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'La voz humana' mira al pasado para inaugurar una nueva 'era Almodóvar'

No es la primera vez que Pedro Almodóvar toma La voz humana, el texto de Jean Cocteau, como punto de apoyo para levantar un trabajo. Apareció en La ley del deseo, como una obra de teatro dentro de la propia película, protagonizada por el personaje de Carmen Maura y dirigida por el de Eusebio Poncela. Pero fue también el origen de Mujeres al borde de un ataque de nervios, estrenada en 1988, que acabó alejándose considerablemente del material original. Es una elección curiosa, por tanto, para el "experimento" que se proponía el director manchego: rodar su primera película en inglés, su primer cortometraje en una década, y con todas las limitaciones de producción que impone la pandemia del coronavirus. "Para atrás, ni para tomar impulso", dice la sabiduría popular. En La voz humana, que llegará a las salas de cine el 21 de octubre, Almodóvar desafía el dicho y parte de su propia trayectoria creativa solo para abrir una nueva etapa. 

Si el cineasta ha regresado una y otra vez al texto de Cocteau es porque su premisa es redonda: una mujer, abandonada por su amante, habla con él por teléfono en la que es probablemente su última conversación. En esa conversación de media hora (esa era la duración tradicional aproximada de la obra de teatro original, y también la del corto), a él no se le escucha. Todo lo llena ella, una voz humana atravesada por el amor, por el dolor, por la ternura, por el resentimiento. Y no ha sido él el único seducido: la primera parte de L'amore, de Roberto RosselliniL'amore, es quizás la versión más fiel de la obra original. Han interpretado a esa amante en trance Anna Magnani o Ingrid Bergman. Ahora es el turno de Tilda Swinton, una actriz almodovariana —con una fisicidad única, especialmente interesada por papeles al límite, capaz para la comedia y el drama— que encaja especialmente bien en el último giro del director, que desde Julieta, y más claramente aún en Dolor y gloria, explora las posibilidades narrativas y estéticas de la contención. 

La voz humana lleva un paso más allá los hallazgos de Dolor y gloriaDolor y gloria, una de sus películas más celebradas, nominada a dos Oscar, su mayor éxito en taquilla desde Volver. En este filme, voluntariamente autobiográfico, Almodóvar se atrevía a jugar con su propio personaje —Antonio Banderas, un director de cine que sufre un bloqueo creativo, está caracterizado con su característico peinado y vestuario— y con su propia filmografía, sin miedo a la metaficción ni incluso a la parodia. En la escena final, el plano se abría para revelar el equipo de grabación y las entretelas del plató, en una fusión clara entre cine y vida. En La voz humana, utiliza algunas de las claves puestas en práctica allí, pero ya sin la carga biográfica: el apartamento donde Swinton espera la llamada de su ex se revela como un plató de cine, en una síntesis de lo que podría ser la poética almodovariana: a la verdad, a través del artificio.

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En el corto se escuchan samplers de las bandas sonoras de distintas películas del manchego, firmadas por Alberto Iglesias. Se reconocen los colores vibrantes marca de la casa y de la fotografía de José Luis Alcaine. Se intuye mobiliario usado anteriormente por el director artístico Antxon Gómez (Dolor y gloria, Volver, Hable con ella, Todo sobre mi madre...). Entre los libros que ordena Swinton se ven algunos que ya han leído otros personajes de Almodóvar (y el propio Almodóvar, claro), como los de Alice Munro o Lucia Berlin. El director se recrea con especial gusto en el tradicional cameo de su hermano, el productor Agustín Almodóvar, que vende a la protagonista un hacha tan bonita como inquietante. Los guiños a su propia trayectoria no hacen sino más significativa las rupturas que el cineasta se atreve a acometer. Mostrar las tripas del decorado. Hacer que la intérprete se pasee por un estudio desierto vacío o se plante delante de la tela verde croma que no se usará. En el último acto de liberación del personaje, se diría que no solo está dejando atrás una relación feliz pero ya muerta, sino también un bagaje creativo que quiere servir como sustrato y no como lastre

La decisión más clara, en este sentido, es la adaptación libre —así figura en los créditos— que Almodóvar hace del texto de Cocteau. Que Tilda Swinton use unos Airpods (los auriculares inalámbricos de Apple) y no un teléfono fijo, con su cable, es una decisión que afecta a la verosimilitud, pero también a la esencia de la obra. En el texto de Cocteau, la protagonista está atada al teléfono, enredada materialmente en la conversación, y llega incluso a jugar con el gesto de estrangularse con la línea; Swinton se desplaza con libertad mientras habla con su amante como suele hacerse cuando se usan cascos, es decir, en un aparente monólogo que ante todo subraya la ausencia del interlocutor. La actualización tecnológica no es la única de la adaptación, de la que Almodóvar ha dicho: "Quería hacer algo ya no solo distinto, sino casi opuesto, porque de otro modo no reconocía como contemporánea a la mujer que espera y habla con su examante". La protagonista sufre con la misma intensidad que sus predecesoras, cae en picado como ellas, experimenta lo que es estar fuera de sí. Pero no es un personaje pasivo y suplicante, sino uno que toma decisiones, que avanza, que atraviesa el dolor para llegar a otro sitio. 

Aunque el proyecto estaba en marcha desde antes de la pandemia, Almodóvar —que en ocasiones ha hablado de su miedo a no poder rodar— se atrevió a grabarlo en el mes de julio, con todas las medidas preventivas instaladas ya en el mundo del cine. Tras el paso del cortometraje por el Festival de Venecia, llegará a los cines españoles el 21 de octubre, en un claro gesto de apoyo a las salas, muy tocadas por la crisis generada por el coronavirus. Pero es que el manchego ha anunciado ya la puesta en marcha de varios proyectos: si su adaptación de Manual para mujeres de la limpieza, de Lucia Berlin, tuvo que posponerse (el rodaje en Estados Unidos era difícilmente compatible con el covid-19), su próxima película será Madres paralelasMadres paralelas, protagonizada por Penélope Cruz y escrita durante el confinamiento, y tiene en mente dos nuevos cortometrajes que formarán una trilogía con La voz humana (Extraña forma de vida, un wéstern que rodará en Almería, y una distopía sobre un mundo sin cines). Como el personaje de Tilda Swinton, Pedro Almodóvar parece mirar atrás solo para tomar impulso. 

No es la primera vez que Pedro Almodóvar toma La voz humana, el texto de Jean Cocteau, como punto de apoyo para levantar un trabajo. Apareció en La ley del deseo, como una obra de teatro dentro de la propia película, protagonizada por el personaje de Carmen Maura y dirigida por el de Eusebio Poncela. Pero fue también el origen de Mujeres al borde de un ataque de nervios, estrenada en 1988, que acabó alejándose considerablemente del material original. Es una elección curiosa, por tanto, para el "experimento" que se proponía el director manchego: rodar su primera película en inglés, su primer cortometraje en una década, y con todas las limitaciones de producción que impone la pandemia del coronavirus. "Para atrás, ni para tomar impulso", dice la sabiduría popular. En La voz humana, que llegará a las salas de cine el 21 de octubre, Almodóvar desafía el dicho y parte de su propia trayectoria creativa solo para abrir una nueva etapa. 

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