Gloria Steinem (Toledo, Ohio, Estados Unidos, 1934) es quizás la figura más popular de la segunda ola feminista estadounidense, un referente para las nuevas generaciones en la lucha por la igualdad y ahora también el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades de 2021. Así lo anunciaba la Fundación Princesa de Asturias, que en el acta del jurado reconocía “su sólido e inagotable compromiso con el feminismo”, “su ponderación y su voluntad de incluir todas las voces” y el “rigor” y la “independencia” de su activismo, que “ha sido motor de una de las grandes revoluciones de la sociedad contemporánea”. A sus 87 años, Steinem sigue siendo celebrada por un movimiento que ha cambiado mucho desde que la periodista y escritora comenzó su militancia en los años sesenta, y de hecho su figura parece estar hoy más presente que hace unos años. ¿Cómo un icono de la segunda ola sigue siéndolo en la cuarta? Estas son algunas de las claves.
1. Más allá del estereotipo
Quizás fuera porque en 1963, Gloria Steinem decidió postularse como conejita de Playboy —siguiendo una tradición de periodistas infiltrados que se remonta hasta el XIX— para escribir un reportaje sobre las condiciones de trabajo y el machismo que se escondían tras la supuesta libertad sexual defendida por Hugh Hefner. Quizás fuera porque su aspecto se correspondía más con el de una estrella del rock que con el que la mayoría de los estadounidenses asignaban a las militantes feministas. Quizás fuera porque estudió en el prestigioso Smith College. Quizás porque en su primera juventud colaboró con instituciones financiadas por la CIA. Quizás porque desde el inicio de su militancia estuvo más interesada en la presencia en medios y en la lucha de la primera fila de la política parlamentaria que en el feminismo de base —cuya relevancia, sin embargo, nunca ha dejado de reconocer—.
El caso es que Steinem fue desde el principio tachada de pija, de tibia o de chica guapa que solo buscaba sus 15 minutos de fama gracias al movimiento. En aquel mismo 1963, el periodista y escritor Gay Talese dijo de ella, en su presencia: “¿Sabes eso de que cada año hay una chica guapa que viene a Nueva York y finge ser escritora? Pues Gloria es la chica guapa de este año”. Después de 50 años de carrera como periodista, escritora y activista, Talese parecía estar equivocado. Sobre lo demás, Steinem sigue respondiendo, como veremos luego.
2. En el lugar adecuado en el momento adecuado
La biografía de Gloria Steinem revela una gran cualidad periodística: el olfato. Lo demostró en 1969, con su artículo “After Black Power, Women's Liberation”, publicado en la New York Magazine, donde rastreaba las heterogéneas manifestaciones del ascenso del Movimiento por la Liberación de la Mujer, del que ella misma formaba parte. En él retrataba el alma plural y atrevida de una militancia que organizaba obras de teatro sobre el aborto, protestaba contra el poder patriarcal de Wall Street y se cuestiona si la mujer es una clase oprimida siguiendo la lógica marxista, todo a la vez. Y, de manera aún más relevante para el feminismo, y también para su carrera, se preocupaba por identificar la influencia en el feminismo de la lucha por la liberación de las personas negras. Un año más tarde, su artículo “What it woulf be like if women win”, “Cómo sería la cosa si ganaran las mujeres”, para la revista Time, identificaba las aspiraciones del movimiento a largo plazo a través de los mecanismos de la ficción especulativa.
Al cofundar la revista Ms. Magazine, supo identificar la necesidad de que existieran medios feministas controlados por mujeres que sirvieran como voz del movimiento, aspirando a comunicarse con el gran público y no solo con las convencidas. Cuando el feminismo se fracturó entre quienes querían excluir a lesbianas y bisexuales por considerar que no tenían los mismos intereses y que la asociación era nociva para las mujeres heterosexuales, Steinem se puso de lado de quienes consideraban que “la liberación de las mujeres y la liberación homosexual luchan por un mismo objetivo: una sociedad libre de la definición y la categorización de las personas en virtud de su género y/o sus preferencias sexuales”. En 1972, apoyó la candidatura presidencial de Shirley Chisholm, la primera mujer y la primera persona racializada en presentarse a las primarias del Partido Demócrata, y rechaza desde hace años participar en eventos como militante feminista si no lo hacen también mujeres racializadas.
3. El poder de la narración
La carrera de Gloria Steinem evidencian la importancia que otorga a la comunicación y al relato en la batalla política. Por eso no le extrañará la influencia que varias obras culturales han tenido en la recuperación de su figura para generaciones a las que saca fácilmente 60 años. En primer lugar, está Mi vida en la carretera, su autobiografía, publicada en 2015 y traducida al español por la editorial Alpha Decay. En ella, Steinem se dibuja a sí misma como una viajera, interesada en la lucha de las mujeres allí donde se dé en el mundo, como una mujer que se acerca con curiosidad lo que pasa en los centros de poder, pero con una mirada ligeramente distanciada. Una aventurera del feminismo, más allá de su labor en Ms., a la que sorprendentemente dedica un espacio limitado.
Pero en 2020 se estrenaron, además, dos ficciones en torno a su figura. La serie Mrs. America retrataba los conflictos del movimiento feminista, particularmente de la National Organization for Women (NOW) y de los encuentros y desencuentros entre Steinem, Chisholm, Betty Friedan y Bella Abzug. Paralelamente, la miniserie retrataba el desarrollo del lobby conservador Eagle Forum, comandado por Phyllis Schlafly, opuesto a la Equal Rights Amendment, la enmienda a la Constitución Estadounidense promovida por los grupos feministas con el fin de prohibir la discriminación legal en base al género. La serie de FX (emitida por HBO en España) tuvo una muy buena respuesta de la crítica, recibió 10 nominaciones a los Emmys y suscitó un renovado interés por los personajes, organizaciones y hechos retratados. Y lo hizo sin el apoyo de Steinem, que la definió como “ridícula”: en su opinión, se daba demasiada importancia a la oposición de Schlafly a la enmienda, recurriendo una vez más al relato de que las mujeres son las peores enemigas de las mujeres y ocultando, en el proceso, a las verdaderas fuerzas que impidieron que la iniciativa llegara a buen puerto.
La película The Glorias, con Julianne Moore y Alicia Vikander, proponía una aproximación más clásica al biopic, contando la vida de Steinem desde su infancia hasta 2017. La película recibió críticas desiguales —y algunas francamente negativas—, pero sí contó con el apoyo de Steinem, que agradeció a la directora Julie Taymor su esfuerzo por contar las cosas “tal y como fueron”. Las paradojas del relato.
4. Ponerse al día
Gloria Steinem lleva medio siglo hablando sobre feminismo. Desde que comenzó a escribir, ha cambiado el movimiento, ha cambiado la sociedad —gracias en parte al feminismo— y ha cambiado ella misma. Eso la ha llevado a revisar de manera crítica algunas de sus opiniones, y a hacerlo públicamente.
Ver másLa periodista Gloria Steinem, Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2021
En 2020, revisó su artículo de 40 años atrás, “What it woulf be like if women win”. En él, imaginaba el mundo del futuro y aventuraba, entre otras muchas cosas, que a las personas homosexuales se les dejaría de negar el matrimonio, pero también decía que quizás “el número de homosexuales sería menor”: “Con menos madres sobreprotectoras y menos padres que impusieran una idea de la masculinidad imposiblemente cruel o perfeccionista, sería menos probable que a los niños se les negara o que rechazaran su identidad como hombres”. La Gloria Steinem de hoy no escribiría esas palabras: “Cortaría esa línea, porque ahora está más claro que nacemos siendo quienes somos”.
Steinem no ha tenido problema en revisar su posición sobre el papel de las personas trans en el feminismo. En 1977, escribió que la discusión sobre la transexualidad era “como mínimo, una distracción de los extendidos problemas de desigualdad de género”, y llegó a describir algunos casos de cirugía genital como “mutilaciones”. “Las feministas tienen razón al sentirse incómodas sobre la necesidad y el uso del transexualismo”, escribió. En 2013, después de que una persona trans le preguntara por aquellas declaraciones en una charla, Steinem escribió un artículo en The Advocate tratando de contextualizar sus palabras de los setenta y dejando clara su posición actual: “Creo que las personas trans, incluyendo aquellas que han transicionado, están viviendo vidas reales y auténticas. Tendrían que ser celebradas, no cuestionadas. Sus decisiones sobre su salud deberían ser suyas y solo suyas. Y lo que escribí décadas atrás no refleja lo que hoy sabemos mientras nos alejamos de las clasificaciones binarias de 'masculino' y 'femenino' y empezamos a vivir en un continuo humano de identidades y expresiones”.
En una entrevista para The Guardian, en 2017, le preguntaban qué cambiaría de su pasado si pudiera hacerlo. Ella respondía: “Como hay gente hostil que todavía me llama antigua conejita Playboy, incluso a los 82 [su edad entonces], probablemente no tendría que haber hecho eso en mi juventud, ni siquiera para escribir un ensayo. Y como un par de veces se han referido a mí como antigua agente de la CIA porque fui a dos festivales comunistas de la era soviética, probablemente tampoco tendría que haberlo hecho. Y sin embargo, si no hubiera hecho ambas cosas, yo podría haber juzgado también a otras personas en base a símbolos vacíos como esos”. No sucede a menudo que una persona famosa como ella pueda participar de esta manera, a su edad, en la construcción de lo que será su legado, el relato que quedará de ella cuando ella no esté. Y Steinem lo hace con maestría.
Gloria Steinem (Toledo, Ohio, Estados Unidos, 1934) es quizás la figura más popular de la segunda ola feminista estadounidense, un referente para las nuevas generaciones en la lucha por la igualdad y ahora también el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades de 2021. Así lo anunciaba la Fundación Princesa de Asturias, que en el acta del jurado reconocía “su sólido e inagotable compromiso con el feminismo”, “su ponderación y su voluntad de incluir todas las voces” y el “rigor” y la “independencia” de su activismo, que “ha sido motor de una de las grandes revoluciones de la sociedad contemporánea”. A sus 87 años, Steinem sigue siendo celebrada por un movimiento que ha cambiado mucho desde que la periodista y escritora comenzó su militancia en los años sesenta, y de hecho su figura parece estar hoy más presente que hace unos años. ¿Cómo un icono de la segunda ola sigue siéndolo en la cuarta? Estas son algunas de las claves.