Para escribir sobre poesía no hace falta una excusa. Pero sirvámonos de una: la reciente concesión del premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana a María Victoria Atencia, poeta de la Generación de los 50, sí, la de Gil de Biedma, Caballero Bonald, Valente... E incluso de dos: a finales de abril, el Premio de la Crítica en su categoría de poesía que mereció Antonio Hernández por Nueva York después de muerto.
Estos dos galardones han hecho que en las últimas semanas se hable de poetas y de poesía algo más de lo que se habla habitualmente. Que no es mucho. Y nos sirve a nosotros para plantearnos qué es hoy ser poeta, y qué relevancia tiene la poesía en estos tiempos arduos.
La rama de la rima
Ser poeta es... "una manera de estar en el mundo", dijo una profesora a propósito de Antonio Colinas. "Es lo inevitable", declaró María Eloy-García al diario ABC. "Es un auténtico fracaso", le confesó Carlos Oroza a Manuel Jabois. "Ser poeta es lo más digno a lo que se puede aspirar dentro de la Literatura", sentenció Vicente Molina Foix.
Gloria Fuertes llegó a manifestar su envidia por "la gente que va y se acuesta tan tranquila, que después del trabajo da buen sueño". A diferencia de ella,
Que me dejo la linfa en lo que escribo,me caigo de la rama de la rimaasalto las trincheras de la angustiame nombran su héroe los fantasmas,me cuesta respirar cuando termino.Sale caro señores ser poeta.
¿Hasta qué punto se siguen dejando la linfa en lo que escriben? ¿Les sale caro ser lo que son? "No me parece que ser poeta, que escribir poemas, nos sitúe un escalón por encima que el resto de mortales", se arranca Elena Medel, ganadora del XXVI Premio Fundación Loewe a la Creación Joven con Chatterton. "Un médico o un enfermero salvan vidas, un ingeniero las facilita, pero el mundo continuaría sin poemas. Sin embargo, a mí el mundo se me complica sin ellos. Me explican, me subrayan las contradicciones y me guían."
Kike Marcos prueba una definición: "Ser poeta hoy es intentar caminar de alguna manera entre el desencanto y la alegría. La responsabilidad de un poeta hace siglos era la de transmitir una determinada estética, una belleza artística plasmada en papel. Hoy el poeta es algo más que eso. Es buscarte a ti mismo en los suburbios de tu alma, es expulsar tus emociones, sensaciones y vivencias más allá." Es, también, asumir una responsabilidad social: "La verdad absoluta no existe y ni siquiera me molesto en buscarla, pero sí es verdad que cuando escribes poesía ordenas, encajas y regalas tu realidad para que quien la lea haga de ella su propia historia", dice.
Lo cual coloca sobre sus hombros una pesada responsabilidad, un compromiso con todo lo que nos rodea, con todos los que nos rodean. Así lo siente Adriana Davidova, cuyo último libro es La hembra apócrifa (Los libros de Ouka Leele, 2013). Para ella, la poesía tiene "una fuerza y un potencial brutal, salvaje, ya que de un modo directo y casi a través del subconsciente colectivo alcanza el imaginario arcaico más íntimo y revelador de lo humano. Además de dar expresión a las impresiones, creando imágenes poderosas y sintéticas, que nos tocan y agitan de un modo casi literal a nivel físico, emocional, mental y espiritual... y nos mueven a notar, sentir, pensar, desear y actuar desde una nueva realidad que han germinado y hecho brotar en nuestra esencia."
¿Qué hace de la poesía algo relevante para nuestro tiempo?
Esa capacidad motivadora es una evidencia para quienes viven en contacto diario con la poesía. "Imparto talleres de escritura y me emociona ver cómo la poesía, su lectura o su escritura, concede un espacio y un altavoz a quienes no suelen disponer de ellos. Es un lenguaje que muchas veces trasciende la literatura, y se instala en otras expresiones, y que toca incluso a quienes no leen de manera habitual", comenta Medel. "Y ahora más que nunca y a la vez igual que en muchos momentos de relevancia histórica es importante y fundamental dar voz, imágenes, verdad, y entreabrir ventanas...", añade Davidova, quien, sin mencionarlo, se pone del lado de Gabriel Celaya: la poesía es un arma cargada de futuro, necesaria como el pan de cada día, "que la poesía sea un camino más para transformar nuestros deseos en realidad".
Poesía para la lucha, también para reconciliarse con uno mismo. "El mundo en el que vivimos no nos deja pensar", lamenta Marcos. "No prestamos atención a lo que la mente y el cuerpo nos dicta", dice. "Afortunadamente estamos volviendo, poco a poco, a poner a la poesía en el lugar que le corresponde. En el mundo de los cantautores, que es en el que yo me muevo, está volviendo a resurgir ese amor por escribir no solo canciones sino también poesía. Está naciendo una nueva corriente de escritores decididos a luchar por ella y a desatascar el sumidero de esta sociedad y que las palabras vuelvan a entrar en los hogares y en las vidas de muchas personas. Es por ello por lo que la poesía ha sido siempre un arte que me ha apasionado y su relevancia hoy en día es importantísima."
Coda primera
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Sabedora de que andaba buscando poetas para someterles a interrogatorio, se puso en contacto conmigo la escritora Begoña Oro. "Aunque no soy poeta, ni lo puedo ser, creo que puedo decirte algo al respecto." Lo hizo a propósito de un libro de viajes que ha escrito en el que, entre otras cosas, evoca una experiencia con poetas españoles en la Feria del Libro de Miami. "Creo que ser poeta hoy, amén de morir de hambre, es también eso: mendigar cariño, viajar a leer poemas invitado por el Cervantes o el Ministerio (en el libro hablo de poetas con los que coincidí allí, pero me consta que Ajo y compañía van próximamente a Nueva York)..., y como estos poetas son unos quejicas o unos trascendentales, unos metafísicos o realistas que dice Aramburu en Ávidas pretensiones, igual se olvidan de hablarte de esto."
Coda segunda
En el universo web brilla un poeta veinteañero, Steve Roggenbuck, que desde 2010 ha hecho de Internet su casa. Sus vídeos le muestran en apartamentos vacíos o en bosques frondosos, recitando, mejor, gritando sus poemas. "Haz algo hermoso antes de que estés muerto", se le oye decir en uno de ellos. Hay otra manera de ser poeta... online.
Para escribir sobre poesía no hace falta una excusa. Pero sirvámonos de una: la reciente concesión del premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana a María Victoria Atencia, poeta de la Generación de los 50, sí, la de Gil de Biedma, Caballero Bonald, Valente... E incluso de dos: a finales de abril, el Premio de la Crítica en su categoría de poesía que mereció Antonio Hernández por Nueva York después de muerto.