Ana Crismán, pionera del arpa flamenca: "Enamorarse de un instrumento es una bendición"

Ana Crismán publica 'Arpaora'

Paseaba Ana Crismán (Jerez de la Frontera, 1983) por los acantilados de Moher en Irlanda sin saber que su vida estaba a punto de cambiar. Allí fue donde esta musicóloga, profesora licenciada en Historia y Ciencias de la Música, quedó prendada por el sonido de un arpa celta que salía de las manos de un desconocido, perfecta banda sonora para una postal que resultó de lo más inspiradora. "La vida me preparó una escena a la que no me pude resistir, me rendí", admite divertida a infoLibre la artista, pionera mundial en desarrollar un lenguaje propio del flamenco con el arpa, un instrumento del que quedó enamorada en aquel preciso instante y gracias al que emprendió una carrera que la ha llevado por toda España, Europa y Estados Unidos.

Acaba de pasar por la Bienal de Flamenco de Madrid con una solemne actuación en la Parroquia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, un marco simbólico para una propuesta que eleva el flamenco a nuevas cotas expresivas. Además, llevará su arte a otras citas relevantes como la IX Bienal de Arte Flamenco de Málaga, el Festival Las Estrellas de la Sierra de Cádiz o el Noia Harp Fest en Galicia, consolidando su proyección nacional tras su paso por escenarios internacionales como Viena, Nueva York o el World Music Festival de Chicago. Arpaora es su primer disco, integrado por composiciones originales en distintos palos flamencos como soleá, seguiriya, bulería, alegría, taranta o farruca, concebidas específicamente para arpa. Ella misma nos lo cuenta.

¿Qué es el arpa flamenca?

El arpa es un instrumento milenario, hablamos del año 3.500 antes de Cristo, que se une al discurso flamenco, como no podía ser de otra manera, porque a raíz sobre todo de Paco de Lucía se empezaron a expandir las posibilidades más allá de la guitarra flamenca, en cuanto a instrumentos se refiere. Hablamos de un instrumento precioso, atemporal de los dioses, que acompaña al humano desde sus orígenes y que por supuesto tenía que estar también en el flamenco. 

La guitarra es el instrumento del flamenco por antonomasia, pero el arpa estaba mucho antes entre nosotros. 

El arpa es un instrumento que se quedó en desuso a lo largo de la historia, pero en realidad es muy antiguo. Es el instrumento de cuerda más antiguo que hay, porque viene del arco de la caza, cuando el humano se dio cuenta que la cuerda cortaba el aire y emitía un sonido, por lo que se le ocurrió ir añadiendo cuerdas hasta que llegó al arpa. Estamos hablando de algo que acompaña al humano de hace muchísimo. La primera fuente que ratifica la vinculación de los humanos con este instrumento es un grabado en piedra que hay en Mesopotamia del año 3.500 antes de Cristo, donde aparecen mujeres tañendo el arpa en una ceremonia litúrgica de enterramiento. El arpa es anterior a la guitarra, pero en el camino los instrumentos fueron evolucionando y se quedó en desuso porque no tuvo esa evolución. 

¿Qué pasó ahí?

Se quedó con una escala diatónica, con una única escala, con lo cual no podía modular como otros instrumentos. Esto es muy técnico, lo voy a resumir mucho, espero que se entienda (risas), pero se quedó como más limitado a la hora de abarcar colores en cuanto al sonido, mientras el resto de instrumentos sí avanzó. Nadie se detuvo a hacerle una evolución, una mejora técnica que luego sí llegó. Hay ahí como unos cuantos cientos de años donde el arpista se quedó sin repertorio, solamente podía hacer esta música antigua que tiene una sola escala. Al mismo tiempo, los instrumentos de la orquesta, y la guitarra también, por supuesto, estaban ya tocando piezas, y los compositores, componiendo piezas para músicas que tenían más de una escala. No es exactamente así, pero es una forma de resumirlo de manera que una persona ajena a la música lo pueda entender de manera más o menos sencilla. 

Usted era profesora de música y en un viaje a Irlanda queda prendada del arpa hasta tal punto de que lo deja todo para aprender a tocar y le cambia la vida completamente. ¿Cómo fue eso?

La vida me preparó una escena a la que no me pude resistir, me rendí. La vida a veces te lleva a unas viñetas que dices: "¡Madre mía!". En mi caso, yo estaba de vacaciones en Irlanda y vi a un artista callejero tocando el arpa celta en los acantilados de Moher, en una tarde de colores pastel acuarela, con el mar, el atardecer... Parecía que ese señor estaba tejiendo un telar. Era tan bonito y precioso que, cuando vi esa estampa me imaginé cómo sonaría eso por soleá, por bulería o por seguidilla. Me dije: "Qué bonito tiene que quedar esto con los cantes de mi tierra". Eso pensé y sentí que también podía ser un instrumento flamenco, de manera que a la vuelta de las vacaciones me puse a mirar qué se había hecho con con arpa en cuanto a flamenco; y nada, claro. La sorpresa fue que no había nada. 

Y se puso manos a la obra, autodidacta, porque tampoco había quien le pudiera enseñar. ¿Qué le decían cuando hablaba a otros músicos del arpa flamenca?

Sí. A la vuelta seguía con estas ganas de escuchar el instrumento por los decires de mi tierra y, al final, decidí comprarme un arpa. Así, ¿eh? Sin tocar ni nada, digo "pues me voy a comprar un arpa" (risas). Y me compré un arpa y busqué quién me diera clase, pero me decían que no, que el flamenco no se podía hacer con arpa, porque de lo contrario ya se habría hecho. Yo tenía 35 años entonces y también me decían que era muy mayor ya para aprender a tocar, algo que entiendo desde el punto de vista de que te hablan profesionales del instrumento, porque el arpa es un instrumento de élite en el sentido de que no hay mucha gente que lo toca en comparación con otros instrumentos y con la población que somos. Por eso, las personas que se dedican a eso son súper especializadas, con lo que pasamos de gente que no tiene conocimiento de arpa o gente ultra especializada, mientras por el medio no hay nada. Es por ello que la opinión de esas personas tan especializadas con las que contacté era "tú ya no vas a tocar el arpa" porque ya tienes 35 años y no te da tiempo. Estamos hablando de gente que toca increíble en orquestas, giras de música clásica por el mundo... y yo no quería eso, yo quería aprender a tocar casi que para mí.

¿Cómo fue el proceso de enamoramiento con el arpa? ¿A primera vista o progresivo?

Empecé a tocar sola y a encontrar la sonoridad flamenca. Tocar, tocar y tocar hasta que al final una cosa me llevó a la otra y decidí dejar el trabajo de profesora funcionaria y ponerme a tocar porque me encantaba. Me encanta. Esto es una cosa que hay que vivirla para entenderla. Enamorarte de un instrumento es una bendición. La mayoría de las personas hemos tenido esa experiencia en algún momento de nuestra vida con un humano, nos hemos enamorado de un humano y hemos perdido el mundo de vista. Eso casi todos lo compartimos y lo podemos entender, pero eso mismo que todos hemos vivido con un humano a mí me pasó con un instrumento. Es una experiencia preciosa porque el instrumento es muy agradecido y todo lo que le des, te lo devuelve por triplicado. No hay peleas, no hay discordias, no hay desacuerdos, el instrumento siempre te dice que sí, siempre tiene las puertas abiertas a todo lo que le quieras entregar. Es una relación de amor muy en aumento, porque nunca te encuentras un no. El instrumento siempre te dice que sí, de manera que eso crece y crece.

¿Cómo fue el salto al escenario?

En un momento dado, empecé a trabajar dando conciertos y con un repertorio muy sencillito que me monté de flamenco para el arpa y que fue creciendo, porque yo lo iba cada vez trabajando y puliendo más, hasta que el pasado marzo presenté mi primer álbum, que es el primero de arpa flamenca que existe. Lo presenté en el Festival de Flamenco de Jerez y en marzo de este año, en Madrid lo presenté en el Festival Ellas Crean y en el Círculo Flamenco de Viena. Ahora tenemos una gira muy buena en 2025, que seguirá en 2026 y la verdad es que muy feliz, muy contenta del trabajo realizado.

¿Qué tal la grabación del disco? Tampoco tenía experiencia en un estudio.

Lo grabamos en Chiclana, en los estudios de Juan Antonio Espinosa, que tiene un Grammy Latino como ingeniero de sonido por el disco Ámame como soy, de la Niña Pastori. Ha hecho un trabajo muy bueno conmigo que quiero destacar, porque yo nunca había entrado al estudio de grabación y entré ya con cuarenta años por primera vez. La gente habla del estudio de grabación regular a veces, porque es muy exigente y muy duro, pero yo estoy muy contenta con el trabajo llevado a cabo porque Juan Antonio es muy profesional y me ha hecho en todo momento sentir muy cómoda y me ha guiado muy bien sin haber grabado nunca él un arpa. Pero ha sabido darme las pautas correctas para poder llevar a cabo esta tarea y poder navegar por ahí con cariño y con ganas. Meterte en el estudio de grabación es muy duro, exige una perfección muy alta con el toque y yo soy autodidacta, no he recibido clases, no tengo la técnica propiamente de arpa, con lo que todo eso se puede hacer una cuesta muy arriba si no tienes un profesional bueno que te sepa dar unas pautas correctas.

¿De dónde surge el concepto de Arpaora?

Se me ocurrió a raíz de las entrevistas, porque los periodistas me preguntaban: "¿Tú eres arpista?". No me siento arpista porque no lo soy, porque yo no he recibido clases de arpa, ni he ido al conservatorio a estudiar, ni toco el repertorio clásico de que existe para arpa. Yo no soy arpista, yo soy arpaora, que es la persona que expresa flamenco a través de un arpa. 

¿El disco lo ha compuesto e interpretado todo usted? Cuenta con colaboraciones de La Macanita y Vicente Soto 'Sordera'.

Las composiciones son mías, tanto en música como en letra, porque no existe un repertorio de arpa flamenca. Lo que ocurre es que tienes que componer porque no hay otra opción, pues la música flamenca que se toca con una guitarra, por ejemplo, a la mano no le viene bien en el arpa, porque las notas están en otro sitio. El Entre dos aguas de Paco de Lucía se compuso para ser tocado con una guitarra, no para ser tocado con un arpa. En la guitarra, una melodía en que las notas están cerca y la mano lo puede hacer, cuando te vas al arpa ya no lo puedes hacer porque una nota está aquí y otra está en Utrera. La siguiente que tienes que tocar no está cerca, está muy lejos y a la mano no le da tiempo a saltar de esa manera. No puedes hacerlo, tienes que componer un repertorio nuevo específico para ese instrumento, para poder ser tocado de manera real. Las letras también las escribo y he aprovechado para contar esta travesía que he vivido de encuentro con este instrumento. 

¿Qué se siente siendo pionera en algo como el arpa flamenca?

No se siente nada especial porque, después de todo, luego estás en tu casa haciendo tus papeles de autónoma, que son una barbaridad, o estás en el Metro, donde eres una más. El día a día te lleva a estar haciendo un montón de trabajos como el resto de la de la población, no es muy especial. En tu día a día estás haciendo la compra o respondiendo emails, como todos los trabajadores, no estás debajo de un árbol tocando el arpa y tirándole besos a la luna.

¿Qué le dice el público cuando la ve por primera vez? ¿Le gusta esa capacidad de sorpresa?

Recuerdo muchas veces, y sigue pasando, el impacto de la gente cuando escucha el arpa, porque es algo novedoso. Están escuchando flamenco en un instrumento con el que no lo habían escuchado antes y la gente se sorprende. Eso es bonito, también porque se les abre una vía de posibilidad más allá del arpa, una vía nueva para sí mismos o para sí mismas, de repente es como que abren una puertecita de posibilidades de la vida. Creo que a la gente le puede traer apertura y crecimiento, algo que es positivo para la persona. 

¿Cómo le trata la parte más purista del flamenco, esa entelequia que no sabemos muy bien qué es, pero que dicta sentencia? 

Hasta ahora, las críticas y las reseñas son positivas. Mañana no lo sé, pero a día de hoy sí que me he encontrado con una buena respuesta de público y de crítica. Yo creo también que Paco de Lucía hizo un trabajo importante que dejó una mentalidad preparada para todo esto. El choque frontal con el camión se lo dio ya Paco en su momento, que metió hasta armónica y se llevó muchas tortas. Pero dejó ya preparada la mentalidad, y ahora llego yo con un arpa cuando la gente ya ha visto tantos instrumentos en el flamenco que no se sorprende. La resistencia a que haya otros instrumentos que no sea la guitarra sonando por flamenco ha disminuido ya. Paco pulió esa roca, pobrecito, que en paz descanse, las tortas que le dieron por eso.

Gracias al arpa flamenca está viajando por todo el mundo. ¿Cuál es el lugar más loco donde ha llegado a tocar?

Hay mucho de eso, empezando porque un escenario cualquiera para mí ya era algo muy loco, dado que yo no me dedicaba a esto. Hay mucho escenario por ahí que no me hubiese imaginado y de repente me veo ahí. Hay mucho de eso en toda esta historia. En Chicago, por ejemplo, es increíble porque el público americano es muy cálido, no se callan, intervienen, te dicen cosas, te silban, te vitorean, te lanzan flores al escenario. Es un público que está deseandito, que lo vive fuerte.

Ahora que su vida entera es la música, ¿qué es la música para usted?

El canal de estar, el medio de estar aquí en el planeta Tierra, vamos a decirlo así. No me quiero poner trascendente, pero es como el vehículo por el cual yo habito aquí, en mi vida, sin duda. 

¿Qué es el éxito para usted, después de todo lo que ha trabajado para llegar hasta aquí por puro enamoramiento?

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Lo he pensado muchas veces y creo que el éxito es conseguir llegar a fin de mes haciendo lo que te gusta y que no se te suba la cabeza. Y entender que imprescindibles somos todos en el cementerio, que no se te olvide nunca, y que al final eres el vehículo de una cosa mucho más grande que tú, que es la música. También el cariño de la gente, porque al final se monta una comunidad. Mira, ahora, por ejemplo, que he estado en la primera Bienal de Madrid, después del concierto se me acercaban personas a las que ya conozco, porque es que vienen a todos mis conciertos. Te siguen y ahí se monta una comunidad que te da un cariño y un apoyo precioso, se generan lazos y vínculos con personas para las que el punto de encuentro son tus conciertos, y que te siguen, que te apoyan porque admiran tu trabajo, les gusta y les has aportado. Me dicen: "Me encanta, tengo el disco puesto en casa todo el día, me inspira, me hace tocar más, pintar más, componer más". Sientes que le has aportado a otra persona, que le has ayudado a que esa tarde su vida sea un poquito mejor. Y eso es el éxito.

¿Le gustaría convertirse en referente y que otros sigan su camino?

Yo pongo aquí una semilla de un primer paso de un camino que puede ser largo si hay gente después que lo quiere continuar. Mi aportación es esa, cuando me vaya para el jardín habré dejado un repertorio para que quien quiera expresarse a través del arpa y del flamenco lo pueda hacer. No es como cuando empecé, que no existía y habría que crearlo, eso es lo difícil porque tienes que dibujar en un folio en blanco sin nada de referente. El siguiente que venga ya tiene un punto de partida. Si no es ahora, mientras yo estoy viva, a lo mejor cuando yo ya no esté aquí, pero pasará, es el curso natural de las cosas. Yo soy licenciada en Historia y Ciencias de la Música, soy musicóloga, y la gente rescata historias olvidadas para sacarlas a la superficie. Quien quiera continuar, va a encontrar toda la documentación sonora que quiera.

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