Los ricos votan al PP, las mujeres son más conservadoras que los hombres, hay territorios de izquierda y territorios de derecha, y la ley d'Hondt es la culpable del bipartidismo. Estos son algunos de los mitos existentes en el debate público sobre el comportamiento de los votantes españoles, o lo que es lo mismo, algunos de los argumentos más usados en las discusiones políticas, ya sea en un plató de televisión o en la barra de un mar. Otra cosa, claro, es que sean verdad. Esto es lo que se proponen aclarar el equipo de sociólogos y politólogos del blog Piedras de Papel (en eldiario.es) en su libro Aragón es nuestro Ohio (El hombre del tr3s).
"A raíz del trabajo en el blog, veíamos que había temas que interesaban a la gente y que se han estudiado, pero estos estudios estaban escondidos hasta ahora en un lenguaje académico, confuso para la mayoría. Veíamos un hueco que llenar para hacer de pasarela entre la academia y el gran público", explica José Fernández-Albertos, doctor en Ciencias Políticas por la Universidad de Harvard y miembro de este grupo de trabajo junto a Amparo González, Ignacio Jurado, Victor Lapuente Giné, Sebastián Lavezzolo, Sandra León, Ferran Martínez i Comá, Lluís Orriols, Alberto Penadés, Marta Romero e Ignacio Urquizu. El ensayo, construido en torno a 25 preguntas que se puede hacer el hipotético lector, toma el título de un referente común entre analistas electorales. Desde 1964, quien gana en Ohio gana la presidencia en Estados Unidos. En Aragón, pasa igual: desde 1977, quien gana en la región en las elecciones generales, gana en España.
Los datos —con el CIS como mayor veta de cifras, obtenidas también del Instituto Nacional de Estadística (INE) o los barómetros de distintas instituciones— permiten refutar, validar y, en la mayoría de los casos, matizar creencias instaladas en el discurso. "Hay demasiadas cosas que se dan por supuestas, sin ser a veces necesariamente falsas, pero que llevan a conclusiones erróneas. Promueven una visión simplificada de la realidad, que es la que acaba siendo repetida por unos y otros. Cuando rascas un poco, ves que no es así", explica Fernández-Albertos. Estos son algunos de los mitos que desmonta Aragón es nuestro Ohio.
Los ricos son de derechas y los pobres, de izquierdas
Una afirmación cierta en la mayoría de los países... pero no en España. "La ideología media del 40% más rico de cada país está siempre a la derecha de la ideología del 40% más pobre", empiezan explicando. En España, sin embargo, no hay una diferencia sustancial entre la ideología de los individuos de ingresos más bajos (los que ingresan menos de 1.640 euros al mes estarían dentro del 40% más pobre) y los de ingresos altos (los que ganan más de 2.140 euros al mes, estarían en el 40% más rico). Tampoco hay diferencias remarcables en Reino Unido, Francia o Polonia. Los grandes partidos, además, "tienen electorados, al menos en 2012, relativamente heterogéneos en términos de ingresos". Es decir, PP y PSOE atraen por igual a ciudadanos con diferentes niveles de renta.
Pero aquí los politólogos introducen una salvedad: es posible pensar que, con un incremento de la desigualdad como el sufrido durante la crisis, haya una "mayor polarización de las preferencias partidistas en función del nivel de ingresos". El barómetro del CIS de abril de 2015 empieza ya a mostrar esta tendencia. El PP y Ciudadanos son más atractivos para los votantes más ricos, y Podemos y PSOE llaman al 20% más pobre.
Las mujeres son más conservadoras
Un argumento que ya se utilizaba para negar el sufragio universal, y que Aragón es nuestro Ohio desmonta: "En comparación con los hombres, las mujeres votan al PSOE más que al PP, [y] votan a cualquiera de los dos más que a la mayoría de los partidos alternativos". El PSOE tiene el mayor porcentaje de votantes mujeres del espectro (dejando de lado los nacionalistas), e IU y Podemos, este último con más intensidad, están entre los más masculinizados.
El libro trata también de explicar el motivo por el que las votantes parecen más indecisas que los votantes: en el barómetro del CIS de enero de 2015, el 23,8% de las mujeres respondió que no sabía frente al 17,8% de los hombres. Tradicionalmente se ha explicado diciendo que las mujeres están menos interesadas en política (el 70,6% está poco o nada interesada en política frente al 59,7% de los hombres) y tienen menos conocimiento sobre ella fallan más que los hombres al identificar a un determinado candidato, aunque aciertan más en cuestiones como qué administración emite la tarjeta sanitaria). "La indecisión electoral femenina puede que no sea el resultado de unos niveles más bajos de información e interés que los hombres", contestan, "sino que puede ser una actitud distinta ante las preguntas. Las mujeres, a veces, prefieren no hablar si no están seguras; al menos, comparadas con los hombres".
La corrupción no se castiga en las urnas
La honradez y la integridad son las cualidades más importantes que debe tener un político, según los ciudadanos españoles. La corrupción es la segunda preocupación de los votantes, por detrás del paro. Entonces, ¿por qué siguen resultando elegidos partidos y candidatos tocados por la corrupción? Un estudio de la Fundación Alternativas realizado en 2011 y citado por el libro sostiene que la corrupción sí tiene un coste electoral: en las Comunidades del PP no tan afectadas por la corrupción, este pierde una media de 11,2 puntos porcentuales de voto, mientras que en Baleares, Comunidad Valenciana y Comunidad de Madrid, la perdida llega a 20,4 puntos.
En cualquier caso, la repercusión es desigual y depende de la percepción del elector: "Si la corrupción se asocia a la percepción de fondos públicos" y, por lo tanto, a un empobrecimiento de la región, se tolera menos, pero si se percibe que "las acciones de un candidato implicado en un caso de corrupción han generado riquezariqueza (por ejemplo, la puesta en marcha de proyectos urbanísticos)", el castigo puede anularse.
Hay una España de izquierdas y una España de derechas
Si se mira la evolución de los gobiernos autonómicos, se ve que hay una "España 'azul" (Madrid, Murcia, Castilla y León, La Rioja...), una España más pequeña de izquierdas (Andalucía, Extremadura y Castilla-La Mancha), una España oscilante (Asturias, Baleares, Aragón) y una España nacionalista (Catalña, País Vasco y Canarias). Pero, ¿quiere esto decir que los madrileños son más de derechas, los andaluces más de izquierdas y los catalanes más nacionalistas? No necesariamente.
Si se les pregunta a los ciudadanos por en qué espectro de la escala política se sitúan, las Autonomías más de izquierdas son, en este orden, Navarra, País Vasco y Cataluña. Las más de derechas son, de mayor a menor, Castilla y León, Canarias y Murcia. Entonces, ¿cómo es posible que, si Cataluña o el País Vasco son tan de izquierdas, hayan gobernado en ellas partidos de centro-derecha? Porque no es tan sencillo.
"El significado de derecha e izquierda no es igual en todas las comunidades autónomas", explican los expertos. En las regiones nacionalistas, el término "derecha" está asociado al centralismo, por ejemplo, "razón por la que hay una menor proporción de individuos que en el resto de territorios que se identifican con esta ideología". El voto identitatio (relacionado con una mayor o menor españolidad del votante) y el ideológico se complementan y contradicen. "En aquellas comunidades autónomas donde la ideología es más importante a la hora de votar, la identidad regional lo será menos", aclaran. Y viceversa.
Por ejemplo: Andalucía es la región donde menos cuenta el voto ideológico, y la tercera en la que pesa más la identidad. Esto explica que votantes del derecha opten por el PSOE en esta comunidad: el partido en este caso no se asocia solo a la izquierda, sino a la resistencia ante el nacionalismo españolista.
La gente se fija más en el candidato que en el programa del partido
En ralidad, suele haber un paralelismo entre la percepción del candidato y la del partido al que representa. No se puede compara la importancia de un candidato en un sistema parlamentario, como el español, con sistemas presidencialistas como el estadounidense. Además, la percepción que el votante tiene de un candidato está contaminada por su ideología: los simpatizantes del PSOE darán valoraciones más positivas a los candidatos de este partido. "El impacto de la 'simpatía' por el partido es sustancialmente mayor que el impacto que tienen las valoraciones positivas del candidato", se puede leer en el ensayo.
Además, entre los votantes que ya tienen pensada su papeleta antes de la campaña, la valoración que tengan de los candidatos no parece tener especial relevancia si finalmente deciden cambiar su voto. Sin embargo, en las elecciones de 2008 y 2011, los indecisos o abstencionistas que finalmente acabaron votando tenían mejores valoraciones de los candidatos que aquellos que no lo hicieron. "Un candidato bueno y bien valorado es especialmente útil para movilizar a los indecisos", concluye el libro.
Hay otra salvedad: los partidos jóvenes. Los líderes en ellos son más relevantes "porque los ciudadanos proyectan sus expectativas sobre cómo sería el gobierno basándose en ellos y no en la marca electoral". Un factor para comprender,por ejemplo, la omnipresencia de Iglesias y Rivera.
Los del Barça son nacionalistas, y los del Madrid, de derechas
Las creencias populares: el Real Madrid es de derechas; el Barcelona y el Athletic son nacionalistas; el Atlético es de izquierdas. La realidad: "El fútbol mezcla más que separa las identidades políticas". Por ejemplo,el 45% de los barcelonistas, de entrada, no son catalanes. Aunque "un triunfo barcelonista puede electrificar a los votantes de ERC porque estos son homogéneos (la inmensa mayoría, del Fútbol Club Barcelona)", cuando gana el Barça "se alegran más nacionalistas españoles que nacionalistas catalanes".
En cuanto a la ideología media de los aficionados, la cosa anda entre los del Athletic de Bilbao (con algo más de un 4, donde 1 es extrema izquierda y 10 es extrema derecha) y los del Real Madrid (poco más de un 5). El Barcelona bordea el 4,2 y el Atlético de Madrid supera el 4,5. Es decir, no hay una diferencia sustancial, y "los seguidores de cada equipo están más cerca de ser representativos del conjunto de la sociedad que de marcar campos ideológicos separados". Y, por cierto, los aficionados al fútbol no son (otro mito) más de derechas que los que se desentienden de él, que rondan en torno al 4,5 en la escala ideológica.
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Los votantes 'chaqueteros' no tienen interés en la política
Los votantes infieles son aquellos (al menos así utiliza este término el equipo de Piedras de papel) que declaran haber apoyado a un partido en unas elecciones, y a otro distinto en las siguientes. Los votantes que no se casan con ninguna formación supusieron, para las elecciones de 2011, el 19% del total. Nada desdeñable.
La característica que más distingue a los votantes promiscuos de los fieles es, contrariamente a lo que suele pernsarse, el nivel de información. Los infieles son algo más jóvenes, algo más de izquierdas, algo mejor formados. Pero, sobre todo, es el consumo de información política lo que cuenta: la probabilidad de ser un votante cambiante pasa del 5 al 10% entre los encuenstados con bajo nivel de información y los muy informados. Hay estudios que desmuestran, además, que los infieles emiten juicios menos sesgados que los incondicionales.
Los ricos votan al PP, las mujeres son más conservadoras que los hombres, hay territorios de izquierda y territorios de derecha, y la ley d'Hondt es la culpable del bipartidismo. Estos son algunos de los mitos existentes en el debate público sobre el comportamiento de los votantes españoles, o lo que es lo mismo, algunos de los argumentos más usados en las discusiones políticas, ya sea en un plató de televisión o en la barra de un mar. Otra cosa, claro, es que sean verdad. Esto es lo que se proponen aclarar el equipo de sociólogos y politólogos del blog Piedras de Papel (en eldiario.es) en su libro Aragón es nuestro Ohio (El hombre del tr3s).