Todo a punto y mirada al cielo, a ver si llueve o no. Más de uno, seguro, está rezándole a cualquier deidad para que, ni que sea por un día, la sequía siga y no lo estropee todo en una fiesta que muchos catalanes se sienten como la suya, más aún que el 11 de septiembre, cuando se celebra el Día de Cataluña. Este es el resumen a pocas horas para que empiece formalmente Sant Jordi, la fiesta del libro y la rosa que se celebra cada 23 de abril, aunque desde el viernes ya hay librerías que ponen una pequeña parada delante de la tienda.
“Será de récord”, auguran desde el Gremi de Llibreters de Catalunya. Este año confían, ahora sí, que va a ser como los de antes, sin pandemia ni chubascos. Lo desean como agua de mayo, porque el año pasado ya tenía que ser el de la recuperación de la normalidad, pero un auténtico torrente de agua de apenas unos minutos echó por tierra la celebración, con centenares de ejemplares directamente tirados a la basura, empapados por el agua.
Los datos son halagüeños. Habrá muchas paradas, 320, 33 más que el año pasado; un aumento de los metros dedicados a los libros, casi 3,3 kilómetros, un 17% de incremento respecto a 2022; y un 25% más de autores y autoras firmando. “Somos muy optimistas, nunca habíamos tenido tantas paradas y tanto espacio”, reconoce el secretario técnico del Gremi de Llibreters, Marià Marín, aunque pone un pero: “Muchos Sant Jordis llueve, así que si hace mal tiempo el resultado será distinto”. De momento parece que no caerá gota en la capital catalana, pero nunca se sabe.
Sea como sea, lo del año pasado merece un capítulo aparte, reconoce Marín: “Lo que vivimos nunca había ocurrido en los 93 años que llevamos [de fiesta del libro y de la rosa], hubo incluso un pequeño tornado en el paseo de Gracia, así que estamos muy pendientes del cielo”. Por añadir condicionantes, el Barça jugará contra el Atlético de Madrid a las 16.15 de la tarde, aunque los organizadores de Sant Jordi confían en que los forofos del fútbol hagan una excepción y estén en las calles de la ciudad… comprando libros.
“Tenemos ganas de que sea un Sant Jordi al 100%, sin pandemia ni lluvia, porque desde que hemos abierto no hemos vivido uno normal. El primer año lo hicimos tímidamente en la librería, porque aún había restricciones, y el año pasado estábamos muy emocionadas de salir a la calle, pero nos pilló la lluvia”, cuentan desde la librería Finestres, que hace poco cumplió dos años de vida.
“Supemanzana literaria”, 154.000 metros cuadrados sin coches
El Ayuntamiento de Barcelona, como ya hizo el año pasado, luce terminología política para describir el espacio de 154.000 metros cuadrados en el centro de la ciudad y que estará libre de coches durante el Sant Jordi, con la salvedad de las calles Aragó y València. A este espacio, que crece un 11% en un año, lo han llamado Superilla [Supermanzana, en castellano] literaria, en referencia al urbanismo verde, con menos vehículos y con más presencia del peatón que impulsan los comunes, con el apoyo tímido del PSC, que ha validado las transformaciones urbanísticas en el gobierno y ahora su candidato, Jaume Collboni, las critica desde fuera del ejecutivo municipal que abandonó a finales de enero para preparar las elecciones.
Los visitantes tendrán para pasear desde un poco más arriba de la Diagonal hasta las Ramblas, que este año vuelve a estar presente en la fiesta, como siempre. “Recuperamos un elemento muy simbólico”, celebra el secretario técnico del Gremi de Llibreters. De esta forma, los transeúntes podrán disfrutar de miles de libros de todos los géneros habidos y por haber durante un buen rato, con el passeig de Gràcia como arteria principal de la celebración. “La oferta editorial cada vez es más diversa, hay un libro para todo el mundo y todo hace pensar que esa diversificación nos puede hacer llegar a más gente”, cuenta Marín.
Los floristas, los otros invitados principales de la fiesta, esperan vender seis millones de rosas, cada una de ellas a partir de los cuatro euros, siguiendo la tendencia de los últimos años. De hecho, confían que entre viernes y domingo se vendan el 30% de las rosas que se comercializan en Cataluña a lo largo del año.
Críticas a los organizadores: “No es una fiesta popular”
Sant Jordi también recibe críticas. En este caso, por la organización, que supuestamente discrimina a las librerías más pequeñas y a aquellas que no están agremiadas. “No es una fiesta popular, sino una fiesta privada. No aceptamos las reglas del Gremi de Llibreters, porque la percepción que tenemos es que se premia a las grandes, cuando hace falta sentido común y no publicar por publicar y saturar el mercado”, opina José Antonio Martínez Vicario, propietario de la librería Acció Perifèria, especializada en temática transfeminsta y LGTBIA. ¿Las consecuencias de ello? No disponer de un espacio más acomodado, dice.
“Seremos la primera y única librería LGTBIA y transfeminista que habrá en Nou Barris para Sant Jordi”, afirma con orgullo el dueño de Acció Periférica, mientras con su coche va a buscar un par de mesas para este domingo. El gremio se defiende: “El 95% de las librerías en Barcelona están agremiadas y todas estarán en una de las tres opciones escogidas por ellas mismas”, defiende Marín. “El passeig de Gràcia hace poco más de un kilómetro y no cabe todo el mundo”, ilustra. “Un 15-20% se han quedado sin parada, la mayoría de fuera de la ciudad, porque tenemos peticiones de Sevilla, Madrid o incluso Portugal”, expone. Los organizadores priman que la tienda esté agremiada, aunque también se presta especial atención a que se encuentre cerca de donde quiere poner la parada.
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Más allá del emblemático passeig de Gràcia y las Ramblas, donde habrá 180 y 100 paradas, respectivamente, también se pondrán puestos de venta de libros en Gràcia, con una veintena de espacios, les Corts (10), Poblenou (9), Sant Andreu (8) y Sarrià (3). “Cruzamos de mar a montaña toda la ciudad”, concluye Marín. Por su parte, el Ayuntamiento de Barcelona cuenta a este periódico que ha otorgado 205 licencias a las librerías y editoriales que quieren poner sus libros delante de la tienda, como es el caso de las librerías Finestres y Acció Periférica.
Sant Jordi, un pseudoSan Valentín
Sant Jordi se vive como un pseudoSan Valentín para muchos catalanes. Una jornada para pasar con la pareja o con los seres queridos, en los que se celebra el amor y la cultura. La leyenda cuenta que la princesa fue entregada como presa al dragón, para evitar destrozos en la villa. Fue entonces cuando se presentó un caballero, de nombre Jordi, dispuesto a combatir al animal y salvar a la dama. Tras una ardua pelea lo logró y abatió a la bestia. De la sangre derramada salió una rosa, que fue entregada a la mujer. Es por eso que la tradición fija que es el hombre quien debe regalar una rosa roja a la mujer y la chica un libro al chico. Sin embargo, la sociedad ha evolucionado y ya no hay reglas escritas. La cuestión es celebrar y regalar a quien sea, no importa el género. Como motivo de afecto, eso sí.
En los últimos años se ha celebrado también Santa Jordina, para darle la vuelta la tradición, que algunos tildan de conservadora y machista. En este caso se reivindica el papel de una mujer fuerte, libre, independiente y capaz de salvarse ella sola del malvado dragón.
Todo a punto y mirada al cielo, a ver si llueve o no. Más de uno, seguro, está rezándole a cualquier deidad para que, ni que sea por un día, la sequía siga y no lo estropee todo en una fiesta que muchos catalanes se sienten como la suya, más aún que el 11 de septiembre, cuando se celebra el Día de Cataluña. Este es el resumen a pocas horas para que empiece formalmente Sant Jordi, la fiesta del libro y la rosa que se celebra cada 23 de abril, aunque desde el viernes ya hay librerías que ponen una pequeña parada delante de la tienda.