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Cultura

Las mujeres que contaron la guerra

Varias corresponsales estadounidenses durante la II Guerra Mundial.

Cuando Carmen de Burgos, conocida como Colombine, se acercaba, a principios del siglo XX, a la redacción de un periódico para entregar su crónica o su reportaje del día, la recibían a menudo con un: "¿De parte de quién trae usted el artículo?". Cuando a finales de los años sesenta Carmen Sarmiento, entonces reportera de Televisión Española, le pidió a su jefe viajar a Saigón este le respondió: "¿Cómo vamos a enviar a una mujer a la guerra del Vietnam?". Entre una pregunta y otra, medio siglo y el mismo machismo. La periodista Ana del Paso recorre en Reporteras españolas, testigos de guerra (Debate), el devenir de tres generaciones de mujeres que han escrito desde el frente. El volumen, que se nutre de las entrevistas a 34 profesionales, trata de desmentir una idea: que eso de contar las batallas es una cosa de hombres. 

Es cierto: históricamente, ha habido menos mujeres en primera línea, recogiendo lo que ocurría bajo las balas y las bombas. Pero el libro de Del Paso, resultado de una investigación realizada entre 2014 y 2017, demuestra que han sido muchas más que un puñado. Algunos nombres: Rosa María Calaf, Maruja Torres, Ángeles Espinosa, Gloria del Campo, María Dolores Masana, Mónica G. Prieto, Olga Rodríguez, Ángela Rodicio, Teresa Aranguren, Yolanda Álvarez... Prensa, radio, televisión, desde el Irán de Jomeini hasta Siria. La autora, profesora de relaciones internacionales en la Universidad Complutense de Madrid y ella misma antigua corresponsal, se ciñe a tres generaciones: la de las nacidas en los cincuenta, pioneras en la nueva democracia; la de las nacidas en los sesenta y la (pen)última, la de las nacidas en los ochenta. Las experiencias de unas y otras, pese a los años que las separan y los logros de la lucha feminista, no son tan distantes. 

 

Calaf, histórica de TVE, cuenta en el libro cómo algunos compañeros, tras la grabación de un reportaje sobre un submarino ruso que había encallado en el fondo del mar, la felicitaron con un "Has salido muy mona en televisión". "Te ha quedado muy bien la corbata en ese directo que has hecho", respondía ella. "Me aconsejaban no ir a algunos sitios porque decían que era peligroso y cansado para una mujer; en fin, paternalismo absoluto", cuenta. El mismo al que hace referencia Olga Rodríguez, pese a haber nacido 30 años después: "El paternalismo entre colegas consiste en decirnos: '¡Pobrecita, qué mal lo has pasado que has ido a la guerra!". A ella y a Mónica G. Prieto, durante la guerra de Irak, tanto algún responsable del Ministerio de Información iraquí como algún periodista europeo les conminaron a regresar a casa, por considerar que no podrían aguantar lo que estaba por venir. 

La periodista Trinidad Deiros se pregunta en el volumen cómo es posible que el trabajo de estas mujeres "sea tan invisible que incluso en las facultades de Periodismo las estudiantes te preguntan si una mujer puede ejercer este trabajo". Del Paso tiene una respuesta: "A los hombres les ha interesado tener el monopolio y volver victoriosos a casa, a las redacciones, demostrando lo complicado que era y lo arriesgado que era, cuando muchos no salían del hotel". El mito del periodista-soldado, pícaro y canalla, es eminentemente masculino. Y tiene más peso en los autores masculinos: se suele destacar la etapa de reportero de guerra de Arturo Pérez-Reverte, pero no tanto la de Berna González Harbour, aunque ambos hayan compartido frente, como en Bucarest en 1989. "Si bien es cierto que a las redacciones se recibía a estos autodenominados corresponsales de guerra como poco más que héroes que volvían el campo de batalla, cuando una mujer vuelve ahora de cubrir un conflicto armado no se levantan tantas pasiones", continúa Del Paso. "Creo que hemos desmantelado el halo romántico del corresponsal de guerra". 

En otros asuntos hay menos consenso. ¿Es más peligroso para una mujer ir a cubrir una guerra? No para la fotógrafa Maysun Abu Khdeir: "Las balas no distinguen por género, ¿no es cierto?". Pero sí para Deiros, que subraya que están más expuestas a la violencia sexual. ¿Las periodistas han contado la guerra con un enfoque más humano que sus compañeros? No para Del Paso: "Todo depende de la sensibilidad de uno, de la empatía de uno, y de lo que se fije uno en concreto. Yo puedo ser más fría que un hombre en algunos aspectos, no depende del género". Pero sí para Mercedes Gallego: "Nosotras introdujimos una información más sensible al lado humano que, afortunadamente, ahora se encuentra en mujeres y hombres". 

'Los inadaptados'

'Los inadaptados'

La autora da algunas claves sobre la evolución de la presencia de mujeres españolas periodista en el frente. Y no todo empieza en los setenta: en la introducción hablará de Concepción Arenal, que describió el día a día de los soldados en la tercera guerra carlista; de Colombine, se convirtió en la primera corresponsal de guerra, junto a María Teresa de Escoriaza, en el conflicto hispano-marroquí de principios de siglo; de Sofía Casanova, corresponsal fija en Varsovia, San Petersburgo y Moscú, desde donde informó de la Revolución rusa; de Josefina Carabias, que firmó como Carmen Moreno desde Francia o Estados Unidos... La dictadura franquista, claro, detuvo aquel impulso. Hubo que esperar de nuevo a la democracia. Y, luego, al surgimiento de las televisiones privadas y los canales autonómicos, que, para Del Paso, supusieron una "apertura de los medios de comunicación, que querían causar impacto mandando a un montón de periodistas sobre el terreno".

La crisis de principios de los noventa frenó la inversión de televisiones y periódicos, y la periodista se encuentra hablando de las actuales freelance,freelance que a menudo trabajan sin protección de ninguna cabecera y por tarifas irrisorias: "Para hacer buen periodismo, sobre todo en conflictos armados, se necesita mucho dinero. Y eso los editores lo tienen que saber". Así han trabajado algunas de sus entrevistadas: Leticia Álvarez, que cubrió la guerra de Ucreania como independiente para Antena 3 y Onda Cero en 2011; Maysun, que ha fotografiado desastres naturales, sucesos políticos o conflictos en países como Kosovo, Palestina o Jordania; Gemma Parellada, que informa desde Abiyán, en Costa de Marfil... Detrás de ellas se prepara ya la siguiente generación de reporteras. En ellas (y en sus compañeros) pensaba Del Paso mientras escribía: "Que esto sirva para que quienes salen de las facultades se mentalicen de que es una tabla rasa y que todos van en igualdad de condiciones. Que estos prejuicios del franquismo desaparezcan, porque ya es hora". 

 

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