Arde Bogotá, Taylor Swift o Rosalía, cuando los libros se convierten en canciones

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Estrechísima es la relación entre literatura y música. No en vano, las canciones no dejan de ser, en mayor o menor grado, historias musicadas, ya sean novelas, poemas o incluso ensayos filosóficos y manifiestos políticos. Todo cabe en una canción, de la misma manera que todo cabe en la literatura. Y, como creadores, los músicos pueden encontrar la inspiración para componer en cualquier momento y cualquier lugar, así como también en cualquier otra obra artística del tipo que sea. Es así como llega ese momento de transformación en el que un libro se convierte en canción de la manera más insospechada y adquiere una nueva vida nunca antes imaginada. Es así como la cultura queda para siempre interconectada. Y vamos a comprobarlo.

Arde Bogotá es la banda del momento en nuestro país y tiene una clara intención literaria. Se aprecia en sus letras y se vio cuando su cantante, Antonio García, recitó unos versos de Luis García Montero en un concierto en Granada. Señalaba así al poeta como uno de sus referentes literarios, entre los que destaca también Roberto Bolaño en general y muy en particular Los detectives salvajes. "Es la novela que más me ha marcado hasta la fecha, seguramente por el momento en el que la leí con veinte años. Me he dado cuenta al releerla de que a mí, como letrista, hay cosas de él que humildemente me gusta imitar e interiorizar", explicaba el vocalista en el programa Leer para contarlo, donde aún añadía: "Bolaño todo el tiempo escribe con mucho humor y humildad. Conscientemente intenté aprender de eso y hay canciones de la banda que tienen un poco esa huella, como Quiero casarme contigo, donde el siguiente verso dice 'pero a ti te gusta más lo de no aprender mi nombre'. Humildemente pensé que esto lo podía decir un personaje de esta novela, que para mí es un momento muy iniciático".

Loquillo es uno de los iconos más venerados del rock español y acaba de publicar Transgresiones. Antología poética 1994-2024, un álbum en el que aglutina lo mejor del repertorio poético que empezó a desarrollar en los años noventa de manera paralela a su faceta de rockero. Desde entonces, ha cantado poemas de Octavio Paz, Bernardo Atxaga, Pedro Salinas, César Pavese, Antonio Gamoneda, Jaime Gil de Biedma, Luis Alberto de Cuenca, Carlos Zanón, Mario Benedetti, Manuel Vázquez Montalbán o Julio Martínez Mesanza, entre otros autores. 

Más allá del rock, Rosalía se inspiró para componer El mal querer en un texto medieval anónimo, olvidado durante siglos. Con el título original de El roman de Flamenca, cuenta la historia de una mujer que vive prisionera en una torre por culpa de los celos de su marido, a pesar de lo cual un caballero que responde al nombre de Guillem de Nevers se disfraza de clérigo y seduce y libera a la dama. Una trama medieval conveniente y certeramente actualizada al siglo XXI con simbología flamenca y callejera. "Un clásico feminista del siglo XIII", se apresuró a decir la editorial que reeditó el libro a toda prisa en cuanto se difundió la conexión que llevó a la artista catalana a la fama sideral.

Universidades de todo el mundo como Harvard, Stanford, Gante, Melbourne o el College of Music de Boston estudian las letras de Taylor Swift por sus conexiones con clásicos literarios de la talla de Sylvia Plath, Pablo Neruda, Lewis Carroll, Mary Wollstonecraft o Geoffrey Chaucer. Los swifties bucean todo lo profundo que pueden para escudriñar hasta el más mínimo detalle, pero por aquí vamos a ir a lo obvio recordando esta historia de amor universal, esta Love story protagonizada por Romeo y Julieta e inspirada, por tanto, por William Shakespeare Aunque el final de la pareja de amantes es diferente y para nada trágico: así de feliz es la magia del pop. Y ya que hablamos de esta obra esencial de las letras británicas, no podemos por menos que mencionar el Romeo and Juliet de los Dire Straits de Mark Knopfler, mucho anterior, y con también una variación en la trama, pues ella le abandona a él al encontrar la fama.

Las canciones de Lana Del Rey están igualmente rebosantes de referencias literarias, de manera aún más clara, como por ejemplo Lolita, de Vladimir Nabokov, presente en Off the races, que empieza con las primeras líneas de la novela: "Light of my life, fire of my loins (Luz de mi vida, fuego de mis entrañas)". Otros autores presentes en sus composiciones son Oscar Wilde, Allen Ginsberg, Friedrich Nietzsche, Tennessee Williams o también Slyvia Plath. La pasión principal de la neoyorkina parece ser la Lolita de Nabokov, pues incluso así nombró a esta canción.

El heavy metal y el rock duro siempre ha tenido por su evocador poder instrumental una relación directa con la literatura, presente en las más grandes bandas del género. Ahí está Metallica con For whom the bell tolls, composición inspirada en la novela homónima (Por quien doblan las campanas) de Ernest Hemingway sobre la guerra civil española. En la desafiante ambientación sonora, totalmente adecuada para la temática, se hacen alusiones específicas a la escena descrita en el capítulo 27 del libro, en la que cinco soldados son aniquilados durante un ataque aéreo después de tomar una posición defensiva en una colina.

Del mismo modo, abundan las referencias literarias en el repertorio siempre épico de Iron Maiden hacia clásicos como Un mundo feliz (Brave new world) de Aldous Huxley o The phantom of the opera (El fantasma de la ópera) de Gastón Leroux, ambos ideales para el estilo musical narrativo y progresivo de la banda británica. Claro que, como pioneros, ya Led Zeppelin se adentraron en el universo de El señor de los anillos de JRR Tolkien en Ramble on, en la que Robert Plant canta: "I was in the darkest depths of Mordor, I met a girl so fair. But Gollum, and the evil one crept up and slipped away with her. Her, her, yeah. Ain't nothing I can do, no".

Nuevo salto espacial y temporal para aterrizar en Barcelona y encontrarnos con Los amigos que perdí de Dorian, banda que toma su nombre, efectivamente, de El retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde. Con clara afición literaria, el grupo no se inspira en un libro en particular para esta canción, sino que encontramos en realidad alusiones a varios autores desde ese primer verso que dice "salí en busca del tiempo perdido", que nos lleva directamente a En busca del tiempo perdido de Marcel Proust. "Un loco me dio clases de estricnina, un escritor me habló de Maldoror", prosigue la letra, citando así la popular obra de Isidore Ducasse Los cantos de Maldoror. Y aún queda otra más que nos lleva a El Quijote de Miguel de Cervantes: "Confundí molinos con gigantes después de una semana sin dormir".

Inabarcable es la presencia de la literatura en la obra musical de Enrique Bunbury, quien toma su apellido ficticio, su apodo artístico, de un personaje de La importancia de llamarse Ernesto de Oscar Wilde. Encontramos a William Blake en El camino del exceso, de Héroes del Silencio, a Rubén Darío en Que el amor no admite cuerdas reflexiones o a Lewis Carroll en Alicia expulsada al país de las maravillas. Y más recientemente, encontramos a Bartleby, el escribiente, relato de Herman Neville que el aragonés convierte en canción para cantar por la insumisión social. "Herman Melville escribió ese fantástico relato sobre el escribiente que siempre respondía a su jefe 'Preferiría no hacerlo’. Es una actitud que cada vez me llama más la atención", explicó a Vanity Fair.

Aún mayor es el afán literario de Nick Cave, que junto a sus Bad Seeds se inspiró en el poema épico de John Milton Paradise lost para escribir la canción Red right hand, una de las más populares de su repertorio y que acabó siendo tema principal de la serie de televisión Peaky Blinders. La 'mano derecha roja' proviene de una línea del citado poema que se refiere a la venganza divina. La citada aparición en El paraíso perdido (libro II, 170-174 ) es: "Qué pasaría si el aliento que encendió aquellos fuegos sombríos, / Despertado, los soplara con siete veces furia, / Y nos hundiera en las llamas; o desde arriba / ¿si otra vez intermitió el brazo de venganza / Su mano derecha roja para atormentarnos?”.

Bruce Springsteen ha mantenido durante medio siglo esa doble cara de rockero festivo y cantautor introspectivo. Un contador de historias, en definitiva, que describen todo tipo de sentimientos y anhelos, que como buen relator social de América pasó por su fase de obsesión con Las uvas de la ira de John Steinbeck, obra que narra la emigración de los años treinta después del crack del 29, hacia el oeste estadounidense en busca de una tierra prometida de prosperidad. Así nació The ghost of Tom Joad, su undécimo álbum, acústico pero casi diríase que cinematográfico, protagonizado por Tom Joad, que precisamente como se llama el protagonista de Las uvas de la ira.

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No es propiamente un libro, sino un poema que se habría quedado para siempre en el olvido si no hubiera sido por el encuentro casual una noche cualquiera en la sierra de Béjar entre un joven Robe Iniesta y un lugareño con alma de poeta maldito llamado Manolo Chinato. Ambos conectaron rápidamente, entablaron una conexión directa y Ama, ama, ama y ensancha el alma se convertía poco después en uno de los primeros grandes pelotazos de Extremoduro, un grupo de rock transgresivo que a través de las letras de su líder ya había expresado una inquietud literaria fuera de lo común incluyendo en sus canciones referencias a Marcos Ana, Lorca, Antonio Machado o Pablo Neruda.

Claro que si hay una obra que haya fascinado a los músicos a lo largo de las décadas es 1984 de George Orwell. Su carácter premonitorio del Gran Hermano y profético del mundo por venir (mucho antes de Google) fascinó desde siempre a artistas de todo pelaje y condición, por lo que se trata de una novela que ha tenido siempre una conexión especial con el rock. Es por ello que ha inspirado a artistas como David Bowie, que lo plasmó en un tema titulado sencillamente 1984, Radiohead en otro llamado 2+2=5 o Muse en The Resistance. Reflexiones variadas acerca de la vigilancia social y la manipulación de las masas a lo largo de los años.

Y un último tema para terminar: Lobos, del último disco de Shinova, que no está inspirada en una obra literaria como tal, pero sí en una leyenda romana que ha sido narrada literariamente (y en la pintura y en la escultura y en el cine) incontables veces. Se trata de mito de los hermanos fundadores de Roma Rómulo y Remo adaptado a nuestro tiempo, hablándonos sobre esos "conflictos irreparables que nos unen y a la vez nos separan de las personas que mejor nos conocen". 

Estrechísima es la relación entre literatura y música. No en vano, las canciones no dejan de ser, en mayor o menor grado, historias musicadas, ya sean novelas, poemas o incluso ensayos filosóficos y manifiestos políticos. Todo cabe en una canción, de la misma manera que todo cabe en la literatura. Y, como creadores, los músicos pueden encontrar la inspiración para componer en cualquier momento y cualquier lugar, así como también en cualquier otra obra artística del tipo que sea. Es así como llega ese momento de transformación en el que un libro se convierte en canción de la manera más insospechada y adquiere una nueva vida nunca antes imaginada. Es así como la cultura queda para siempre interconectada. Y vamos a comprobarlo.

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