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En la variedad está el disgusto: qué pasa cuando el algoritmo junta en un festival a Vetusta Morla y Bizarrap

Bizarrap, Vetusta Morla, Maluma, Leiva, Aitana, Royal Blood, Duki, Xoel López, Trueno, Steve Angello, Viva Suecia, Wos, Kaiser Chiefs o Ginebras. Un plantel de lo más variopinto (y aún más extenso) que congregó a 42.000 personas por día (todavía más variopintas) el pasado fin de semana en O Monte do Gozo de Santiago de Compostela en O Son do Camiño. Un festival que despacha miles de abonos antes incluso de desvelar su cartel y que congrega tanto a cuarentones con centenares de conciertos a sus espaldas como a jovencitos ávidos de las novedades de los viernes en las plataformas de streaming. Algo así como dos universos paralelos que, de repente, se tocan y, claro, colisionan. 

En la variedad está el gusto. "Para eso están los festivales", afirma la cantante de Ginebras, Sandra Sabater, en un tuit en el que también expresa la otra cara, la del disgusto: "En varios conciertos (incluido el nuestro), las primeras filas estaban copadas de grupos sentados en el suelo reservando hueco para ver a un artista que actuaba después. Algunos estaban de pie, con cara de culo, bostezando e incluso vacilando. Esas personas no dejaban disfrutar del concierto a los que sí estaban ahí para escucharnos. No necesariamente fans, también curiosos. Es molesto, es irrespetuoso y es de tener bastante mala educación".

Una queja que ha provocado multitud de reacciones. Por ejemplo, de Rayden: "Esto lo viví yo el año pasado en un festival. Los festivales que quieren enganchar al público joven se están llenando de personas que solo escuchan el TOP 50 de Spotify y se piensan que si echan al artista o grupo que toca con su banda va a tocar su artista favorito antes". "A nosotros también nos ha pasado en varios festivales. Una pena", apunta en otro mensaje La Pegatina, mientras Chica Sobresalto añade: "Gracias por escribir sobre esto compañera. Me sentí igual".

Precisamente Chica Sobresalto (Maialen Gurbindo) explica a infoLibre que cuando vio que la gente se estaba sentando durante su actuación en O Son do Camiño pensó que estaba "haciendo un mal bolo", porque ante estas actitudes "en seguida te echas la culpa a ti". "Pensé que ellas se habían sentido como yo, siendo Ginebras, que levantan a cualquiera. Agradecí que Sandra escribiera eso y que se abra un debate para hablar de esto tranquilamente. Porque hay gente que no tiene respeto por una persona que se sube al escenario, que se lo merece solo por subirse, da igual quien sea, cuantos oyentes mensuales tenga o cuantos seguidores en redes sociales", apunta, aclarando que no son los jóvenes en particular los más irrespetuosos: "Quizás coincide que el concierto más top que había el día que yo toqué tiene público más joven, pero personas que no están valorando el hecho de subirte a un escenario las hay de todas las edades".

Eso sí, aprovecha la navarra para reclamar a todos los festivales, "de inicio, un trato más igualitario" para todos los artistas participantes, sin distinguir tanto entre los más comerciales y los menos populares, al tiempo que pone en valor propuestas con tanta diversidad como las del festival gallego en un momento en el que "los géneros musicales están muy desdibujados", algo que es "súper bueno". "Está guay que esté esto tan desdibujado, pero desde todas partes, de principio a fin, se hace mucha distinción entre los grupos más emergentes y los más top", lamenta, al tiempo que pide también más "empatía" hacia los artistas: "No es cosa de los tiempos que corren, ni de la gente joven, ni de los festivales en concreto, sino que ocurre que hay muy poca educación en el respeto hacia el artista. Esto me da como penica, porque no hay nada más chulo que conocer a una banda en directo en un festival, pero al final es cosa de cada cual".

El codirector O Son do Camiño y director de Esmerarte, Kin Martínez, coincide en la idea de que "los festivales son diversidad" y plantea a infoLibre que el cartel del festival gallego "está medido y es casi un estudio sociológico del reflejo de lo que pasa en las playlists musicales de novedades de los viernes" en las plataformas musicales de streaming. "Nosotros hacemos el reflejo en directo de lo que escucha la gente y del comportamiento social de la gente respecto a la música", destaca el también mánager de Vetusta Morla o Xoel López, reconociendo que en una propuesta tan abierta "hay pros y contras". "La experiencia para un artista no es buena. Yo lo hablé con Xoel y me decía que era casi como un reto ver si al final del concierto se había ganado a la gente. Y con Vetusta, al principio el público estaba como muy escéptico pero al final todos bailando y aplaudiendo porque tiraron hacia la épica del bolo sabiendo lo que había".

Y aún añade: "Me parece que hay un reflejo de lo que venimos cosechando todos estos años. No estamos protestando por lo que aparece en las playlists de las plataformas cada viernes, no hacemos eso, pero algo que yo llevo diciendo desde 2016 es que hay que trabajar en el desarrollo del talento en las salas de conciertos, en los locales de ensayo, en las escuelas de música... trabajar para que toda la cosecha musical pueda ser presentada de manera digna para que tenga las mismas oportunidades, y que no dependan solo de un algoritmo. Porque si depende de un algoritmo el reflejo de la realidad es esta. Y yo como promotor de un festival como O Son do Camiño tengo que vender tickets, y puedo meter a los artistas que considero que forman parte de la música, entre comillas, de verdad, pero el público es el soberano y yo no, por lo que al final el público es el que elige estar ahí e ir a la hora que quiere".

Martínez entiende que puede haber artistas que se quejen tocar mientras el público mira al móvil sin hacerles caso, pero defiende la transversalidad y la oportunidad en un evento de este tamaño que acoge a 42.000 personas de todas las edades por jornada: "Como mánager y como sello me gasto un dineral en el márketing digital permanentemente para captar comunidades y generar público. ¿Cuánto te costaría ganar 5.000 adeptos en un márketing digital? Valoremos eso también. Realmente, si lo haces bien, estar delante de 42.000 personas es una oportunidad y estás captando a mucha gente y llevándotela a tu terreno. Yo sé los datos de lo que Xoel o Vetusta Morla venden en Santiago, y sé perfectamente que en el próximo concierto voy a tener 1.000 o 2.000 personas más que van a ir porque los hemos captado".

El divulgador musical Noel Turbulencias, por su parte, abre otra vía al señalar que en el gran público de los espectáculos de masas "escasea bastante la curiosidad" desde siempre, por lo que prefiere que "se lo den todo masticado y fácilmente digerible". "De ahí el éxito de las radiofórmulas o ahora a lo mejor el algoritmo de TikTok", argumenta a infoLibre, extrapolando esto directamente a los festivales: "Si hay gente que va sobre todo a ver a esos cabezas de cartel, que son los que venden la mayoría de los abonos, entiendo que no estén acostumbrados a vertientes más alternativas y antiguas. Porque había gente en el mismo festival que se llevaba más de veinte años. Eso provocó un choque de maneras diferentes de entender la música, probablemente también de vivirla, o de estar conectado".

Por supuesto, este tipo de situaciones no son exclusivas de O Son do Camiño. Por supuesto que no. Sin ir más lejos, en el Primavera Sound los seguidores de Kendrick Lamar se dedicaron a corear el nombre del rapero estadounidense mientras estaban actuando unos Depeche Mode que empezaron 45 más tarde de lo anunciado por los atascos en los accesos de un público que, en su caso, también copó las primeras filas con antelación para disfrutar de su espectáculo, tal y como apunta a infoLibre el cronista musical Rafael Mozún. "En todo caso, esto de joder al resto de gente que quiere disfrutar de un festival es algo que está muy instaurado en la gente que cree que como paga una entrada tiene derecho a todo. Y el mensaje implícito que te dan algunos festivales es que si quieres disfrutarlo con tranquilidad tienes que pagar más, esto es, ser VIP", destaca, lamentando a su vez "que la forma de vivir un festival para la gente que tiene veinte años es totalmente diferente de lo que ha sido hasta ahora un festival de música". "Y que la libertad de hacer lo que uno quiera está por encima de cualquier derecho que tenga cualquier otra persona", apostilla.

Turbulencias incide en ese cierto "choque generacional" y de gustos musicales que en los grandes festivales puede resultar "frustrante" para algunas personas en concreto que, en última instancia, son a la vez las "más asiduas" a los espectáculos de música en vivo del tamaño que sea. "Tradicionalmente se ha pasado siempre de los teloneros, ha pasado muchísimas veces con la gente hablando antes de un gran artista y dando la espalda", reconoce, remarcando, eso sí, que es probable que en el caso concreto del evento gallego se haya producido por tener a artistas que a lo mejor habían sacado su primer disco al principio de los 2.000 y a artistas que en esos años eran niños todavía". Y agrega: "Puede haber un cartel con un término medio, incluso separando más los escenarios para que cada uno tenga su espacio, pero los jóvenes tienen que ser jóvenes y tener sus espacios al margen de los adultos, mientras los adultos tienen que tener también su manera de revivir la nostalgia y el disfrute de la mejor manera posible".

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Ana Medina, social media de varios festivales españoles, habla con conocimiento de causa del eclecticismo y la apertura a nuevos públicos como una "transición que debe ir haciéndose poco a poco". "En Sonorama Ribera, por ejemplo, llevamos años introduciendo música urbana: primero en un escenario al lado del recinto, después en un escenario propio dentro del mismo recinto y este año, por primera vez, los artistas que tienen un público visiblemente más joven estarán en los escenarios principales igual que el resto del cartel. Nunca nos hemos limitado a las etiquetas y somos conscientes de que todo tiene sus pros y sus contras, pero no podemos negarnos a la evidencia de que la música cambia y el público también. Es difícil mantener un equilibrio, pero creo que la vida del festival depende de ello. De momento, en Sonorama Ribera está siendo positivo. Por supuesto que habrá contras y también críticas, pero es que la otra opción es estancarse y condenar al festival a desaparecer dentro de unos años. El "renovarse o morir" también afecta a los festivales", explica a infoLibre.

En esta línea, además, recuerda que Sonorama fue pionero en incluir en su cartel nombres que a priori pueden descuadrar, como por ejemplo Raphael en 2014 rodeado de indies. "Fue increíble ver a sus fans fletar autobuses y aguardar en primera fila hasta que apareció en el escenario. Justo antes, actuaron Niños Mutantes. Seguro que no han tenido un público igual en su vida. Pero quizá ahí juega un papel clave la educación del público porque no recuerdo ningún problema con aquellas fans que superaban con creces la media de edad del festival", relata, antes de lanzar un alegato final por la educación y el respecto: "Creo que quienes se dan la vuelta en un concierto, hablan con sus colegas todo el rato o se sientan delante y no dejan disfrutar a los demás, carecen de educación y de empatía. Y eso no tiene nada que ver con la música".

Que todo esto no es algo nuevo lo sabe de primerísima mano Martínez, quien rememora el Festimad de 1996 en Móstoles en el que estuvo esperando sus "tres horitas" casi pegado a la valla para ver a Rage Against the Machine. "Estábamos allí unos cuantos esperando a nuestro artista y en medio de todo esto tocaron otros muchos que no me gustaban , pero estaba ahí delante", recuerda. Treinta años después, las preguntas no son tan distintas en realidad, aunque para él, tienen que ver con el tipo de industria musical que queremos tener en 2023. "¿La del algoritmo o establecemos unas segundas divisiones para que la música pueda salir y popularizarse?", se cuestiona el promotor, rematando: "El problema es que hay una generación que no conoce esa otra música porque no le llega jamás, algo que no ha pasado en la vida porque estaban la radio, las revistas o las propias tiendas de discos como espacio de encuentro... Y había una red de salas que también formaba parte de todo esto y lo estamos dejando caer. Ese es el problema".

Bizarrap, Vetusta Morla, Maluma, Leiva, Aitana, Royal Blood, Duki, Xoel López, Trueno, Steve Angello, Viva Suecia, Wos, Kaiser Chiefs o Ginebras. Un plantel de lo más variopinto (y aún más extenso) que congregó a 42.000 personas por día (todavía más variopintas) el pasado fin de semana en O Monte do Gozo de Santiago de Compostela en O Son do Camiño. Un festival que despacha miles de abonos antes incluso de desvelar su cartel y que congrega tanto a cuarentones con centenares de conciertos a sus espaldas como a jovencitos ávidos de las novedades de los viernes en las plataformas de streaming. Algo así como dos universos paralelos que, de repente, se tocan y, claro, colisionan. 

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