Con los tres conciertos en Barcelona Joan Manuel Serrat deja los escenarios tras casi un año de actuaciones de despedida, que inició en Nueva York y ha culminado en su ciudad natal. Ha sido una gira triunfal ante públicos emocionados, que han vibrado con sus canciones y se han sentido identificados con sus parlamentos, tal y como les ha venido contando infoLibre. Entre los espectadores —quizás sería mejor decir "participantes" en la ceremonia compartida que ha sido cada una de las citas— es posible que los más jóvenes crean que siempre ha sido así, tienen ecos de canciones escritas hace cuarenta o cincuenta años y que fueron éxitos desde el primer día, noticias lejanas de otras giras triunfales solo, o en compañía de otros; puede ocurrir que algunas de las asistentes comprobaron allí por qué se llaman Lucía, o Penélope; por fin, los menos avisados habrán vivido que se trata de un artista aún más querido que admirado. Pero no siempre ha sido así que, para llegar a este adiós, Serrat ha vivido momentos muy difíciles en lo profesional, incluso muy dolorosos en lo personal.
Joan Manuel Serrat Teresa nace en diciembre de 1943. Serrat por su padre, José, un obrero anarquista catalán, que pertenece al bando perdedor en la guerra civil; Teresa por su madre, Ángeles, aragonesa emigrada de Belchite, la población destruida durante "La Batalla del Ebro". Viven en el barrio barcelonés de "El Poble-Sec", entre las laderas de Montjuic, donde van naciendo chabolas de inmigrantes, y "El Raval", el barrio chino de la ciudad. Allí todo el mundo habla catalán, por más que el castellano sea de uso obligado en los barrios pudientes y en todo tipo de establecimientos oficiales, bancos y negocios. En el barrio, Joan Manuel es "El Nano"; en el resto de la ciudad, "El Noi del Poble-Sec", y él crece en el barrio,se funde con las calles cercanas a su domicilio como un catalán más. A los doce años marcha a Tarragona como alumno interno en la Universidad Laboral Francisco Franco. Tras titularse como tornero fresador, prosigue su formación hasta graduarse como perito agrícola en 1965, mientras practica con su guitarra y escribe canciones enraizadas con personajes y ambientes de su barrio ("La Carmeta", "La tieta", "El drapaire"); en ese mismo año debuta en el programa de Salvador Escamilla en Radio Barcelona y graba su primer disco, "Una guitarra", con cuatro temas. De inmediato, se integra en "Els Setze Jutges" (los 16 jueces), miembros de la denominada "Nova Cançó", en defensa de la lengua catalana, única que utilizan en sus canciones.
Al año siguiente lanza Ara que tinc vint anys y Cançó de matinada que incluye Paraules d'amor. Todos editados por la discográfica Edigsa, dedicada exclusivamente a canciones en catalán. Serrat empieza a ser conocido en toda España, de modo que, cuando su casa de discos en castellano Zafiro-Novola es seleccionada para representar a TVE en Eurovisión, ofrece Nos falta fe de Juan y Junior, El titiritero de Serrat, y La, la, la del Dúo Dinámico y los ejecutivos de televisión deciden que sea Joan Manuel el elegido, pero que interprete la canción de Manolo y Ramón. De hecho, Serrat graba un rudimentario videoclip que se manda a las televisiones europeas, y se emite en la española una y otra vez; la campaña de difusión se completa a principios de marzo con un especial titulado Así es... Así canta... Así compone... Joan Manuel Serrat, con el fin de promocionar al recién nominado representante de España en Eurovisión. En ese programa, Serrat cantó cuatro temas en catalán: Cançó de matinada, Paraules d'amor, Me'n vaig a peu y Ara que tinc vint anys, y los tres temas que hasta el momento había grabado en castellano: El titiritero, Mis gaviotas y Poema de amor.
Entre tanto, toda la Nova Cançó, Edigsa, y otros sectores catalanistas la emprenden contra Joan Manuel, al que llegan a tildar de "traidor a la causa catalana". Serrat cede a las presiones y anuncia el 25 de marzo que solo iría al festival si interpretaba la canción en catalán —según algunas fuentes muy fiables, lo que se pretendía era meter alguna estrofa en ese idioma, y tiraba por elevación—. Y se "arma Troya". TVE estaba embarcada, por orden del gobierno, en una fuerte campaña para blanquear el régimen de Franco en Europa; con Juan José Rosón (posterior ministro en la Transición) al mando ya se han conseguido premios en festivales internacionales de televisión y el de Eurovisión había de ser la culminación, al punto que el equipo que dirige Rosón ya ha tocado a varios jurados para que otorguen buenas puntuaciones a la canción española. Desde el gobierno la decisión es tajante: se prohíbe la difusión de las canciones de Serrat, no solo en televisión, sino en todas las emisoras de radio y sus discos desaparecen de todas las tiendas. Faltan dos semanas para el festival y se contacta, a través de su padre, que era representante de artistas, con Massiel, que se encuentra en México, y ya había alcanzado cierta fama como integrante de la llamada "canción protesta". La cantante se sube al primer avión, es despojada de sus atuendos austeros, se la enfunda en un vestido minifaldero a la moda del momento, y es lanzada al escenario de Londres. El resto es conocido: gana el festival, y Rosón y el gobierno suspiran aliviados.
Mientras, Joan Manuel, censurado por el régimen y denostado por el catalanismo, se tiene que buscar la vida fuera de España; graba, en colaboración con Augusto Algueró, la canción "Penélope", con la que se presenta, ya en 1969, al festival Internacional da Cançao Popular de Río de Janeiro, donde obtiene los premios a la mejor letra, música e interpretación, y que le permite iniciar una gira por la América de habla hispana, con éxito inmediato en Uruguay, Argentina y sobre todo Chile, donde su estreno en el Teatro Municipal de Santiago es emitido por la televisión nacional.
De regreso a España publica Dedicado a Antonio Machado, poeta. Sigue vetado por el régimen, no puede hacer promoción alguna en televisión o radios, pero el "boca a boca" funciona, y media España tararea textos del escritor musicados por Joan Manuel, sobre todo el denominado "Cantares", cien veces versionado por otros artistas. Se convierte en un gran éxito de ventas en los meses y años posteriores y acerca al poeta a millones de personas que nunca habían leído sus escritos. De hecho, medio siglo después sigue siendo demandado y algunos de sus temas forman parte de sus conciertos en directo. La repercusión del disco animará posteriormente a Serrat para realizar similares trabajos sobre textos de Miguel Hernández (por partida doble) y Mario Benedetti, además de musicar puntualmente poemas de otros autores, como el emocionante Vencidos de León Felipe.
Serrat sigue grabando discos en castellano y catalán, pero en esos primeros años setenta la censura mutila partes de sus canciones como en Fiesta, Muchacha típica, Edurne, Conillet de vellut... Algunas tienen una versión para España y otras, sin castrar, para América. Una vigilancia sobre el artista que se ve acentuada a finales de 1970, cuando, junto a un grupo de intelectuales y artistas, se encierra en el monasterio de Montserrat, como protesta por el proceso de Burgos y en contra de la pena de muerte.
Pero la persecución se muestra inane cuando, meses después, publica el álbum Mediterráneo, una obra definitoria de su momento presente y, al tiempo, de las vivencias de sus veintisiete años de vida. Junto a la canción que da título al conjunto, considerada por votación popular la mejor de la historia en castellano, figura Pueblo Blanco, una descripción desesperanzada de esa España rural que tantas veces ha escuchado a su madre; una de sus más bellas canciones de amor, Lucía; la exaltación de la nostalgia en Aquellas pequeñas cosas; la explicación de sus preferencias amorosa en La mujer que yo quiero... hasta culminar en la desesperanza tras la derrota, que escribió el citado León Felipe en Vencidos. Se ha escrito con frecuencia que se trata de su obra cumbre; puede que lo sea, pero quizás sea más justo afirmar que son las traslaciones —magistrales, sí— de los intereses y anhelos de ese Joan Manuel de 27 años, bien distintas de las reflejadas en obras posteriores.
Dos años después se edita en catalán Per al meu amic, considerado por la crítica uno de los trabajos mejor acabados de su carrera. Pero entretanto el artista sigue en la defensa de sus convicciones políticas, que quizás convenga definir como simplemente democráticas; en julio es detenido en Pamplona tras un recital en el que recuerda la entonces reciente huelga en Motor Ibérica que desembocó en un paro general en solidaridad con los trabajadores de esa empresa; puesto en libertad en pocas horas, fue multado con 50.000 pesetas por el gobernador civil. No obstante, y en demostración de las contradicciones de un régimen que vive cerca de su final, en 1974 TVE levanta el veto y emite un programa especial, A su aire, grabado en el teatro de la Alianza del Pueblo Nuevo de Barcelona, con canciones en castellano y catalán. Pero solo era un paréntesis; las ejecuciones de militantes FRAP y ETA, el primero de octubre de 1975, pillan a Serrat en México, y el cantante da una rueda de prensa para condenar el franquismo y sus medidas represivas; como ocurriera tras el episodio de Eurovisión, se ordena la retirada de todas sus obras, se prohíbe la difusión en radio y se ordena su busca y captura, lo que le convierte en un exiliado que, queda además aislado en México, ya que los triunfos de las dictaduras en buena parte de Latinoamérica le niegan la entrada en esos países.
Tras más de un año en esa situación, vuelve a España lleno de zozobras ante la posibilidad de ser detenido en cualquier momento. Había publicado Para piel de manzana, cuya difusión se vio lastrada por los acontecimientos hasta que se promulgó la amnistía, y pudo grabar 1978, y más tarde Tal com raja traducido al castellano como Tal como sal. En esa etapa comienza a abrir sus conciertos con Para la libertad de Miguel Hernández, a la que ha añadido nuevos arreglos sonoros. Entre 1981 y 83 salen En tránsito y Cada loco con su tema, ambos con gran éxito, y muestra de una gran salto temático sobre la época marcada por Mediterráneo. Es Serrat, pero otro Serrat, fruto de otras inquietudes, distintas vivencias, pero siempre Serrat. Ha pasado casi una década sin poder hacer giras por Latinoamérica, pero, con la inminente caída de la dictadura Argentina se presenta en el Luna Park de Buenos Aires para un concierto que se considera histórico al simbolizar la victoria de la democracia; actúa en otros países vecinos, no en Chile, al que no puede entrar, a pesar de sus éxitos de diez años antes, hasta que Pinochet no salga del poder. Allí volverá el 26 de abril de 1990, para realizar un concierto en el Estadio Nacional, donde entre otros temas, interpretará Volver a los 17, de Violeta Parra, en recuerdo de otros tantos años en los que ha tenido prohibida la entrada.
En 1984 publica Fa vint anys que tinc vint anys, donde muestra sus inquietudes sociales y ecológicas, y al año siguiente El sur también existe, sobre poemas del uruguayo Mario Benedetti, al que siguen Bienaventurados y Material sensible, hasta desembocar en los noventa con Utopía y Nadie es perfecto, antes del disco doble en homenaje a sus antiguos compañeros de la Nova Cançó bajo el título Banda sonora d'un temps, d'un país. En 1996 se une a Víctor Manuel, Ana Belén y Miguel Ríos para realizar una gira por España con el nombre de El gusto es nuestro, que se continúa el año siguiente por varios países de América, y da lugar a un disco y un DVD. En 1998 edita Sombras de la China, en el 2000 reúne toda su discografía anterior digitalizada en formato CD, y en 2002 publica Versos en la boca, con nuevos temas después de cuatro años y poemas de Tito Muñoz, Eduardo Galeano y Luis García Montero. Poco más tarde aparece Serrat sinfónico e inicia gira con Versos en la boca durante la cual corren rumores, luego confirmados, de que padece un carcinoma en la vejiga, del que es tratado con quimioterapia. Tras su recuperación emprende una nueva gira junto a Ricard Miralles, y sus temas ya clásicos, bajo el nombre de Serrat 100x100, en la que ofrece 150 conciertos por España durante año y medio. Ya en 2017 realiza una gira con Joaquín Sabina, que denominan Dos pájaros de un tiro, con la que recorren treinta ciudades españolas y veinte americanas, y en la que Joan Manuel interpreta canciones de Sabina. Tras nueva gira con Serrat 100x100, graba un segundo disco de homenaje a Miguel Hernández, Hijo de la luz y de la sombra.
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Vuelve a la colaboración con Sabina para grabar en disco La orquesta del Titanic con el que giran por Uruguay, Argentina, Chile, México, Estados Unidos, Costa Rica, República Dominicana y España. En 2017 y 2018, realiza la gira Mediterráneo da Capo en España, Francia y América, que conmemora el 47 aniversario de Mediterráneo. En noviembre del año pasado anuncia su próxima retirada de los escenarios con una gira de despedida, que ha concluido este 23 de diciembre en Barcelona.
Hace casi cuarenta años, cuando el artista llevaba veinte ya en los escenarios, el periódico en el que trabajaba me encomendó cubrir un concierto que daba en la plaza de toros de Las Ventas; aquella noche titulé: Quince mil madrileños no querían que Serrat se marchara nunca; pocos días después tuvimos un encuentro, con la única presencia de mi pareja que actuó como discreta fotógrafa, en el hotel en el que se alojaba, al lado del aeropuerto; supongo que como entrevista debió ser un fiasco; se trató más bien de una conversación de más de una hora en la que me limité a dar pie a cada uno de sus recuerdos y vivencias que tuvo a bien compartir sobre canciones que me parecían estupendas y que él no valoraba tanto, o visitas a Colliure desde Calella de Palafrugell cuando prepara la obra dedicada a Antonio Machado, y que él describía más con gestos emocionados que con declaraciones explícitas. Aquel día no conseguí respuestas llamativas, ni titulares grandilocuentes: quizás, incluso, fracasé como periodista, pero logré acercarme, al menos un poco, a la personalidad de Joan Manuel.
Ahora, ya no estará nunca más sobre el escenario, por más que lo quisieran aquellos quince mil madrileños y no se cuantas más personas en España y en América, se ha bajado para siempre... Pero mucho del poeta, del cantautor, del demócrata frente a todo tipo de dictaduras, se ha quedado en nosotros, que volveremos a emocionarnos cuando volvamos a escuchar esos versos Soplaban vientos del sur y el hombre emprendió viaje..., o A mano derecha según se va al cielo, veréis un tablao que montó Frascuelo..., o los prestados por Miguel Hernández ...Porque soy como el árbol talado que retoño Aún tengo la vida, aún tengo la vida.
Con los tres conciertos en Barcelona Joan Manuel Serrat deja los escenarios tras casi un año de actuaciones de despedida, que inició en Nueva York y ha culminado en su ciudad natal. Ha sido una gira triunfal ante públicos emocionados, que han vibrado con sus canciones y se han sentido identificados con sus parlamentos, tal y como les ha venido contando infoLibre. Entre los espectadores —quizás sería mejor decir "participantes" en la ceremonia compartida que ha sido cada una de las citas— es posible que los más jóvenes crean que siempre ha sido así, tienen ecos de canciones escritas hace cuarenta o cincuenta años y que fueron éxitos desde el primer día, noticias lejanas de otras giras triunfales solo, o en compañía de otros; puede ocurrir que algunas de las asistentes comprobaron allí por qué se llaman Lucía, o Penélope; por fin, los menos avisados habrán vivido que se trata de un artista aún más querido que admirado. Pero no siempre ha sido así que, para llegar a este adiós, Serrat ha vivido momentos muy difíciles en lo profesional, incluso muy dolorosos en lo personal.