El 1 de enero entraron en vigor los nuevos requisitos para constituir una sociedad de inversión de capital variable (sicav) y seguir beneficiándose del tipo del 1% en el impuesto de sociedades, en lugar del tipo general del 25%. A partir de ahora, los 100 socios exigidos para crear una de estas sociedades deben, además, acreditar una inversión mínima cada uno de 2.500 euros. Muchas sicavs, uno de los instrumentos favoritos de las grandes fortunas para pagar menos impuestos, servían para canalizar inversiones, pero distaban de ser “colectivas”: sus dueños reales eran apenas una familia, por ejemplo, y el resto de los socios, hasta el centenar que como mínimo exigía la ley, eran mariachis, partícipes de paja, que ni siquiera aportaban dinero.
Estos vehículos de inversión llevan ya años en descenso precisamente por la incertidumbre que los ha acompañado en los últimos años. Pero con el último cambio normativo, además, corren el peligro de desaparecer. En 2021 han cerrado un total de 176, a las que se añadirán al menos otras siete que ya han comunicado a la CNMV el inicio de los trámites de disolución sólo en las dos primeras semanas del nuevo año. Aunque la crisis viene de lejos. Desde 2015, cuando alcanzaron su máximo éxito, con 3.372 sicavs registradas según las estadísticas de la patronal de los fondos de inversión (Inverco), se han disuelto 1.089. En seis años ha desaparecido un tercio. La última cifra actualizada al 10 de enero que ofrece Bolsas y Mercados Españoles (BME) es de 2.283 sicavs.
Las sicavs llegaron a acumular un patrimonio superior a los 34.082 millones de euros en 2015, pero desde entonces y hasta noviembre de 2021 han perdido 5.315 millones y 132.028 partícipes, de acuerdo con los datos facilitados por Inverco. Creadas en 2003, tuvieron una auténtica explosión a partir de 2005, cuando su número se duplicó.
2021 fue el año en que más sicavs cerraron sin contar 2017, cuando fueron liquidadas 418, precisamente cuando PP y Ciudadanos incluyeron en su pacto de investidura un mínimo de capital para cada uno de los 100 socios del 0,55% y el regreso de la Agencia Tributaria como órgano de vigilancia de estos vehículos financieros. Ahora es la CNMV la encargada del control. Las medidas no llegaron a aplicarse por la moción de censura de 2018. Pero resucitaron en el acuerdo de gobierno de Unidas Podemos y el PSOE y quedaron negro sobre blanco en la Ley de Medidas de Prevención y Lucha contra el Fraude Fiscal aprobada el pasado mes de julio.
Reinvertir en un fondo o convertirse en sociedad anónima
De modo que los cierres anticipados de 2021 pueden multiplicarse este año. Los gestores de las sicavs –los mayores son los grandes bancos, con Santander, BBVA, Bankinter y Banca March a la cabeza– calculan que el 80% de estas sociedades no cumplen con los nuevos requisitos. Por lo que dejarán de pagar sólo el 1% o tendrán que transformarse. El dinero se moverá rápidamente a otros vehículos de inversión.
La propia ley permite a los dueños de las sicavs durante este año, a modo de transición, el traslado de su patrimonio a un fondo de inversión nacional sin pagar impuestos: las rentas que obtengan de la liquidación no se añadirán a la base imponible del IRPF, el impuesto sobre sociedades o el Impuesto sobre la Renta de los No Residentes. Para hacer la reinversión tienen un plazo de siete meses. Los socios sí que deberán tributar, como antes, por los dividendos o la venta de su participación. El tipo está fijado desde el 19% y hasta el 26% si se superan los 200.000 euros. Es una opción sólo para las personas físicas. Si los socios de la sicav son personas jurídicas, pueden convertirla en una sociedad anónima o en una sociedad limitada.
¿Huida a Luxemburgo o Irlanda?
Ver más'ABC Legacy Fund': la sicav de Luxemburgo donde Jaime Botín guarda más de 85 millones de euros
¿Qué están haciendo los dueños de las sicavs? Los bancos gestores no quieren precisar. infoLibre ha preguntado a Santander, BBVA y Bankinter. “Los accionistas de las sicavs son los que deciden qué quieren hacer y qué estrategia de inversión quieren seguir”, apunta un portavoz del banco dirigido por Ana Patricia Botín. “Lo que estamos haciendo es acompañar a nuestros clientes en ese proceso, asegurando que proporcionamos a cada uno la solución que desea y siempre dentro del más estricto cumplimiento de la normativa vigente”, añade. En parecidos términos se ha pronunciado Bankinter. “Sobre todo estamos dando información [a los clientes] sobre los cambios [en la normativa] y, en función de las posibilidades, ellos deciden; no hay una solución homogénea o un patrón común”. BBVA no ha querido hacer ningún comentario.
Permitir la reinversión sin tributar es una de las medidas pensadas para evitar que las sicavs emigren a territorios donde mantengan sus ventajas fiscales. Como es el caso de Luxemburgo o Irlanda. Un fantasma que lleva años agitándose cada vez que salta a los titulares la posibilidad de que cambiara el régimen fiscal de estos instrumentos financieros. Trasladar el dinero a alguno de los vehículos de inversión de Luxemburgo, no está exento de riesgos fiscales, pero tiene la ventaja del anonimato, del que carecen en España los socios de las sicavs.
Existe un precedente. En 2010, las haciendas forales del País Vasco y hace cinco la de Navarra igualaron la tributación de las sicavs con la general que se aplica a cualquier sociedad por sus beneficios, que entonces era del 28%. Las sociedades de inversión desaparecieron de ambos territorios. Las 87 registradas en Bizkaia, 28 en Gipuzkoa y dos en Araba se trasladaron a Madrid o fueron liquidadas. En Navarra siguieron el mismo camino las ocho que estaban domiciliadas en la comunidad autónoma. Un total de 125 sicavs.
El 1 de enero entraron en vigor los nuevos requisitos para constituir una sociedad de inversión de capital variable (sicav) y seguir beneficiándose del tipo del 1% en el impuesto de sociedades, en lugar del tipo general del 25%. A partir de ahora, los 100 socios exigidos para crear una de estas sociedades deben, además, acreditar una inversión mínima cada uno de 2.500 euros. Muchas sicavs, uno de los instrumentos favoritos de las grandes fortunas para pagar menos impuestos, servían para canalizar inversiones, pero distaban de ser “colectivas”: sus dueños reales eran apenas una familia, por ejemplo, y el resto de los socios, hasta el centenar que como mínimo exigía la ley, eran mariachis, partícipes de paja, que ni siquiera aportaban dinero.