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El ERE de Bankia termina con 100 despidos en el Supremo y decenas de demandas en otros tribunales

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Este miércoles 35 empleados de Bankia han recibido una orden de traslado, 29 de ellos a Valencia. Quince trabajan ahora en Canarias, cinco en Galicia, ocho en Andalucía. Los sindicatos le han pedido que paralice los traslados, sin éxito. Se quejan de una iniciativa “incomprensible” y “cruel” que tachan de “castigo”. Es la penúltima medida de la mayor restructuración laboral que ha sufrido una empresa española en lo que va de siglo. La penúltima porque el Expediente de Regulación de Empleo (ERE) que firmó la entidad financiera con los sindicatos en febrero de 2013 llega a su fin el próximo 31 de diciembre. En tres años, Bankia ha recortado su plantilla en 6.000 trabajadores y cerrado 1.138 oficinas. Además, ha sometido a quienes conservaron su empleo a una fuerte rebaja salarial, traslados, aumentos de jornada y cambios de horario mientras reorganizaba sus sucursales y unidades de negocio. Un conjunto de “dificultades y sufrimientos”, en palabras del presidente de la entidad, José Ignacio Goirigolzarri, que deberían revelarse en una encuesta de clima laboral que Bankia empezará a distribuir entre sus trabajadores la próxima semana.

A cambio de los 22.424 millones de dinero público recibidos para su rescate, Bankia se comprometió a una dura dieta de adelgazamiento que, en teoría, termina en poco más de un mes. Entre 2016 y 2017, según ha avanzado el ministro de Economía, Luis de Guindos, el Estado pondrá a la venta la entidad, fruto de la fusión de Caja Madrid, la valenciana Bancaja y otras cinco cajas de ahorro más pequeñas. Para entonces, Bankia, que prevé terminar el ejercicio con un beneficio de 1.000 millones de euros, podrá presumir de haber multiplicado la productividad de sus empleados –un 72%, asegura– gracias a un “cambio anímico radical” –otra vez en palabras de Goirigolzarri– y a los duros ajustes laborales.

Entre 2011 y 2013 Telefónica también puso en marcha un ERE de volumen similar, 6.830 trabajadores. A diferencia de Bankia, la multinacional de César Alierta registraba beneficios récord y ofrecía unas indemnizaciones tan jugosas que los empleados adheridos de forma voluntaria superaron el número previsto de despedidos. El de Bankia, por el contrario, ha sido de todo menos un ERE pacífico. También tuvo una fuerte adhesión de voluntarios, pero de las 3.447 solicitudes presentadas, la entidad financiera sólo aceptó 1.941. Hubo 3.642 despidos.

Además, pese a que el ERE contó con el acuerdo de todos los sindicatos menos CGT, Bankia comenzó enseguida a acumular demandas judiciales, unas 250 unas 250sólo en los primeros meses, que en buen número fueron favorables a los trabajadores. El banco ha recurrido casi todas. No obstante, tres años después, un centenar siguen vivas y han llegado al Tribunal Supremo, que aún debe pronunciarse. Los Tribunales Superiores de Justicia de Cataluña, Extremadura, Castilla y León y País Vasco ya dieron la razón a los trabajadores de la entidad financiera, explican fuentes de los despedidos, que se han organizado y son muy activos en las redes sociales. 

Externalizaciones impugnadas

Además, decenas de los 616 empleados que fueron externalizados, junto con sus unidades de negocio, a otras empresas –Accenture, IBM, Manpower, Grant Thornton y Haya Real Estate– acudieron a los tribunales para impugnar los acuerdos de venta y recuperar sus condiciones laborales en Bankia. Los empleados de Grant Thornton ganaron casi todas sus demandas, lo que obligó a la consultora a negociar. Los denunciantes consiguieron la rescisión improcedente de sus contratos con la máxima indemnización y que se les abonara la cuantía salarial perdida desde que llegaron a Grant Thornton. De los 37 empleados, procedentes de la división de auditoría y asesoría jurídica de Bankia, que fueron externalizados a esta consultora, hoy sólo quedan 22. Algunos de ellos accedieron a retirar su demanda después de que Grant Thornton negociara con ellos una garantía de empleo más sólida que la que figuraba en el acuerdo de externalización, limitada a sólo dos años.

De los 44 del Departamento de Recuperaciones que se quedó Accenture, hoy sólo quedan 17, entre despidos y bajas voluntarias. Una decena de demandas están aún pendientes de resolución en los juzgados de lo Social. A Haya Real Estate, de la que es consejero no ejecutivo uno de los hijos del expresidente del Gobierno José María Aznar, Bankia le vendió su división inmobiliaria, incluidos 457 trabajadores. También allí se presentaron una decena de demandas judiciales para impugnar el acuerdo de externalización. Y también entre el personal transferido se ha producido un goteo constante de abandonos. Pactando su salida voluntaria se han marchado de la empresa una cuarentena de trabajadores, aseguran las fuentes consultadas.

Porque Bankia colocó estas plantillas a las empresas citadas con unos “descuentos” salariales de hasta el 25% respecto a los sueldos que percibían en Bankia. Perdieron un buen número de sus complementos salariales, también ayudas para la formación o guardería o la previsión social complementaria –planes de pensiones, cobertura de riesgos por invalidez o viudedad–. Además, pasaron de depender de un convenio de empresa muy bien armado, el de Bankia, a otro sectorial mucho menos perfeccionado, como el de consultoría, en los casos de IBM y Grant Thornton, o como el de oficinas y despachos, en el de Manpower, o el de gestión y mediación inmobiliaria en el de Promontoria. En su momento, los trabajadores afectados protestaban por lo que consideraban un “despido en diferido”. Viendo las cifras de abandono, el pronóstico no fue muy desacertado.

Por el contrario, Bankia defiende estas operaciones como una medida que sirvió para reducir el número de despidos, y como tal fueron firmadas por los sindicatos. Tanto UGT como CCOO defienden la firma del ERE, pero critican la “nefasta gestión” que la empresa ha hecho del acuerdo. “Desde el minuto”, subraya Manuel García, representante de CCOO en la entidad, “cuando denegaron las solicitudes de salida voluntaria y se pusieron a despedir a mansalva”. También critican los sindicatos que Bankia debiera abrir un plan de bajas voluntarias en junio de 2014 para deshacerse de los 310 trabajadores que decía que le sobraban. El anuncio lo hizo la empresa sólo seis meses después de cerrar los despidos en las sucursales y tras haber medido las “cargas de trabajo” de éstas. Al final se fueron de Bankia 216 personas, pero se habían apuntado al plan casi el triple. El pasado marzo volvió a abrir un plan de bajas voluntarias para 300 trabajadores menores de 55 años y prejubilaciones para quienes superen esa edad.

Traslados y movilidad funcional

El éxito de la convocatoria lo atribuyen los sindicatos al pésimo ambiente laboral que se vive en la entidad. Una encuesta de CCOO reveló entonces que el 57% de la plantilla considera “malo” o “muy malo” el ambiente de trabajo. La mitad de los trabajadores declara sufrir “amenazas y presiones”, y hasta el 67% de los directores, subdirectores de sucursal y coordinadores de departamento se queja de los “malos modos” de sus superiores. El 74% prolonga su jornada de trabajo de forma habitual y el 70% cree que la mala situación laboral perjudica a su salud. El 35,2% confiesa que está tomando medicación por motivos relacionados con el trabajo. Por el contrario, un portavoz de Bankia asegura que el clima laboral en la entidad es “bueno” y responde a las críticas sobre la gestión del ERE destacando que éste “se ha ejecutado según como se firmó”.

En cambio, para Pilar Valdecabres, portavoz de UGT en Bankia, el aumento de las bajas laborales –el absentismo ha crecido un punto desde 2013, según datos de la propia empresa– y el mal clima de trabajo son buena muestra del “látigo” que la entidad financiera utiliza en política de recursos humanos. Valdecabres presagia que Bankia continuará recortando el número de oficinas y los salarios de la plantilla, aunque el ERE concluya en diciembre.

Al malestar de los trabajadores no es ajena la reorganización a que se ha sometido Bankia en estos tres años. Sólo el pasado mes de julio la entidad reubicó a entre 700 y 800 jefes de zona, directores y subdirectores de oficina y gestores de banca personal, explica Manuel García. Un poco antes, en mayo, fueron trasladados a oficinas de otras ciudades un total de 116 empleados de los centros de recuperación de créditos morosos que fueron reestructurados, añade el representante de CCOO. En total, Bankia ha trasladado a 3.700 trabajadores, según reconoce la propia entidad en su informe anual correspondiente a 2014.

La batalla de la jornada partida

También la creación de las llamadas “oficinas ágiles”, que abren por las tardes, ha traído consigo un cambio fundamental en la organización del trabajo: la jornada partida. Es precisamente en los horarios donde se libra en estos momentos una auténtica batalla. Los sindicatos acudieron a la Audiencia Nacional para resolver el conflicto. Pero el acuerdo alcanzado en esa sede ha sido interpretado de forma distinta por las partes, por lo que los sindicatos están a la espera de que la Audiencia vuelva a citarles para obtener una interpretación definitiva. “Todos los días con jornada partida no es flexibilidad”, protesta Manuel García.

Además, el pasado mes de septiembre Bankia comunicó a sus 2.500 gestores de banca personal, pymes y empresas, así como a los asesores de las oficinas Plus+, que debían trabajar por las tardes. Tienen también jornada partida los empleados de los centros de recuperación, los de multicanalidad –banca on liney los servicios centrales. En total, cerca de 4.000 trabajadores, de una plantilla de 14.042, casi un tercio, trabajan por las tardes.

El acuerdo del ERE incluyó igualmente recortes salariales. A los trabajadores de Bankia se les suprimieron las retribuciones variables en 2013. Los dos años siguientes quedaron sujetas a los resultados antes de impuestos del banco. Las recuperarán en sus condiciones iniciales en 2016. También se les suprimieron hasta el año próximo los puntos de promoción profesional. Y no cobrarán la antigüedad hasta diciembre de 2016, tampoco el plus de convenio ni la empresa hará aportaciones a los planes de pensiones hasta el próximo diciembre.

En resumen, Bankia ha aplicado durante los tres últimos años el catálogo completo de medidas de flexibilidad y reorganización laboral posibles. Muchas de ellas –recortes salariales y aumento de jornada, por ejemplo– quiere ahora la entidad, al frente de la patronal del sector, consagrarlas en el convenio colectivoconvenio colectivo que se encuentra en fase de negociación. Los sindicatos amenazan con movilizaciones ante la “inusual beligerancia” que Bankia está exhibiendo en la mesa. El presidente de la patronal, ACARL, es Juan Chozas, director de Recursos Humanos del banco y ex secretario general de Empleo en los gobiernos de José María Aznar.

Los fallos del ERE

Mención aparte merece la gestión que ha hecho Bankia de los despidos. Por ejemplo, bloqueó el segundo plazo de la indemnización a los trabajadores que habían denunciado su despido en los tribunales. O ha despedido a una veintena de mujeres embarazadas, madres con reducción de jornada por cuidado de menores o recién incorporadas tras una baja de maternidad. Las que lo han denunciado ante el juez ganan los casos. Los despidos son nulos y Bankia debe readmitirlas. A continuación, vuelve a despedirlasvuelve a despedirlas.

Finalmente, el banco tuvo que cambiar la redacción de las cartas de despido de sus trabajadores porque los jueces declaraban la nulidad de las extinciones por defectos formales: las sentencias reconocían la “indefensión” de los empleados porque la misiva no explicaba el motivo por el que fueron seleccionados y omitía la nota de la evaluación profesional que supuestamente habían suspendido.

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Falta personal

Si Goirigolzarri resalta el aumento de la productividad como el mayor éxito de la restructuración, los sindicatos se quejan de que ha dejado la plantilla esquilmada. No se cubren las bajas ni cualquier otra contingencia laboral, porque las plantillas están “superajustadas”, advierte el portavoz de CCOO. Por eso en Valencia, donde el recorte fue duro, ahora faltan trabajadores, unos 60, según Juan Vicente Calderón, representante de CGT. Ni siquiera con los 35 traslados previstos, por tanto, se cubrirá el déficit de personal, según apunta.

Estos últimos días, muchos de los despedidos de Bankia han empezado a recibir cartas en las que se les ofrece un puesto de trabajo en una filial del banco con un sueldo de 18.000 euros al año. Es decir, aproximadamente un tercio de lo que cobraban antes de que los echaran. Seis mil despidos después, Bankia necesita personal. Y lo busca a precios muy bajos.

Este miércoles 35 empleados de Bankia han recibido una orden de traslado, 29 de ellos a Valencia. Quince trabajan ahora en Canarias, cinco en Galicia, ocho en Andalucía. Los sindicatos le han pedido que paralice los traslados, sin éxito. Se quejan de una iniciativa “incomprensible” y “cruel” que tachan de “castigo”. Es la penúltima medida de la mayor restructuración laboral que ha sufrido una empresa española en lo que va de siglo. La penúltima porque el Expediente de Regulación de Empleo (ERE) que firmó la entidad financiera con los sindicatos en febrero de 2013 llega a su fin el próximo 31 de diciembre. En tres años, Bankia ha recortado su plantilla en 6.000 trabajadores y cerrado 1.138 oficinas. Además, ha sometido a quienes conservaron su empleo a una fuerte rebaja salarial, traslados, aumentos de jornada y cambios de horario mientras reorganizaba sus sucursales y unidades de negocio. Un conjunto de “dificultades y sufrimientos”, en palabras del presidente de la entidad, José Ignacio Goirigolzarri, que deberían revelarse en una encuesta de clima laboral que Bankia empezará a distribuir entre sus trabajadores la próxima semana.

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