Por qué una amiga no puede sustituir a una psicóloga (aunque ambas sean complementarias)

Una pareja cogida de la mano con la bandera LGTBIQ+.

"¿Pueden las amigas sustituir una terapia? Obviamente, no", indica Elvira Porrino, psicóloga queer especializada en terapia sistémica y del entorno rural. "La sociedad tiene que entender que cada individuo tiene sus particularidades e incluso hay personas que no tienen el privilegio de contar con redes de apoyo, ya sea por falta de capacidad o por las características del lugar donde vive", añade.

Las redes comenzaron a arder este jueves tras la publicación de un comunicado del colectivo Orgullo Crítico Madrid, en el que se posicionaban en contra de la psicología, la psiquiatría y los servicios sociales al entender que son "herramientas de hipervigilancia que utiliza el Estado para controlar, disciplinar y hacer desaparecer" las formas de las personas LGTBIQ+ "de habitar el mundo". Como alternativa a estos trabajos de atención a la ciudadanía, reclaman "otros espacios como las casas de crisis autogestionadas, el apoyo mutuo y las redes vecinales".

"Puedo entender que haya un descontento con la psicología porque es cierto que a día de hoy hay mucho profesional de la salud mental que no ha hecho ni un cursillo básico de psicología afirmativa, de género, feminista o LGTBIQ+", señala a este medio Ana Sierra, psicóloga, sexóloga clínica y comunicadora. "En nuestra profesión nos tenemos que reciclar constantemente y hay quien, al tener un trabajo fijo, no lo hace, pero también hay muy buenos profesionales", añade. Ahora bien, la experta en salud mental califica de un "sinsentido" la idea de hacer desaparecer estos trabajos por la mala práctica de algunas personas que los ejercen: "Imagina que yo pidiera que se suprima la educación o se cierre el colegio de mi hijo porque no es suficientemente inclusivo".

Las expertas señalan que el comunicado puede responder, precisamente, a una mala percepción de lo que es la psicoterapia. Pero, en cualquier caso, generaliza una serie de prácticas poco éticas y banaliza una profesión basada en la ciencia al considerar que el entorno de una persona puede sustituirlas. "He escuchado a peluqueras decirme que ejercen 'un poco' como psicólogas porque escuchan a sus clientas", cuenta Sierra, que considera que esto responde a que "tenemos una idea errónea de que consiste en ir a contar problemas y que la psicóloga te escuche y te de un consejo".

"El apoyo mutuo, el apoyo con otros, es imprescindible, pero no es incompatible con la terapia", indica Guillermo Fouce, presidente de Psicología Sin Fronteras y profesor de la Universidad Complutense de Madrid. En este sentido Alba García, psicóloga especializada en terapia afirmativa, cuenta que "hay estudios que aseguran que la existencia de una red (de cuidados, colectiva, de personas que han pasado por vivencias similares) son relevantes para una buena salud mental, pero no son la causa de ella". Alguien con problemas psicológicos sin tratar los va a tener, con o sin amigas.

Y más concretamente, cuenta García que una persona de confianza puede "dar una ayuda desde la empatía, pero no desde los recursos", es decir, puede entender la situación por la que está pasando la persona que necesita ayuda, pero puede no tener las herramientas para hacerle frente. Puede ayudar a sobrellevar el problema, pero no a salir de él.

La psicología es un trabajo y, como tal, debe ser remunerado

"Me da la sensación de que se están devaluando completamente los procesos de acompañamiento", señala Porrino, que no puede evitar comparar este tema con algunas de las reivindicaciones del movimiento feminista, como la idea de que los cuidados deben ser pagados. "Hablamos de que los trabajos de las mujeres en las casas, aunque no están remunerados, son trabajos, pero a la hora de hablar de acompañamiento, que también suele ser una tarea que llevan a cabo ellas, pensamos en hacerlo de manera gratuita", denuncia. Además, la psicóloga habla de la necesidad de cierta distancia entre paciente y terapeuta, ya que acompañar a un ser querido en un momento complicado tiene muchas implicaciones: "Pueden no saber cómo no culpabilizar a alguien, cuándo tienen que responsabilizar a la otra persona o pueden tener miedo a perder la relación por decir algo que la otra persona no quiere escuchar", entre otra cosas.

En los últimos años la salud mental ha llegado al debate público, las redes sociales y, con ello, han surgido formas de intrusismo profesional. Señala la sexóloga que, en ocasiones, la sociedad puede confundir la psicología con métodos como el coaching que, lejos de ayudar a transitar y enfrentar problemas de salud mental, son estrategias que nacen del deporte e inciden en la motivación y en la consecución de metas.

Las expertas reivindican la salud mental como ciencia: "La psicología no es una especialidad que nos hayamos inventado porque sí, responde a que el ser humano, de siempre, padece de enfermedades y trastornos mentales", asegura Marina Díaz Marsá, vicepresidenta de la Sociedad Española de Psiquiatría

Hay muchas técnicas en terapia y ninguna es universal

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También existe un gran debate sobre los diagnósticos. Hay personas que los quieren, otras que no y quien puede necesitarlo, por ejemplo, porque sus problemas de salud mental son incapacitantes y debe pedir una baja. En cualquier caso, se informe o no sobre el diagnóstico al paciente, llegar a él, señala la vicepresidenta de la Sociedad Española de Psiquiatría, implica analizar aspectos biopsicosociales, de la conducta y, en definitiva, especificaciones de la psicología y la psiquiatría. "Invitaría a las personas que dicen que las redes de apoyo pueden sustituir a una terapia a que acudan a las urgencias de salud mental de un hospital, a ver qué harían", dice.

Por otro lado, también hay modelos menos normativos donde es la persona que acude a consulta quien decide el motivo por el que acude o en qué quiere trabajar. "Si me viene una persona con depresión que no quiere trabajar eso y lo que quiere es saber cómo buscar un empleo, en terapia nos enfocaremos a eso, ya que es lo que le motiva", pone de ejemplo García. Este enfoque, señala, busca romper con las dinámicas de poder entre la terapeuta y el paciente y fuerza a la profesional a adaptarse a la persona con la que trabaja, teniendo presentes sus circunstancias personales y sociales.

"Ir a un sistema de confrontación y de eliminación (de la psicología y la psiquiatría) es muy maximalista", indica el presidente de Psicología Sin Fronteras, que alega que se deben buscar alternativas que favorezcan al objetivo último de estas especialidad. En la misma línea, Sierra apela a la necesidad de la continua formación y asegura que ya se están viendo cambios en las áreas de salud mental: "Antes, cuando ibas a un psiquiatra con problemas de insomnio, te daban somníferos de inmediato. Ahora, muchos entregan una hoja con información sobre higiene del sueño e investigan en paralelo cuál es el origen de que la persona no pueda dormir".

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