En la era de la comunicación, vivimos más incomunicados que nunca. Abrumados por la cantidad de información con la que somos golpeados incluso mientras dormimos, con el teléfono móvil bien a mano, no sea que nos perdamos algo. Desde la apariencia de libertad, pasamos los días y las noches vigilados. Manipulados incluso en nuestras relaciones personales, que aún siendo todavía sociales, son cada vez más virtuales.
Esa es la historia de Lucía y Carlos, dos jóvenes que van a la misma clase, en el mismo instituto, pero ella pertenece al grupo de los unos y él al mundo de los otros. Estos universos están dirigidos por grandes corporaciones comerciales que impiden que los unos se relacionen con los otros pero, sin embargo, ante la imposibilidad de encontrarse en el mundo real, Lucía y Carlos consiguen derribar los muros amándose por WhatsApp.
"Hay muchas personas que se hablan solo por WhatsApp", apunta a infoLibre Albert Pla (Sabadell, 1955), músico y artista multidisciplinar que vuelve a la escritura con, efectivamente, Los unos y los otros (Desacorde Ediciones). Un "diálogo epistolar", como él mismo resume para referirse a una novela digital escrita en formato de WhatsApp y que solo puede leerse descargándola en como una aplicación en el teléfono móvil. "Empieza a haber relaciones más intensas por WhatsApp o virtuales que en persona", añade, para después rematar con una consecuencia directa de este comportamiento: "Sin batería en el móvil estamos muertos".
La excusa de Carlos para escribir un primer mensaje a Lucía es un trabajo de clase sobre Mayo del 68. Nunca antes han hablado en persona, pero ya están entablando una relación escrita por chat que progresivamente va a más. Ambos se prometen saludarse al día siguiente, pero no es sencillo, pues ella es de iPhone y él de Samsung. Ella es de Nike y él de Adidas. Ella es de Zara y él de H&M. Ella es de Mac y él de PC. Con semejante panorama, definitivamente, estos peculiares Romeo y Julieta del siglo XXI lo tienen crudo. "No vas a llevar unos pantalones Adidas con una camiseta Nike, insensato", bromea Albert.
"Oy tampoco emos ablado", le espeta ella después de varios días. "Es que siempre estás con tu grupo y me da corte", responde él. La distancia es insalvable, pero sin darse cuenta su relación clandestina (sus colegas de grupo no pueden bajo ningún concepto saber de su relación) va afianzándose con cada nuevo mensaje. Se cuentan sus vidas e incluso llegan a tener sexo virtual, pero son incapaces de hablarse cara a cara en un mundo que les mantiene en esferas no ya antagónicas, sino directamente enfrentadas. Muy a lo West side story, pero sin canciones ni bailes.
No es que con WhatsApp les valga, es que no encuentran otra manera. "No sé si será la marca WhatsApp o la que quieras, pero creo que mandándonos mensajes va a haber un lenguaje internacional con el que podré tarde o temprano hablar con una persona de China con emoticonos y caracteres", plantea Pla, para luego agregar: "Es bestial poder inventarse un idioma entre toda la humanidad ahora que ya por fin nos podemos comunicar unos con otros. Antes estábamos destinados a comunicarnos en inglés y era muy triste".
Remarca entonces el autor que para escribir Los unos y los otros ha llevado "al extremo" situaciones reales pues, a su juicio, más o menos todos tenemos una personalidad "paralela" en la vida real y en WhatsApp. Por eso, plantea, hay gente que "igual te cae muy bien por WhatsApp pero en persona son un desastre, o al revés". Y luego está, prosigue, esa gente "que no es que no te hable en la vida real, es que no te llaman ni por teléfono porque está mal visto, es mejor avisar antes con un WhatsApp".
Eso sí, lejos de demonizar esta dichosa aplicación de mensajería que de tan instantánea es omnipresentemente invasiva, quiere ver Albert el lado positivo: "A mí me ha unido con mucha gente con la que tal vez hubiera perdido la relación. Me permite estar comunicado con ellos". Y para mantener estas relaciones, reconoce divertido que él escribe "como se debe escribir" en WhatsApp, es decir, obviando a la RAE: "Me parece intolerable que me digan hola con H. Me emociono cuando me mandan un mensaje y tardo en descifrarlo porque hay tantas palabras juntas y tantos signos sustituyendo pronombres. Me gusta descifrar cómo lo pone. Si lo llegas a entender es fantástico el lenguaje que puedes hacer".
En cualquier caso, entre tanto mensaje, concluye el artista que "no hay nada mejor para dejarte incomunicado que comunicarte mogollón de cosas". La era de la incomunicación, otra vez, en definitiva, algo que lleva también al ámbito de la información: "Este es el abc de la política y de las noticias que nos llegan. Cuando no te interesa una noticia la tapas con otras, es facilísimo".
Desde aquí, salta el catalán a la temática principal de Los unos y los otros, más allá del formato en el que está escriba la obra: la influencia salvaje de las grandes corporaciones en nuestras vidas. "Las marcas comerciales son lo único que pueden cuestionar al nacionalismo. Que el mundo esté dividido por naciones es una tontería, no creo que sea una veleidad juvenil", argumenta.
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Y continúa: "Fíjate en Qatar, en Abu Dabi... países que se denunciarían y no se tendría ninguna relación política con ellos pero, en cambio, las marcas, el capitalismo, los une. Las marcas están cuestionando éticamente a los países. Tanto rollo y tanto social, pero los negocios siguen. Y los negocios vencerán. El dinero es un inventazo, es el mejor sistema de comunicación que ha hecho la humanidad. Estoy convencido de que si Venezuela y Cuba fueran países multimillonarios tendríamos otro tipo de relación política con ellos. Pero tampoco estamos descubriendo la sopa de ajo, eh".
Cambiando de tercio, Pla se declara "lector de viaje", pues básicamente lee en el tren, en la furgoneta o en los aeropuertos debido a su intensa actividad artística (va a pasar todo el año de gira). Por eso no sorprende que se declare, asimismo, lector digital, pues así le resulta "más práctico". "Puedo tener más libros y puedo viajar con ellos encima", destaca.
Menos convencional es su siguiente afirmación: "Eso de que los libros huelen bien... la verdad es que a mí siempre me ha parecido que los libros huelen mal. Y cuando entro en una casa donde alguien tiene muchos libros lo asocio con ácaros". Por eso no sorprende que un espíritu libre como él, que ahora además abre una original nueva vía con una novela en formato WhatsApp, termine manifestando su deseo de ir por la vida ligero de equipaje: "Yo le agradezco a la tecnología que me haya librado de los libros y los discos que tenía en casa. Un día decidí tenerlo todo y se acabó tanta cosa".
En la era de la comunicación, vivimos más incomunicados que nunca. Abrumados por la cantidad de información con la que somos golpeados incluso mientras dormimos, con el teléfono móvil bien a mano, no sea que nos perdamos algo. Desde la apariencia de libertad, pasamos los días y las noches vigilados. Manipulados incluso en nuestras relaciones personales, que aún siendo todavía sociales, son cada vez más virtuales.