No es 'operación bikini', es violencia estética: así cargan las mujeres con la mochila de ser perfectas toda su vida

8

Allá por los años setenta, las mujeres españolas escuchaban, preocupadas, una advertencia que viajaba desde las pantallas de sus televisores: "Un kilo de más, un admirador de menos". Aquel mensaje que instalaba la alerta en los hogares era, ni más ni menos, que un anuncio de una marca de agua. Algunos años después, en los noventa, las chicas adolescentes de cualquier territorio podían observar en los kioskos de su barrio una prometedora propuesta impresa en las revistas: "Decálogo de la mujer diez". Desde entonces, poco ha cambiado. Año 2023. A golpe de click, los mejores "consejos para lucir cuerpazo" y que la "operación bikini" –aquí la semántica es reveladora y evidencia la carga machista que el mismo concepto encierra– sea un éxito. Y en pleno prime time, la clínica estética por excelencia en suelo español aprovecha, casi sin que los espectadores se den cuenta, para enumerar las virtudes del aumento de pecho. La misma clínica tiene 140.000 seguidores en Instagram. 

Un denominador común: los cuerpos que se exponen como objetos de deseo pertenecen siempre a mujeres. A un prototipo muy determinado de mujer, inalcanzable para muchas. Según un informe publicado en 2019 por la UNESCO, el aspecto físico es la principal causa de acoso escolar entre los más jóvenes. Uno de cada cuatro alumnos europeos víctimas de acoso, afirma que la violencia se ha producido alrededor de su aspecto físico. Según el mismo informe, las niñas son más propensas que sus compañeros a ser juzgadas por su físico. En España, la Fundación ANAR reveló, a través de otro estudio confeccionado en septiembre del año pasado, que efectivamente el motivo más frecuente de burla hacia los escolares es su aspecto físico: ocurre así en el 56,5% de los casos.

Otro reciente estudio, elaborado por investigadores de la Universitat Pompeu Fabra (UPF) y la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), concluyó que la apariencia de los personajes de los videojuegos influye en la insatisfacción de las niñas con su imagen, algo que no ocurre cuando se trata de varones.

Ni consejos, ni trucos, ni vida sana: violencia

Los anuncios de televisión, las portadas de revistas, la publicidad en redes sociales volcadas en promocionar ideales de belleza inalcanzables, en realidad tienen un nombre: violencia estética. Se trata de un conjunto de "narrativas, representaciones, prácticas e instituciones que bombardean con los estereotipos y cánones de belleza, que presionan a las mujeres a responder a ellos, que discrimina a aquellas que no satisfacen esa expectativa". Toma la palabra Esther Pineda, doctora en Ciencias Sociales y autora del libro Bellas para morir (Prometeo Libros, 2020).

Los elementos que alimentan esta forma de violencia son diversos: "Se caracteriza por ser sexista, racista, gordofóbica y gerontofóbica; porque exige feminidad, blanquitud, delgadez y juventud", detalla Pineda. Las herramientas de las que se sirve son evidentes, siendo la persuasión su principal activo. Se trata de "convencer a las mujeres de que tienen y necesitan responder al canon de belleza porque es algo intrínseco de la feminidad". La burla, la ridiculización y la crítica de terceros, además de la comparación constante y la "descalificación de la apariencia de la mujer en el contexto de la relación de pareja", terminan de apuntalar el problema, afina la escritora.

Ada Santana, presidenta de la Federación de Mujeres Jóvenes, reconoce sentir perplejidad al constatar que la violencia estética se ha mantenido cómodamente instalada entre las mujeres desde hace décadas, sin perder un ápice de su fuerza. "Hemos avanzado muy poco", dice al otro lado del teléfono, y aunque las formas sí han cambiado, "la presión es exactamente la misma". Las revistas en papel han dejado paso ahora a las poderosísimas redes sociales. Y en su seno, los consejos: "Cómo hacer una dieta, cómo bajar de peso, cómo estar guapa", enumera.

Si las mujeres no cumplen con los mandatos, la penalización es clara. "No tendrás reconocimiento, porque el reconocimiento para las mujeres siempre ha estado ligado a nuestra belleza y a nuestro cuerpo". Un informe elaborado en 2021 por su organización, constata que un 32,3% de las chicas encuestadas reconoce no sentirse a gusto con su cuerpo muchas veces, y el 50,8% admite tener dudas o insatisfacciones algunas veces. El 86,9% dice que cambiaría alguna parte de su cuerpo y el 60,7% añade que alguna vez había realizado dieta para cambiar su físico.

Claudia Pradas es psicólogue y su experiencia no sólo evidencia la enorme legitimación de esta violencia, sino sobre todo su aceptación masiva. "Los casos de TCA [trastornos de conducta alimentaria] y problemas de autoestima que se ven en terapia" provienen, mayoritariamente, de mujeres y "muchas de ellas han vivido traumas relacionados con la violencia estética", expresa. Las consecuencias son visibles: "Problemas de autoestima, bajos autocuidados, ansiedad y miedos debidos a la baja autoimagen".

Hasta 400.000 personas en suelo español se ven atrapadas en una espiral de control obsesivo del peso que pone en riesgo su salud y su vida, según la Fundación Fita. La mayoría, adolescentes. Concretamente, tal como reseña la Fundación Imagen y Autoestima, el trastorno afecta a entre el 4,1% y el 6,4% de chicas de entre doce y veintiún años. El género, una vez más, también importa: el 90% de las personas afectadas son mujeres.

El arma de doble filo de las redes sociales

Las expertas han puesto el acento en un fenómeno cada vez más extendido: la dependencia de las chicas jóvenes a los filtros que proporcionan redes sociales como Instagram. Se trata de una suerte de retoques virtuales que simulan una apariencia muy próxima al ideal de belleza. "Las niñas, adolescentes y mujeres jóvenes crean dependencia a los filtros y las aplicaciones de edición corporal porque están siendo bombardeadas constantemente con las imágenes de artistas e influencers", observa Pineda, quedando las chicas expuestas a "la publicidad de productos y servicios para la modificación corporal", incluyendo operaciones estéticas. Santana añade la importancia de "tener en cuenta que la identidad virtual que las chicas generan a través de redes sociales es a veces más importante que su identidad real". Y cuanto más perfecta sea esa identidad, esa imagen, más reconocimiento. Ahí el poder de los filtros.

¿Pero pueden las mujeres encontrar en las redes una gran alianza contra la violencia estética? Pradas, con más de 28.800 seguidores en Instagram, considera que se trata de un arma de doble filo. "Gracias a ellas podemos comunicarnos entre comunidades más vulnerables", pero lo cierto es que la exposición continua de influencers y "el gran bombardeo publicitario" que se produce en su seno, suponen un "factor de riesgo para las comparativas".

La Taula de Diàleg per a la prevenció dels Trastorns de la Conducta Alimentària, dependiente de la Generalitat de Cataluña, concluyó en un estudio realizado en 2018 que el 59,2% de los usuarios de internet accede a contenidos no saludables y, más concretamente, el 40,8% se interesa por contenidos específicos sobre trastornos y consejos relativos a dietas y hábitos alimentarios que pueden conducir a un TCA. El 85% de quienes buscan tras la pantalla este tipo de contenidos, son menores. Más datos: alrededor del 32% de las mujeres que usan Instagram se sienten peor con sus cuerpos, según un informe interno de Facebook que hizo público The Wall Street Journal.

"Informar, educar y hablar"

El malestar, el descontento con el cuerpo, la comparación constante con otras mujeres, todo eso no desaparece conforme pasan los años. Sencillamente, no se va. La presión estética "se produce a lo largo de todo el ciclo vital y tiene gran impacto sobre las mujeres". Habla Meritxell Benedí, presidenta de l'Institut Català de les Dones. "Las mujeres estamos en guerra con nuestros cuerpos y no es un problema individual, responde a dinámicas que tienen su origen en el patriarcado y que deben ser atacadas con políticas públicas", abunda.

Las agresiones sexuales entre menores ponen la lupa sobre el porno: "Los hombres aprenden que la violencia es excitante"

Ver más

Coinde Pradas. "Estamos ante un problema de salud pública. No se trata de algo aislado, sino de una repetición de patrones que conllevan graves consecuencias para la población femenina. Las alarmantes cifras de problemas de salud mental relacionados con el género femenino no son casualidad", zanja.

La presión por permanecer "siempre jóvenes, delgadas, blancas, rubias, con el pelo liso y la piel perfecta", en realidad fija como meta un "ideal de belleza que no existe", añade Benedí. ¿Pero las mujeres saben identificar este bombardeo de mensajes como una forma de violencia? "Estamos aprendiendo", reflexiona la feminista catalana, "llegaremos a identificarlo, igual que ahora sabemos que el sexo no deseado es una agresión". 

La Generalitat de Cataluña ha puesto en marcha un Plan de Acción para Combatir la Presión Estética 2023-2026, que incluye medidas como obligar a las multinacionales a ampliar su oferta de tallas. Para Esther Pineda, la solución pasa por "informar, educar y hablar". Insistir en que no se trata de un problema individual, sino de un fenómeno estructural y social. "Hay una industria que necesita que cada una de nosotras en su individualidad se sienta mal, inconforme, insegura, para que podamos consumir los productos y servicios que nos son ofrecidos por la industria cosmética, farmacéutica y quirúrgica". La violencia estética, ahonda, se combate "con información, con la problematización social y con la colectivización de la experiencia", pero también cuestionando y modificando "nuestras narrativas y prácticas en la vida cotidiana". Esto implica dejar atrás los comentarios, las valoraciones fuera de lugar y los juicios a terceras personas. "Debemos recordar que nuestros cuerpos son diversos. La aceptación radical de dicha diversidad puede ayudarnos a proteger nuestra percepción corporal del canon estético tan agresivo que vemos hoy en día", sentencia Claudia Pradas.

Allá por los años setenta, las mujeres españolas escuchaban, preocupadas, una advertencia que viajaba desde las pantallas de sus televisores: "Un kilo de más, un admirador de menos". Aquel mensaje que instalaba la alerta en los hogares era, ni más ni menos, que un anuncio de una marca de agua. Algunos años después, en los noventa, las chicas adolescentes de cualquier territorio podían observar en los kioskos de su barrio una prometedora propuesta impresa en las revistas: "Decálogo de la mujer diez". Desde entonces, poco ha cambiado. Año 2023. A golpe de click, los mejores "consejos para lucir cuerpazo" y que la "operación bikini" –aquí la semántica es reveladora y evidencia la carga machista que el mismo concepto encierra– sea un éxito. Y en pleno prime time, la clínica estética por excelencia en suelo español aprovecha, casi sin que los espectadores se den cuenta, para enumerar las virtudes del aumento de pecho. La misma clínica tiene 140.000 seguidores en Instagram. 

Más sobre este tema
>