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CRISIS FINANCIERA

¿El modelo de negocio de la banca está en crisis? Amazon le muestra el camino

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El año se ha estrenado con caídas de las bolsas mundiales que, entre otras causas, se han atribuido a las dudas sobre la banca. Las pérdidas históricas de Deutsche Bank y la sobreexposición de bancos británicos y franceses a las compañías energéticas, lastradas por el desplome del precio del crudo, se suman a las sospechas sobre la debilidad de la banca italiana. La desconfianza general se ha contagiado también a las entidades españolas, recién salidas de una restructuración que la patronal AEB cifra en 290.000 millones de euros en saneamiento y provisiones desde 2008 y que ha implicado el cierre de 14.000 sucursales. Hasta el pasado septiembre, los bancos españoles ganaron 9.233 millones de euros, pero el resultado no despeja las incertidumbres sobre el modelo de negocio.

La reacción a la crisis financiera fue un endurecimiento de la regulación del sector, que ha obligado a los bancos a recapitalizarse y que ahora también dispara sus costes y limita su actividad. Tras los buenos tiempos de la burbuja y de una economía global muy bancarizada, el escenario ha cambiado. El BCE ha utilizado a los bancos como instrumentos de su política monetaria. Y los tipos de interés en mínimos históricos, que hunden los márgenes de la banca, están aquí para quedarse. Habría que añadir el desafío de las nuevas tecnologías y la irrupción de nuevos e inesperados –o no tanto– competidores extrafinancieros para dibujar un horizonte incierto a medio plazo.

El último informe de estabilidad financiera del Banco de España, del pasado noviembre, destaca que la rentabilidad de los bancos en su negocio nacional es sólo del 5%, por debajo del coste de capital, que se sitúa entre el 8% y el 10%. Durante los años de euforia económica, rozaba el 20%, una ratio que no va a volver. Pero, al menos en España, esos exiguos márgenes no pueden atribuirse sólo a los tipos de interés a cero. Según los datos del supervisor, ni los depósitos ni el crédito terminan de despegar, y los “elevados volúmenes de activos improductivos”, 224.000 millones de euros que no generan ingresos pero consumen recursos y suponen costes, “presionan sobre la cuenta de resultados de las entidades”. “Un reto a las entidades españolas en relación a su actual modelo de negocio”, resume el Banco de España.

La solución a las incertidumbres es cambiar “un modelo del pasado que ya no sirve”, propone José García Montalvo, catedrático de Economía de la Universidad Pompeu Fabra. “La forma más lógica de buscar rentabilidad”, explica, “son las nuevas tecnologías, aplicar el big data big data [uso de grandes cantidades de datos para detectar, en este caso, patrones de consumo]”. García Montalvo cree que los bancos deben ganar en eficiencia, no sólo cerrando oficinas y recortando plantillasrecortando plantillas –“aunque es cierto que no van a hacer falta tantas sucursales”, precisa–, sino también aprovechando los “potentes” sistemas de información ya existentes.

“Los bancos deberían convertirse en una especie de Amazon, que recomienda productos específicos para cada cliente. ¿Por qué la banca no puede hacer lo mismo?”, se pregunta el catedrático. Se trata de cambiar un modelo de negocio basado en la venta de productos por otro que debe basarse “en las personas”, con productos hechos a medida, ofreciendo “exactamente lo que usted necesita, en lugar de cobrándole comisiones”. “Ahora”, lamenta, “el banco ofrece la misma hipoteca igual para todos, en lugar de diseñar una personalizada para cada familia, asegurándose de que esa familia nunca quebrará por culpa de ese producto, porque no le interesa que quiebre”.

García Montalvo destaca que usar esa información tiene un coste marginal “bajísimo”, y con los productos a la carta el banco no sólo mejora la satisfacción del consumidor, sino que recupera su confianza y, por tanto, su reputación.

Google, Amazon, Alibaba

“No estoy hablando de banca digital, ni de multicanalidad, eso lo doy por superado, tampoco de los nuevos servicios de pago, que ya le están quitando cadena de valor a los bancos, sino de que las entidades reaccionen usando la tecnología, o morirán”. Cada vez tienen más competidores tecnológicamente muy potentes, advierte García Montalvo. Y los que llegarán. Google o el mismo AmazonAmazon: “Seguro que entrarán en el negocio bancario, la única duda es qué día y con qué potencia”.

En una conferencia sobre la revolución digital el año pasado, el presidente de la patronal bancaria española, Jose María Roldán, citó entre esos nuevos competidores a Alibaba, el Amazon chino, un auténtico gigante del comercio electrónico con 386 millones de usuarios. En 2013 Alibaba creó su propio fondo de inversión, Yue Bao. En sólo 10 meses, gestionaba 80.000 millones de dólares en activos, contaba con 125 millones de partícipes y se había convertido en el tercer mayor fondo de inversión del mundo.

Julio Rodríguez, que fue presidente del Banco Hipotecario y pertenece a Economistas frente a la Crisis, coincide en que la banca necesita adaptarse a los cambios tecnológicos, pero no se asusta ante la irrupción de competidores en principio extraños al negocio. “Ha pasado siempre”, asegura. Y recuerda cómo un directivo de la ya extinta Caja Madrid le expresaba en los años 80 sus temores a la entrada de El Corte Inglés en el sector financiero. En efecto, el gigante de la distribución creó su propia financiera en 1995. En 2013 el Santander le compró el 51%.

Banca sencilla

José García Montalvo también cree que el nuevo modelo de negocio debería devolver a la banca a su operativa clásica: “Bancos más sencillos de entender, con menos financiación mayorista, menos operaciones de inversiones y más centrados en los clientes”. La banca aburrida  –crédito y depósito–, sin caer en la tentación de los productos complejos y especulativos que le llevaron al desastre hace poco más de un lustro. Esa “tendencia a hacer maravillas con los ahorros de los demás”, en palabras de Julio Rodríguez, tampoco volverá, principalmente porque la nueva regulación la penaliza, aumentando los costes de capital.

García Montalvo dice que la banca española está “intentando” hacer el cambio de modelo, pese a que ahora se encuentre en una situación “complicada”. Por el contrario, Carmen Ansótegui, profesora de Esade y especialista en financiación alternativa y banca en la sombra, apunta que las entidades financieras no tienen “clara” aún la reformulación del negocio. El catedrático de la Pompeu Fabra asegura que el reto va mucho más allá de la banca móvil, que ofrece a través de un nuevo canal los productos de siempre. “Es sólo un ahorro de costes para el banco: le sale más barato que pagar a un empleado un una oficina”, precisa Ansótegui.

Reducción de costes y el miedo a la 'banca en la sombra'

En su conferencia de hace un año, José María Roldán elogió las “oportunidades” que el big data ofrece al modelo bancario español, “basado en relaciones a largo plazo con los clientes”. También auguró un descenso en el volumen de operaciones financieras de los bancos, puesto que la intermediación en mercados ha quedado atrás debido al endurecimiento de la regulación. Y apostó por continuar reduciendo costes de estructura y por aproximarse “al mercado y los clientes”. Es decir, trazó a grandes rasgos el camino que tiene por delante la banca para conseguir un modelo rentable.

Como peligros, Roldán citó la banca en la sombra  –desde los fondos de capital riesgo y las socimis hasta el crowdfunding–, que escapan de la regulación a la que sí están sometidos los bancos. Según sus cálculos, su actividad equivale ya al 25% de la intermediación financiera global. Carmen Ansótegui no se atreve a dar una cifra, pero tampoco desdeña la importante pérdida de negocio que esta banca alternativa está infligiendo a la tradicional.

Con 'colchón' de capital, pero con una recuperación débil

Ante un futuro tan incierto, a favor de las entidades españolas juega que sus colchones de capital son más que suficientes tras el saneamiento de los últimos años. A diferencia de lo que ocurre con las cajas de ahorro alemanas y los bancos italianos, destaca García Montalvo. Las primeras “nunca han enseñado sus cuentas” y los segundos no han hecho la restructuración que necesitan, con niveles de morosidad de hasta el 17%. “Siguen tapando los créditos morosos con refinanciaciones, algo que en España se acabó en 2011”, explica.

En contra, empuja la debilidad de la recuperación económica, no sólo la española, sino también las dudas sobre el crecimiento mundial, con el parón de los países emergentes y los malos vientos que soplan desde China. Para Carmen Ansótegui, el problema estriba en que “falta economía real” y “sobra banca”. La economía, destaca, la mueven aún el sistema financiero y el Banco Central Europeo (BCE), cuando deberían moverla “la economía real, la producción y el empleo”. Coincide con ella Julio Rodríguez, que adivina el “adelgazamiento” progresivo de unas economías occidentales “bancarizadas en exceso”.

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¿Otra burbuja inmobiliaria?

Al tiempo, teme que el sector repita los excesos del pasado. El flujo del crédito nuevo a la vivienda ha crecido más de un 35% en 2015. Sólo el pasado diciembre, se concedieron préstamos para vivienda por importe de 3.600 millones. “Eso es una burrada”, resalta el expresidente del Banco Hipotecario. Los precios del suelo ya se han disparado en Madrid y Barcelona. “Los ayuntamientos están locos por construir casas, los promotores construyen aunque no tengan seguridad de venderlas, los bancos están dispuestos a soltar dinero y el BCE les pide que presten y presten, porque él les va a dar el dinero”, describe. Con mucha liquidez y si no hay un negocio por otro lado en el que invertir, el resultado ya es conocido, advierte.

Tanto García Montalvo como Ansótegui y Rodríguez ponen un ojo en el BCE, que ha utilizado a los bancos como instrumento de su política de expansión monetaria. Y el otro, en el regulador. Julio Rodríguez pide el fin de la política de austeridad y una apuesta por la inversión pública para reactivar la economía y acabar con el exceso de liquidez que mantiene los tipos bajo mínimos. También, en vista de que ese contexto no va a cambiar en el corto plazo, reclama una relajación de las ratios de solvenciaratios exigidas a los bancos, que fueron pensados para tipos de interés más altos.

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