El Ibex se aleja del teletrabajo en plena segunda ola: presiones de mandos intermedios para volver o problemas con la desconexión digital

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El teletrabajo ha venido para quedarse, reza una de las primeras búsquedas en Google cuando se teclea la palabra "el teletrabajo". Pero en el caso de las grandes del Ibex, esta premisa no parece cumplirse: tras una consulta a empleados o secciones sindicales en una docena larga de firmas cotizadas por parte de infoLibre, problemas como las presiones para regresar a la oficina, discriminación por tener o no hijos, jornadas extenuantes o falta de desconexión están a la orden del día en plena segunda ola de covid-19. 

O, peor aún, que gran parte de la plantilla esté ya operando en las oficinas y servicios centrales, caso de Iberdrola o Acciona, según explican las fuentes a este diario. En Naturgy, antigua Gas Natural, la presencia es de más o menos un tercio del total de trabajadores. En todos los casos anteriores ha habido "prisas" para volver a la oficina y, siempre según las fuentes, no existe la misma premura para retomar el trabajo en remoto en caso de agravarse la segunda ola: otra justificación de las entidades es que ya se garantiza la distancia de seguridad. La realidad es que se incumplen las directrices del Gobierno definidas en sus Actuaciones de respuesta coordinada para el control de la transmisión de COVID-19, que pide "fomentar al máximo el teletrabajo".  

Para este artículo se ha diferenciado entre los operarios –que lógicamente al ser de cuello azul y ejercer a pie de calle no pueden trabajar en remoto– y los empleados de oficinas, más proclives a la nueva modalidad laboral impuesta por la pandemia. 

Casi ninguna de las multinacionales que aparecen –excepto dos– han aportado su versión sobre cómo se desarrolla la organización laboral desde la declaración del estado de alarma, en marzo pasado.

En Endesa, que mantenía a toda la plantilla en casa desde marzo, lejos de su sede pegada a la institución Ifema en Madrid –exceptuando a servicios esenciales–, la energética ahora ha empezado a pedir a varias decenas de empleados que vuelvan a las oficinas a terminar proyectos "urgentes" o "críticos" –concretamente, el regreso se produjo el pasado martes 1 de diciembre–. Esto ha causado estupor: Endesa es propiedad en un 70% de la compañía energética pública italiana Enel, cuyo director ejecutivo, Francesco Starace, además había remitido estos días a la plantilla un correo electrónico asegurando que no se volvería hasta que la vacuna no desplegase toda su eficacia. Es decir, hasta 2021.

También hay diferencias dentro del mismo grupo. Es el caso de Telefónica, informan varias personas: mientras en Telefónica España hay una fuerte presencia de sindicatos y comité de empresa –y mejores salarios y horarios–, en la parte corporativa (Telefónica S.A.) se apremia a la gente a volver "por presiones de arriba" o "porque esto está muy vacío". En España la plantilla ronda los 20.000 empleados. 

La empresa de telecomunicaciones ha querido aportar su versión: "Para todos los empleados de Telefónica en España, hay flexibilidad total hasta finales de año, siempre que la actividad profesional que desarrollen lo permita", aseguran fuentes oficiales, que agregan que todo se ha llevado a cabo "de acuerdo con los sindicatos".

Las presiones de jefes y mandos intermedios en las grandes empresas son un hecho. O la falta de desconexión digital: correos electrónicos fuera del horario laboral. En varias empresas en las que los sindicatos y empleados aseguran que se respeta el teletrabajo vía acuerdos (como por ejemplo Cepsa, que suspendió su salida a Bolsa hace dos años, Enagás o la ya mencionada Naturgy) abundan las críticas precisamente por la ausencia de desconexión. En muchas de las firmas está pendiente una negociación al respecto. 

En pandemia y post-pandemia

"La desconexión es algo que se podría terminar de forma sencilla, con la caída del sistema o la imposibilidad de recibir correos", opina Carlos Gutiérrez, secretario de CCOO de Nuevas Realidades del Trabajo, un área que aborda el teletrabajo pero también la negociación sobre los riders. "La realidad es que muchos de los problemas que se subrayan con el teletrabajo ya se daban antes, aunque ahora se visibilizan más". Gutiérrez lamenta que muchas grandes empresas sean "reinos de taifas" y haya equipos completos que dependan de la arbitrariedad de un jefe o mando, incumpliéndose en ocasiones las directrices lanzadas desde la dirección. 

Dos empresas aparentemente cumplen todas las condiciones y llegan a acuerdos con los trabajadores: Aena y Red Eléctrica, ambas con mayoría de capital público. "Hemos llegado a un acuerdo para teletrabajar tres días y asistir dos. Y ahora lo que nos preocupa es la negociación para el teletrabajo post-covid", señala Paco Casado, responsable de CCOO en Aena. En Red Eléctrica Española un empleado dice que el problema de la desconexión no está del todo resuelto, pero que la sintonía laboral es buena. Igualmente, la conflictividad laboral con el teletrabajo prácticamente no se ha producido en Indra, de mayoría de capital privado pero cuyo accionista principal es el Estado a través de la Sepi, siempre según la versión de los trabajadores. 

Más casos, como Técnicas Reunidas –que abandonó el Ibex 35 el año pasado– donde se habían formado dos grupos a partir de julio: los que tuvieran hijos menores de 14 años podían seguir en remoto y los que no tenían que volver. Ahora están preparando un borrador para hacer turnos de semanas intermitentes para los dos grupos. Los consultados critican que la empresa no abona los gastos, una medida que pactaron los agentes sociales y el Ministerio de Trabajo a finales de septiembre

"En Repsol", apunta otra consultada, "se teletrabaja de uno a tres días por semana. Lo que pasa es que los que teletrabajan no son legión", ironiza esta persona. La compañía que preside Antonio Brufau llegó a acuerdos laborales para que salieran casi 900 empleados en el primer semestre del año tras hundirse la contratación.

Repsol ha querido responder sin entrar a valorar estas críticas anónimas. "Somos una de las empresas de referencia en España en el ámbito de la flexibilidad y la conciliación de la vida profesional y la personal. De hecho, comenzamos con nuestro programa de teletrabajo hace más de 10 años. Y es precisamente esta experiencia dilatada, junto con la digitalización, la que nos ha permitido en plena pandemia que más de 7.000 empleados de la compañía pudiesen trabajar en remoto desde sus domicilios", dice una portavoz de la energética. "En Repsol, la opción de teletrabajar es tanto para hombres como para mujeres, siempre ha sido consensuada y pactada entre jefes y colaboradores, sin cuestionar la causa por la que se solicita y manteniendo las mismas condiciones laborales, además de conservar los derechos colectivos de los trabajadores".

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Mención aparte merece el sector de banca. "En nuestro sector se aplicó rápidamente el teletrabajo desde la declaración del estado de alarma, aunque después su extensión ha ido por barrios", resume Victoriano Miravete, del sector de Finanzas de UGT. Hay que distinguir cuatro clases, entre los empleados de banca, de cajas de ahorros, de cajas rurales y de servicios financieros. "En las cajas de ahorros y rurales el teletrabajo es menor, porque muchas de las sucursales que están en los pueblos no pueden cerrarse", dice Miravete, quien recuerda que la banca es un servicio esencial "y mucha gente no lo sabe".

Entonces llegó la línea de avales ICO por 80.000 millones de euros dispuesta por el Gobierno para apoyar a las empresas en crisis y Miravete cuenta lo que vino después: "Empezamos a constatar que las jornadas de trabajo en remoto, desde casa, se convertían en jornadas extenuantes, con horarios de más de 12 horas". Ahora la mayoría de sucursales ha reabierto pero, concede el de UGT, "con protocolos de actuación en caso de haber positivos que permiten abrir y cerrar la oficina en cuestión de uno o dos días". 

"Hay que diferenciar el teletrabajo en pandemia del que vendrá cuando haya vacuna", asegura Gerardo Cortijo, responsable de Tecnología de CCOO. "Queremos que se ponga en valor el coste que le supone al trabajador estar más horas en casa: energía del ordenador, luz, Internet, cocina, baño... Estamos en pleno proceso de negociaciones. En cada empresa se da una batalla distinta. Y no hay un marco general". 

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