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Begoña Gómez cambia de estrategia en un caso con mil frentes abiertos que se van desinflando

Las otras preferentes

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Son sus primas hermanas y comparten el 99% de los genes, pero hasta ahora han quedado solapadas por el ruido de las demandas judiciales y las protestas ciudadanas contra las preferentes. La deuda subordinada no es más que otro producto financiero de los llamados híbridos –capital y deuda al mismo tiempo–, tan complejo y arriesgado como las preferentes, pero menos conocido. La debacle de las cooperativas vascas Eroski y Fagor, sin embargo, la ha aupado a los titulares. Desde 2002 unos 40.000 ahorradores han adquirido las Aportaciones Financieras Subordinadas (AFS) del grupo guipuzcoano, comprometidas ahora por el concurso de acreedores de Fagor y la crisis de deuda de Eroski.

Se trata de un caso único en España: la Ley de Cooperativas aprobada por el Gobierno vasco en 2000 permitía a este tipo de sociedades financiarse mediante las AFS, que pasaban a computarse como recursos propios en las cuentas. Son, por tanto, anteriores a la campaña que las entidades financieras emprendieron en 2008 para vender preferentes y deuda derivada a clientes particulares para recapitalizarse.

Pero desde luego no fue la vasca la única empresa que acudió a estos instrumentos para financiarse obviando el crédito bancario. Mapfre lanzó una emisión de 700 millones en 2007, con bonos que no vencían hasta 2037 y prometían unos intereses del 6%.

Grandes corporaciones como Repsol, Telefónica, Endesa o Gas Natural FenosaGas Natural Fenosa optaron por las participaciones preferentes. También son emisiones anteriores a la burbuja financiera y del ladrillo: desde 2001 la petrolera hasta 2003 las dos eléctricas. Y todas ellas resolvieron el colapso del mercado secundario –donde debían venderse estos productos para obtener liquidez– con unos canjes que incluían quitas mínimas de entre el 5% y el 7%. Por el contrario, la pérdida de valor que han debido afrontar los preferentistas –y tenedores de deuda subordinada– de las cajas de ahorro nacionalizadas oscila entre el 13% y el 61%, dependiendo del tipo de producto y de la entidad.

Otras empresas más pequeñas y con un perfil bien distinto se lanzaron igualmente a la financiación mediante híbridos: la cadena turística Sol Meliá emitió preferentes por importe de 90 millones y las canjeó en 2012 por bonos al 93,5% de su valor. En 2006 fue SOS Cuétara la que colocó 300 millones de euros en deuda subordinada, que ofrecían un interés del 7% los primeros seis meses y que debió canjear por acciones en 2010 tras reconocer unos números rojos de 193 millones en 2008. La pérdida de valor se cifró entonces en un 21% respecto al importe de compra.

El 62%, en manos de particulares

Pero los casos más sangrantes y polémicos llevan la firma de las cajas de ahorros. Caja Madrid, Bancaja sumaron 1.800 millones de euros en deuda subordinada entre 2009 y 2010, que compraron unas 50.000 personas. Sus descuentos en el canje por acciones fue del 14% al 46%. Catalunya Banc emitió otros 1.400 millones más; las quitas alcanzaron el 40%. Y Liberbank tiene 200 millones de una emisión de Cajastur en 2009, que ofreció canjear por acciones y obligaciones convertibles con devaluaciones que, según Adicae (Asociación de Usuarios de Banca), alcanzan el 35%.

Según las cifras de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), el año récord de emisiones de bonos subordinados fue 2007, con un total de 47.158 millones de euros. En 2006 la cifra sólo fue un poco inferior: 40.518 millones. En 2011 se redujo a 29.198 millones y desde entonces las emisiones han sido muy limitadas. El año pasado se quedaron en sólo 4.036 millones de euros. Los cálculos de Reuters apuntan a que los bancos mantienen aún en circulación unos 31.000 millones de euros en deuda subordinada. Además, Barclays cifra en el 62% el porcentaje de deuda subordinada emitida por bancos que estaba en manos de particulares –sin contar la de Santander y BBVA–. Por establecer una comparación: el total de las participaciones preferentes vendidas desde 1999 hasta 2011 asciende a 26.000 millones de euros, de acuerdo con los cálculos de Adicae.

Venta defectuosa y sin documentos

Esta asociación prepara ya una batería de denuncias ante los jueces por lo que ellos llaman las “preferentes vascas”, las aportaciones subordinadas de Eroski y Fagor. Pueden ser hasta 800. La primera, colectiva –71 afectados–ya la ha ganado en un Juzgado de lo Mercantil de Bilbao.

Los argumentos del juez repiten casi como un calco los de otros cientos de magistrados en las sentencias sobre preferentes que han dado la razón a los ahorradores en el resto de España. La venta fue “defectuosa”, dada la “complejidad” del producto, porque los comerciales del banco –en este caso el BBVA– “no advirtieron a los clientes de forma clara y comprensible del riesgo que corrían de perder total o parcialmente el importe invertido”. Además, no se les entregó “ningún documento” donde se explicaran las características de esas aportaciones financieras. Por tanto, el juez declara la nulidad de los contratos por “vicio del consentimiento”. En cualquier caso, la sentencia condena al BBVA, el banco que vendió las AFS, no a Eroski. Santander, La Caixa, Caja Laboral –igualmente del grupo Mondragón–, Caja Madrid, Caja Vital, Kutxa, BBK y Sabadell también colocaron aportaciones de Eroski.

Eroski puso en el mercado 660 millones en aportaciones subordinadas a partir de 2002 y hasta 2007. Fagor, otros 185 millones de 2003 a 2006. Ofrecían un interés estratosférico del 7%, con el que consiguió atraer a ahorradores que de media invirtieron unos 22.000 euros. Pero, a día de hoy, la cadena de supermercados acumula una deuda de 2.600 millones para la que acaba de firmar un acuerdo de refinanciación con 22 bancos –uno de ellos el BBVA–. Y Fagor se encuentra en concurso de acreedores y con un ERE en marcha para 106 trabajadores. Desde el pasado 16 de enero está suspendida la negociación en el mercado de renta fija de las emisiones de AFS de Eroski. Los ahorradores quieren recuperar su dinero ante el futuro incierto del mayor grupo cooperativo del mundo y no pueden. Nadie quiere comprar en el mercado de renta fija las aportaciones subordinadas de una empresa en crisis.

Diferencias vascas

Pese a su crisis, Mondragón destaca que no ha dejado de pagar los intereses debidos, los últimos el pasado 31 de enero. A diferencia de las preferentes, el rendimiento de estas aportaciones no está vinculado a la obtención de beneficios por parte de la empresa. Ésta calcula que hasta el momento ha abonado en concepto de intereses 270 millones de euros. El problema estriba en que, como desvela el responsable de Adicae en el País Vasco, Francisco Javier Alvarado, ese pago no se ha hecho con cargo de las cuentas de la empresa, sino del dinero de los ahorradores. “Es una estafa piramidal”, resume.

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Otra diferencia con las preferentes es que en el caso de Eroski y Fagor no ha habido arbitraje. Alvarado lamenta que la implicación del Gobierno vasco en el conflicto se ha limitado a “poner en contacto” a las partes. Adicae, que rechaza el arbitraje, siempre ha reclamado una solución “universal” para los preferentistas y aboga por recuperar el 100% del dinero invertido.

De forma que también denuncia la oferta de canje anunciada por Eroski, que implicará una quita del 30% al cambiar las aportaciones por bonos subordinados a 12 años.

En cualquier caso, el escándalo no ha matado a las subordinadas como sí ha herido de muerte a las preferentes. Caixabank lanzó el pasado mes de octubre la primera emisión de deuda subordinada de un banco desde 2010. Y con éxito. Fueron 750 millones de euros con un vencimiento a 10 años. Poco antes, Telefónica había puesto en el mercado 1.750 millones, con el fin de reunir fondos para comprar una operadora alemana, E-Plus. Claro que ambas operaciones estaban destinadas sólo a “inversores cualificados”, el único “público” natural al que deberían haberse limitado en su día bancos y empresas, tanto para vender deuda subordinada como participaciones preferentes.

Son sus primas hermanas y comparten el 99% de los genes, pero hasta ahora han quedado solapadas por el ruido de las demandas judiciales y las protestas ciudadanas contra las preferentes. La deuda subordinada no es más que otro producto financiero de los llamados híbridos –capital y deuda al mismo tiempo–, tan complejo y arriesgado como las preferentes, pero menos conocido. La debacle de las cooperativas vascas Eroski y Fagor, sin embargo, la ha aupado a los titulares. Desde 2002 unos 40.000 ahorradores han adquirido las Aportaciones Financieras Subordinadas (AFS) del grupo guipuzcoano, comprometidas ahora por el concurso de acreedores de Fagor y la crisis de deuda de Eroski.

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