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Pilotos de helicópteros: cuando el ‘low cost’ significa pagar por trabajar

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El Sindicato Libre de Trabajadores Aéreos (SLTA) va a denunciar ante la Inspección de Trabajo los contratos que la empresa Inaer ha empezado a ofrecer este mes a sus nuevos pilotos de helicópteros contraincendios. La compañía, que aglutina al 90% del sector en España y pertenece a la multinacional británica Babcock International Group, obliga a quien quiera trabajar para ella a pagarse los cursos de habilitación y de lucha contra incendios necesarios para subirse a bordo de sus aparatos. Una práctica ya extendida entre las aerolíneas comerciales desde que la introdujeron a comienzos de siglo las compañías low cost. Pero que entre los pilotos de helicópteros de emergencias, que a través de Inaer trabajan para las administraciones públicas, es nueva.

Además, en este subsector aéreo afecta a un colectivo muy precarizado y con unos índices de siniestralidad laboral elevadísimos, superiores a los de la minería, por ejemplo. En los nuevos contratos, Inaer cifra el importe del curso de habilitación en 24.550 euros y en 14.370 euros el de lucha contraincendios para un helicóptero Bell 412. Todos los pilotos deben recibir un curso que les instruye en las características concretas del modelo de aeronave con el que van a trabajar. En el caso de los pilotos comerciales, suele durar hasta un par de meses, explica Agustín Guzmán, jefe adjunto de la Vocalía Técnica del Sepla, el sindicato de pilotos. Su precio puede oscilar entre 20.000 y 30.000 euros.

Para los de helicópteros, en cambio, el curso no suele superar las dos semanas, explica Esteban Sánchez, secretario general del Sindicato Libre de Trabajadores Aéreos (SLTA). Pero Inaer lo ha tasado casi al mismo precio que el obligatorio para los aviones comerciales. “Lo han inflado”, asegura.

Es más, a diferencia de los contratos que firman los pilotos comerciales, a los de helicópteros esta compañía ofrece contratos temporales, de obra y servicio, de sólo dos temporadas de duración. Cada temporada son cuatro meses. El resto del año, el piloto va al paro. Sus sueldos también son considerablemente más bajos. Cierto que los pilotos comerciales ya no cobran los salarios que en su día los convirtieron en uno de los colectivos profesionales mejor pagados del país: los de nuevo ingreso perciben sueldos anuales de 30.000 euros, advierte el portavoz del Sepla.

Pero es que los pilotos a los que Inaer ofrece estos nuevos contratos van a cobrar un salario base de 857 euros brutos al mes más una dieta diaria de 36 euros por desplazarse a más de 600 kilómetros de su destino. El puesto ofrecido, en realidad, ni siquiera es de piloto, sino de tripulante. Sólo al cabo de tres años de vuelo conseguirán la categoría de copiloto. Y sólo entonces deberán aplicar los conocimientos adquiridos en el curso de habilitación. Como tripulante su trabajo consiste en avisar al piloto de la proximidad de obstáculos cuando apagan el fuego o colaborar en las tareas de carga. 

Indemnización por daños y perjuicios a la empresa

Pues bien, con esos salarios deben pagar a Inaer 13.100 euros (7.000 euros del curso de habilitación y 6.100 euros por el de lucha contra incendios) porque la empresa concede a los futuros tripulantes una “subvención” (sic) de 25.820 euros 17.550 de la habilitación y 8.270 euros del curso de lucha contraincendios . Como fórmula de pago, Inaer permite elegir entre hacerlo al contado o descontarlo de la nómina. El trabajador puede precisar el importe que quiere que le quiten cada mes; eso sí, sin que pueda dejar el sueldo por debajo del Salario Mínimo Interprofesional (SMI), 655,20 euros, indica el contrato. “Quieren que paguemos por trabajar”, resume Esteban Sánchez.

El contrato incluye un compromiso de permanencia por dos campañas. Si el tripulante es despedido de forma procedente o por razones disciplinarias, debe abonar a la empresa el curso completo o, si deja la empresa antes de que acabe la segunda campaña, la parte que no haya terminado de pagar. Inaer, incluso, puede pedirle que abone “otros daños y perjuicios” que ni especifica ni cuantifica. También tendrá que pagarle el curso completo a la compañía si lo suspende.

Preguntada por su cambio de política, Inaer se remite al decreto que exige la incorporación de un tripulante en los helicópteros contraincendios y se limita a explicar que la empresa “facilita” a sus nuevos empleados el curso “cubriendo la mayor parte de su precio y ofreciéndoles facilidades en el pago”. “No existe ningún tipo de subvención pública para este tipo de cursos formativos”, indica.

100.000 euros para la licencia y luego, el paro

Agustín Guzmán explica que el pago de los cursos con cargo al trabajador se ha extendido de tal forma que incluso Iberia ha adoptado esa política, en vista de la guerra por rebajar costes en que está embarcado el sector desde la irrupción de las compañías low cost. Hay aerolíneas que dejan al trabajador elegir dónde quieren hacer el curso de habilitación. Otras lo ofrecen al futuro piloto “a precio de coste”, como Iberia. Y finalmente están las compañías “que cobran 40.000 euros por cursos que cuestan 20.000”. “Financian el sueldo del piloto con lo que éste les paga de más”, protesta, “es decir, pagar por volar, un comportamiento que ya hemos denunciado como sindicato”.

En efecto, para para ser piloto hay que pagar. Y mucho: los cursos para sacar la licencia cuestan hasta 100.000 euros y pueden durar dos años. Por establecer una comparación: el precio de la carrera de Medicina –seis años– en la Universidad de Navarra es de 14.166 euros.

Los elevados porcentajes de paro que soportan los pilotos, lamenta el portavoz del Sepla, son un excelente caldo de cultivo para que estos contratos  –“alegales”, dice Guzmán– sean aceptados y firmados casi sin rechistar por los recién licenciados. De los aproximadamente 50 previstos –que ya habían sido contratados como tripulantes la pasada campaña–, ya ha habido ocho pilotos que han firmado. Antes que Inaer, otra empresa del sector, Faasa, ya había comenzado a cobrar por los cursos. Pero mucho más baratos: 9.000 euros, revela el responsable del SLTA. Es la única manera de sumar horas de vuelo. “Sin experiencia previa, nadie te contrata”, concluye el portavoz del Sepla. El problema es que se establece una barrera de selección económica: “No se elige a los mejores, sino a quienes pueden pagar”.

Sin olvidar que, además, las aerolíneas imparten ahora la “instrucción mínima” en los cursos para que cualquier coste adicional no les suponga una desventaja competitiva respecto al resto de las compañías. No supone un riesgo para la seguridad, precisa Guzmán enseguida, porque ese mínimo respeta los límites legales, pero la calidad ha descendido mucho en los últimos años.

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En el nuevo modelo laboral de estos pilotos se añade una agravante: el 90% del negocio de Inaer procede de contratos con las administraciones públicas. Sus helicópteros combaten los incendios a las órdenes del Ministerio de Agricultura o se dedican al salvamento marítimo subcontratados por el Ministerio de Fomento, o las emergencias médicas al servicio de las comunidades autónomas, por ejemplo. Cuenta con una plantilla de 1.300 trabajadores, de los cuales 350 son pilotos –11 mujeres–, y con una flota de 128 helicópteros. La mayoría de sus máquinas, 77, se destinan a la lucha contra incendios.

De hecho, Inaer es el mayor operador privado de servicios públicos de helicópteros de Europa. Sólo el último contrato del Ministerio de Agricultura ganado por esta empresa para la campaña contra incendios ascendía a 30,26 millones de euros. Inaer también lleva desde 2012 prestando el servicio de salvamento marítimo para Fomento gracias a un contrato de 160 millones de euros.

El Sindicato Libre de Trabajadores Aéreos (SLTA) va a denunciar ante la Inspección de Trabajo los contratos que la empresa Inaer ha empezado a ofrecer este mes a sus nuevos pilotos de helicópteros contraincendios. La compañía, que aglutina al 90% del sector en España y pertenece a la multinacional británica Babcock International Group, obliga a quien quiera trabajar para ella a pagarse los cursos de habilitación y de lucha contra incendios necesarios para subirse a bordo de sus aparatos. Una práctica ya extendida entre las aerolíneas comerciales desde que la introdujeron a comienzos de siglo las compañías low cost. Pero que entre los pilotos de helicópteros de emergencias, que a través de Inaer trabajan para las administraciones públicas, es nueva.

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