La precariedad del empleo dispara los accidentes laborales: 2018 fue el sexto año consecutivo en el que aumentan

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La fotografía que encabeza este texto muestra la peor consecuencia de la siniestralidad laboral: el accidente mortal de un trabajador. La imagen, concretamente, es de la misa funeral que se celebró el pasado 13 de noviembre en la localidad granadina de Guadix, donde tres trabajadores fallecieron después de explotar la pirotecnia en la que trabajaban. Ocurrió dos días antes, en torno a las 18.30. Sus más de 18.000 habitantes sintieron el tremendo estruendo de la explosión de una empresa local que ya había sufrido otros dos accidentes: uno en 1988 –en el que murió una mujer– y otro en 2004 –en el que otras dos personas perdieron la vida–. 

El pasado 12 de diciembre, murió un trabajador de Correos después de que su motocicleta chocara contra un autobús. Ocurrió en Elorrio (Bizkaia). Fue el mismo día en el que moría otro trabajador tras caer de una tercera planta en una obra en Vélez Málaga. Pocos días antes, el 30 de noviembre, otro empleado perdía la vida por realizar su labor. Lo hizo después de quedar atrapado en una máquina de una empresa de plásticos en Alcalá la Real, en Jaén. Fue tan sólo tres días después de que en Alboraia (Valencia) falleciera un trabajador al ser aplastado por una puerta. 

Las noticias de este estilo no dejan de sucederse. Aun así, los sindicatos denuncian que los medios de comunicación no dan a estos accidentes tantos titulares como se merecen. "Uno de los problemas es que estos accidentes tienen muy poca visibilidad", denuncia Óscar Bayona, de la Secretaría Confederal de Salud Laboral de CCOO. "Es un problema de salud pública de primer orden que no está en la agenda ni de la política ni de los medios", añade. 

Y, a su juicio, los datos son como para que lo esté. Desde el año 2012, cuando el PP –con el apoyo de CiU– aprobó su reforma laboral, los accidentes laborales no han dejado de crecer, denuncian desde CCOO y UGT. Y esto revela algo claro: la precariedad laboral que llegó con la crisis ha lastrado la seguridad en los trabajos.

2018: un 4,2% más de accidentes en jornada de trabajo 

Con los datos que maneja el Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social [que se pueden consultar en este enlace] sobre los primeros diez meses de 2018 ya se puede afirmar que la tendencia continúa y los accidentes laborales encadenan ya seis años al alza. Así, de enero a septiembre de ese año se registraron un total de 510.107 accidentes que causaron baja: 441.122 fueron durante la jornada y 68.985 in itinere, es decir, durante el desplazamiento del trabajador desde su domicilio al centro de trabajo, o viceversa. Son 20.656 accidentes más que en el mismo periodo de 2017, cuando se contabilizaron 489.451. En términos relativos, un 4,2% más

Han sido, además, los accidentes graves los que han experimentado el mayor aumento en términos relativos, con 147 accidentes más que en 2017 (3.319 frente a 3.172, un 4,6% más). Los mortales, en cambio, han disminuido, aunque la cifra sigue siendo preocupante. De enero a octubre de ese año han fallecido 411 trabajadores, un 1,7% menos que en 2017, cuando murieron 418. Y la mayoría, además, por accidentes relacionados con el sobreesfuerzo físico y en el sector de la industria manufacturera. 

 

Estadística de accidentes laborales elaborada por el Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social (Avance enero-octubre 2018).

Pero desde UGT apuntan a que el número de fallecidos podría ser aun mayor.  "Las cifras que maneja el Ministerio sobre los accidentes mortales se refieren a trabajadores que fallecen en el momento del siniestro, pero hay que destacar que hay empleados y empleadas que mueren a consecuencia del mismo", asegura Ana García de la Torre, secretaria de Salud Laboral de UGT. Sin ir más lejos, según recuerda, en 2016, teniendo en cuenta estos, las muertes a consecuencia del trabajo se vieron incrementadas en un 10%: se calificaron como accidentes mortales un total de 629 siniestros, pero acabaron falleciendo 693, es decir, 64 más de los registrados inicialmente.

Un 9% más de accidentes mortales que en 2012

Que haya trabajadores que fallecen durante su jornada laboral ya es preocupante. Pero lo es aun más si tenemos en cuenta que esta cifra engorda año a año desde 2012. Durante esos 12 meses, fueron 452 los empleados y empleadas que murieron en ejercicio de su trabajo, un 18% menos que en 2011 y un 9,7% menos que en 2017, cuando se registraron, al término del año, 496 muertes. En cuanto a los accidentes, crecieron un 26%. Así, en 2012 se registraron 408.537 siniestros, mientras que el pasado año llegaron hasta los 515.082. 

 

Pero todas las cifras dadas hasta ahora son cifras absolutas. La CEOE apunta a que el crecimiento de la siniestralidad laboral tiene que ver con el aumento de la actividad económica y la recuperación del empleo. Es decir, a más personas con trabajo, más posibilidades hay de que se produzca un accidente. Pero si se observan los índices de incidencia –es decir, el número de accidentes por cada 100.000 trabajadores–, el argumento de la patronal pierde fuerza. En 2012 hubo 2.949 siniestros y en 2017 esta cifra creció hasta los 3.408, un 15% más, según los datos del Ministerio que dirige Magdalena Valerio. 

"Lo que hemos apreciado desde CCOO", explica Bayona, "es que 2012 es el año en el que se alcanzan los índices de siniestralidad más bajos. A partir de ahí entra en vigor la reforma laboral y en 2013 comienza el crecimiento generalizado". Y desde ese momento, las cifras han sido imparables, "tanto en términos absolutos como en relativos". 

Desde UGT advierten el mismo fenómeno. "El repunte de la siniestralidad tiene que ver, precisamente, con la aplicación de la reforma laboral, y se ve muy bien con los datos", critica García de la Torre. "Después de analizarlos e ir viendo la evolución, cada día tenemos más claro que la precarización de las condiciones de trabajo es la causa fundamental", añade. 

La precariedad, la culpable

Los dos sindicatos hacen ese balance: la precariedad laboral que se instaló en el mercado de trabajo durante los años de la crisis económica –y que se ha quedado aunque, en términos macroeconómicos, se haya salido de ella– es la culpable de que los índices de siniestralidad laboral no hayan dejado de crecer. Así, ahora, la prevención de riesgos laborales ha pasado a primer plano, aunque nunca ha existido una "cultura preventiva" en España, según denuncia García de la Torre.

"Las empresas han aprovechado la crisis para ahorrar en prevención porque siguen viéndola como un coste y no como una inversión", lamenta. "Al final, las empresas se creen que ahorran, pero el verdadero coste viene cuando no se preve la seguridad". 

¿En qué sentido la precariedad ha lastrado la prevención y, por ende, ha aumentado la siniestralidad? "La ley dice que las empresas tienen que dar información, formación y hacer vigilancia de la salud", explica García de la Torre. "Pero imaginemos un contrato de días, o incluso horas... Se lo ahorran", añade. 

"Las inversiones en prevención disminuyeron" durante la crisis, coincide Bayona, que añade que, además, en un mercado caracterizado por la precariedad es mucho más complicado que el trabajador luche por sus derechos. "El miedo a perder el empleo o el miedo a acceder a empleos más precarios lleva a dificultar el ejercicio de los derechos", asegura. 

Como prueba: el índice de siniestralidad de los trabajadores temporales ha crecido cuatro veces más que el de los indefinidos. Así, en 2017 el índice de incidencia en los asalariados con contrato temporal era de 4.503,1 por cada 100.000 afiliados, un 50% por encima de la incidencia en contratados indefinidos: 2.995 por cada 100.000, según las estadísticas del Ministerio de Trabajo. Además, la brecha de peligrosidad laboral entre temporales e indefinidos ha crecido. Mientras la incidencia de accidentes de trabajo entre los indefinidos ha aumentado un 6,3% desde 2012, entre los temporales se ha disparado un 28,1%. Es decir, su índice cuadriplica el de los asalariados fijos.

Y en cuanto a precarización del empleo, cabe destacar la proliferación de empresas de reparto a domicilio con falsos autónomos, los drivers de Deliveroo o Uberdrivers. Algunos, precisamente, han venido denominando uberización del mercado de trabajo a la simple precarización. Estos han irrumpido, según constata Bayona, en los accidentes de tráfico en jornada. "Antes, los trabajadores que los sufrían eran los de Correos y los del transporte en carretera", explica. "Ahora también, pero los repartidores han irrumpido en estas estadísticas con fuerza". 

Primera solución: derogar la reforma laboral

Y como el principal culpable para los sindicatos es la reforma laboral, la primera solución parece clara: derogarla. "Creemos que hay que dar un giro de timón en el sistema de relaciones laborales y eso pasa por la derogación de la reforma", apunta Bayona. Con él coincide García de la Torre, que asegura que ese "es el primer paso para tener contratos con mejores condiciones". 

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Pero los sindicatos tienen también otros requisitos. "Hay que elaborar un plan de choque contra los daños en el trabajo e invertir como se hizo a principios de siglo para impulsar políticas públicas de prevención de riesgos laborales", dice Bayona.

García de la Torre, además, vería útil implantar la figura de "delegado o delegada de prevención territorial". "El problema que tenemos es que la mayoría del tejido productivo es micropyme y pyme sin representación sindical", explica, "y está más que demostrado, también a nivel europeo, que los centros de trabajo sindicalizados son más seguros". 

infoLibre ha tratado de conseguir la valoración de la CEOE sobre el aumento de la siniestralidad laboral, pero no ha obtenido respuesta. No obstante, en el informe que elaboró con motivo del 20 aniversario de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, la patronal expuso su análisis y se quejó de la "inseguridad jurídica" que ocasiona a los empresarios la "indefinición" de las normas de prevención, "amplias, profusas y difusas".

La fotografía que encabeza este texto muestra la peor consecuencia de la siniestralidad laboral: el accidente mortal de un trabajador. La imagen, concretamente, es de la misa funeral que se celebró el pasado 13 de noviembre en la localidad granadina de Guadix, donde tres trabajadores fallecieron después de explotar la pirotecnia en la que trabajaban. Ocurrió dos días antes, en torno a las 18.30. Sus más de 18.000 habitantes sintieron el tremendo estruendo de la explosión de una empresa local que ya había sufrido otros dos accidentes: uno en 1988 –en el que murió una mujer– y otro en 2004 –en el que otras dos personas perdieron la vida–. 

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