El efecto Goya es uno de los grandes misterios de la industria cinematográfica española. ¿Quiénes se benefician de él? ¿Hasta dónde alcanza? ¿Cuáles son sus límites? Tras la edición de 2020, la alquimia vuelve a producirse, y regresan también las dudas. La ganadora indiscutible de la noche fue Dolor y gloria, la última película de Pedro Almodóvar, que ha llegado a los Oscar —y perdido frente al empuje de Parásitos, pero esa es otra historia—. Pero, con los datos en la mano, la cinta protagonizada por Antonio Banderas no se ha beneficiado tanto del tirón como se podría haber esperado. Sin embargo, O que arde, del gallego Oliver Laxe, con dos galardones considerados menores, aceleraba en los cines tras la gala. ¿Qué ha pasado? Aquí algunas claves para resolver el misterio.
Si miramos a los datos hechos públicos por el Ministerio de Cultura, con la consultora Comscore como fuente, el primer fin de semana tras los Goya no fue como para tirar cohetes. Entre el viernes 31 de enero y el domingo 2 de febrero —la ceremonia se celebró el 25—, Dolor y gloria vio aumentar solo un 2% su taquilla, pese a haberse hecho con siete estatuillas, incluidas las de mejor película, dirección, guion original, actor protagonista y actriz de reparto. Pero Almodóvar llevó al cine a algo más de 4.700 espectadores, menos que el fin de semana anterior, cuando aún esperaba la lluvia de cabezones, algo aparentemente contraintuitivo. "El efecto goya no es muy sobresaliente este año", se lamenta Fernando de Luis-Orueta, periodista y productor, mientras que para Jaume Ripoll, director editorial de Filmin los datos de las últimas semanas "son, en general, bastante buenos".
"Dolor y gloria lleva 46 semanas en cartel, así que hay que suponer que mucha gente ya la ha visto", apunta este responsable de la plataforma de streaming española. La película de Almodóvar se estrenó en marzo, y solo 12 cines continuaban proyectándola el fin de semana previo a la gala. Pero, anticipando la victoria, la distribuidora Sony la colocó de nuevo en 136 cines. Fue entonces, coincidiendo con la ceremonia, cuando su recaudación crece más de un 700% y logra multiplicar por diez su recaudación. "Se benefició del efecto Goya ya con las nominaciones", dice Fernando de Luis-Orueta, periodista y productor. En su opinión, si no hubiera sido por los premios de la Academia —unidos a los Oscar, cuyo efecto es difícil de medir todavía—, el filme habría abandonado los cines antes.
Y hay otro elemento. Lo recuerda Ripoll: "Dolor y gloria está disponible en Filmin en alquiler y en Netflix en suscripción". Y lo estaba, además, desde hacía meses. Como anécdota, De Luis-Orueta cuenta que sus padres la han visto en casa poco antes de la ceremonia, algo que pueden hacer los más de dos millones de hogares abonados a la plataforma estadounidense en España según la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia. Lo mismo ocurre con Mientras dure la guerra, la gran competidora de Almodóvar, disponible en Movistar+. O que arde llegará a Filmin este mismo viernes. "Es una distorsión muy grande", valora el periodista, "y también dificulta compararlo con años anteriores". Netflix no da datos de visionados, por lo que es muy difícil saber si sus espectadores se han sentido más o menos apelados por los premios. Ripoll considera, sin embargo, que las salas y las plataformas apelan a públicos distintos y que no tienen por qué pisarse: "Habrá quien el mismo domingo se habrá puesto Dolor y gloria en casa, pero eso va junto a la larga vida de Dolor y gloria en cines".
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El caso de O que arde resulta diametralmente opuesto. Con unas hechuras más cercanas a la vanguardia, rodada en gallego, dirigida por un realizador muy reconocido en Europa pero nada famoso en España, con un plantel de actores no profesionales y una distribución independiente, la película sobre los incendios y la relación con el bosque en Galicia se plantó en la gala de los Goya con 425.000 euros recaudados. Ese fin de semana, su recaudación aumentó un 84%, pero tras la ceremonia ha crecido un 200%, sumando a su cuenta 20.000 euros en tres días. Así, una película "más compleja y de menor presupuesto", en palabras de Ripoll, logra la hazaña de mantenerse en el top 25 de películas más vistas de ese fin de semana, 17 semanas después de su estreno y en un panorama en el que las novedades que no están apoyadas por grandes estudios abandonan cada vez más pronto las pantallas.
Ambos achacan parte del revival a la victoria de su coprotagonista, Benedicta Sánchez, como actriz revelación. Era un galardón que se otorgó al principio de la noche —aún no se habían perdido los televidentes menos trasnochadores— y la actriz supo aprovecharlo: el carisma de la intérprete, que jamás había actuado y que cuenta 84 años, iba más allá de su discurso —"la vida te da sorpresas", decía, antes de recordar a su "terra meiga"—. Con eso, y con la estatuilla a mejor fotografía, O que arde pasó de 6 a 18 cines, con una recaudación por pantalla de más de 1.100 euros, que quintuplica la media de Almodóvar esa misma semana. "Está muy bien distribuida", alaba Fernando de Luis-Orueta, "en pocos cines pero muy afines, con un público interesado". Su presencia solo en salas seleccionadas podría, por otra parte "generar cierta frustración en el espectador", dice Jaume Ripoll, que deseara verla tras la ceremonia, algo para lo que resulta más que útil, en su opinión, la distribución en plataformas digitales.
En la taquilla se ven otras tendencias. Una muy lógica: Mientras dure la guerra, estrenada en septiembre y que iba cayendo poco a poco en los cines, ve un repunte en el fin de semana de la gala, cuando aún era posible que se hiciera con algunos premios principales de los 17 a los que optaba. Pero, tras conseguir solo cinco Goyas de los considerados técnicostécnicos, pasa de 86 a 13 cines y su recaudación vuelve a caer. "Es normal", dice De Luis-Orueta, "las grandes favoritas tienen un momento dulce, pero eso se desinfla en cuanto las nominaciones no se traducen en premios". Y luego está La hija de un ladrón, debut de Belén Funes con Greta y Eduard Fernández, que pese a hacerse con el galardón a mejor dirección novel, no solo no mejora su taquilla, sino que pierde presencia en cines y pasa de ocho pantallas a seis. Responde Ripoll: "Un premio mayor en prestigio pero menor en impacto, como es el de directora novel, y no es suficiente por sí solo para llamar al cine. Hacen falta premios mayores o grandes momentos en la gala". Que tomen nota las distribuidoras.
El efecto Goya es uno de los grandes misterios de la industria cinematográfica española. ¿Quiénes se benefician de él? ¿Hasta dónde alcanza? ¿Cuáles son sus límites? Tras la edición de 2020, la alquimia vuelve a producirse, y regresan también las dudas. La ganadora indiscutible de la noche fue Dolor y gloria, la última película de Pedro Almodóvar, que ha llegado a los Oscar —y perdido frente al empuje de Parásitos, pero esa es otra historia—. Pero, con los datos en la mano, la cinta protagonizada por Antonio Banderas no se ha beneficiado tanto del tirón como se podría haber esperado. Sin embargo, O que arde, del gallego Oliver Laxe, con dos galardones considerados menores, aceleraba en los cines tras la gala. ¿Qué ha pasado? Aquí algunas claves para resolver el misterio.