Celtas Cortos: "Estamos aferrados al neocapitalismo, y así nos luce el pelo"

40 años contando cuentos. Ese es el nombre de la gira de aniversario con la que Celtas Cortos celebrarán en 2026 sus cuatro décadas de historias y canciones, algunas de ellas incrustadas en el mismo tuétano de nuestra memoria colectiva. Tanto que, a estas alturas, podría calificarse de sinrazón que el 20 de abril no sea festivo nacional, redondeado bien en rojo en el calendario. "Yo digo 'San 20 de abril'", bromea con infoLibre el vocalista y guitarrista Jesús Cifuentes, mientras Alberto García (violín y trombón) apostilla divertido: "El 19 de abril es el cumpleaños de nuestro mánager, imagina".
La celebración arrancará el 7 de febrero en el Movistar Arena de Madrid y recorrerá después València, Gijón, Zaragoza, Pamplona, Barcelona, Murcia, A Coruña y Bilbao, antes del gran fin de fiesta en casa, en Valladolid, el 18 de abril de 2026 (sábado, día más propicio para el festejo, que deja al lunes 20 de abril, menos propenso al jolgorio, como jornada de reposo, reflexión y, seguramente, resaca). "A mí me hizo mucha ilusión la primera vez que escuché una canción nuestra en la radio nacional, pues de repente sabes que eso lo está escuchando todo el país", rememora a su vez Goyo Yeves (saxo y whistle). Con los tres músicos charlamos sobre este largo tiempo transcurrido y también, por supuesto, lo que está por venir.
40 años y aquí seguimos.
GOYO: Efectivamente, empezamos en junio de 1986. El año que viene cumplimos 40 y creo que nos merecemos celebrarlo con toda nuestra gente y con nosotros mismos, por supuesto. Como bien dices, no hemos parado realmente. Obviamente, ha habido altibajos y circunstancias, pero no hemos parado. De hecho, fíjate que este verano, que no vamos a tocar porque queremos darle un poco de exclusividad a la gira de aniversario, hemos calculado que hace 30 veranos que no paramos. En el 95 paramos relativamente, porque tocamos fuera, pero son 30 veranos sin parar. Yo no sé si esto lo habrá hecho alguien, porque todo el mundo para pero nosotros ni nos lo planteamos.
JESÚS: Yo ese año tampoco paré porque publiqué un disco en solitario y sí que estuve girando, con mis 30 conciertos o así.
GOYO: Al final es un privilegio dedicarte a esto. Nos encanta, nos lo hemos currado mucho desde siempre y lo que queremos ahora es hacer una tarta enorme en todo el Estado con estos diez conciertos y celebrar la resistencia.
El éxito del asunto, básicamente, es haber podido vivir cuarenta años como músicos en España, que es una puta lotería
Hace poco más de un año, Celtas Cortos llenó el Palacio Vistalegre de Madrid los días 19 y 20 de abril. Luego vino una gira sinfónica. Y eso sin dejar de tocar por todo el país. ¿Qué va a diferenciar a esta gira de aniversario?
J: La motivación es la perseverancia y que cumplimos 40 años, lo cual envuelve a la situación en un halo de fiesta, que es lo que queremos provocar. Habrá una ampliación de la banda, porque estaremos once músicos que pretendemos recuperar un poco aquellos inicios cuando éramos ocho. Queremos que en el abanico del espectro sónico no haya ni una sola fisura, que aquello suene como un cañón, con un montaje como se merece la ocasión, con amigos e invitados... Todo parece como que es lo mismo, pero lo mismo no va a ser, porque queremos hacer un concierto más extenso, de dos horas y media, y hemos querido diseñar un viaje a lo largo de toda nuestra trayectoria. Recuperar temas que hace mucho que no tocamos y algunos que no hemos tocado nunca. Y también queremos reivindicar la historia que hay detrás del grupo, que es una aventura de una rara avis dentro de la música popular del Estado español, ya que probablemente de esa generación somos supervivientes, y se pueden contar otros con los dedos de la mano, por lo menos de bandas de rock. No hablo de Miguel Ríos, que es eterno (risas). Pero la nuestra es la historia de un grupo de amigos que surge en un entorno de barrio, en un instituto, con un perfil popular, con conciencia de justicia social... Seguimos resistiendo, seguimos publicando discos, no como otros, y conocemos todas las alturas de la ola, desde estar en la cresta, hemos picado piedra, seguimos picando piedra como cabrones. Esto hace que tengamos un testimonio que es bastante peculiar y único.
El grupo ha tenido sus altibajos, pero hemos sido resilientes y aquí estamos
Vuestros primeros años fueron de gran éxito, una juventud divina. El cambio de siglo os metió en otra fase menos comercial, pero ahora vivís una segunda juventud esplendorosa. ¿Vendéis ahora más entradas que nunca?
J: A principios de los noventa, que fue cuando el grupo explotó, en plena era analógica, sonábamos en Los 40, estábamos por todos lados. Junto a otros muchos compañeros, pero nosotros estábamos en ese pedestal privilegiado. La década dorada para nosotros fueron los años noventa. El grupo ha tenido sus altibajos, pero hemos sido resilientes y aquí estamos.
G: Es verdad que en los noventa también vendíamos muchas entradas.
J: Donde fuéramos, hacíamos 'un Fito' (risas). Ahora el grupo está bien posicionado, pero también es que somos trabajadores, esto no es ningún regalo. Detrás hay mucho esfuerzo, por supuesto mucho cariño, y mucha sintonía con la gente que nos sigue.
ALBERTO: Para nosotros, el éxito del asunto básicamente es haber podido vivir 40 años como músicos en España, que es una puta lotería, porque no sé si llegan al 7% los que lo pueden hacer, con lo cual ya estamos en ese grupo de privilegiados. Y que estemos aquí planteándonos hacer una gira de 40 aniversario por todo lo alto, ya es que nos planta, dentro de ese 7%, en otro 7%, o sea que no sé a cuánto sale la jugada (risas). Nos da igual la parte de la venta o no venta de entradas, que estemos más arriba o más abajo de la cresta, esto nos lo tomamos como una fiesta particular que vamos a compartir. Estamos contentos por la esencia de lo que es estar cumpliendo 40 años en activo.
G: A veces lo decimos, llevamos igual 20 años siendo una especie de servicio público, porque nuestro mercado en este tiempo son ayuntamientos, fiestas populares, y nos acoplamos a todo tipo de escenarios, pequeños, medianos, grandes. Por eso, queremos darle un poco de exclusividad a esto que viene el año que viene, pero creo que la gente no sabe que este verano, y el que viene también, se va a quedar sin servicio público de Celtas Cortos. En las redes mucha gente nos pregunta dónde nos vemos este verano porque está muy acostumbrada a vernos por todos los lados y todavía no es consciente de que va a tener que ir a alguna de estas diez ciudades para vernos en esta celebración. Es diferente para nosotros también.
El ser humano tropezará tres, tres millones, y las veces que haga falta en la misma piedra. No hay más que abrir la prensa hoy mismo para ver que estamos en uno de los momentos más conflictivos
¿Ha cambiado mucho el cuento desde 1986 hasta día de hoy en el mundo en general? ¿Nos hemos contado demasiadas veces el cuento de la lechera?
J: Este grupo se gestó en el barrio de las Delicias de Valladolid, que creció a lo loco, como tantos otros de otras ciudades desde los años sesenta, por todo el mundo rural que dejó el pueblo para venirse a la ciudad a buscarse la vida. Eso perfila un barrio de clase obrera, con mucha conciencia de clase, valga la redundancia, y hemos crecido muy pegados a la calle con esos valores de justicia social, reivindicación, ecología y no violencia, de los que hemos seguido hablando en nuestras canciones hasta el último disco publicado en 2024, El mundo del revés. Eso forma parte de nuestras señas de identidad, y a lo largo de toda la crónica que hemos cantado en este tiempo, desde luego, mucho cuento de la lechera, mucho cuento abogando por una revolución, por una toma de partido ante la realidad que te rodea, por participar de la vida social, por no ser un mero espectador, tranquilo, majete, en tu sillón. Pero luego la historia, que no es la que escribimos nosotros como cronistas, sino el mundo real, demuestra que no aprendemos. El ser humano tropezará tres, tres millones y las veces que haga falta en la misma piedra, porque no hay más que abrir la prensa hoy mismo para ver que estamos en uno de los momentos más conflictivos, con todo lo que está sucediendo con la guerra de Gaza y ahora Irán, con Donald Trump como presidente del mundo, y una crispación muy gruesa también a nivel nacional. Está todo muy desordenado, la gente vive mal, la gente vive fatal, estamos en un momento en el que la gente joven no puede independizarse. Es el 1% de la población mundial la que tiene una inmensa fortuna, pero la gente pasa hambre, tenemos a todos los migrantes que huyen de su realidad de guerra, hambruna, violencia... Y no acaba de cuajar la cosa, los principios de democracia y solidaridad no se expanden como si fueran espuma, sino que estamos aferrados al neocapitalismo, y así nos luce el pelo.
G: Vamos, que al final poco cuento. Ojalá fueran cuentos.
Tranquilo, majete. Todo lo que cantáis en esta canción sigue igual o peor tantos años después. La llamada sigue vigente.
J: Así es. La hemos actualizado en el último disco, una vuelta de tuerca en el mismo entorno de situaciones, porque las cosas van cambiando a nivel tecnológico y económico, pero en la realidad de fondo, al final, la marejada es la misma.
Celtas Cortos se posicionó en 2021 con Adiós, presidente, una canción para despedir a Trump. Pero aquí está de nuevo, ha vuelto, con energías renovadas.
G: Fíjate cómo será la cosa que ahora hemos hecho una versión instrumental en el sinfónico, y creo que el año que viene lo haremos también. Esa se la dedicamos a Trump y mira cómo estamos ahora, así que hacemos una instrumental y que cada uno que se lo dedique a quien quiera. Pero es que Trump... es increíble que pasen estas cosas.
J: Pasará el tiempo y tendrá que caer porque esto ha generado la propia revuelta que está sucediendo ahora mismo en Estados Unidos. También de alguna manera despertaba a otro sector de ciudadanos que no votaron, y ha generado un impacto en los que le votaron a él y ahora se encuentran con que son expulsados del país por ser latinos... En fin, que seguimos aquí y todavía seremos testigos de muchas hogueras.
Una cosa importante de los conciertos en general, y de los vuestros en particular, porque ocurre, es que en ellos se reúne gente muy diferente para cantar lo mismo y sentir lo mismo. ¿Es la música una buena herramienta contra la crispación?
J: Se trata de eso, de que haya un momento de terapia, de masaje, de mire a los ojos entre la gente y encontrarse, del calor, de compartir sudor, de compartir ideas, de compartir felicidad, de bailar juntos (risas). La música es lo mejor.
A: También es verdad que con nuestro repertorio es muy fácil encontrarte un poquito de jamón entre pan y pan. Quiero decir, que metes un tema bailongo y luego otro tema bailongo, pero en el medio hay un poquito de ideología, que es el jamón. Hay mucha gente que no comulga en absoluto con lo que podamos decir, pero ya le has metido eso entre pan y pan. Eso es importante a la hora de meter ese gol.
¿Quién escucha hoy un LP entero si ni siquiera se escucha una canción entera?
Al cumplir 40 años llega la crisis de la mediana edad y el momento de recapitular. Sin pensarlo demasiado, ¿cuál ha sido el peor y el mejor momento de esta andadura de la banda?
A: Los peores momentos, cuando ha habido alguna desavenencia grave entre nosotros que ha desembocado en desencuentros definitivos. Eso es duro, son momentos muy cabrones. Pero luego vienen los momentos buenos también.
J: Sinceramente, yo lo valoro todo como algo bueno, porque los momentos malos también te construyen como persona, como banda, y de todo vas aprendiendo. Igual que cuando eres un chaval, te conviertes en adulto y en algún momento presuntamente maduras... porque nosotros todavía no hemos llegado a eso del todo (risas). Pero todo forma parte de la aventura, del aprendizaje. Tienes que pasarlas putas en el camino para saber cuáles son las herramientas con las que juegas.
A: Tienes que caerte de la bici y darte una buena hostia, hacerte una buena herida en la rodilla para aprender a pedalear.
G: A mí personalmente, me hizo mucha ilusión la primera vez que oyes una canción en la radio nacional, pues de repente sabes que eso lo está escuchando todo el país. También la primera vez que tocas fuera de España, porque salir cantando en castellano en Francia y Alemania es importante.
J: Tener la conciencia de que hemos sido también aventureros y pioneros en ese sentido, porque nosotros nos liamos la manta de la cabeza de manera coetánea con Héroes del Silencio. Francia ha sido durante muchos años nuestro segundo hogar, y nos hemos recorrido el centro de Europa de arriba a abajo disfrutando un montón. Eso tampoco ha sido un camino de rosas, pero forma parte del aprendizaje y de las cosas buenas que te brinda esta profesión. Viajar y conocer otras realidades, otros mundos, otras maneras de estar. Creo que eso nos ha hecho más grandes y mejores a todos, sin duda.
Habláis mucho de sonar en la radio, que era algo muy importante, pero ahora bastante menos. Celtas Cortos tiene 1,2 millones de oyentes mensuales en Spotify, que son muchos. ¿Es más difícil ahora hacerse escuchar con la cantidad de canciones que se publican cada día?
J: No controlo mucho, pero ahora Los 40 son básicamente la música urbana y los grandes de OT. Eso es lo que consume la inmensa mayoría de la chavalada. Están extintos los espacios que había antes para la música nacional y, desde luego, para el rock. El mainstream va por otro lado.
A: También es verdad que nosotros venimos de ese carril, la gente ahora se mueve de otra manera, maneja su propia difusión desde su colchón, no le hace falta ni levantarse, con el móvil te lo gestionas.
¿Por eso se crean artistas menos consistentes? Ahora mismo hay muchas grandes estrellas, grandísimas, pero parece complicado imaginar que muchas de ellas lleguen a cumplir 40 años en este negocio.
A: Eso es fruto del carácter efímero que tienen todas las creaciones artísticas ahora mismo. La tecnología está a favor de que sea más fácil crear, pero también está a favor de que haya mucha más gente creando.
J: Ahora es muy difícil que un chaval escuche un tema completo y no haga scroll y ponga el siguiente. Todo eso viene de la mano del pantalleo y de lo abducimos que se está. Por supuesto que hay estrellas emergentes y enormes, en un momento en el que el show y el espectáculo es lo que prima. Y por eso los conciertos se venden en ese mercado ya, como tantas cosas, como una experiencia, igual que te venden en un restaurante o ir a un spa o viajar a determinado sitio. Indudablemente, ir a un concierto es una experiencia, todo es una experiencia, pero ese sobreañadido con el que viene esa calificación es hijo de esta era.
G: ¿Quién escucha hoy un LP entero si ni siquiera se escucha una canción entera?
Una canción que mucha gente sí ha escuchado entera millones de veces es 20 de abril. ¿Debería el 20 de abril ser festivo nacional de una vez?
J: Yo ya lo llamo 'San 20 de abril' (risas).
Es una alegría, pero menudo peso también, ¿no? Es un orgullo, desde luego, pero igual alguna vez os ha dado pereza.
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J: Totalmente (risas).
A: El día 19 de abril es el cumpleaños de nuestro manager, fíjate (risas).
J: Ciertamente, al menos para mí, ha habido una época en la que sí que era una cuestión cansina, pero eso se ha transformado para bien, porque al final tú eres el creador de ese hijo, y cuando estás en directo y ves que a la gente esa canción les mueve la fibra de una manera especial y es un punto de encuentro tan grande, como ejecutante y artista encima del escenario eso es un abrazo inmenso. No puedes renegar de eso, porque a su vez tú recibes un feedback imponente, es un tsunami de energía. Así que bienvenido el santoral. Somos afortunados.