Este lunes, el Instituto Nacional de Estadística ha publicado un dato que intensifica más, si cabe, el debate sobre los precios en el supermercado. El IPC subyacente, que muestra la evolución de los precios sin tener en cuenta las materias primas alimentarias ni energéticas, ha aumentado cinco décimas de golpe, de 7% a 7,5%. El aumento se debe principalmente a los precios de la comida procesada, lo que provoca que todas las miradas se pongan directamente sobre los distribuidores de la alimentación, por estar quizás retrasando el traslado de la caída de los precios energéticos a los precios de sus productos. Según los expertos consultados, es pronto para determinarlo.
“Hay que esperar unos meses para ver si la caída de los precios de la energía acaba revirtiendo en los alimentos procesados”, explica Antoni Cunyat, profesor de Economía y Empresa en la Universitat Oberta de Catalunya. “Es pronto para decantarse por la hipótesis de que los precios se mantienen altos por el poder de mercado de algunas distribuidoras. Si pasa algo más de tiempo y los precios no bajan, sí podríamos decir que hay un problema de competencia”, añade el académico.
Este lunes, Ángel Talavera, que es jefe de Economía Europea en la asesoría británica Oxford Economics, ha publicado una gráfica en la que sintetiza qué contribuye a la inflación subyacente, según se mide en España. La mitad, proviene de la comida procesada. “Cuando se mide la inflación subyacente en España, se incluyen los alimentos procesados. En la UE no se hace así”, señala Talavera, en conversación con infoLibre.
¿Quién es el culpable, el súper o el petróleo?
Hay un intenso debate público por los precios alimentarios en el supermercado, al calor de las redes sociales, ante la constatación de los consumidores de que estos no dejan de subir, pese a que los precios de la energía llevan meses en un lento declive. El debate se ha trasladado al mundo de la política, tras el señalamiento de algunos dirigentes de Podemos a Mercadona, por subir los precios aprovechando su supuesto poder de mercado: “No hay nombre propio, por pomposo que este sea, que esté por encima del derecho de la gente de nuestro país a una alimentación asequible y sana, y quiero recordar que, desde que terminó el bipartidismo en España, ya no hay nadie innombrable, tampoco el señor Juan Roig", criticó la secretaria general de Podemos.
Roig respondió: “Los empresarios son los que generan riqueza y bienestar y si después, a los que les toca gestionarla lo saben hacer, hay riqueza para todos y si no, enfrentamiento". ¿Quién tiene razón? Según los datos disponibles y los expertos consultados, no es posible saberlo… de momento. “Desde mi punto de vista, adjudicar la subida a los precios de mercado es todavía un poco precipitado”, explica el profesor Antoni Cunyat. “Hay que tener en cuenta que hay un desfase temporal en cómo las bajadas de los precios de los combustibles y de la electricidad afecta a los alimentos procesados. Esos alimentos son producidos y se almacenan en stock. Siempre tardan en trasladarse a los productos”, explica el profesor.
Cunyat no descarta que se deba a que sean las distribuidoras las que estén retrasando este retroceso de los precios energéticos a los costes. Considera que es algo que se conocerá en los próximos meses: “Si eres monopolista y te suben los precios, los subes inmediatamente. Pero si de repente bajan los costes, no tienes ninguna presión. A no ser que el mercado sea competitivo, y los competidores te obligan a bajarlos, porque ellos también lo hacen. Pero es pronto para decirlo”, explica el profesor.
Mercadona tiene una cuarta parte de la cuota de mercado de las distribuidoras. Pese a que dispone de un gran porcentaje de la tarta, el académico considera que es posible que el peso de competidores como Carrefour, Lidl o Dia sean suficientes para presionar a la baja: “Ha habido una concentración en el sector desde la crisis de 2008. Mercadona ha ganado bastante cuota de mercado. Cuanto más poder de mercado tienes, más márgenes puedes tener. Pero no es una regla de tres”, añade.
“Si se confirmara que los precios no bajan por una situación de poder de mercado, el problema no sería de Mercadona. El problema sería de quién ha dejado que una empresa acumule tanto poder. El empresario a fin de cuentas busca maximizar beneficios. El interés de los reguladores es que esto no ocurra. Cuanto mayor concentración, es más probable que haya colusión entre ellas”, advierte Cunyat, señalando a los organismos supervisores.
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El académico advierte una posible tercera causa: “También podría ser que exista poder de mercado en algunos productores”, añade. Este factor, que exculparía a los supermercados, amplía el abanico de opciones. El IPC subyacente, según se mide en España, incluye productos como el aceite de oliva. Este producto ahora mismo tiene el precio disparado, más allá del impacto de la guerra, por la pésima cosecha de 2022, la peor desde 1995 por las olas de calor y la sequía. También incluye otros que se han encarecido, como el alcohol o el tabaco.
Eurostat da a España el segundo mejor dato europeo
En Europa, el IPC subyacente se mide de manera diferente. Según el último dato disponible en Eurostat, correspondiente a diciembre de 2022, España tiene una inflación subyacente del 4,1%. Según el INE, ese mes era del 7%. Esto procura a España el segundo mejor dato, después de Luxemburgo (3,9%) y por debajo de la media de la UE (6,2%).
Esto lo constata el economista Daniel Fuentes, que este lunes ha comparado en su cuenta de Twitter la diferente forma de medir la inflación subyacente en España y Europa. En Europa no cuentan ni los alimentos procesados, ni el alcohol, ni el tabaco, mientras que España sí incluye esas categorías.
Este lunes, el Instituto Nacional de Estadística ha publicado un dato que intensifica más, si cabe, el debate sobre los precios en el supermercado. El IPC subyacente, que muestra la evolución de los precios sin tener en cuenta las materias primas alimentarias ni energéticas, ha aumentado cinco décimas de golpe, de 7% a 7,5%. El aumento se debe principalmente a los precios de la comida procesada, lo que provoca que todas las miradas se pongan directamente sobre los distribuidores de la alimentación, por estar quizás retrasando el traslado de la caída de los precios energéticos a los precios de sus productos. Según los expertos consultados, es pronto para determinarlo.