VIOLENCIA SEXUAL

Sólo el 14% de las víctimas de violencia sexual son hombres, la mayoría niños que ya disponen de ayudas

Imagen de una manifestación contra la violencia sexual.

Un centro para hombres víctimas de violencia sexual. Es la propuesta deslizada el jueves por la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Un recurso que será pionero a nivel estatal y que ha despertado recelos, dudas y en el mejor de los casos, cautela. La ministra de Igualdad, Ana Redondo, ha sido tajante: "Es muy irresponsable, es trumpista y es negacionista y lo que pretende es dividir, enfrentar a la sociedad como todas las políticas de extrema derecha, que lo que pretenden es enfrentarnos".

Por el momento, la líder regional ha anunciado que el centro quedará inaugurado el año que viene, contará con profesionales de psicología, trabajo social y derecho para la recuperación integral de las víctimas, y tendrá una inversión anual de 700.000 euros. El Gobierno regional asegura que esta iniciativa surge tras haberse detectado "que muchos varones han sufrido este tipo de violencia, algunos durante la infancia, motivo por el que arrastran secuelas, y otros en el entorno del conocido como chemsex (consumo de drogas durante la actividad sexual)".

No deja de ser paradójica, sin embargo, la reflexión de los conservadores madrileños en un contexto de políticas abiertamente contrarias a la promoción de la igualdad –"se va a acabar el mantra de la igualdad", ha señalado la presidenta de la comunidad este mismo viernes– y en ocasiones negacionistas de la violencia de género, especialmente teniendo en cuenta su acercamiento a la extrema derecha.

Qué dicen las cifras

Las cifras son claras. Efectivamente, existen hombres que son víctimas de violencia sexual. Y los agresores, también en estos casos, son mayoritariamente varones. El último informe sobre delitos contra la libertad sexual, confeccionado por el Ministerio del Interior con datos de 2023, arroja algo de luz al asunto.

Vayamos al perfil de las víctimas. El 86% fueron mujeres, por lo que un 14% eran hombres. Los delitos concretos en los que el porcentaje de hombres víctimas es mayor, son los siguientes: promoción de la prostitución mediante el uso de tecnologías (49%), provocación sexual (47%), corrupción de menores o incapacitados (37%), pornografía de menores (33%) y contacto con menores de dieciséis años a través de las tecnologías (32%). Por tanto, hay un abundante número de víctimas masculinas que eran menores de edad. Los delitos donde menos víctimas de género masculino hay, son los relativos a la agresión sexual (13%), la violación con penetración (9%), el acoso (9%) y la prostitución (4%). Según relata el departamento de Grande-Marlaska, "se concentra el mayor número de victimizaciones masculinas en la franja de 0 a 13 años, mientras que en el sexo femenino se concentra en la franja de edad de 18 a 30 años".

En cuanto a los agresores, una abrumadora mayoría son hombres: el 93%. La tasa de mujeres agresoras es residual en todas las tipologías delictivas, salvo en una: los delitos relativos a la prostitución. Ahí el porcentaje de victimarias se dispara hasta el 52%. Y sin embargo, si tenemos en cuenta el perfil de las víctimas, quienes sufren los delitos vinculados a la prostitución también son mayoritariamente mujeres.

Violencia en la infancia

El informe Agresión sexual en niñas y adolescentes, según su testimonio. Evolución en España (2019-2023), confeccionado por la Fundación Anar, ofrece algunas pistas sobre las características de la violencia sexual en la infancia.

El estudio está construido a partir de las vivencias de 4.522 niños, niñas y adolescentes víctimas de agresión sexual que llegaron a la organización buscando ayuda entre enero de 2019 y junio de 2023. La inmensa mayoría de las víctimas, el 78,7%, son niñas y adolescentes mujeres. Los agresores son hombres, sin apenas excepciones: el 94,3%. El 78,6% es mayor de edad y el 21,4% son menores.

Casi ocho de cada diez agresores (79,5%) son personas conocidas, más de la mitad (50,3%) forma parte del núcleo familiar. En el 28,5% de los casos analizados, la violencia sexual es ejercida por el padre, el padrastro o la pareja de la madre. En ocasiones, los profesionales detectan la violencia sexual contra los hijos como una forma de hacer extensiva la violencia de género hacia las madres.

¿Es necesario un centro?

Teniendo en cuenta los datos, la pregunta es obligada: ¿es necesario un centro específico para hombres víctimas de delitos sexuales? La respuesta admite matices. Un vistazo a la ley del sólo sí es sí, da cuenta de una realidad: la normativa dedicada específicamente a violencia sexual excluye a los hombres. Pero no a los niños, las principales víctimas masculinas de delitos sexuales. 

Así reza la norma en su primer artículo: "La finalidad de la presente ley orgánica es la adopción y puesta en práctica de políticas efectivas, globales y coordinadas entre las distintas administraciones públicas competentes, a nivel estatal y autonómico, que garanticen la sensibilización, prevención, detección y la sanción de las violencias sexuales, e incluyan todas las medidas de protección integral pertinentes que garanticen la respuesta integral especializada frente a todas las formas de violencia sexual, la atención integral inmediata y recuperación en todos los ámbitos en los que se desarrolla la vida de las mujeres, niñas, niños y adolescentes, en tanto víctimas principales de todas las formas de violencia sexual". 

La ley contempla de hecho recursos específicos para la infancia. Entre ellos, las conocidas como Barnahaus. La norma establece "las bases para la implementación en España del modelo Children’s House anglosajón o Barnahus escandinavo (Casa de Niños y Niñas), que desde hace una década se está extendiendo a otros países europeos. Este modelo sitúa en el centro de la intervención a la niña o al niño víctima de violencias sexuales, lo cual requiere la participación conjunta y coordinada, en un lugar específico, adaptado y adecuado a sus necesidades, del conjunto de profesionales que intervienen en la ruta de atención y de obtención de justicia", tal y como recoge el propio texto legal. "En el plano de la justicia, este modelo da respuesta a dos importantes objetivos: reduce drásticamente las fuentes de victimización secundaria para el niño o la niña y, al ofrecer mayores garantías de obtener un testimonio en condiciones de seguridad y tranquilidad, aumenta las posibilidades de concluir satisfactoriamente la investigación de hechos, de por sí complejos de acreditar".

"La intervención en la infancia nunca es la misma que en los adultos. Los modelos de atención se tienen que adaptar, pero lo cierto es que a día de hoy los centros de atención a las violencias sexuales en la infancia siguen sin desarrollarse", lamentan fuentes consultadas. 

En ese punto se detiene la diputada de Más Madrid Marta Carmona, quien a través de redes sociales ha expresado lo erróneo de conjugar en un mismo tratamiento dos tipos de violencia hacia los hombres, tal como ha hecho la presidenta regional: la que se ejerce contra la infancia y la que emerge en contextos de chemsex

La parlamentaria recuerda que en la Comunidad de Madrid la violencia sexual contra los niños ya se atiende en el Centro de Atención Psicoterapéutica en Violencia Sexual Infantil y Adolescente (CIASI), un centro especializado que "no da abasto y lleva años saturado". A juicio de Carmona, la receta ante esta problemática pasa por aumentar los recursos del centro e invertir en prevención. 

Violencia entre hombres adultos

En cuanto a la violencia sexual en contextos de chemsex, la diputada reconoce que abordarla es "una necesidad real y compleja" debido a sus características específicas. "Necesita ser atendida de forma particular y urgente", reseña, pero "mezclar los dos fenómenos es un despropósito".

Algunas voces expertas consultadas reseñan que precisamente por ello es importante que los hombres que sean víctimas de violencia sexual tengan recursos donde asistir. A la dificultad de denuncia, propia de un delito de estas características, se suman las trabas a la hora de encontrar información específica para ellos. Y no se trata únicamente del citado chemsex, sino también de la violencia sexual entre parejas del mismo género, en contextos de ocio o como consecuencia de las llamadas terapias de conversión, donde la violencia sexual se emplea como herramienta disciplinante contra hombres homosexuales.

"Más allá del fondo ideológico podrido de esto, la medida es buena. El estado debe garantizar la asistencia a cualquier persona que sufra violencia sexual. Cuantos más centros mejor. Los hombres también agreden a otros hombres, aunque la proporción sea ínfima con respecto a las mujeres", señalan en redes sociales los abogados Rocío Moya e Isaac Guijarro, fundadores de Olympe Abogados.

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El letrado Saúl Castro añade: "Los centros de crisis no atienden a hombres. No hay apoyo psicológico gratuito a víctimas hombres de violencia sexual. Se les desincentiva la denuncia en las oficinas de policía. Se les estigmatiza en espacios donde la verbalizan. Se minimizan los hechos que denuncian. Se les revictimiza", a pesar de que, concluye, los términos de la propuesta de Isabel Díaz Ayuso entren en el terreno de la "provocación".

Según datos del 028, el teléfono para atender a las víctimas de violencia LGTBIfóbica, en un año de vida la línea telefónica ha recibido un total de 1.375 llamadas. La mayoría, informa el Ministerio de Igualdad, se producen tras un episodio de violencia. "La violencia entre parejas del mismo género y doméstica, las agresiones, así como otros tipos de violencia suponen dos de cada diez llamadas que se registran en este servicio".

Lo cierto es que hubo un intento por parte de Unidas Podemos de incorporar la violencia intragénero en la ley trans, pero el Partido Socialista presentó enmiendas al respecto durante el proceso de tramitación. Actualmente, la ley sólo hace referencia a la violencia entre parejas del mismo sexo en un contexto de formación y sensibilización dentro del marco de la Estrategia estatal para la igualdad de trato y no discriminación de las personas LGTBI. Inicialmente, en cambio, la propuesta buscaba equiparar en algunos aspectos la violencia intragénero con la violencia machista, pero hoy día es una forma de violencia –incluidas las agresiones sexuales– de difícil detección y denuncia.

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