Cultura
El presidente del Grupo Planeta: “Máximo respeto a las decisiones judiciales”
En plena reacción a la publicación de la sentencia del Tribunal Supremo contra los líderes del procés, el Grupo Planeta se prepara para celebrar el 70 aniversario de la editorial. Este lunes, el sello celebraba la tradicional rueda de prensa previa al fallo de la 68ª edición del Premio Planeta, que se anunciará el martes por la noche, y, mientras miles de personas se manifestaban en ciudades como Barcelona, Girona y Vic, el grupo continuaba con los fastos. Pese a las preguntas de los periodistas, la dirección de la que es una de las principales empresas catalanas quiso mantenerse al margen. Su presidente, José Creuheras, rechazó establecer la posición del grupo sobre la sentencia, que condena hasta a 13 años de cárcel por sedición a los políticos encausados, y expuso solo la suya propia: “España es un país afortunadamente democrático, es un Estado de derecho. Máximo respeto a las decisiones judiciales”.
El directivo aclaró, asimismo, que la sede social y fiscal del grupo continuará en Madrid, a donde se trasladó en 2017 como respuesta al proceso independentista: “No tenemos ningún motivo para pensar en cambiarla”. Tampoco había sorpresas en cuanto a la asistencia de miembros del Govern a la gala del martes, que es un acontecimiento tan político y empresarial como literario: aunque tradicionalmente han asistido a él representantes de la Generalitat, no fue así el pasado año ni lo será tampoco este. “Dadas las circunstancias, no lo tenemos confirmado”, decía Creuheras.
“Sabemos que la Generalitat está representada seguro por dos expresidentes, pero creo que no vamos a tener representantes [actuales] de la Generalitat”. Sí acudirán, como confirmó el directivo, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y el ministro de Cultura, José Guirao. Ambos asistieron también a la edición de 2018.
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La editorial ha recibido 564 novelas casi un centenar menos que el año pasado. La mayoría de ellas provenientes de España (306), seguida por América Latina (132). Sin embargo, el jurado del Grupo Planeta suele preferir autores españoles. En la última década, solo un latinoamericano, el mexicano Jorge Zepeda Patterson, ha logrado hacerse con el premio. En una rueda de prensa del galardón, que se fallará en la noche del 15 de octubre como cada año desde 1952, el jurado hizo públicos los títulos provisionales y argumentos de las 10 novelas que optan a hacerse con los 601.000 euros reservados para el galardón y los 150.250 euros del finalista. Cuatro de ellas están firmadas con el nombre real de sus autores –Luis Aleixandre Giménez, Viviana Rivero, Joaquín Guerrero Casasola y Pedro Manuel Fraile Pérez–, y las restantes se presentaron bajo seudónimo, como suele ser habitual. Entre ellas, según destacó el comité formado por Alberto Blecua, Fernando Delgado, Juan Eslava Galán, Pere Gimferrer, Carmen Posadas, Rosa Regàs y la editora Belén López –que actúa como voz del sello y secretaria con voto–, abunda el género del thriller, ya sea más cercano al género policial o al terror, algo que el jurado consideró un rasgo de época.
No pertenecían al género del thriller policial ni el ganador del año pasado, Santiago Posteguillo con la novela histórica Yo, Julia, ni el del anterior, Javier Sierra con El fuego invisible, pero en esta edición, seis de las novelas seleccionadas encajan en dicha familia narrativa, según las descripciones de Juan Eslava Galán, portavoz del jurado. El escritor lo explicaba de la siguiente forma: “El Planeta busca lectores, no necesariamente autores. Los que se presentan al premio responden a la moda literaria de ese momento. Hay un gusto por el relato policial porque es lo que la gente está leyendo con fruición”. Así, Dios no baja a los infiernos, de Luis Aleixandre Giménez, es una “novela negra ambientada en Valencia”; Cristales rotos, de Melchor Marín (seudónimo) se trata de “una novela policiaca, teñida de índole psicológico”; La rosa de Jericó, de Salomé Becerra (seudónimo), es “una novela que está a medio camino entre el thriller y el relato de terror”, ambientada en Galicia; El principito secuestrado, de Joaquín Guerrero Casasola, es “un relato de espías”; La cunda y la luna, de Pedro Manuel Fraile Pérez, está “a medio camino entre el drama y el relato policial”; y El diario de Shara Clayton, de L’omertá (evidentemente, seudónimo), es “un thriller psicológico, de terror”.
No obstante, Eslava Galán se detuvo especialmente en la novela La familia es una guerra de guerrillas, de Mercedes Gallagher (seudónimo, aunque es también el nombre de una escritora peruana fallecida en 1950): para el escritor, el libro “se lee con una sonrisa y de vez en cuando a carcajadas” y presenta a 10 hermanos que son “10 caracteres muy distintos maravillosamente dibujados”. También mencionó el jurado el manuscrito de 5.749 días, de Ana Sánchez (seudónimo), “una novela de fondo político que refleja la fractura social que ocurre en Colombia a raíz de la guerra de guerrillas”, y El músico del metro, de Viviana Rivero, en la que un joven argentino sigue los pasos de su abuela española durante la Guerra Civil. La escritora Rosa Regàs, miembro del jurado, señaló que todas las novelas seleccionadas trataban “los problemas actuales, y entre ellos, el problema no resuelto de la Guerra Civil”, más como “ambiente” que como “argumento”, una opción literaria que no dudó en celebrar.