
De las 796 personas que fallecieron por accidente de trabajo el año pasado, 266 lo hicieron por infartos, derrames cerebrales u otras causas naturales, según recogen los datos provisionales del Ministerio de Trabajo publicados este jueves. “Estos accidentes siempre rondan el 40% del total. Cuando se manda un parte de este tipo, se suele poner que está relacionado con causas comunes, pero hay que tener en cuenta que la ansiedad, el estrés o la presión no se evalúan en las empresas. Si no hay evaluación, no hay constancia”, explica Mariano Sanz, responsable de salud laboral de Comisiones Obreras. “Mientras no haya constancia, no se pueden tomar las medidas para que no siga ocurriendo”, concluye.
La estadística recoge que los accidentes de trabajo en general no han crecido significativamente, lo hicieron un 0,5% anual y afectaron a 628.300 trabajadores. Pero los 796 accidentes mortales que se recogen, suponen un 10,4% más que en 2024. “Desde UGT lo veníamos avisando. No puede ser que la gente pierda la vida donde se supone que va a ganársela”, señala José de las Morenas, responsable de salud laboral de UGT. Los fallecimientos por golpes o choques contra algún objeto se doblaron, pasando de 26 a 46 fallecidos y los accidentes mortales relacionados con aplastamientos supusieron la segunda causa de muerte (99 personas), solo por detrás de los infartos y derrames cerebrales (266).
Por sectores, los servicios se llevan la peor parte, ya que se han registrado 326 fallecidos en 2024. Le siguen la construcción, la industria y el sector agrario. En cuánto al índice de incidencia de los accidentes mortales, que cruza el número de accidentes con la media anual de trabajadores afiliados, sube en todos los sectores, menos en el agrario, que cae cinco puntos porcentuales. Dónde más aumenta es en la industria (18%), seguido de los servicios (12,2%). En el cómputo general, que incluye los accidentes no letales, Inspección de Trabajo apunta que ese indicador ha disminuido un 2,3%.
Nuevos modelos de trabajo, otras enfermedades
“Es necesario aumentar el catálogo de enfermedades profesionales y sobre todo las que tiene que ver con la salud mental”, explica Patricia Ruíz, secretaría de salud laboral de UGT. Porque, apunta, “la salud mental está teniendo un papel protagonista en los accidentes laborales”. De hecho, según las estadísticas, hubo más de mil accidentes laborales reportados por infartos y derrames cerebrales.
El teletrabajo, la digitalización y los cambios en los modelos productivos en general, están cambiando los peligros a los que los trabajadores se enfrentan en sus jornadas laborales. “Las enfermedades músculo-esqueléticas, también se trataron de desviar como algo que no estaba vinculado a la actividad laboral, pero se consiguió que fueran incluidas en el catálogo. Ahora tenemos que mirar hacia la salud mental, porque estas patologías no dejan de aumentar y sobre todo en la población joven”, concluye. Esta será una de las principales propuestas que lleven a la mesa de negociación que tienen abierta desde hace un año con el Gobierno para actualizar la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, que data de 1995.
Los accidentes cardiovasculares, como infartos o derrames cerebrales, tienen una alta incidencia en las cifras de mortalidad y en los últimos cinco años no se han reducido. “Si se trata a las personas como un recurso humano que hay que optimizar, esta situación seguirá agravándose”, explica Sanz. “Esto se agrava muchísimo más cuando el trabajador es un terminal móvil o una cara en un iPad, porque las decisiones se vuelven mucho más frías. Se deshumaniza”, concluye.
De hecho, cuestiones como el teletrabajo o la digitalización no están en la ley vigente, que cumplirá treinta años, pero sí aparecen en la Estrategia Española de Seguridad y Salud en el Trabajo, que elabora el Ministerio de Trabajo de 2023. Esta reconoce una “mayor prevalencia de los riesgos ergonómicos y psicosociales (dentro de los cuales entran el estrés, la ansiedad, etc.)” y recoge que un 32% de la población activa ha declarado estar expuesta a presiones de tiempo y sobrecargas de trabajo que afectaron a su salud mental. En la sanidad y el sector financiero ese porcentaje roza el 50%.
El tiempo es oro y la productividad un indicador exigente para las empresas. “Cuando hablamos de riesgos psicosociales, básicamente hablamos de organización del trabajo. No solo de horas laborables, sino de cargas que sean asumibles, de no tener que responder una llamada a las 11 de la noche o de que no haya un algoritmo marcando las pautas de trabajo y penalizándote si no llegas”, concluye el responsable de Comisiones Obreras.
Los problemas de siempre
Desde los sindicatos insisten en la necesidad de vigilar mejor, porque si bien los riesgos psicosociales pueden estar cambiando de la mano de nuevos modelos de trabajo, las caídas, golpes y contusiones son viejos conocidos. “Muchos de estos accidentes están relacionados con una labor de prevención básica que no se está haciendo”, explica Sanz. “Solo con el cumplimiento de la ley de prevención de riesgos laborales se evitarían muchos de estos casos”, coincide el delegado de UGT.
La Ley de Prevención de Riesgos Laborales que opera en España es de 1995 y los representantes sindicales mantienen que es necesario actualizarla, pero también aumentar la presión sobre su cumplimiento, reforzando las inspecciones de trabajo. “Reclamamos un cambio normativo en profundidad de la ley”, apuntan desde UGT. “Este año aún no ha habido ninguna reunión”, protesta de las Morenas, quien incide en la necesidad de apurar el proceso.
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La “mercantilización de los servicios de prevención” es otra de las protestas de los sindicatos. “No puede delegarse en una empresa externa como una mera formalidad para evitar multas”, explica Sanz, quien señala además que una de las propuestas que defenderán será integrar la prevención en las empresas. “Tiene que haber una persona que sea responsable de hacer un seguimiento […] y se tiene que incorporar perspectivas de género en los planes, porque cuestiones como el embarazo o la lactancia no aparecen contempladas”, concluye.
En la estadística oficial se recoge que han fallecido 608 varones frente a solo 64 mujeres y en las cifras globales de accidentes laborales, ellas sufrieron 159.195 accidentes frente a los 381.199 de ellos. Algo que, en parte, se explica porque ellos tienen más presencia en sectores con mayor siniestralidad como la construcción o la industria manufacturera.
Mientras se actualiza la norma y se crean nuevos procedimientos, los representantes de los trabajadores tratan de apurar los plazos y los trabajadores de lidiar con un ámbito profesional que cambia por momentos. “Se ha demostrado que las condiciones laborales afectan a la salud mental, los derrames cerebrales o ictus son la primera causa de fallecimiento en la jornada. Son cosas que se podrían evitar con protocolos adecuados”, concluye Patricia Ruíz.
De las 796 personas que fallecieron por accidente de trabajo el año pasado, 266 lo hicieron por infartos, derrames cerebrales u otras causas naturales, según recogen los datos provisionales del Ministerio de Trabajo publicados este jueves. “Estos accidentes siempre rondan el 40% del total. Cuando se manda un parte de este tipo, se suele poner que está relacionado con causas comunes, pero hay que tener en cuenta que la ansiedad, el estrés o la presión no se evalúan en las empresas. Si no hay evaluación, no hay constancia”, explica Mariano Sanz, responsable de salud laboral de Comisiones Obreras. “Mientras no haya constancia, no se pueden tomar las medidas para que no siga ocurriendo”, concluye.