La Real Academia Española (RAE) vivirá el próximo jueves unas elecciones anómalas. Primero, porque un proceso que normalmente suele pasar desapercibido en los medios ha copado decenas de titulares. Segundo, porque la existencia de dos candidatos informales contrapuestos es notoria —el periodista y expresidente del grupo PRISA, Juan Luis Cebrián, y el historiador Santiago Muñoz Machado—, cuando los comicios no cuentan aquí con candidaturas formales, sino que cada académico vota al compañero o compañera que considera. Tercero, porque la tensión es evidente, con una Academia dividida entre ambos candidatos o sorprendida ante el enfrentamiento.
El próximo jueves 13 de diciembre el Pleno de la institución se reunirá a las 19.30 para elegir al sucesor de Darío Villanueva, actual director, así como a un nuevo bibliotecario y un vocal segundo. Tienen derecho a voto 44 de los 46 académicos, ya que el crítico Carlos García Gual y el dramaturgo Juan Mayorga son solo académicos electos y no han ingresado formalmente en la Academia. En esta primera ronda, el nuevo director tiene que ser elegido por mayoría absoluta de los votos emitidos. Así fue elegido Villanueva, catedrático de Teoría de la literatura y Literatura comparada, en 2014.
Pero en esta ocasión la cosa no parece estar tan clara: aunque el favorito parece ser Santiago Muñoz Machado, según las fuentes consultadas por este periódico, otros advierten que los números estarán igualados. De no alcanzarse esta mayoría, según los Estatutos, la votación se pospondrá una semana, hasta el 20 de diciembre. En la nueva sesión figurarán como candidatos solo los tres nombres más votados en la jornada anterior, pero deberá alcanzarse aún la mayoría absoluta. Así fue nombrado director José Manuel Blecua en 2010. Si esto no se produjera, se votará de nuevo solo entre los presentes —sin los votos por correo—, y bastará la mayoría simple.
Villanueva descarta en conversación con este periódico que una falta de mayoría absoluta en la primera votación sea signo de la división interna: "Puede darse una segunda votación porque está contemplado en los Estatutos. Mi caso es excepcional. Esto entraría dentro de lo normal y de lo previsible". Igual de poco reseñable le parece el clima algo agriado de los últimos meses, acentuado quizás desde que él anunció en octubre que no repetiría en la dirección. "Siempre que hay un proceso de elección se producen tensiones", asegura, y achaca la división a que "no hay ningún candidato tan claro" como fue él hace cuatro años. "Cada académico tiene su criterio y sus opiniones, y no hay que darle más importancia de la que realmente tiene", asegura.
Una campaña en los medios
Así, dos grupos se dibujan en la Academia de cara al próximo jueves. De un lado, Juan Luis Cebrián, exdirector de El País, cuya candidatura ha sido respaldada por el propio Darío Villanueva. Del otro, Santiago Muñoz Machado, reciente Premio Nacional de Historia, secundado por el escritor y periodista Arturo Pérez-Reverte. Sin embargo, los académicos no quieren desvelar quién es su favorito ni significarse de ninguna manera. "Prefiero no hablar de ese tema", dice sin ir más lejos el filósofo Emilio Lledó, que ocupa la letra l (ele) minúscula y que algunos sitúan del lado de Cebrián, sin que él lo confirme. Otros académicos declinan hablar con este periódico con formas menos templadas, mientras algunos piden hablar off the record. Gregorio Salvador Caja, catedrático de Lengua Española y ocupante de la letra q desde 1987, dice tímidamente sobre Muñoz Machado: "No sé si es favorito o no, probablemente sí que pueda serlo, se necesita a alguien que acabe de llegar y tenga entusiasmo". El historiador llegó a la Academia en 2013, mientras Juan Luis Cebrián lo hizo en 1997.
Pero basta con mirar los periódicos para observar que el ambiente va un poco más allá de las "tensiones" esperables en un proceso electoral. En las páginas de ABC, y de manera anónima, un candidato tachaba a Cebrián de "arrogante y ambicioso". Otros, siempre desde el anonimato, consideraban un "escándalo" que el periodista hiciera campaña informal para el puesto. "Esto es algo demasiado serio para jugar con ello. Se está informando de cosas que no tienen sentido", se queja Lledó. Villanueva se muestra "disgustado" también con algo que considera "francamente desagradable", y es que en los medios se haya transgredido la confidencialidad que "tradicionalmente" han tenido las sesiones de los plenos. Las deliberaciones de los plenos de la Academia son secretas, y sus actas no se hacen públicas hasta años más tarde.
Se refiere, sin decirlo abiertamente, a una información publicada por ABC y otros medios referida a la sesión del 4 de octubre, cuando Villanueva anuncia que no quiere renovar su permanencia en el cargo. De nuevo, sin dar fuentes, el medio relataba que ante la petición de algunos académicos de que adelantara las elecciones, el todavía director se defendió con "un discurso lleno de increpaciones". "Son informaciones fundadas en filtraciones de académicos cuyo nombre no se dice y que han contado, de manera muy tergiversada, cosas que corresponden a esa intimidad [del pleno]", critica Villanueva. Lledó tampoco lo ve con buenos ojos: "No sé quién es el informador, pero...".
Otro de los asuntos que han movido la agitación de los últimos meses es que Villanueva secundara la candidatura informal de Cebrián, o que este hiciera campaña diciendo contar con el apoyo del primero. Ante quienes le acusan de no ser "neutral", Villanueva se defiende: "Es perfectamente legítimo, soy miembro de la Academia y tengo derecho a tener criterio, pero he mantenido una posición de ecuanimidad".
Lenguaje inclusivo y fondos mermados
Algunas de las fuentes consultadas por este periódico sitúan el punto álgido del enfrentamiento en julio, cuando la vicepresidenta del Gobierno y ministra de Igualdad, Carmen Calvo, encargó a la RAE un "estudio sobre la adecuación de la Constitución al lenguaje inclusivo". La Academia aceptó la petición y constituyó una comisión, que ya ha remitido el informe a la Comisión Delegada del Pleno —al Pleno llegará en enero, una vez resuelta la elección del director—. "Nadie pondrá en duda que si el Gobierno a la Real Academia Española le pide un informe sobre un aspecto lingüístico, la Real Academia tiene que contestar", dice Villanueva. Al parecer, no es tan sencillo, porque entonces algunos académicos consideraron que la postura de la Dirección había sido blanda, ya que "la Academia ya se ha pronunciado sobre eso y había que haberlo dejado claro". Pérez-Reverte incluso amenazó en Twitter con dejar la RAE si se aceptaba ese cambio en la redacción de la Constitución. La RAE ha insistido recientemente en que "no va a haber sorpresas" en el informe, que se adecuará a la doctrina de la institución, según la cual "no hay razón para pensar" que el uso del masculino genérico "excluye a las mujeres".
Otros conocedores de la Academia descartan que este haya sido el foco del conflicto, y señalan más bien a choques personales derivados de la convivencia en la institución y la divergencia de opiniones y formas de tratar los conflictos. Según estas fuentes, la reducción de presupuesto de la entidad, que obligó a prescindir de parte de la plantilla, dejó ya un clima agriado. Salvador Caja quita hierro al asunto: "Aquí somos pocos, cada cual tiene un criterio y nos conocemos todos. Esto se puede decir que está decidido previamente y nadie puede cambiar la opinión de nadie por una charla de pasillo".
Ver másLa RAE tendrá a partir de este jueves nuevo director
La reducción de los fondos de la entidad, agravada por la crisis económica, es el mar de fondo del conflicto. La aportación del Gobierno, que supera el millón de euros, es cuatro veces menor hoy que hace diez años. La Dirección admite que ha perdido también el 60% de pro-RAE, la Fundación que respalda con contribuciones voluntarias a la Academia. La caída de las ventas de los diccionarios también ha afectado a la entidad. De la última versión, la de 2014, se lanzaron 50.000 ejemplares, de los que solo se vendieron 20.000 según la editorial Espasa, responsable de la publicación. "Los libros físicos se siguen vendiendo estupendamente", defendía la editora del sello, Ana Rosa Semprún, en la presentación del Libro de estilo de la lengua española. "Con respecto a las ventas del diccionario, fueron buenas. Lo que sucedió fue que no se cumplieron nuestras expectativas".
La actual dirección ha apostado por el patrocinio—Obra Social La Caixa sostiene la versión digital del diccionario, por ejemplo— y la promoción de Enclave, una plataforma online con recursos sobre la lengua española, en países como China, con quien la institución firmó recientemente un convenio. Villanueva se defiende asegurando que el déficit de la entidad ha pasado de 2,5 millones de euros a 500.000 euros. El próximo director de la Academia tendrá que vérselas con las arcas y con un ambiente algo más que viciado.
La Real Academia Española (RAE) vivirá el próximo jueves unas elecciones anómalas. Primero, porque un proceso que normalmente suele pasar desapercibido en los medios ha copado decenas de titulares. Segundo, porque la existencia de dos candidatos informales contrapuestos es notoria —el periodista y expresidente del grupo PRISA, Juan Luis Cebrián, y el historiador Santiago Muñoz Machado—, cuando los comicios no cuentan aquí con candidaturas formales, sino que cada académico vota al compañero o compañera que considera. Tercero, porque la tensión es evidente, con una Academia dividida entre ambos candidatos o sorprendida ante el enfrentamiento.