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La acogida a Leopoldo López en la Embajada de Caracas complica la posición de España en el conflicto de Venezuela

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La tensión continúa en Venezuela. Desde que este martes el autoproclamado "presidente encargado" del país, Juan Guaidó, anunciara el inicio de lo que bautizó como Operación Libertad, los acontecimientos se suceden con rapidez. El arresto domiciliario bajo el que se encontraba el líder opositor Leopoldo López finalizó después de que él mismo anunciara que los militares que le vigilaban habían dejado de hacerlo porque retiraron su apoyo a Maduro. En ese momento, tanto él como Guaidó hicieron un llamamiento claro: las fuerzas militares y la población debían salir a las calles en busca del "cese definitivo" de la "usurpación". Tan sólo unas horas después, López se refugió en la Embajada de Chile en Caracas junto a su mujer, Lilian Tintori, y sus tres hijos. No obstante, la estancia sólo duró unas horas: en seguida se trasladaron a la residencia del embajador español en Caracas, Jesús Silva.

La situación se complicó en ese momento para España, que ahora se encuentra en una posición central dentro del conflicto. Más aún desde que este jueves el Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela emitiera una orden de busca y captura contra el dirigente opositor. Este viernes, el ministro de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, le garantizó la seguridad en la delegación diplomática, si bien aseguró que España limitará su actividad porque no se va a permitir que la Embajada se convierta "en un centro de activismo político". Leopoldo López, que había atendido a varios medios de comunicación en su nuevo domicilio, se halla allí en calidad de "huésped" del embajador y, según su abogado, José Estévez, no tiene pensado pedir asilo político. 

Hasta ahora, la posición de nuestro país en el conflicto que comenzó el pasado mes de enero con la autoproclamación de Guaidó como "presidente encargado" no ha sido tan clara como la de otros países. Estados Unidos, Brasil o Colombia, por ejemplo, salieron en tromba a reconocer al presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela como legítimo presidente del país. España tardó un poco más. De hecho, el presidente del Ejecutivo, Pedro Sánchez, dio un plazo de ocho días a Maduro para convocar elecciones. Pero el ultimátum no fue escuchado, el plazo expiró y Sánchez finalmente reconoció a Guaidó. Eso sí, lo hizo como "presidente encargado" y siempre condicionando el reconocimiento a que organice una convocatoria inmediata de elecciones

Este aspecto es importante para comprender lo que está ocurriendo ahora, opinan los expertos en Relaciones Internacionales consultados por infoLibre. Y es que el comportamiento de España, desmarcándose de los países que reconocieron a Guaidó de forma casi automática, ha sido ambiguo. Se reconoció al "presidente encargado" pero no se dejó de reconocer a Maduro. "España mantiene una relación obligadamente ambigua para salvar los trastos dentro de casa pero para tener una posición institucional alineada con quien quiere estar alineado. Esto es clave", explica en conversación telefónica Javier Bernabé, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).   

Nicolás Maduro toma parte en un acto de gobierno con miembros de las Fuerzas Armadas, este jueves. EFE

Lo mismo opina Felipe Sahagún, periodista y profesor de Relaciones Internacionales. La situación, dice, es "muy complicada". "Hay dos lecturas: que todo sea una improvisación que le ha pillado por sorpresa al Gobierno español y que esté buscando un equilibrio entre sus intereses y los Derechos Humanos o que forme parte de un diálogo" bilateral entre los dos países. 

Rafael Calduch, catedrático de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales de la UCM se pronuncia también en la misma línea: "A Guaidó se le ha reconocido como presidente en funciones con una misión concreta, que es que cuando pueda ejercer el poder convoque elecciones. No se le ha reconocido como sustituto de Maduro", explica. 

¿Asilo político?

Por el momento, según aseguró el Gobierno español, López no ha pedido asilo político. De hecho, según su abogado, José Estévez, no es ésa su intención. Así lo dijo este viernes, cuando también afirmó que el líder opositor tampoco se plantea abandonar el país, sino quedarse en la Embajada, donde su situación es "perfecta desde el punto de vista técnico-jurídico". "La Embajada es inviolable y la seguridad que esto le da al estatus personal de Leopoldo López no tiene ninguna discusión", recalcó. En todo caso, según añadió, si quisiera pedir asilo, no podría hacerlo desde dentro de la Embajada o la residencia del embajador porque el Convenio de Ginebra no lo permite por su condición de venezolano. Tendría que trasladarse a España o a un tercer país y, ahí sí, acudir a la Embajada española", informó Europa Press. Estévez añadió que si quisiera salir del país podría hacerlo de manera "relativamente simple", con un salvoconducto y saliendo de la residencia en un vehículo de matrícula diplomática y yendo a un avión, por ejemplo, de matrícula española. 

En España, la Ley de Asilo de 2009 es la que establece cómo y dónde se puede solicitar el asilo. En su artículo 38 especifica que permite demandarlo en embajadas y consulados cuando "el solicitante no sea nacional del país en que se encuentre la representación diplomática y corra peligro su integridad física". En ese caso, especifica la normativa, los embajadores "podrán promover el traslado" del demandante a nuestro país. Pero este artículo permite una doble lectura. Y es que los expertos consultados por este diario discrepan en su interpretación. Según el catedrático de Derecho Penal Enrique Gimbernat, este artículo deja claro que López no podría pedir asilo en la situación en la que se encuentra porque es nacional del país donde está la Embajada. Calduch, en cambio, interpreta que la ausencia de una prohibición expresa de petición de asilo en embajadas para nacionales del país donde se encuentra la institución permitiría hacerlo. "Cuando se quiere excluir algo, se especifica. Por eso hay un artículo en la ley que dice en qué casos no se podrá solicitar. Ahí no está recogido", dice. 

Bernabé, por su parte, cree que si pidiera asilo sería para quedarse en la Embajada, no para abandonar el país. Y es que si lo hiciera, perdería la posibilidad de liderar la oposición política a Maduro. 

Complicaría todavía más la posición de España

De hacerlo, y en esto sí coinciden los expertos consultados, la posición de España se complicaría todavía más. Y López lo sabe, según Bernabé. De hecho, tal y como explica este catedrático, el movimiento del opositor de trasladarse a la Embajada española fue una manera, precisamente, de hacer que España se posicione más en el conflicto: o a favor de Guaidó o a favor de Maduro. Porque la petición de asilo le obligaría. Según asegura, si España aceptara conceder el asilo se podría ocasionar un problema diplomático con el Gobierno de Venezuela, que tendría que ver entonces si rompe o no las relaciones con nuestro país. "Si no lo pide, su seguridad queda en manos de España", añade. 

En cualquier caso, Calduch cree que no se solicitará. "Creo que está esperando a ver cómo evolucionan los acontecimientos", dice. Pero si lo pidiera, continúa, se le tendría que conceder "porque reúne los requisitos". En cualquier caso, mientras se mantenga en la Embajada, tiene inviolabilidad diplomática, aunque esté de invitado en la casa del embajador. "Mientras esté ahí, el margen de maniobra de Maduro es limitado si no quiere violar el estatus diplomático, que no le interesa porque provocaría una acción recíproca en España", detalla. Y podría quedarse allí el tiempo que quisiera, sin límites. 

Leopoldo López, junto a su esposa, Lilian Tintori, salud a los medios este jueves, en la residencia del embajador español en Venezuela, Jesús Silva, en Caracas. EFE.

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No obstante, su situación no es comparable a la de Julian Assange, fundador de WikiLeaks, que permaneció seis años y diez meses en la Embajada de Ecuador en Londres, donde se le concedió asilo político. "No tiene nada que ver", explica Sahagún. "Ahora estamos hablando de un dirigente político que estaba en la cárcel y cuyos derechos se violaron desde que fue detenido. En el otro caso hablamos de un hombre que tenía una orden de extradición por distribuir millones de documentos sacados ilegalmente de los servicios secretos de EEUU y que además estaba acusado de un delito de violación por un tribunal sueco", sostiene. 

"No son casos comparables más allá del hecho compartido de que los dos se refugiaron en una embajada", añade Calduch. 

De momento, habrá que ver si López mantiene sus intenciones de no pedir asilo y, en caso de hacerlo, qué decisión tomará España, que ha reiterado que no tiene intención de entregarle. En cualquier caso, en lo que se ha insistido es en que el opositor no podrá ser detenido mientras permanezca dentro de la residencia del embajador. La Unión Europea, de hecho, se pronunció este viernes en este sentido, y prefirió no opinar sobre la decisión de hospedar a López y su familia. "Es una decisión nacional de España, pero puedo subrayar la importancia del respeto de la inmunidad diplomática en todos los casos", indicó en rueda de prensa una portavoz de la Alta Representante de Política Exterior de la UE, Federica Mogherini.

La tensión continúa en Venezuela. Desde que este martes el autoproclamado "presidente encargado" del país, Juan Guaidó, anunciara el inicio de lo que bautizó como Operación Libertad, los acontecimientos se suceden con rapidez. El arresto domiciliario bajo el que se encontraba el líder opositor Leopoldo López finalizó después de que él mismo anunciara que los militares que le vigilaban habían dejado de hacerlo porque retiraron su apoyo a Maduro. En ese momento, tanto él como Guaidó hicieron un llamamiento claro: las fuerzas militares y la población debían salir a las calles en busca del "cese definitivo" de la "usurpación". Tan sólo unas horas después, López se refugió en la Embajada de Chile en Caracas junto a su mujer, Lilian Tintori, y sus tres hijos. No obstante, la estancia sólo duró unas horas: en seguida se trasladaron a la residencia del embajador español en Caracas, Jesús Silva.

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