Venecia se rinde ante Robert Redford y Jane Fonda

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Ser octogenarios y aún generar suspiros no es muy común. Los años pasan pero la química permanece. Robert Redford y Jane Fonda coincidieron en tres películas hace más o menos medio siglo, cuando eran jóvenes y hermosos, una ideal pareja de estrellas que aunaban talento y atractivo. Han madurado y –como confesó él–  no querían morirse sin repetirlo. La Mostra de Venecia aprovechó que Netflix produjo el drama romántico Our Souls at Night, en el que se reencuentran de nuevo como viudos y vecinos, para concederles sendos Leones de Honor, y ellos lo agradecieron de la mejor manera posible, seduciendo a los medios con su travieso juego de complicidades.

Aunque su primera coincidencia fue en 1966 como secundarios ambos en La jauría humana, Jane Fonda prefiere citar a la comedia romántica del año siguiente Descalzos en el parque, donde fueron protagonistas absolutos y recién casados. "Interpretamos entonces a una joven pareja que se acaba de casar y ahora interpretamos el amor en las personas mayores, y el sexo en las personas mayores. Aunque en mi opinión Ritesh (Batra, el director de Our Souls at Night) cortó la escena de sexo demasiado pronto", contó a los periodistas la actriz, imponiendo el tono de la rueda de prensa.

Esa picardía la reiteró Fonda, al subrayar: "Vivo para tener escenas de sexo con él, aunque sé que no le gustan", refiriéndose a su divertido compañero de mesa, y reiteró: "Quería ver cómo era enamorarme otra vez de él. Fue divertido besarle cuando tenía 20 años y hacerlo nuevamente en mis casi 80".

"Como le pasa a mi personaje con el suyo en Our Souls at Night, Robert ha sido una fantasía para mí por mucho, mucho tiempo...", coronó ante su cohibido compañero.

El, más comedido, comentó que "el amor sólo se incrementa con la edad", y "Quería hacer una última película con ella antes de morir", o al menos antes de retirarse como actor, algo que anunció el año pasado, para cuando hiciera las películas en las que ya estaba compretido, y luego centrarse en la realización, la producción... y la pintura.

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Mientras, en la competencia, la película mejor acogida este viernes ha sido la del británico Andrew Haigh (45 años), Lean on Pete, adaptación de la novela de Willy Vlautin sobre un adolescente de muy difícil infancia, tras la huída de su madre y las dificultades de su padre por criarlo, en la América profunda de paisajes desolados y praderas interminables. El muchacho, de 15 años, encontrará consuelo en un caballo lesionado (quien da título a la cinta), al que se sentirá muy unido y con el que escapará para salvarlo de la muerte.

Las películas de caballos y niños o adolescentes probablemente resulten familiares para muchos, y son conocidas por su carga sentimental o –demasiado a menudo– sentimentaloides. Haigh huye de la lágrima fácil, a pesar de la intensidad dramática de su historia, y gradúa la emocionalidad con contención. Le ayuda la excelente actuación de Charlie Plummer, el espigado muchacho protagonista, a quien podría tener en cuenta el jurado. Lean on Pete es una película triste y hermosa, no la elección más obvia para amantes de un cine en el que no paran de ocurrir cosas y que escupe imágenes impactantes, pero sí para quienes buscan emoción y reflexión.

La Mostra de Venecia fue pionera en programar –y premiar con el León Oro– documentales, y este año incluye en su apartado competitivo al artista multidisciplinar y activista chino Ai Weiwei, con Human Flow, un bosquejo de las crisis de la emigración por guerras, violencia o pobreza en el mundo. Weiwei la ha definido como "un viaje personal", y quizás lo primero que pueda acharcársele es precisamente eso, que se trata de un reportaje más personal que humanitario, dado el excesivo protagonismo del artista en su cinta, que se grabó en más de 20 países diferentes. El grave problema de los refugiados sin duda requiere de muchas denuncias, pero queda la duda de si ésta en concreto es o no la más útil.

Ser octogenarios y aún generar suspiros no es muy común. Los años pasan pero la química permanece. Robert Redford y Jane Fonda coincidieron en tres películas hace más o menos medio siglo, cuando eran jóvenes y hermosos, una ideal pareja de estrellas que aunaban talento y atractivo. Han madurado y –como confesó él–  no querían morirse sin repetirlo. La Mostra de Venecia aprovechó que Netflix produjo el drama romántico Our Souls at Night, en el que se reencuentran de nuevo como viudos y vecinos, para concederles sendos Leones de Honor, y ellos lo agradecieron de la mejor manera posible, seduciendo a los medios con su travieso juego de complicidades.

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