No estarán ni Trump ni May ni Macron ni Xi ni Putin, pero aun así los más de 3.000 líderes políticos y empresarios de multinacionales que a partir de este martes se reúnen en Davos (Suiza) representan mejor que cualquier otra cita a las élites que gobiernan el mundo. La 49 edición del Foro Económico Mundial se celebra bajo el lema Globalización 4.0: configurando una arquitectura global en la era de la cuarta revolución industrial, justo cuando empiezan a asomar en la economía los nubarrones de la desaceleración, aún más oscurecidos, si cabe, por las tensiones geopolíticas, desde el Brexit hasta el auge de la ultraderecha y del proteccionismo.
En la presentación de la cita anual, el fundador del foro, Klaus Schwab, alertó ante los “riesgos” que amenazan el crecimiento económico y propuso como solución una “renovada arquitectura de la cooperación internacional” y un “nuevo pacto social entre ciudadanos y líderes”. Habló de “moralizar” una globalización que no es “sostenible” tal y como se presenta en la actualidad, instó a atender a sus “perdedores” e incluso a combatir la “desigualdad” provocada por sus “excesos”: “No es sorprendente que la gente pierda la esperanza porque, si no sabes cómo va a ser tu futuro, sobre todo en momentos de cambio rápido, te vuelves egocéntrico y te pones a la defensiva y eso se refleja no sólo en el nivel político y nacional”, subrayó.
Pero para los movimientos más críticos con la globalización, los llamamientos de Davos a la “responsabilidad social” de las multinacionales y los gobiernos no son más que “hipocresía”. “No creemos que haya perspectiva alguna de que cambie su paradigma de la globalización”, protesta Cuca Hernández, coordinadora de ATTAC España. “Esa globalización 4.0 de la que hablan en Davos, lo que llaman nueva industrialización, se basa en el nuevo petróleo, el comercio de datos, que se ha convertido en el negocio de la industria digital y cuyos beneficios quieren repartirse sin pisarse unos a otros”, resume.
ATTAC se muestra igualmente escéptica ante la preocupación por las consecuencias del cambio climático, el auge del proteccionismo económico y el éxito de los populismos que los organizadores de Davos quieren poner en primer plano de sus debates. “No creo que les inquiete el avance de la ultraderecha”, rebate Cuca Hernández, “lo primero que ha anunciado el nuevo Gobierno andaluz es la eliminación del impuesto de sucesiones y Pablo Casado este fin de semana ha prometido también rebajas y supresión de tributos”. A su juicio, a las grandes empresas les resultan incluso más “fáciles de manejar” estas políticas.
Por el contrario, es precisamente en la desigualdad donde Ofxam Intermón pone el foco, para reclamar como solución a los desequilibrios mundiales servicios públicos gratuitos y universales –sanidad y educación– y mayores impuestos a los ricos y las grandes compañías. Oxfam es uno de los integrantes, al igual que ATTAC, del Foro Social Mundial que nació en 2001 como alternativa a Davos y que no celebrará su próxima edición hasta 2020 en México DF.
En un informe que acaba de publicar coincidiendo con la apertura de Davos, Oxfam destaca quela desigualdad está “envenenando el clima político” y que la brecha entre ricos y pobres contribuye a “avivar el autoritarismo”. El siguiente paso ha sido “criminalizar a las personas migrantes, a otros grupos étnicos, a otros países, a las mujeres y a las personas en situación de pobreza”, en lugar de reducir la fractura entre ricos y pobres.
También el FMI
El documento de la ONG contrapone los planteamientos del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial sobre las posibles soluciones al aumento de la desigualdad. Mientras el organismo presidido por Christine Lagarde asegura que el gasto público en salud, educación y protección social reduce la pobreza y tienen “un enorme poder igualador”, el que encabeza Jim Yong Kim defiende que el sector privado es mejor proveedor y, por tanto, debe reducirse la provisión de servicios públicos. También apoya el FMI que existe un “amplio margen para recaudar más impuestos de las grandes fortunas y las multinacionales”. Según los estudios citados por Oxfam en su informe, el 69% de la reducción de la desigualdad en los últimos 30 años se debe al gasto en educación y salud.
Lagarde ha sido la primera en comparecer en Davos este mismo lunes, antes de la inauguración oficial del foro, pidiendo “solidaridad” y economías “inclusivas”, que cumplan con “la gente” y ayuden a “los trabajadores desplazados por la automatización, las mujeres y los jóvenes”.
Para financiar esos servicios públicos, Oxfam propone implantar una tributación más justa. “Si los más ricos pagaran un 0,5% más de impuestos, se recaudaría más dinero del necesario para escolarizar a los 262 millones de niñas y niños que actualmente no tienen acceso a una educación y para proveer servicios de atención sanitaria que salvarían la vida a 3,3 millones de personas”, apunta el informe. La ONG recuerda que las grandes fortunas ocultan a las autoridades 7,6 billones de dólares, que desvían a paraísos fiscales. De acuerdo con los cálculos de la UNCTAD (Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo), los países en desarrollo dejan de recaudar 100.000 millones de dólares mediante el impuesto sobre sociedades, que grava los beneficios de las empresas, por culpa de la elusión fiscal. Todo ello mientras el número de milmillonarios se ha duplicado en los 10 años posteriores a la crisis y la riqueza de la mitad más pobre de la población mundial, 3.800 millones de personas, se ha recortado un 11%. Según destaca Oxfam, sólo el 1% de la fortuna de Jeff Bezos, el dueño de Amazon, equivale al presupuesto sanitario de Etiopía, un país con 105 millones de habitantes.
Schwab, en cambio, no ha hablado de impuestos o de servicios públicos universales. Sino de las “tensiones geoeconómicas”, el deterioro de los acuerdos comerciales multilaterales, el fracaso de la lucha contra el cambio climático, los ciberataques, las noticias falsas y la necesidad de que las empresas sean más “resilientes” ante el desafío de la digitalización. “En todos los foros internacionales se habla del cambio climático, pero mientras no haya mecanismos vinculantes con sanciones para quienes incumplan los compromisos del Acuerdo de Kioto, las emisiones seguirán siendo las mismas y no se cambiará nada”, protesta de nuevo la responsable española de ATTAC. Cuca Hernández también enfoca el reto de la economía digital desde un punto de vista diferente: “Su objetivo es que los trabajadores se adapten a unas condiciones laborales cada vez más precarias”.
Menos inversión, menos comercio, menos crecimiento
Como preludio de lo que será preocupación central en Davos, el FMI anunció este lunes una rebaja de sus previsiones de crecimiento de la economía mundial para este año y el próximo: hasta un 3,5% y un 3,6%, respectivamente. Lagarde negó que al mundo le espere una recesión a la vuelta de la esquina, pero advirtió de que han crecido los riesgos de un mayor recorte del crecimiento. La mayor desaceleración en Alemania, el Brexit, las crisis en Turquía y Argentina, la contracción en China y la moderación en Estados Unidos no aventuran un buen año, adelanta el FMI.
También la UNCTAD recorta el crecimiento de la economía mundial para los dos próximos años, en su caso al 3% en ambos ejercicios. Según explica la organización de Naciones Unidas, sólo la guerra de aranceles entre Estados Unidos y China ralentizó el crecimiento del comercio mundial en dos puntos entre 2017 y 2018. Además, la repatriación de capitales impulsada por Donald Trump ha causado un descenso del 19% en la inversión extranjera en todo el mundo, por lo que se encuentra en su nivel mínimo desde 2008. En Europa, las inversiones procedentes de otros continentes se hundieron nada menos que un 73% en 2018, por sólo un 4% en América Latina.
Cuca Hernández atribuye el freno de la economía mundial al hecho de que la recuperación tras las crisis se ha basado en un “crecimiento en falso”. “La ralentización es inevitable porque no se han solucionado realmente los problemas, sólo se han puesto parches, dando más poder a los mercados financieros y limitando la capacidad de respuesta de los Estados ante una nueva crisis”, explica. La excesiva dependencia de una economía no productiva, la financiera, la desregulación de los mercados y las medidas de austeridad que han desembocado en una devaluación interna constituyen, a su juicio, la auténtica “amenaza”.
Estreno de Bolsonaro y regreso de España
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Que a la cita de este año falten los principales líderes políticos mundiales tampoco la inquieta. “Ellos no son el poder real, lo es el económico, y ésos sí van a asistir”, apunta. Pedro Sánchez acudirá el miércoles a Davos, donde mantendrá una charla con el presidente del Foro Económico Mundial, Børge Brende. Un presidente español no iba a la cita suiza desde 2010, cuando lo hizo José Luis Rodríguez Zapatero. También participarán Angela Merkel y se estrenará el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro. Entre los empresarios españoles estarán los presidentes de Acciona, Ferrovial, Iberdrola, Repsol o Villar Mir, así como los máximos responsables del Banco Santander, Ana Botín, y BBVA, Carlos Torres.
Este año no se prevén movilizaciones de protesta “masivas”, revela Cuca Hernández, “si acaso, algún acto simbólico”. Además de una campaña de recogida de firmas organizada por 150 organizaciones de toda Europa para que se elimine el sistema de solución de controversias entre inversores y estados (ISDS), unos tribunales privados que aparecen incluidos en la mayoría de los tratados de comercio y permiten a las multinacionales demandar a los gobiernos por cambios legales u otras medidas que les supongan perjuicios económicos.
Se da la circunstancia de que España es el país de la UE que más demandas acumula ante estos tribunales de arbitraje, un total de 41, que pueden traducirse en el pago de 7.500 millones de euros en dinero público si el Estado las pierde. “[Estos tribunales] Son una amenaza para las democracias”, concluye la coordinadora de ATTAC.
No estarán ni Trump ni May ni Macron ni Xi ni Putin, pero aun así los más de 3.000 líderes políticos y empresarios de multinacionales que a partir de este martes se reúnen en Davos (Suiza) representan mejor que cualquier otra cita a las élites que gobiernan el mundo. La 49 edición del Foro Económico Mundial se celebra bajo el lema Globalización 4.0: configurando una arquitectura global en la era de la cuarta revolución industrial, justo cuando empiezan a asomar en la economía los nubarrones de la desaceleración, aún más oscurecidos, si cabe, por las tensiones geopolíticas, desde el Brexit hasta el auge de la ultraderecha y del proteccionismo.