Un "movimiento sísmico", un "terremoto". Dos de los entrevistados definen así el anuncio de WarnerMedia, que a las ocho de la tarde del jueves, hora española, anunciaba que transformaba radicalmente la estrategia para todas sus películas de 2021: los estrenos llegarían a la vez a los cines y a la plataforma HBO Max, de su propiedad. La decisión de la multinacional de producción y distribución afecta a proyectos con vocación de grandes blockbusters, como Matrix 4, Godzilla vs. Kong o Mortal Kombat, películas nacidas para llevar a millones de espectadores a las salas. La estrategia no se ha visto solo como un movimiento comercial, sino como el pistoletazo de salida de una campaña agresiva en el combate por los suscriptores de plataformas y como, quizás, el principio del fin del sistema de exhibición tradicional. Del cine tal y como lo conocemos hoy.
Pero España está lejos, por ahora, de la onda expansiva. HBO Max no se ha lanzado aún al mercado europeo, algo que por ahora da cierta sensación de alivio a las salas. Pero ese mismo día, la división internacional de WarnerMedia anunciaba que la plataforma, lanzada en mayo en Estados Unidos, llegará al continente en el segundo semestre de 2021 sustituyendo a HBO. Hasta entonces, los estrenos seguirán en España su cauce habitual, llegando primero a las salas y, después de algunos meses, a los servicios de streaming. ¿Y cuando llegue HBO Max? Ah, incertidumbre. No menos que en Estados Unidos: según The New York Times, el anuncio cogía desprevenidos incluso a sus socios en algunos de los estrenos afectados, que se enteraban de la decisión por la prensa. Hay una larga lista de dudas: ¿será temporal o un cambio permanente?, ¿cómo afectará a los cines?, ¿cómo cambiará la relación entre distribuidoras y salas?, ¿cómo afectará esta revolución de la distribución a las películas que se producen?, ¿podrá mantener el mercado español cierta idiosincrasia? La lista de certezas es más corta: esta es una guerra de suscripciones, y los cines son un daño colateral.
Perder dinero para ganar suscriptores
El de Warner no es, desde luego, el primer movimiento. Netflix ha proyectado películas como Roma en cines seleccionados, y durante un corto periodo de tiempo, antes de llevarla en exclusiva al streaming. Después de retrasar el estreno de Mulán varias veces desde marzo, Disney decidió en agosto que la película estaría disponible directamente en su plataforma Disney+; entre el 4 de septiembre y el 4 de diciembre solo se pudo acceder a ella con un alquiler premium, y ahora ya pueden verla todos sus abonados. La propia Warner anunció hace unas semanas que Wonder Woman 1984, una de las películas más esperadas del año, se estrenaría en HBO Max al mismo tiempo que en cines (en Estados Unidos, el 25 de diciembre; en el mercado internacional, solo en cines, el 16). ¿Por qué es relevante el nuevo anuncio de la compañía? Porque asigna la misma estrategia a todas sus películas, algo que las distintas distribuidoras han evitado hacer hasta el momento, y porque implica que Warner considera que los cines estadounidenses no volverán a la normalidad en todo 2021. "Eran previsibles estas políticas agresivas de todos los estudios que tengan su servicio de streaming", dice Eduardo Escudero, de la distribuidora A Contracorriente. "Ya ha empezado la carrera por el abonado, y mientras dure esa carrera las grandes compañías van a apoyar a su propia plataforma con todo lo que les haga falta para crecer".
Y la guerra de plataformas no sigue la misma lógica que la competencia en cines. En el modelo clásico, un estudio produce una película para que esta recaude en cines todo lo posible, idealmente varias veces su coste. Esto es lo que hasta ahora ha protegido la existencia de los cines frente al streaming: siguen siendo la ventana de exhibición más rentable. Pero ¿y si el fin ya no fuera ese? Lo explica Elena Neira, experta en televisión bajo demanda, profesora en la UOC y autora del libro Streaming wars: "Si estás lanzando una plataforma que ha sido una gran inversión, y si tu dueño es una compañía de telecomunicaciones, quizás estás dispuesto a perder dinero en unos cuantos estrenos si a medio plazo te beneficia". Se refiere a AT&T, propietaria de WarnerMedia, más interesada quizás en asentarse en un modelo de negocio que, además, exige más gasto en telecomunicaciones, que en que una película como Wonder Woman 1984 genere beneficios en taquilla. Eduardo Escudero está convencido de que cuando el número de suscriptores toque techo, los grandes estudios volverán a interesarse por otro tipo de exhibición. La pregunta es, dice, si los cines seguirán ahí. Y Neira va más allá: incluso si siguen, la pregunta para ella es si los espectadores querrán seguir visitándolos como hacían hasta ahora.
Un experimento con consecuencias de peso
Por ahora, España mira estos movimientos de reojo. Wonder Woman 1984 llegará a las salas este mes como siempre lo ha hecho. Pero los consultados no tienen duda: el camino hacia un modelo mixto de exhibición en salas y en plataformas está abierto, las tendencias se inclinan rápidamente hacia una mayor importancia del streaming, y no hay vuelta a atrás. "Es todo muy cambiante y es difícil predecir qué van a hacer los demás", reflexiona Jauma Ripoll, director editorial de la plataforma española Filmin, "pero lo que sí creo que va a quedar atrás son esas ventanas de cuatro meses entre cine y plataformas. Coexistir van a coexistir, eso también, las salas de cine no van a desaparecer de la noche a la mañana". Hay otro elemento: la industria española es, como otras muchas, enormemente dependiente del cine estadounidense. En 2019, la taquilla de cine alcanzó en España los 624 millones de euros, pero solo 95 millones venían de películas españolas. Es muy difícil que, en esas circunstancias, la industria permanezca ajena a los cambios extremos que ya se ven en Estados Unidos. "Todas las decisiones que vayan tomando los grandes estudios", dice el ejecutivo de A Contracorriente, "se van a trasladar a España y a cada uno de los países en los que funcionen las distintas plataformas".
Por eso, algunas de las dudas que se plantean los profesionales españoles del sector son muy similares a las que se plantean los agentes estadounidenses. ¿La de Warner es una medida temporal, o una tendencia a largo plazo? La propia compañía se ha mostrado ambigua al respecto. "Tenemos que ver qué pasa. No estamos prediciendo mucho más allá del año que viene", ha declarado Toby Emmerich, presidente de Warner Bros. Pictures Group, la división dedicada al cine. Al mismo tiempo, Ann Sarnoff, directora ejecutiva de WarnerMedia Studio and Networks Group, insistía en que se trata de un "plan de un año". Elena Neira habla del movimiento como "un experimento": si la medida tiene éxito, ¿por qué no iban a mantenerla en el tiempo? En estas nuevas reglas del juego, es más difícil medir un éxito. Disney+ hizo público, por ejemplo, que con el estreno de Mulán con alquiler premium aumento un 193% el gasto de los abonados en la plataforma. El mes pasado, la empresa anunció que había superado los 73 millones de suscriptores, una cifra que esperaba alcanzar para 2024. Pero, sea cual sea el desenlace del experimento, este tendrá consecuencias: "Esto va a cristalizar en un nuevo modelo de consumo", defiende Neira.
España no es Estados Unidos (¿o sí?)
La decisión de Warner fue inmediatamente vista como una estocada para los cines de Estados Unidos, donde muchos permanecen cerrados desde el inicio de la pandemia y otros han vuelto a echar la persiana tras una breve reapertura. WarnerMedia ha insistido en que esta medida pretende, de hecho, apoyar a los cines, optando por el estreno simultáneo, que les permitirá atraer a espectadores, en lugar de retrasar la salida de las películas o de ir directos a la plataforma. Pero cualquier alteración de la ventana de exhibición, el tiempo de exclusividad que se les da a los cines antes de estrenar en plataformas (o cualquier otro modo de consumo doméstico, como el DVD), se ha visto tradicionalmente como una agresión a las salas. Quizás por eso sorprenda que quien parece menos asustado de todos los entrevistados sea Borja de Benito, portavoz de la Federación de Cines de España (FECE): "Dentro de la incertidumbre, nosotros lo vemos como una reacción a las circunstancias extraordinarias en Estados Unidos. Aquí los cines están abiertos y allí están cerrados. Son situaciones muy distintas y no creemos que se puedan sacar conclusiones".
De Benito pone sobre la mesa varios asuntos. Primero: en España, "Warner ha sido una de las que más ha apoyado a los cines" desde marzo, primero con el estreno en agosto de Tenet, de Christopher Nolan, y después con el anuncio de que Wonder Woman 1984 sí llegaría a los cines en 2020. Segundo: quizás el debate sobre la ventana de exhibición venga de lejos, pero el mercado cinematográfico no estaba en decadencia, al contrario. Tras la crisis de 2007-2013, la taquilla ha ido creciendo, de los 498 a los 615 millones de euros. El número de espectadores casi se ha doblado en esos mismos años. "De aquí a un año, con todo el mercado mundial abierto", lanza Borja de Benito, "vamos a volver al mismo modelo. Hasta ahora tenías un mercado de salas que estaba en alza, y no se ponía en cuestión". Nadie querría renunciar a ese mercado, dice. Y tercero: si se mira el precio de la suscripción y el precio de la entrada, los estudios tendrán muy difícil recuperar lo invertido sin la taquilla. Y aquí se queja: las plataformas se resisten a dar cifras de suscriptores, de visionados y de recaudación, haciendo muy difícil comparar ambos mercados. Eso, para él, es sintomático: "Estamos convencidos de que si los resultados fueran excelentes, saldrían publicados".
No está de acuerdo con él ninguno de los otros consultados. Ni el distribuidor de A Contracorriente, ni la experta en plataformas, ni el directivo de Filmin. Elena Neira llega a decir: "Me sorprende mucho que haya gente que de verdad piensa que vamos a volver a lo de antes. No vamos a volver a lo de antes". Jaume Ripoll asegura que, con el nuevo modelo, "habrá cines que no tengan razón de ser". Pero tampoco coincide con él Ramiro Ledo, de los cines gallegos Dúplex, portavoz de la red de cines independientes PROMIO. Él se resiste a hacer proyecciones, pero sí tiene claro que los movimientos de los grandes estudios "trastocan el sistema de exhibición" y que "es muy difícil volver atrás". Cree que los más afectados por estos movimientos serán "los grandes grupos exhibidores, que suponen el 95% del parque de los cines en España", con Yelmo y Cinesa a la cabeza. Pero tampoco los cines pequeños podrán librarse: la inmensa mayoría combinan en su programación cine independiente con películas de las majors. Ledo señala que no hay que perder de vista "la absoluta dependencia de todo un sector, el de la exhibición, de cinco grandes empresas americanas": Universal, Paramount, Warner, Disney y Sony. Y casi todas están ampliando su división de streaming: Disney tiene Disney+, Warner tiene HBO Max, Universal tiene Peacock, Paramount tiene Paramount+. Solo queda Sony.
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Poco espacio para las empresas españolas
Estas cinco majors suelen estar en el top 10 de la cartelera internacional. Pero también están muy presentes como distribuidoras en el mercado español. Aunque no contribuyeran a la producción, están detrás de las películas españolas más taquilleras. Miremos el top 5 de 2019: Padre no hay más que uno, distribuida por Sony; Lo dejo cuando quiera, igual; Si yo fuera rico, por Paramount; Mientras dure la guerra, por Disney; Dolor y gloria, por Sony. Las cadenas privadas de televisión como Telecinco y Atresmedia, que están detrás de muchos de los taquillazos españoles, no cuentan con plataformas de streaming desarrollada (Atresmedia ha avanzado mucho en Atresplayer Premium, que por ahora queda lejos de la potencia de HBO o Netflix), pero eso no quiere decir que las películas que producen no encuentren su propio cauce. Padre no hay más que uno, de Telecinco, está en Prime Video. Y a veces producción y exhibición coinciden, claro: Mientras dure la guerra, producida por Movistar+, está en esa plataforma. A esto, se añade otro factor: la nueva ley del audiovisual obligará a las plataformas a dedicar el 5% de su inversión a contenidos europeos y españoles... Claro que nadie les obliga a que sean cinematográficos, y muchas se han lanzado ya a la producción de series.
Los entrevistados aún no se atreven a predecir cuál puede ser el movimiento de las grandes cadenas en España. Por una parte, el mercado está copado por las internacionales: Netflix, HBO (con HBO Max en el futuro), Amazon Prime Video, Apple TV, con otras en el horizonte como Peacock o Paramount+. En España, está Movistar+ (la cuarta más contratada), Filmin, dedicada al cine independiente, y FlixOlé, especializada en cine español. Entre otras. Elena Neira ve poco espacio para que los estudios españoles, ni siquiera los más exitosos comercialmente como Telecinco Cinema, se lancen a la competición, sobre todo cuando pueden hacer algo mucho más sencillo: vender sus licencias a plataformas ya asentadas. Filmin asegura que continuará su senda por el cine independiente, que les ha permitido "asegurar una plaza en el mercado". Y Jaume Ripoll duda sobre el rol que pueden adoptar en todo esto las televisiones lineales: "No hay que olvidar que hoy por hoy sus películas están distribuidas por multinacionales y acaban en plataformas, aunque la televisión no tenga participación en ellas. Van a tener un papel importante, seguro, pero no está decidido cuál". Otra incógnita en un futuro turbulento. Como tantos otros.
Un "movimiento sísmico", un "terremoto". Dos de los entrevistados definen así el anuncio de WarnerMedia, que a las ocho de la tarde del jueves, hora española, anunciaba que transformaba radicalmente la estrategia para todas sus películas de 2021: los estrenos llegarían a la vez a los cines y a la plataforma HBO Max, de su propiedad. La decisión de la multinacional de producción y distribución afecta a proyectos con vocación de grandes blockbusters, como Matrix 4, Godzilla vs. Kong o Mortal Kombat, películas nacidas para llevar a millones de espectadores a las salas. La estrategia no se ha visto solo como un movimiento comercial, sino como el pistoletazo de salida de una campaña agresiva en el combate por los suscriptores de plataformas y como, quizás, el principio del fin del sistema de exhibición tradicional. Del cine tal y como lo conocemos hoy.