Los Premios Max de las artes escénicas llovieron el lunes, una vez más, a gusto de todos. Los principales galardones del teatro y la danza, organizados por la Fundación SGAE, celebraron su XXII edición en el Teatro Calderón de Valladolid, una de las plazas que suelen elegir las compañías madrileñas para estrenar sus obras, y no permiten hablar de un claro ganador. Aunque la estatuilla más ansiada, la concedida al mejor espectáculo de teatro, fue a parar a La ternura, esta fue la única que se llevó la obra de Alfredo Sanzol, y no hubo muchos que repitieran: Grito pelao, de Rocío Molina y Sílvia Pérez Cruz, se hizo con dos manzanas (esta es la forma de las estatuillas diseñadas por Joan Brossa), al igual que Iphigenia en Vallecas, A.K.A (Also Known As) y Temps salvatge.
Sobre el escenario, amapolas y espigas de trigo reproducían un campo castellano. Pero los galardones aupaban a la creación catalana: Josep Maria Miró i Coromina con autoría teatral y Xavier Albertí con dirección de escena, ambos por Temps salvatge, Daniel J. Meyer con autoría revelación por A.K.A. (Also Known As) y Jordi Prat i Coll con mejor adaptación teatral por Els jocs florals de Canprosa. Aunque Rocío Molina, protagonista en la categoría de danza con Grito pelao, mejor espectáculo en su categoría, es malagueña, la otra mitad de la pieza es la catalana Sílvia Pérez Cruz, premiada a la mejor composición musical; ambas se conocieron en Barcelona y la obra se estrenó en el Grec.
La cuestión catalana se dejó sentir, como consecuencia, sobre las tablas, aunque fuera de manera sutil. "Cuando se intenta llevar a los tribunales a determinada gente, [este] no parece un país consolidado", lanzó Prat i Coll. Miró i Coromina, ausente, se preguntaba en un texto que leyó Albertí: "Hemos generado un lugar bonito para vivir cuando hay víctimas de violencia machista, inmigrantes muriendo, no hay separación de poderes y hay gente privada de libertad por defender determinadas ideas. ¿Es un lugar bonito para vivir?". El propio director reivindicaba a los artistas como "patriotas" frente a los políticos, por su "verdadero compromiso heterogéneo y respeto a todos".
De Madrid salían por su parte Iphigenia en Vallecas, que trasladaba a este barrio obrero la obra original de Gary Owen, ambientada en Splott, Cardiff. Y con buenos resultados: se hizo con el Max a mejor espectáculo revelación y a mejor actriz protagonista para María Hervás, impulsora y adaptadora de un texto dirigido por Antonio C. Guijosa. También de la capital sale La ternura, producida por Teatro de la Ciudad, proyecto colectivo que reúne a Andrés Lima y al propio Sanzol —en origen incluía también a Miguel del Arco—, y el Teatro de la Abadía, uno de los espacios creativos clave en Madrid. En la capital trabaja también la compañía Barco Pirata con Sergio Peris-Mencheta a la cabeza, creadora de Lehman Trilogy, mejor diseño de espacio escénico por el minucioso trabajo de Curt Allen Wilmer. Y allí ha hecho también (larga) temporada El curioso incidente del perro a medianoche, dirigida en su versión española José Luis Arellano, por la queJuanjo Llorens ganó el premio a mejor diseño de iluminación.
La gala, presentada por el actor Fernando Cayo, estuvo dirigida por un equipo eminentemente femenino, con Ana Zamora como directora, Elisa Sanz como responsable del espacio y Deborah Macias como diseñadora de vestuario y figurinista. Quería así la organización dar presencia a la creación de las mujeres, que este año constituían el 53% de los finalistas. Sin embargo, los galardones de dirección teatral y dramaturgia fueron todos a hombres, así como en el de coreografía, para el bailarín Sharon Fridman. Quizás consciente de esta desigualdad, la Fundación SGAE anunció la creación del Premio Ana Diosdado, que distinguirá textos de autoría femenina.
En las categorías mixtas, las creadoras encontraron su espacio solo en el diseño de vestuario, donde destacó la propia Deborah Macias por Comedia aquilana, y composición musical, para Pérez Cruz. De los seis espectáculos premiados —los galardones reconocen a las compañías productoras, no a sus responsables—, tres han sido total o parcialmente creados por mujeres: Iphinegia en Vallecas (María Hervás y Antonio C. Guijosa), Grito pelao (Rocío Molina, Sílvia Pérez Cruz y Carlos Marquerie) y Dados (Cristina Calleja y David Moreno).
Los Max distinguían con su galardón de honor a una de las grandes damas de la escena —y el cine, y la televisión...— española, Concha Velasco, que recogía el galardón en su ciudad natal. El jurado reconocía el trabajo de una mujer "talentosa, luchadora y libre", pionera del teatro musical español, que sin embargo nunca había obtenido un Max en competición. "Me ha costado muchos años que me dieseis este premio, no sé por qué, seguramente porque no me lo merecía", contestó ella con sorna en la noche del lunes. La intérprete recitó en su discurso de agradecimiento algunos versos de Teresa de Ávila, a la que dio vida, y que se unía así a otros autores reivindicados en el propio guion de la gala, como Miguel de Cervantes, Federico García Lorca, María Zambrano o Juan Mayorga, que pronunció el domingo su discurso de entrada en la Real Academia Española.
La representación política en la gala fue escasa: el ministro de Cultura, José Guirao, que el año pasado estrenó su mandato en los Max, este año se ausentó de los galardones, algo que no sentó muy bien en la profesión. Peris-Mencheta, sin ir más lejos, se lo afeaba en Twitter el domingo: "Me acabo de enterar de que el señor José Guirao no va a asistir a los Premios Max de teatro. No me cuentan las razones. Me apena si es cierto esto. Mucho". La razón era que el socialista se encontraba en Barcelona en plena campaña, apoyando al candidato a la alcaldía, Jaume Collboni. Tampoco asistió al acto Amaya de Miguel, directora general del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM), aunque sí lo hizo el alcalde vallisoletano, el socialista Óscar Puente.
Pese a las ausencias, la presidenta de la SGAE, Pilar Jurado, parecía dirigir su discurso institucional directamente al Ministerio, con quien la entidad libra un pulso desde hace meses. "La situación ha cambiado y hemos hecho los deberes", ha defendido la soprano y compositora, dirigente de la sociedsd de derechos de autor desde febrero, que aseguraba que la "nueva SGAE" está "solucionando sus problemassus problemas". José Guirao solicitó a la Audiencia Nacional el pasado febrero la intervención de la entidad, una situación en manos por ahora de los tribunales que se ha convertido en una espada de Damocles para el equipo de Jurado. "Estamos en el buen camino", insistía la presidenta.
Lista completa de ganadores
Mejor espectáculo de teatro
La ternura, de Teatro de la Ciudad y Teatro de la Abadía
Mejor espectáculo de danza
Grito pelao, de Compañía Rocío Molina - Danza Molina, S.L.
Mejor espectáculo musical o lírico
The opera locos, de Klemark Espectáculos Teatrales S.A, Rami Eldar y Producciones Yllana
Mejor espectáculo de calle
Flotados, de Cía. David Moreno & Cristina Calleja
Mejor espectáculo para público infantil, juvenil o familiar
Dados, de Ventrículo Veloz, S.L.U.
Mejor espectáculo revelación
Iphigeniaen Vallecas, de Serena Producciones, S.L.
Mejor autoría teatral
Josep Mª Miró i Coromina por Temps salvatge
Mejor autoría revelación
Daniel J. Meyer por A.K.A. (Also Known As)
Mejor adaptación o versión de obra teatral
Jordi Prat i Coll por Els jocs florals de Canprosa
Mejor composición musical para espectáculo escénico
Sílvia Pérez Cruz por Grito pelao
Mejor coreografía
Sharon Fridman por Erritu
Mejor dirección de escena
Xavier Albertí por Temps salvatge
Mejor diseño de espacio escénico
Curt Allen Wilmer por Lehman Trilogy
Mejor diseño de vestuario
Deborah Macías por Comedia aquilana
Mejor diseño de iluminación
Juanjo Llorens por El curioso incidente del perro a medianoche
Mejor actriz protagonista
María Hervás por Iphigenia en Vallecas
Mejor actor protagonista
Albert Salazar por A.K.A. (Also Known As)
Mejor intérprete femenina de danza
Eva Yerbabuena por Cuentos de azúcar
Ver másAndrés Lima, Premio Nacional de Teatro 2019
Mejor intérprete masculino de danza
Daniel Doña por Psique
Los Premios Max de las artes escénicas llovieron el lunes, una vez más, a gusto de todos. Los principales galardones del teatro y la danza, organizados por la Fundación SGAE, celebraron su XXII edición en el Teatro Calderón de Valladolid, una de las plazas que suelen elegir las compañías madrileñas para estrenar sus obras, y no permiten hablar de un claro ganador. Aunque la estatuilla más ansiada, la concedida al mejor espectáculo de teatro, fue a parar a La ternura, esta fue la única que se llevó la obra de Alfredo Sanzol, y no hubo muchos que repitieran: Grito pelao, de Rocío Molina y Sílvia Pérez Cruz, se hizo con dos manzanas (esta es la forma de las estatuillas diseñadas por Joan Brossa), al igual que Iphigenia en Vallecas, A.K.A (Also Known As) y Temps salvatge.