Este miércoles 23 de junio Netflix estrena El caso Wanninkhof-Carabantes, un documental escrito y dirigido por Tània Balló (Las Sinsombrero) que analiza el "circo mediático" y la "lesbofobia" que que tuvieron lugar en el juicio paralelo que se vivió en uno de los casos más célebres de la crónica negra española de las últimas décadas y que terminó con la condena de Dolores Vázquez, la que había sido pareja de la madre de Rocío, Alicia Hornos, en un fallo judicial que años después se demostró erróneo.
El asesinato de Rocío, de 19 años, en septiembre de 1999 llevó a la detención de Dolores Vázquez pese a la falta de pruebas. Tras su condena, la acusada pasó en prisión 17 meses pero años después el crimen de Sonia Carabantes, perpetrado en 2003, fue la clave para dar con el verdadero culpable de ambos delitos, Tony Alexander King. Vázquez era expareja de la madre de Wanninkhof y la producción dirigida por Tània Balló analiza cómo su orientación sexual y su aspecto dieron pie a un "circo mediático" que jugó en su contra a la hora de ser condenada en los tribunales y por la opinión pública.
"A Dolores Vázquez le recomendaron varias veces que cambiara su aspecto, que fuera más amable. Le dijeron que en el juicio intentara sonreír", relata Balló en una entrevista concedida a Europa Press. Las crónicas del momento describían a Vázquez como una mujer autoritaria, corpulenta, que practicaba kárate y que se mostraba fría frente a las cámaras. "La imagen de Dolores Vázquez fue fundamental para su condena pero, ¿de qué imagen estamos hablando, de la que era realmente o de la que se construyó?", se pregunta.
"No salía sonriendo, pero la que le estaba cayendo no era para estar contenta. No olvidemos una cosa, ella acababa de perder a una persona a la que quería mucho. Rocío Wanninkhof era una niña a la que había visto crecer", destaca la realizadora, que defiende que la exculpada no era "agresiva ni dominante".
Beatriz Gimeno, que participa en el documental, puso nombre al fenómeno social que acabó con Vázquez en prisión: La construcción de la lesbiana perversa. En este libro publicado en 2008 y cuya idea sigue Balló en el documental se habla de cómo la lesbofobia y la masculinización de la acusada tuvieron mucho peso en su destino. "Dolores tomó la decisión de no entrar en el juego de los estereotipos", señala la directora. "En el juego de la simbología su físico era determinante", lamenta Balló, que revela que intentó sin éxito contactar con Vázquez para que participara en el documental.
"Presenté este proyecto sabiendo que era imposible. Yo ya sabía que su convencimiento es mantenerse en un lugar de silencio. Lo respeto, lo comparto y lo entiendo. Ese silencio consolida la tesis de las graves consecuencias de este caso", admite la creadora, que denuncia que Dolores nunca fue indemnizada económicamente por su tiempo en prisión. "Más allá de la indemnización pedimos un perdón público, pero yo pienso mucho en cómo sería ese perdón público. ¿Cómo nos lo imaginamos? Es un gesto que no tenemos identificado como sociedad", razona.
Alicia Hornos, madre de Wanninkhof, sostuvo desde el principio que Vázquez era culpable, discurso que ha mantenido en sus intervenciones en medios de comunicación en los últimos años. El documental explica que, ante la falta de evidencias físicas, la primera hipótesis que adoptaron las autoridades era la del mal llamado crimen pasional, lo que centró todas las miradas en Vázquez.
"A Alicia Hornos durante un año nadie le dijo qué había pasado con su hija, nadie le pudo explicar qué había pasado. La Guardia Civil le dijo que era Dolores Vázquez, no le dejaron opción. La convencen de ese trato. La policía y la Guardia Civil en ese momento asumieron que era así", esgrime. "A partir de ahí Alicia Hornos fue un agente necesario para que ese relato en la intimidad se traspasara a la opinión pública", analiza la cineasta.
Sin embargo, Balló considera que la sociedad "no supo proteger ni cuidar" a la madre de la víctima, que no tuvo oportunidad de superar el duelo "en un espacio de intimidad". "Se la utilizó, se la puso en primera línea porque se necesitaba su relato y ese relato se manipuló", defiende la directora, que aclara que Hornos es "una víctima" del sonado caso.
El tratamiento periodístico del caso de Rocío Wanninkhof destapó uno de los grandes fallos del sistema: el manejo de la presunción de inocencia. "Debemos tomarlo muy en serio, lo tenemos absolutamente banalizado, parece que no sea un derecho imprescindible", denuncia la catalana. "La realidad nos demuestra que, cada equis tiempo, por desgracia hay una nueva tragedia y se genera un nuevo circo mediático alrededor", valora.
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"Hemos mejorado en algunos aspectos, tenemos una ciudadanía un poquito más crítica", dice la entrevistada, que invita al periodismo a "hacer una reflexión" sobre la cobertura de la crónica negra. "Tendría que haber líneas que no se pudieran traspasar", comenta.
La barcelonesa subraya también el calado que el 'true crime' puede tener en el imaginario colectivo, apelando a la responsabilidad de los creadores para no "revictimizar" a las mujeres ni colocarlas en situaciones de vulnerabilidad. "Ha trabajado mucho para no generar espacios de pánico", expone.
Este miércoles 23 de junio Netflix estrena El caso Wanninkhof-Carabantes, un documental escrito y dirigido por Tània Balló (Las Sinsombrero) que analiza el "circo mediático" y la "lesbofobia" que que tuvieron lugar en el juicio paralelo que se vivió en uno de los casos más célebres de la crónica negra española de las últimas décadas y que terminó con la condena de Dolores Vázquez, la que había sido pareja de la madre de Rocío, Alicia Hornos, en un fallo judicial que años después se demostró erróneo.