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Mónica Lairana presenta 'La cama', un drama de pareja marcado por el desamor y la separación

Noticine | infoLibre

La actriz y cineasta argentina Mónica Lairana, ganadora hace dos años del Cóndor de Plata a la mejor actriz de reparto por El Patrón, radiografía de un crimen, presentó esta semana en la Berlinale su opera prima como realizadora de largometrajes, La cama, un drama de pareja marcada por el desamor y la separación, pero que huye de cualquier tragedia. Noticine habló con ella.

PREGUNTA: La de La cama es una despedida casi vivida en tiempo real...La cama

RESPUESTA: Sí, cuenta la historia de Jorge y Mabel, un matrimonio de 60 años de edad que ha tomado la decisión de separarse. La película aborda sus últimas 24 horas de convivencia, que comparten dentro de la casa familiar donde han vivido toda la vida, mientras desarman la casa, dividen todas las pertenencias y, de alguna manera, se van despidiendo.

P:  ¿Con qué punto de partida construyó esta historia?

R: Creo que para mí la prioridad a la hora de pensar la película fue abordar la relación de ellos, poner el foco en una pareja que, más allá de la decisión de separarse, ha sido una pareja armoniosa y pueden estar transitando esta separación de una manera dolorosa, pero amable. Me interesaba mostrar una separación de pareja sin caer en el lugar común de las discusiones, de la crisis, de la violencia... Me interesaba hablar, justamente, de todo lo contrario, de la posibilidad de separarse de un vínculo de muchos años de una manera amorosa también.

P: ¿Por qué se decantó por la separación de una pareja mayor en edad a usted y no buscó algo más... generacional?

R: En realidad, elegí una pareja de una generación más grande que la mía pero esta película parte de una experiencia personal. Surge a partir de que yo me separé después de estar ocho años en pareja, y la verdad es que sentí un dolor muy profundo, como no había sentido antes, y eso me hizo pensar cómo de doloroso podía llegar a ser para una pareja que se estaba separando después de muchos más años. Entonces, cuando empecé a pensar en esta película me pareció que era interesante plantearlo desde ese lugar, desde una pareja que se está separando después de una vida entera construida juntos, después de haber tenido hijos y haber compartido 30 o 40 años, para, justamente, profundizar más en esa sensación de desgarramiento que yo ya sentía al separarme después de apenas ocho años.

P: No deja de ser paradójico que desde niños nos metan en la cabeza la idea de la pareja para toda la vida cuando estadísticamente está demostrado que los matrimonios o las parejas, en su mayor parte, no suelen durar...

R: Creo que son cuestiones culturales muy arraigadas y que lo interesante sería plantearse que las relaciones se transforman. Todo se transforma, es decir, nosotros nos transformamos, todo el tiempo todo se transforma, y creo que además si nosotros nos tomáramos las relaciones, incluso las de pareja, de esa manera, nunca nada se sentiría como un fracaso, si una relación se termina uno entendería que es parte de un proceso, que esa relación podría transformarse en otra cosa, en una amistad o en otro tipo de vínculo, todo sería mucho más feliz. Así como está planteado, a veces desde lo cultural o lo religioso, se vive mal, se vive con frustración. La película creo que, también en ese sentido, deja claro que esa pareja se está separando con dolor, porque después de estar muchos años con alguien hay un dolor por terminar con ese vínculo, pero también plantea la idea de que ellos van a seguir teniendo algún tipo de vínculo, de que el afecto no se pierde, digamos que esa relación se está transformando en otra cosa. Y eso es lo que creo que debería ser para todos, porque sería muchísimo más sano.

P:  ¿Ese podría ser el mensaje que usted quería transmitir con la película?

R: Si hay algo que a mí me interesaría de la película, por un lado, es la idea de que más allá de la razón por la que uno decide terminar una relación, esa culminación puede ser de una manera cálida y amorosa. Creo que eso es lo que más me interesa, que el valor humano, el valor de respetar al otro como persona y al afecto que se ha tenido durante tantos años, no se pierda. A mí me angustia, me desespera mucho, cuando veo que parejas que se han querido durante muchos años terminan casi convertidos en enemigos en situaciones de maltrato y mucha violencia... No lo puedo comprender y creo que hay otras maneras de separarse. También, que es una decisión muy difícil y que uno tiene que preguntarse con profundidad si vale la pena, si no vale la pena, qué significa, y a determinada edad, separarse del otro. Creo que no es una cosa que puede ser tan liviana para tomársela a la ligera, teniendo en cuenta, también, el dolor que puedes generar al otro. Eso era más o menos lo que me interesaba transmitir con la película".

P: Su búsqueda de la intimidad de esa pareja madura lleva a los desnudos y al sexo. ¿Hay un tabú en el cine y en la vida hacia el erotismo en las personas maduras?

R: Absolutamente. Yo soy una persona que me enoja mucho la idea de que a partir de determinada edad los cuerpos pasan a ser merecedores de que los tapen. Siento que culturalmente se empieza a despreciar a los cuerpos a partir de determinada edad y yo no tengo para nada esa mirada. Para mí, un cuerpo con signos del paso del tiempo es belleza, es justamente la vida frente a nosotros. No puedo entender cómo se los desprecia, esa es la palabra realmente. Es un bombardeo constante de que los cuerpos a partir de determinada edad ya no son lindos ni sexuales, uno ya no debería mostrarlos. Es muy dañino, estoy muy en contra y en todos mis trabajos, incluso en los cortometrajes, siempre muestro los cuerpos desnudos de gente mayor porque para mí tienen una belleza gigante y me da pena que no todos lo puedan ver. Por supuesto que yo lo hago conscientemente, me parece que es muy cruel tener esa mirada de solamente enaltecer la juventud y los cuerpos jóvenes.

P: ¿Qué cree que le ayudó más a poder dirigir su primera película, su previa experiencia como actriz o los cortos que dirigió?

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R: Creo que el hecho de dirigir cortos, la experiencia de filmar previamente mis cortometrajes, me hizo ganar seguridad, me hizo entender el funcionamiento del quehacer cinematográfico, de la construcción en grupo, del trabajo colectivo. Yo tenía un aprendizaje hecho como actriz, porque había hecho bastante cine y eso fue mi escuela de alguna manera, pero hacer cortometrajes me ayudó a tener confianza, a entender cosas que no terminaba de entender, a experimentar, a tener un primer acercamiento a esta mirada que a mí me interesaba tener desde lo plástico, sobre los cuerpos, y de todas estas cosas que ya pude replicar en el largo. El hecho de ser actriz sí me colaboró, por supuesto, sobre todo en la dirección de los actores, ya que a la hora de comunicarme con ellos fue buenísimo tener el lenguaje del actor. Eso sin duda me ayudó, fue mi fácil para mí dirigirlos porque tenemos un lenguaje en común".

P: ¿Cómo se siente al debutar precisamente en la Berlinale?

R: Feliz, muy emocionada. Berlín es un festival muy importante, muy grande, y estoy segura de que va a ayudar a que la película tenga una mejor salida. Me siento honrada. Uno hace sus trabajos y nunca sabe si le van a interesar a alguien y cuando Berlín se interesó y nos hizo llegar la invitación ya lo sentí como un honor gigante. Una de las cosas que más me interesan es el intercambio con el público, pues es cuando realmente te das cuenta de si ha llegado a los espectadores lo que a uno le interesaba transmitir, y a diferencia de otros festivales más endogámicos, aquí hay público real.

La actriz y cineasta argentina Mónica Lairana, ganadora hace dos años del Cóndor de Plata a la mejor actriz de reparto por El Patrón, radiografía de un crimen, presentó esta semana en la Berlinale su opera prima como realizadora de largometrajes, La cama, un drama de pareja marcada por el desamor y la separación, pero que huye de cualquier tragedia. Noticine habló con ella.

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