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La pandemia acelera la revolución televisiva: la ficción desaparece de las cadenas en abierto

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Pensemos en algunas de las series españolas más celebradas por la crítica de los últimos meses: Veneno, Patria, Antidisturbios, Hierro, Reyes de la noche, Maricón perdido. Y ahora añadamos otro puñado de series españolas de consumo masivo, como Élite, Sky Rojo, La Casa de Papel, El internado. Veneno se emite en una plataforma de pago (Atresplayer Premium), como Patria (HBO), Antidisturbios (Movistar+), Hierro, Reyes de la noche (misma cadena) y Maricón perdido (TNT). Élite, Sky Rojo y La Casa de Papel están disponibles en Netflix, mientras que El internado puede verse en Amazon Prime Video. Son solo algunos ejemplos, pero la pregunta es evidente: ¿dónde están las series de las cadenas en abierto? La respuesta de la consultora audiovisual GECA es tajante: “casi el 100% de las emisiones de ficción han sido redifusiones, no ha habido casi emisiones inéditas”. No es que no haya casi ficción de estreno en la televisión de toda la vida: ahí están las series diarias de TVE, como Servir y proteger o la nueva Dos vidas, o Parot y La caza. Tramuntana, en la misma cadena... Pero su presencia es ya casi anecdótica.

Pese a la rotundidad del dato, en GECA no se sorprendieron. Por un lado, porque el coronavirus afectó a algunos procesos de producción, retrasó algunos estrenos y llenó la parrilla de informativos y programas de actualidad. Además, la bajada de ingresos publicitarios —pese a que, con un público cautivo en el más literal de los sentidos, la tele alcanzara récords de audiencia— hizo que las cadenas echaran el freno de sus proyectos más caros y arriesgados (a menudo, ficción). Pero es que esto llegaba sobre un mar de fondo. “La ficción se está yendo a las plataformas”, dice, tajantemente, Susana Peregrina, analista responsable del informe La producción de televisión. Temporada 20/21, elaborado por GECA. En el documento, se analizan las horas de emisión de los canales generalistas nacionales, los TDT y los primeros canales autonómicos, entre septiembre de 2020 y junio de 2021. Se incluyen todos los programas de más de 10 minutos, siempre que no se emitan de madrugada (unas largas horas de emisión que podrían distorsionar los resultados). El volumen de horas analizado es tal que la conclusión resulta abrumadora. Y las expertas consultadas coinciden: no hay vuelta atrás.

“Los huecos por géneros en la televisión en abierto han cambiado”, dice Peregrina. “Los contenidos más premium y que se puedan consumir en diferido se irán yendo a las OTT [plataformas de streaming], y los grandes espectáculos o programas que no tiene sentido ver en diferido van a ser el grueso de las emisiones”. Elena Neira, experta en televisión bajo demanda, profesora de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y autora de Streaming Wars, cree además que este cambio se ha acelerado por el coronavirus, pero que no volverá a la normalidad tras él. “Veo muy difícil restaurar la situación anterior”, dice. “Al final, la comodidad desbanca a la calidad, y es mucho más cómodo ver una serie de televisión en un formato adaptado a ti, a tus tiempos, que tener que estar delante de la tele a una hora determinada. Por otra parte, las cadenas han encontrado desde hace tiempo formatos que les funcionan igual o mejor que las series y que son más baratos”. Eso no quiere decir que esta “bifurcación de los géneros” extremada por el coronavirus —las series a las plataformas; los informativos, debates y concursos, a la televisión de toda la vida— sea perfectamente estanca. Atresmedia produjo la serie Veneno para Atresplayer Premium, pero llevó luego a Antena 3 algunos capítulos. Series como La que se avecina se estrenan en Amazon Prime Video para emitirse luego en abierto en Telecinco. Este terreno gris se mantendrá, dicen ambas entrevistadas, al menos hasta que las cadenas saquen conclusiones sobre qué modelo les conviene más en este nuevo escenario.

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Y si las series se van de la parrilla, ¿qué ocupa su lugar? Según el informe de GECA, mucho entretenimiento en directo. En las televisiones nacionales en abierto, un 40% del contenido es producción propia, y un 36% es producción ajena. En este último, las productoras líderes en estrenos son Mediapro (que tiene los derechos del fútbol pero también produce programas como El Intermedio o Atrápame si puedes), Unicorn (Ya es mediodía, El programa de AR), La fábrica de la tele (Sálvame, Rocío, Todo es mentira) y Cuarzo Producciones (La isla de las tentaciones, Viva la vida, Madrid directo). Juntas, acumulan más de 8.100 horas. (GECA es propiedad del grupo Mediapro). “Estas productoras han comprendido muy bien lo que quiere el público y lo que funciona, se han especializado y son muy eficaces a la hora de explotar su audiencia”, señala Susana Peregrina. Además, ciertos formatos, como Sálvame y otros programas que se nutren básicamente de debates, son baratos en comparación con otro tipo de producciones, y ocupan muchas horas de parrilla. Además, los contenidos de unos programas alimentan a otros en una especie de ciclo de la vida televisiva. “La televisión comercial vive de la concentración de audiencia, que es lo que pretenden programas como El Hormiguero o Mask Singer”, explica Elena Neira. “El objetivo es concentrar el mayor número de personas en ese timeslot, y si puede ser por el menor dinero posible, mejor”.

Esa no es la lógica de la televisión pública, que, en palabras de Neira, lo que quiere es “una programación lo más diversa posible”. Y que además, como apunta Peregrina, tiene limitaciones a la producción ajena, que es la que suele realizar este tipo de contenidos. No es de extrañar, entonces, que la ficción encuentre todavía en Televisón Española un pequeño reducto. Está, por ejemplo, Servir y proteger, serie diaria que cumplió hace poco su capítulo número 1.000, Dos vidas, Estoy vivo, Cuéntame cómo pasó, Acacias 38, Leonardo (coproducción internacional) o El comisario Montalbano (serie italiana). Es justamente la serie diaria la que sigue aguantando a nivel de audiencias, dice Elena Neira, pero las demás no alcanzan las cifras de antes. Estoy vivo (RTVE), por ejemplo, se despidió con una media del 6% de share, mientras que la primera temporada, en 2017, tuvo una media del 14%. La serie más vista de la temporada, la turca Mi hijaMi hija, alcanzó un 17% de share, mientras que La isla de las tentaciones, el programa de entretenimiento más vistoLa isla de las tentaciones de la temporada, obtuvo el 18%.

Si la parrilla ha cambiado y las audiencias también, eso quiere decir que cambian con ellos los debates públicos. El ranking de Twitter de la consultora Kantar Media, que mide la conversación en la red social en torno a la parrilla televisiva, está liderado por Supervivientes y sus programas derivados, a los que siguen Sálvame Naranja y Viernes Deluxe. Es cada vez más difícil que el debate público sobre televisión se aglutine en torno a la ficción. De nuevo, eso no quiere decir que no haya excepciones, como Antidisturbios, según indica Neira: “Se producen microfenómenos, pero la conversación no dura tanto, bien porque la competición es alta o bien porque la serie se estrena en bloque”. El último “gran fenómeno seriéfilo” del que vamos a ser testigos, aventura, fue Juego de Tronos, la única serie recienta “capaz de concentrar esos volúmenes de conversación”. La tele ha cambiado, y nosotros con ella.

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