Cuba vivirá esta semana el mayor cambio desde la Revolución de 1959. Raúl Castro dejará la Presidencia poniendo fin a seis décadas de dominio absoluto de la familia Castro en la vida política, económica y social. Le sucederá Miguel Díaz-Canel, actual vicepresidente y un dirigente comunista de una generación que leyó las hazañas de los barbudos de Sierra Maestra en los libros de historia. La isla caribeña afronta una nueva etapa sin el respaldo que a lo largo de su historia le han ofrecido distintos aliados internacionales y con fuertes convulsiones internas.
Raúl Castro siempre estuvo a la sombra de Fidel. Desde los inicios de la lucha guerrillera hasta su muerte, aunque para entonces ya era formalmente el mandamás en Cuba. Este papel secundario le llevó a construir una imagen propia a través de una agenda reformista que nadie esperaba y que, pese a las enormes expectativas, ha quedado inconclusa.
Raúl es el pequeño de los siete hijos del matrimonio formado por Ángel Castro, inmigrante español, y la cubana Lina Ruz. Siguió los pasos de sus hermanos mayores, Fidel y Ramón, por colegios de Santiago y La Habana, pero sus inquietudes intelectuales eran mucho menores. De hecho, Fidel presumía de que fue él quien le convenció para ir a la universidad.
Sus verdaderos intereses estaban en la política. En concreto, en los círculos comunistas que prosperaron en todo el globo al calor de la Guerra Fría. Sus lazos con el bloque soviético se remontan a los años 50, cuando a su regreso de un foro de jóvenes socialistas en Bucarest conoció al agente de la KGB Nicolai Leonov, con quien trabaría una intensa amistad que años después sería clave para la alianza estratégica entre La Habana y Moscú.
Fue Raúl quien realmente imprimió el sello comunista a la Revolución. La única meta de Fidel era derrocar a la dictadura de Fulgencio Batista y tomar el poder, pero carecía de 'hoja de ruta'. Así lo ratificó en los primeros meses de 1959, con una gira por Estados Unidos en la que buscó el favor de Washington. "El pueblo de Cuba sabe que el Gobierno revolucionario no es comunista", sentenció.
El giro de Fidel fue obra del tándem ideológico formado por Raúl y Ernesto Che Guevara. Se conocieron en México, por donde los hermanos Castro transitaron entre su estancia en la cárcel a causa del asalto al Cuartel Moncada y la travesía en el yate Granma. Allí intercambiaron sueños revolucionarios y Raúl le presentó el 'Che' a Fidel. La creciente hostilidad con Estados Unidos terminaría empujándole a los brazos de la URSS.
Raúl también desempeñó un papel clave en la conquista del poder. Fue uno de los 82 guerrilleros que se embarcaron en el Granma y uno de los pocos que sobrevivieron. Ya en las cumbres de Sierra Maestra, donde resistieron a los envites de las tropas batistianas con la ayuda de los campesinos, su arrojo le valió el apodo de Raúl, el terrible, y escaló hasta convertirse en el comandante del Segundo Frente Oriental.
Con la Revolución en el Gobierno, Raúl cambió el cargo por el de jefe militar de la provincia de Oriente. En esa época, cuando contaba solo 27 años, se hizo conocido por los juicios sumarios y las ejecuciones. "Yo lo conocí en esa capacidad. Era cruel y despiadado", afirma el general rumano Ion Mihai Pacepa, el desertor de mayor rango del bloque soviético. "Fidel puede haber concebido el terror (...) pero Raúl ha sido el carnicero", contaba a Martí Noticias.
El caudillo de Cuba
Una vez asentado el nuevo régimen, Raúl tomó las riendas del Ministerio de las Fuerzas Armadas, al que ha estado vinculado hasta que pasó a ser el número uno. Desde este sillón se ha encargado de convertir a los militares en el mayor 'lobby' político y empresarial de Cuba.
La vieja guardia controla las vías de ascenso. Su primera decisión como primer secretario del Partido Comunista Cubano (PCC) fue purgar a los número tres que rivalizaban con él y que Fidel había patrocinado. "La miel del poder (...) despertó en ellos ambiciones que les condujeron a un papel indigno", dijo Fidel defendiendo la decisión de su hermano.
El control político que ejercen los uniformados se funda en su poderío económico. El Grupo de Administración Empresarial SA (GAESA) es el conglomerado de las Fuerzas Armadas. Si bien siempre ha sido el principal operador económico del país, bajo la Presidencia de Raúl ha extendido sus tentáculos.
La líder de las Damas de Blanco, Berta Soler, denuncia a Europa Press que los negocios del incipiente sector privado están copados por "un grupo de familias" de la élite militar. "Aquí hablaremos de apertura económica cuando todos los cubanos puedan beneficiarse de estos negocios", subraya.
Fidel vs Raúl
En 2006 los problemas de salud obligan a Fidel a ceder temporalmente la vara de mando a su hermano, algo que se hace permanente dos años después. Raúl tuvo que pasar de un segundo plano en el que se sentía cómodo a una primera línea en la que tenía como referencia imbatible a El Comandante.
"Él es diferente. A Raúl no le interesan los grandes discursos a los que Fidel nos tenía acostumbrados", señala Martha Beatriz Roque, ex presa política de la Primavera Negra. "Cuando abríamos el 'Granma', dos de las cuatro páginas que tenía eran para Fidel. En el noticiero, que dura media hora, 15 minutos eran para Fidel. Eso no ha pasado con Raúl", ilustra.
Además de la falta de un liderazgo carismático, Raúl tuvo que combatir la imagen que se había forjado durante años en las cloacas del Estado y a la que incluso contribuyó su hermano cuando temía por su vida por los incesantes intentos de asesinato por parte de la CIA. "Si me matan, después de mí vendrá Raúl, que es peor", advirtió. "Es el firme cancerbero de la Revolución", ratificó públicamente el comandante Ramiro Valdés.
Raúl se fue tejiendo "el mito de hombre pragmático", indica la socióloga cubana Marlene Azor a Europa Press. A diferencia de Fidel, que concentraba todo el poder, creó órganos colegiados y reforzó el papel de las instituciones. Ejemplo de ello es que, durante su mandato, los congresos generales del PCC, que fijan el rumbo a seguir, se han celebrado periódicamente, apostilla la experta para América Latina del CIDOB, Anna Ayuso.
Un camino frustrado
Al asumir las riendas del PCC en 2011, cuando sustituyó definitivamente a Fidel en todos sus cargos, Raúl aclaró que su misión era "defender, preservar y proseguir perfeccionando el socialismo para no permitir jamás el regreso del régimen capitalista". "A mí no me eligieron para entregar la Revolución", recalcó.
A pesar de este aviso a navegantes, lo cierto es que ideó una agenda de reformas para acabar con "el exceso de prohibición". Eliminó la política migratoria que impedía salir de Cuba a los disidentes, dio un acceso limitado a Internet y legalizó la compra y uso de teléfonos móviles y ordenadores, y abrió la economía al sector privado.
También recuperó la presencia internacional de Cuba. Inició un diálogo con Estados Unidos que dejó una sucesión de momentos históricos, como la visita de Barack Obama a La Habana. Se acercó a la Unión Europea, que derogó la Posición Común. Y volvió a recibir invitaciones para asistir a las cumbres regionales.
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Sin embargo, la casta militar que él mismo empoderó ha frenado esta tendencia porque teme perder el control político. De ahí que el pasado agosto el Gobierno dejara de dar licencias para 'cuentapropistas'. "Hay otra vuelta de tuerca contra el capitalismo" porque "la población estaba demasiado entusiasmada con los cambios", comenta Azor.
En materia de Derechos Humanos, "su Presidencia ha sido pésima, igual que la de su hermano", sentencia la dama de blanco. "La represión es muy grande", dice Roque. Según la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN), con Raúl las detenciones arbitrarias pasaron de más de 2.000 en 2010 a cerca de 10.000 en 2016.
Azor se revela contra quienes retratan a Raúl como un aperturista. Le reconoce el mérito de intentar arreglar "el desastre que dejó Fidel", pero subraya que, "después de diez años como presidente" y con todo lo que había que hacer, "la política en Cuba apenas se movió unos milímetros".
Cuba vivirá esta semana el mayor cambio desde la Revolución de 1959. Raúl Castro dejará la Presidencia poniendo fin a seis décadas de dominio absoluto de la familia Castro en la vida política, económica y social. Le sucederá Miguel Díaz-Canel, actual vicepresidente y un dirigente comunista de una generación que leyó las hazañas de los barbudos de Sierra Maestra en los libros de historia. La isla caribeña afronta una nueva etapa sin el respaldo que a lo largo de su historia le han ofrecido distintos aliados internacionales y con fuertes convulsiones internas.