La carrera presidencial llega a su recta final. O por lo menos, en su tramo electoral, a la espera de los numerosos litigios que Trump ha puesto en marcha después de tachar las elecciones como fraude, y que los altos tribunales de Estados como Georgia ya han empezado a rechazar. Las miradas se giran ahora hacía el Tribunal Supremo, donde la mayoría conservadora (seis contra tres magistrados, tras la incorporación de Amy Coney Barret) será decisiva para la resolución final de estas impugnaciones.
Tras la más que ajustada victoria demócrata en los Estados de Wisconsin y Michigan, y que acercan a Biden al despacho oval, la batalla se ha trasladado a los votos por correo de seis Estados clave para ambos partidos, y donde las distancias se miden en unos pocos miles de votos. Mientras que Biden cuenta con 253 votos electorales, Trump anda rezagado con 214, lo que acota la batalla final a seis Estados en los que se disputan los 71 votos electorales restantes: Pensilvania (20) Georgia (16) Carolina del Norte (15) Arizona (11), Nevada (6) y Alaska (3). Aunque Alaska será sin sorpresa republicana (Trump tiene casi el 70% de los votos) y los resultados en Carolina del Norte tendrá que esperar hasta el 12 de noviembre (la diferencia actualmente es del 1,4% a favor de Trump), la situación es complicada para el magnate en el resto del país.
Los cuatro Estados restantes (Nevada, Arizona, Georgia y Pensilvania) se disputarán por la mínima. La opción más rápida para los demócratas sería apoderarse de Pensilvania, hogar de Biden, que con sus 20 votos electorales le daría la presidencia con 273 electores, más de la mayoría absoluta de 270 votos. Sin embargo, no lo tiene nada fácil. Trump mantiene una ventaja superior a 100.000 votos, aunque según estima la CNN, aún quedarían por contar 370.00 votos, de los que el 64%-66% tendría que ser azul, un escenario plausible.
Este viernes por la mañana [hora española], el candidato demócrata adelantó al republicano en el Estado de Georgia, donde hasta ahora Trump llevaba ventaja. Se ha escrutado ya casi el 99% de los votos en este estado.
Los republicanos están contra las cuerdas. Trump necesitaba pasar con éxito por estos dos Estados si quería tener alguna oportunidad para repetir como inquilino de la Casa Blanca, y ya ha perdido uno. Esta es la razón detrás de la especial fijación del magnate por llamar fraude a las elecciones e intentar parar el recuento de votos en los Estados en los que va a la zaga. Si Trump pierde Pensilvania, inmediatamente habría perdido la carrera presidencial. Por el contrario, si los elefantes consiguieran estos dos Estados, la batalla se trasladaría al oeste del país, donde el escenario no es nada favorable para Trump.
Si de algo se ha mostrado orgullosa la campaña de Biden es de la victoria en Nevada, donde los azules han aumentado su ventaja hasta los 12.000 votos (0.9%) sobre Trump con el 89% escrutado. Recordemos que el voto restante es a distancia, donde los demócratas mantienen su predominancia, y donde los republicanos lo tienen difícil para ganar terreno.
La cosa es mucho peor para los elefantes en Arizona, donde Biden mantiene una ventaja de 70.00 votos (una distancia del 2.4%). Y no solo los demócratas están seguros de su ventaja. La propia Fox (cadena afín al actual inquilino de la Casa Blanca) le da el estado al exvicepresidente, desatando la furia de la campaña del magnate.
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Mientras que el pasado miércoles la mirada estaba puesta en el medio oeste y en famoso Rust Bell y los estados de Wisconsin, Michigan y especialmente Pensilvania (recordemos, 20 electores), la victoria azul en los dos primeros Estados hacen las cosas más fáciles para Biden. De hecho, podría olvidarse de la ansiada Pensilvania, ya que con estos dos estados conseguiría exactamente 270 votos electorales, suficientes para sentarse en el despacho oval.
Mirando la situación, no es aventurado pensar que Biden tiene todas las papeletas para ser elegido presidente. Mientras que los demócratas tienen hasta siete configuraciones diferentes para garantizarse la victoria (las victorias en Nevada y Arizona permiten muchas combinaciones electorales), los republicanos solo podrían alzarse ganadores en pocos escenarios, todos ellos pasando por Georgia y Pensilvania. También cabría una oportunidad para el debate si Trump se apodera de Pensilvania, Carolina del Norte, Arizona y Nevada, mientras que Georgia tendría que teñirse de azul. Pero es un escenario altamente improbable.
Aunque los números hablen ahora, la última palabra la tendrán los tribunales de justicia. Las amenazas de Trump poco a poco se van materializando, y los primeros litigios están llegando a las cortes de cada Estado. Además la crispación social hace más tensa está larga espera, y podría incendiar las calles en cualquier momento. Desde luego, los republicanos no parecen preocupados en rociar más gasolina, como demuestran las palabras de Eric Trump y el exalcalde de la ciudad de Nueva York, Rudy Giuliani, volviendo a acusar de fraude y asegurando que Trump ha ganado las elecciones. Mientras, la campaña demócrata sigue enmarcada en la prudencia y en esperar los resultados antes de decidir quién ha ganado.
La carrera presidencial llega a su recta final. O por lo menos, en su tramo electoral, a la espera de los numerosos litigios que Trump ha puesto en marcha después de tachar las elecciones como fraude, y que los altos tribunales de Estados como Georgia ya han empezado a rechazar. Las miradas se giran ahora hacía el Tribunal Supremo, donde la mayoría conservadora (seis contra tres magistrados, tras la incorporación de Amy Coney Barret) será decisiva para la resolución final de estas impugnaciones.