
El juicio contra Luis Rubiales llega a su recta final. Después de nueve sesiones, el procedimiento judicial concluye este viernes con los alegatos de las partes, quienes se sitúan frente los micrófonos para defender sus tesis ante el juez. Este jueves fue el turno de la acusación particular y popular, seguida de la defensa del expresidente dela Real Federación Española de Fútbol (RFEF). El viernes tomarán la palabra los abogados que representan a los tres acusados restantes, Jorge Vilda, Albert Luque y Rubén Rivera. A la espera de que el magistrado emita sentencia, sus voces han servido para analizar, repensar y debatir en torno a algunos elementos presentes en los delitos de violencia sexual, incluidos los mitos, los sesgos y el trato que reciben las víctimas en sede judicial.
La víctima perfecta
Si algo sobrevuela alrededor de los casos de agresión sexual, ese algo es la búsqueda constante de la víctima perfecta, el escrutinio de sus comportamientos y actitudes como elementos centrales para determinar la veracidad de su relato. La abogada del expresidente federativo, Olga Tubau, expresó este jueves su posición sobre cómo debe comportarse una víctima de violencia sexual: "Que una víctima haga bromas de lo que ha sido la conducta es muy poco coherente con el sufrimiento en el que caen inmediatamente", sentenció.
Tubau justificó su insistencia en poner la lupa sobre la actitud de la víctima tras el beso no consentido "no para revictimizar, sino porque hay un derecho fundamental que se llama presunción de inocencia". En ocasiones, resaltó ante el juez, "el comportamiento posterior puede ser" clave para "intentar obtener elementos que sirvan a la tesis exculpatoria". El lema del "yo sí te creo", pronunció la abogada de la defensa, "no puede llevarse a los tribunales".
El alegato blandido por la defensa fue confrontado días antes por la voz de la propia víctima. "No tengo que estar llorando en una habitación ni tirarme al suelo cuando pasó el acto para dar a entender que eso no me gustó", dejó claro Jennifer Hermoso el pasado 3 de febrero, para a renglón seguido enfatizar en que su forma de actuar no ha sido siempre "reflejo" de lo que estaba sintiendo. "Puedo reír y saltar y por dentro sentir rabia, frustración y enfado", señaló.
Los argumentos planteados por la letrada este jueves suponen "una aplicación de manual del estereotipo de la víctima ideal", plantea la jueza Glòria Poyatos, un estereotipo cuya aplicación prohíben todos los manuales especializados porque "limita el acceso de la víctima a la justicia", recuerda la magistrada.
Victoria Rosell, jueza y exdelegada del Gobierno contra la Violencia de Género, agrega que estamos ante "el estereotipo patriarcal más dañino", aplicable a "toda la violencia sexual" y que de hecho llega a incluir "al físico en sus expresiones más de brocha gorda: la víctima perfecta es joven y guapa, por eso las mujeres mayores tienen menos credibilidad".
Reconocerse como víctima
Los estereotipos que impone la mirada ajena son también determinantes a la hora de reconocerse como víctima. Olga Tubau, sin embargo, basó su defensa en que no existió una identificación inmediata del delito por parte de la agredida. Una víctima no puede estar "extrañada ni sorprendida", observó ante el juez, "está indignada, sufre dolor moral, está furiosa o abatida". La letrada aludió además a la insistencia de la denunciante a la hora de preguntar a sus compañeras su opinión sobre lo sucedido, inmediatamente después de los hechos. "Quien ha sufrido una agresión sexual no necesita la confirmación de terceros para llevarle al convencimiento de que así ha sido", zanjó.
Poyatos confronta con esta última idea y sentencia que "el concepto de víctima es indeterminado y cambiante". No es lo mismo la concepción social de víctima vigente hoy que la existente hace cincuenta años, pone como ejemplo, "los criterios son distintos".
En las agresiones sexuales que se ejercen en el entorno más próximo, es además donde las víctimas necesitan en mayor medida el respaldo explícito de terceras personas. Así lo observa Rosell. "Necesitan confirmar cómo lo ven los demás, no para corroborar los hechos, sino para tener su apoyo y saber si se van a ver absolutamente solas en un entorno laboral o de relación jerárquica. Más que aseveración de un hecho, es la búsqueda de apoyo", asiente.
Y reconocerse como agresor
Rubiales enfatizó en la amistad que le unía a la víctima e insistió en que la efusividad expresada fue no sólo producto del momento, sino de un vínculo previo basado en la confianza mutua. "No se gana un mundial todos los días", enfatizó este martes, llegando a mencionar a sus hijas para tratar de justificar su comportamiento: "Cuando veo a mis hijas no les doy un pico, pero en fin de año nos damos uno, o cuando aprueban todas las asignaturas".
El expresidente federativo se resiste a reconocer los hechos porque, del mismo modo que existe un único tipo de víctima ideal en el imaginario colectivo, el perfil del agresor cumple igualmente con unos parámetros muy definidos. "Es normal, porque los hombres están educados en ese privilegio y en ese dominio", sostiene Rosell. No es inocente el hecho de mencionar de forma reiterativa a las madres, a las mujeres o a las hijas como recurso exculpatorio. Rubiales, en este caso, "personaliza en la relación paternofilial porque trata de decirnos que es cordial y tierno. Es un intento de legitimación muy corriente, un clásico", abunda la jueza.
Y del mismo modo, lo sucedido hace ahora dos años en suelo australiano se sale de los moldes donde habitualmente se tiende a insertar la violencia sexual. Poco tiene que ver un beso no consentido con una agresión violenta en una calle oscura. Prevalece la idea de que "ahí no hay nada y que el Código Penal está para otras cosas", analiza Poyatos. Pero la ley está también para impugnar estas realidades: "El avance es que ha habido un juicio", señala la magistrada, quien destaca que nunca se había problematizado tanto alrededor del consentimiento explícito como en los últimos años. "La realidad va mostrando cómo la ley tiene que cambiar para proteger los derechos de la mitad de la población".
Consentimiento, pedir permiso y relaciones de poder
Uno de los asuntos centrales del juicio ha sido el debate en torno al consentimiento. La defensa ha querido dejar claro que Luis Rubiales preguntó a Jennifer Hermoso si podía darle "un besito". Le pidió permiso y sólo cuando obtuvo una respuesta positiva, acercó sus labios a los de ella. La jugadora, en cambio, sostuvo desde el primer momento que no existió pregunta alguna y que el presunto agresor le agarró la cabeza de forma sorpresiva, impidiendo cualquier posibilidad de reacción.
Poyatos, en este punto, se detiene sobre un asunto clave: el contexto. Primero, el tipo de evento: una victoria profesional sin precedentes, televisada y presenciada por millones de testigos. Y frente a la futbolista, su superior jerárquico. "Hablamos de un lugar público, después de recibir un premio, con la reina al lado y siendo tu jefe el que te da el beso", enumera la magistrada, un contexto que a su juicio supone un condicionante evidente la hora de prestar consentimiento. "Tardas en reaccionar, pero además no es un contexto igualitario ni libre", por lo que toda decisión está atravesada por "la relación desigual, por dónde y cómo se produjo y por lo rápido que fue".
"Es obvio", completa la exdelegada, que "en ese momento ninguna mujer reacciona, mucho menos dándole un empujón" o escenificando un rechazo. Es una de las cuestiones que reprochó este jueves la abogada del acusado, quien preguntó si una reacción de repulsa como la que dijo haber sentido Jennifer Hermoso se expresaría a través de "dos palmadas en los costados, prolongando el contacto físico, y una sonrisa".
Hermoso, durante su declaración hace casi dos semanas, se esforzó en destacar la relación jerárquica que mediaba en aquel momento entre ella y el expresidente federativo: "Me estaba besando mi jefe y esto no debe ocurrir en ningún contexto social ni laboral", afirmó en sede judicial, para añadir enseguida que se sintió "poco respetada" y que aquellos hechos "mancharon uno de los días más felices" de su vida.
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El miércoles, la fiscal Marta Durántez alzó la voz contra la "revictimización" de la futbolista, después de que ella misma se viera obligada a interpelar a la víctima por sus conductas y por la celebración manifestada tras haber ganado el Mundial en Sídney (Australia). "¿Es menos víctima por eso? ¿Hasta cuándo vamos a estar exigiendo a la víctima de una agresión sexual un comportamiento heroico? ¿Qué le podemos exigir que haga? ¿Que se vaya a un rincón a llorar? ¿Qué monte un espectáculo?", planteó la fiscal.
En su actuación quiere poner el foco Amparo Díaz, abogada especializada en violencia sexual. "Escuchar a la fiscal en sus conclusiones reconforta", en un momento de especial sensibilidad tras el interrogatorio del juez Adolfo Carretero a Elisa Mouliaá en el juicio contra el exdiputado Íñigo Errejón. "No todos los operadores de derecho tienen un comportamiento que revictimiza, también hay personas que dentro del sentido de la justicia tienen incorporada la igualdad y por tanto aplican la perspectiva de género", aplaude la letrada.
Coincide Rosell. Para la exdelegada, lo sucedido en el marco del juicio contra el expolítico cumplió con "los ingredientes del maltrato institucional", sembrando un "efecto disuasorio para las denunciantes". Frente a ello, la respuesta de la Fiscalía de la Audiencia Nacional demuestra que existe "otra institución de justicia con formación, que conoce bien la ley y ampara a la víctima, realizando un razonamiento que trata de huir de los prejuicios patriarcales e intenta proyectar confianza en la justicia".
El juicio contra Luis Rubiales llega a su recta final. Después de nueve sesiones, el procedimiento judicial concluye este viernes con los alegatos de las partes, quienes se sitúan frente los micrófonos para defender sus tesis ante el juez. Este jueves fue el turno de la acusación particular y popular, seguida de la defensa del expresidente dela Real Federación Española de Fútbol (RFEF). El viernes tomarán la palabra los abogados que representan a los tres acusados restantes, Jorge Vilda, Albert Luque y Rubén Rivera. A la espera de que el magistrado emita sentencia, sus voces han servido para analizar, repensar y debatir en torno a algunos elementos presentes en los delitos de violencia sexual, incluidos los mitos, los sesgos y el trato que reciben las víctimas en sede judicial.