mujeres se sientan identificadas con esto", dice por teléfono la directora, que ha viajado hasta Galicia para el preestreno del filme.

Fueron varios medios los que asemejaron el primer largometraje de Reguera a El diario de Bridget Jones cuando aquel se estrenó en el pasado festival de San Sebastián, pero, escuchando su discurso, la comparación se hace simplista. Las similitudes: está protagonizado por una mujer joven que se enfrenta a los problemas más o menos propios de una mujer joven, y es, hasta cierto punto, una comedia. Las diferencias: todo lo demás. Tras la comparación está, seguramente, una expresión que han utilizado otros medios para hablar de María (y los demás): la "mirada femenina". 

"Esto de la mirada femenina... Pues me gusta más o menos depende de cómo me lo encuentre, es un tema delicado", dice la cineasta. "No quiero caer en que el cine para mujeres solo interesa a mujeres. Obvio que hay una mirada femenina, yo soy mujer y miro la vida desde aquí, igual que en otras películas hay una mirada masculina", reflexiona. En María (y los demás) hay una parodia de ciertos clichés de las comedias románticas, como que la protagonista se vista con la camisa de su interés amoroso después de una noche juntos, o que se pruebe, encantada, un vestido de novia. "Claro que es más fácil que nos riamos de todo eso, porque lo vemos y nos preguntamos por qué estamos contaminadas". Pero tiene una objeción: varios hombres se le han acercado para hacerle saber que también ellos se sentían abrumados por la presión social para encontrar pareja. 

Otra cosa es que se hable de esa "mirada femenina" precisamente por su ausencia. Reguera fue la única directora española en la sección de Nuevos directores de San Sebastián, pero no es habitual que la representación caiga en una mujer. El año pasado, en los Goya hubo siete directoras (Paula Ortiz, Isabel Coixet, Leticia Dolera, Lara Izaguirre, Gracia Querejeta, la turca Deniz Gamze Ergüven y la cubana Marilyn Solaya) entre los 39 largos nominados. Que esto fuera considerado un triunfo de la igualdad deja claro que se está bien lejos de alcanzarla. "Hay muchas menos mujeres trabajando en el cine, en general", protesta la cineasta, "Y no porque no haya intención, porque en la escuela la mitad son mujeres, pero al pasar a la industria, desaparecen".

Cuando habla de la escuela, se refiere a la ESCAC, la Escola Superior de Cinema i Audiovisuals de Catalunya, uno de los centros que está formando a los cineastas del futuro (y del presente). Reguera la describe como "una pequeña familia" de la que ha sacado amigos, compañeros de profesión y, por ejemplo, el director de fotografía, la montadora y varios de los guionistas de María (y los demás). La ayuda de la escuela le permitió rodar el teaser —un avance del filme— que le permitiría luego ir a la caza de ayudas —un proceso que duró cuatro años de los seis que ha tardado en poner en pie la película, los mismoq eu invierte María en terminar su novela—. Y allí conoció a Mar Coll, la directora de Tres días con la familia y Todos queremos lo mejor para ella, con la que trabajó en el primer largometraje y con la que comparte cierto aire (nunca mejor dicho) de familia

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La familia. La segunda parte de ese binomio esbozado en el título. "Es un universo que da para mucho, yo lo necesitaba para hablar de este personaje", dice Reguera, que ya había abordado este tema en sus cortometrajes anteriores. Si "la familia es una estructura en la que cada uno adopta un papel", en esta "se han adoptado unos roles que no tocan". María ejerce casi de madre, y su padre es, desde luego, tratado como un niño debido a su enfermedad. "Aunque parezca una situación como muy normal, esto está generando una insatisfacción", dice la cineasta. Y aquí no está hablando solo de este clan. 

María y sus seres queridos se comportan, muchas veces, como si no se quisieran. "Son torpes a la hora de comunicarse", apunta, "con indirectas retorcidas o extrañas". En las comidas, vuelan los dardos: que si uno sigue trabajando como pinche cuando quiere ser chef, que si otra no es capaz de terminar la novela, que si este no puede comer grasa y que si aquel va a ser o no un buen padre. "Cuando uno está bien puede ser divertido, pero cuando se está mal…". María, como le dice una amiga, no está bien. Pero su familia tampoco. ¿Esto es autobiográfico? Nely Reguera se ríe. Esta película, dice, podría hablar de su familia o de la de cualquiera

 

María ronda los treinta, vive en casa de su padre, al que ha estado cuidando durante los dos años que ha tardado en superar el cáncer. Trabaja en una editorial, aunque lo que ella realmente querría es publicar en ella. No tiene pareja, pero sí un ligue de los que no contestan a los mensajes de Whatsapp. Sus amigas empiezan a casarse o tener hijos. Y para colmo, su padre decide emparejarse de nuevo tras 15 años de viudedad y deshacerse del restaurante familiar, lo que atrae a unos hermanos algo gorrones que insisten en pronunciarse sobre la jubilación, la venta y si la ensaladilla rusa de María —interpretada por la magistral Bárbara Lennie, capaz de sostener una película sobre sus hombros— tiene demasiada mayonesa. 

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