"El cine español crece moderadamente en espectadores y taquilla en 2018", anunciaba en una nota de prensa el Ministerio de Cultura el pasado jueves. Y tan moderadamente: la taquilla del pasado año mejoraba en un 0,1% a la de 2017, y los espectadores crecían un 2%. Pero si se echa la vista atrás, las cifras no son muy esperanzadoras. Desde hace cinco años, los ingresos del cine español caen gradualmente, y los 103,8 millones de euros obtenidos en 2018 quedan lejos de los 132,1 millones de 2014, cuando el fenómeno Ocho apellidos vascos llenó las salas. Entre uno y otro, un desplome del 21%. Si se compara, además, el devenir de las producciones nacionales con el total de lo recaudado en las salas (es decir, sumando también las películas extranjeras), el panorama es todavía menos esperanzador: la recaudación total alcanzó en 2018 los 585,7 millones según Comscore, 63 millones más que hace cinco años. La industria patria apenas se beneficia de esta mejoría.
La cima de la recaudación del cine español en los últimos años llegó en 2014, cuando superó los 132 millones de euros. ¿La clave? La comedia de Emilio Martínez-Lázaro protagonizada por Dani Rovira y Clara Lago, que llamó ella sola a 9,5 millones de espectadores y sumó 56 millones de euros de taquilla. Es decir, que 4 de cada 10 euros gastados por los españoles en la industria del cine made in Spain fue parar ese año a esta sátira sobre los tópicos de andaluces y vascos. El éxito no se ha vuelto a repetir: al año siguiente, los ingresos descendieron un drástico 16%, perdieron un 1% más en 2016, y todavía un 6% en 2017. Y ahí se quedaron prácticamente estancados. Si el cine español "crece moderadamente" en 2018 —con Campeones, de Javier Fesser, a la cabeza—, suena más a salvar los muebles que a un éxito de la industria.
El comportamiento de los espectadores ha fluctuado más en los últimos cinco años, y el descenso no es continuado: caen en 2015, suben muy ligeramente en 2016, vuelven a bajar en 2017 y se recuperan levemente en 2018. En cualquier caso, el máximo sigue estando en 2014, con más de 22 millones de entradas vendidas, y el mínimo en 2017, con algo más de 17 millones. Desde el año pasado se han recuperado 327.000 tickets, pero quedan aún lejos las cifras de ejercicios anteriores. El relativo desacompasamiento entre espectadores y taquilla se debe a cambios de precio, como ocurre con promociones como la Fiesta del cine o los programas de fidelización. También hay que tener en cuenta la ligera rebaja en las entradas del cine con el paso del IVA del 21% al 10% el pasado verano, cuando descendieron 0,66 céntimos de media según la organización de consumidores FACUA.
Mientras el cine español perdía fuelle, la taquilla total seguía escalando hasta los 601 millones de euros en 2016. Curiosamente, la película que reinó aquel año, tanto en números como en premios, fue española: Un monstruo viene a verme, de J. A. Bayona, rodada en inglés y con actores internacionales, pero de producción patria. Ni siquiera sus 26 millones de euros evitaron que el cine español perdiera otro punto más, aunque sí consiguieron frenar el ritmo de la caída. Resulta significativo, porque en los últimos cinco años, los logros económicos de la industria han estado ligados a la aparición, o no, de taquillazos. El triunfo de 2014 fue cosa de Ocho apellidos vascos, pero Ocho apellidos catalanes copó casi un tercio de la cifra de negocio total al año siguiente. Tadeo Jones 2: El secreto del Rey Midas fue el filme español más visto del 2017: sin una película para adultos que la superara, este ejercicio fue el peor de los cinco.
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Si este 2018 no se ha saldado con una nueva caída ha sido gracias a dos hits de taquilla. Por una parte, la sorpresa del año, Campeones, que suma 19 millones de euros y 3,1 millones de espectadores desde su estreno en abril. Superlópez, que llegó a las salas a finales de noviembre, ha aportado a la cuenta final 10,6 millones de euros, y el personaje de Jan seguirá sumando entradas en 2019. Campeones supera a Tadeo Jones 2, la triunfadora del año pasado, pero la número 2 se queda por detrás de la segunda película española más taquillera de 2017, Perfectos desconocidos, de Álex de la Iglesia, que es también la tercera más vista de 2018, sumando entre ambos ejercicios 15,1 millones de euros. Tras ella figura El mejor verano de mi vida, comedia de Dani de la Orden estrenada en julio que roza los 8 millones de euros. Cierra el top 5 La tribu, de Fernando Colomo, que desde marzo suma 6 millones de euros. Todas ellas comparten el género de la comedia y estar apoyadas por televisiones (privadas, excepto en el caso de Campeones).
Parece que sin un gran taquillazo —o, más que eso, un fenómeno— que levante la recaudación, la industria no tira. Pero, paradójicamente, cuanto mejor le va al primero, peor les va a los segundos. Los éxitos de taquilla suman a nuevos espectadores, pero solo hasta cierto punto. El año de Ocho apellidos vascos, las películas que ocupaban del puesto 5 al 10 en el top sumaban, en total, 21 millones de euros. En 2018, con un líder mucho más discreto, suman 27 millones. Así, los años en los que no hay una locomotora clara, el cine español cae en taquilla. Pero al mismo tiempo la taquilla de distribuye de manera más equitativa. En 2014, cuando Ocho apellidos vascos copaba el 40% de todo lo ganado por el cine español, la última película del top 10, Carmina y amén, obtenía el 1,4% de la taquilla. Eb 2018, cuando Campeones ocupa el 18% de lo ingresado por la industria nacional, lo que le llega al último filme de la lista, Todos lo saben, es más del 3%.
"El cine español crece moderadamente en espectadores y taquilla en 2018", anunciaba en una nota de prensa el Ministerio de Cultura el pasado jueves. Y tan moderadamente: la taquilla del pasado año mejoraba en un 0,1% a la de 2017, y los espectadores crecían un 2%. Pero si se echa la vista atrás, las cifras no son muy esperanzadoras. Desde hace cinco años, los ingresos del cine español caen gradualmente, y los 103,8 millones de euros obtenidos en 2018 quedan lejos de los 132,1 millones de 2014, cuando el fenómeno Ocho apellidos vascos llenó las salas. Entre uno y otro, un desplome del 21%. Si se compara, además, el devenir de las producciones nacionales con el total de lo recaudado en las salas (es decir, sumando también las películas extranjeras), el panorama es todavía menos esperanzador: la recaudación total alcanzó en 2018 los 585,7 millones según Comscore, 63 millones más que hace cinco años. La industria patria apenas se beneficia de esta mejoría.