La mitad de los jóvenes se deja medio salario en la vivienda y solo un 15% se había emancipado en 2024

Varias personas durante una manifestación para denunciar el precio de los alquileres.

El pago de la vivienda es el gran sumidero por el que se van los ingresos de muchas familias españolas. En el caso de los jóvenes, esta realidad desencadena una serie de consecuencias que van desde postergar la edad de emancipación hasta los 30,4 años (cuatro años más tarde que la media europea), hasta tratar de tener un hogar propio sacrificando un alto porcentaje su renta a un mercado inmobiliario de precios disparados. De hecho, en España cuatro de cada diez destina ya más de un 40% de sus ingresos a pagar la vivienda y uno de cada tres recibe algún tipo de ayuda por parte de su familia, según recoge el informe Un problema como una casa, realizado por el Consejo de la Juventud de España (CJE). 

El sobreesfuerzo económico afecta a la calidad de vida y se acentúa a medida que descendemos en las franjas de edad. En el rango entre 18 y 21 años los jóvenes se dejan el 56,7% de sus ingresos disponibles; entre los 22 y los 26, un 42,7% y entre los 27 y los 30, un 32,6%. Así, ni siquiera en la franja más baja se nota un desahogo significativo, ya que según las recomendaciones de la mayoría de organismos oficiales, como el Banco de España o la OCDE, dejarse un 40% del salario en la vivienda provoca situaciones de precariedad.

En el fondo de esta problemática hay, además de un mercado inmobiliario en precios récord, un mercado laboral que tradicionalmente no ha sido favorable a este segmento de población. Así, el paro juvenil, aunque descendió casi cuatro décimas con respecto a 2024, se situó al cierre del año pasado en un 24,9%, muy por encima de la media europea, que ronda el 15,3%, de acuerdo con Eurostat.

Sin trabajo es difícil irse de casa, y más aún, cuando los precios de la vivienda corren mucho más rápido que los salarios. El informe del Consejo señala que el salario mediano de una persona joven ronda los 1.048 euros al mes y el coste promedio de una vivienda completa para un joven se sitúa a nivel nacional en los 755,5 euros. Si se miran municipios de menos de 10.000 habitantes, mucho menos tensionados que las grandes ciudades, el precio medio a pagar cae hasta los 500 euros. El documento advierte además que la calidad de los inmuebles suele ser peor en estos casos. Por ejemplo, recoge que tres de cada 10 habitaciones no tienen ventanas a la calle y de estos, un 2,7% carece de ellas. 

Este conjunto de circunstancias deja el porcentaje de emancipación en España en un tímido 14,8% durante la primera mitad de 2024, último dato disponible en el observatorio. Es el peor porcentaje desde 2006 y se traduce en que alrededor de 62.458 personas menos viven fuera del hogar familiar. Así, si se cruzan estos datos con el comportamiento de los precios del mercado inmobiliario, resulta que en ese mismo periodo los importes del alquiler habían crecido un 13,6% y los de compra un 5,7%, con respecto al mismo periodo del año previo. Esto genera, además, que entre quienes se deciden irse de casa, cerca de un 30% necesita de apoyo familiar para hacer frente a los gastos del alquiler. Una emancipación a medias que en el caso de las personas entre 18 y 21 años, ronda el 50%. Las familias son las que asumen el gasto cuando no salen las cuentas.

A la precariedad derivada de los precios, se suma la inestabilidad por cambiar de piso constantemente. De hecho, una de las principales peticiones de los sindicatos de inquilinos es que los contratos de alquiler sean de larga duración para evitar tanto la alta rotación que dificulta el arraigo, como las subidas de precios cada vez que toca renovarlo. Así, según CJE, la mitad de las personas entre 27 y 30 años han vivido entre dos y cinco viviendas diferentes desde que se han independizado y un 14% ha pasado por cinco o más inmuebles diferentes. Por otro lado, emanciparse suele ser sinónimo de compartir casa y dejamos el hogar familiar para mudarnos con otras personas en un 87% de los casos. Aquí, en casi la mitad de los casos (un 42,4%) se comparte piso con 3 o 4 personas. Solo un 13% se puede permitir una residencia en solitario.

Las crisis de los últimos años han ido mermando el poder adquisitivo de la juventud, pero también han agravado la brecha de género. En el documento se recoge que la proporción de mujeres que cobran menos de 1.000 euros al mes es alrededor de cuatro puntos porcentuales mayor en comparación con el total de población joven. Además, si se observan los cortes por ingresos, los hombres jóvenes emancipados están más sobrerrepresentados que las mujeres en el tramo de ingresos altos.

Comprar es aún más difícil

Que el alquiler no supere el 30% de los ingresos y otras medidas a nivel local que inspiran el plan de vivienda

Que el alquiler no supere el 30% de los ingresos y otras medidas a nivel local que inspiran el plan de vivienda

El estudio, elaborado sobre una muestra de 1.500 personas, recoge que aunque siete de cada diez jóvenes que se han emancipado viven de alquiler, un 81,9% preferiría poder comprar. Aunque cada vez más lejana, la cultura de tener casa propia sigue siendo una aspiración en España, pero solo 3 de cada diez lo consigue. De hecho, el acceso a la primera vivienda se da a los 41 años y para reunir la entrada de una hipoteca una pareja requiere alrededor de 12 años de ahorro, según los datos de la consultora Atlas Real Estate Analytics

Los jóvenes que se lanzan a una hipoteca, en general, suelen tener mejores salarios que la media, pero tienen que destinar muchos más años a pagarla. En promedio, los que han comprado tardarán 17,7 años en devolver el préstamo y casi cuatro de cada diez invertirán más de 20 años. Además, dar la entrada es otro de los escollos, ya que la población joven que ha pedido una hipoteca ha tenido que aportar unos 21.142 euros de media y casi la mitad necesitaron, de nuevo, ayuda de otras personas para hipotecarse, ya sean avales o préstamos familiares. 

El estudio también recoge que existe un 5,5% de la juventud emancipada que posee vivienda propia, cedida o donada. Y otra vez, el respaldo familiar es clave aquí, porque es de donde suele proceder la donación en un 75,1% de los casos. "Este resultado refleja la importancia de la familia para configurar la posición socioeconómica de sus descendientes, más en un contexto de difícil acceso a la vivienda donde la familia emerge como un actor central para proveer protección social", concluye el documento.

Más sobre este tema
stats